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Authors: Connie Willis

Tags: #Ciencia ficción

Oveja mansa (26 page)

BOOK: Oveja mansa
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—Gracias —dije, tendiéndole el expediente, y entonces se me ocurrió otra cosa más—. Déjamelo un momento.

Lo abrí y miré a la línea superior, donde ponía «apellido, nombre de pila, inicial».

«Orliotti, Philippa J.», decía.

Tatuajes
(1691)

Moda de automutilación que se hizo por primera vez popular en la Europa del siglo XVII cuando los exploradores importaron la práctica de los mares del sur. La moda se convirtió en una locura típica de las clases pudientes en la época eduardiana. Jennie Jerome, la madre de Winston Churchill, llevaba una serpiente tatuada en la muñeca. Los tatuajes volvieron a ponerse de moda durante la Segunda Guerra Mundial, esta vez entre los soldados y, especialmente, los marineros, y de nuevo en los sesenta con el movimiento hippie, y otra vez a finales de los ochenta. Los tatuajes tienen la desventaja de ser una moda pasajera con resultados permanentes.

Copié el apellido de Flip y me propuse buscar el nombre de soltera de su abuela y comprobar si vivía cerca de Marydale, Ohio, en 1921. Luego bajé a Suministros.

Desiderata no pudo encontrar la dirección de Flip.

—Dijo que se iba a algún lugar de Arizona—dijo Desiderata, buscando entre las gomas de borrar—. Albuquerque, creo.

—Albuquerque está en Nuevo México.

—Oh —dijo ella, frunciendo el ceño—. Entonces tal vez fuera Forth Worth. Donde él fuera.

—¿Quién?

Puso los ojos en blanco.

—El dentista.

Por supuesto. Había especificado que hubiera compatibilidad geográfica.

—Tal vez se lo dijo a Shirl —comentó Desiderata, rebuscando entre los lápices.

—Creía que habían despedido a Shirl por fumar en el corral.

—No. Dimitió. Dijo que sólo iba a quedarse hasta que contrataran una nueva directora de facilitación de mensajes de trabajo, y lo han hecho esta mañana, así que tal vez se haya ido ya.

No se había ido. Estaba en la sala de fotocopias, arreglando la máquina antes de marcharse; pero Flip tampoco le había dicho adonde se iba.

—Mencionó algo de que el tal Darrell trasladaba su consulta a Prescott —dijo Shirl, inclinada sobre la alimentadora de papel—. Me he enterado de que el doctor O'Reilly y usted han obtenido la beca Niebnitz. Eso es maravilloso.

—Lo es —dije mientras la miraba arrancar un papel atascado con los dedos. No había en ellos mancha alguna de nicotina—. Es una lástima que no sepa quién concede la beca. Había algo que quería decirles.

Shirl colocó el alimentador en posición y cerró la tapa.

—Seguro que el comité quiere permanecer en el anonimato.

—Si es un comité —dije—. Los comités son terribles a la hora de guardar secretos, y ni siquiera la doctora Turnbull pudo averiguar nada. Creo que es una sola persona.

—Una persona muy rica —dijo ella. Su voz había dejado de ser ronca.

—Cierto. Una persona «circunstancialmente predispuesta» a la riqueza, que piensa por sí misma y quiere que otras personas lo hagan también. ¿Cuándo dejó de fumar?

—Flip me convirtió. Es un mal hábito. Peligroso para la salud.

—Umm —dije—. Una persona extremadamente competente...

—Por cierto, ¿ha visto ya a la sustituía de Flip? Me alegro de no trabajar ya aquí. No creía que fuera posible contratar a alguien peor que Flip, pero Dirección lo ha conseguido.

—Una persona extremadamente competente —repetí, mirándola con firmeza—, que viaja por todo el país como Diógenes, buscando científicos «circunstancialmente predispuestos» a los descubrimientos. Una persona de la que nadie sospecharía.

—Interesante teoría —dijo Shirl, sin hacerme caso, centrando el papel en la placa de cristal—. ¿Qué es lo que quería decirle a esa persona? Si viaja de incógnito, probablemente no querrá que le den las gracias.

Pulsó un botón y empezó a bajar la tapa.

—Oh, no iba a darle las gracias —dije—. Iba a decirle que está haciendo las cosas mal.

La luz de la fotocopiadora destelló, cegadora. Shirl parpadeó.

—¿Está diciendo que la gente de la Niebnitz eligió a los ganadores equivocados?

—No se trata de a quién eligen. Es la beca en sí. Un millón de dólares significa que el científico agraciado puede dejar su trabajo, comprarse un laboratorio propio, continuar su obra en completa paz y tranquilidad.

—¿Y eso es malo?

—Tal vez. Mire a Einstein. Descubrió la relatividad mientras trabajaba en una apestosa oficina de patentes, llena de papeles e inventos. Cuando trataba de trabajar en casa, era aún peor. Ropa lavada colgando de todas partes, un bebé llorando sobre una rodilla, su primera esposa gritándole.

—¿Y ésas le parecen condiciones ideales de trabajo?

—Tal vez. ¿Y si en vez de ser molestias, el ruido y la ropa limpia y el apartamento abarrotado se combinaran para crear una situación en la que pudieran formarse nuevas ideas? —Alcé dos dedos—. Sólo dos de los ganadores de la beca Niebnitz han continuado haciendo descubrimientos significativos. ¿Por qué?

—Los descubrimientos científicos no se sirven a la carta. Requieren muchos años de trabajo concienzudo...

—Y suerte. Y casualidad. Una brisa que sopla y empuja las patas de las ranas de Galvani contra una varilla y cierra un circuito, una mano que intercepta los rayos catódicos, una manzana que cae. Fleming. Penzias y Wilson. Kekulé. Los logros científicos implican asociar ideas que nadie ha asociado antes, ver conexiones que nadie antes ha visto. Los sistemas caóticos crean bucles de realimentación que tienden a organizar aleatoriamente los elementos del sistema, a desplazarlos y repartirlos de forma que quedan junto a elementos con los que nunca antes habían estado en contacto. Los sistemas caóticos tienden a aumentar en caos, pero no siempre. A veces se reestabilizan en un nuevo nivel de orden.

—Arquímedes —dijo Shirl.

—Y Poincaré. Y Roentgen. Todas sus ideas provinieron de situaciones caóticas, no de la paz y la tranquilidad. Y si una situación caótica pudiera ser inducida en vez de tener que esperar a que se presente... Es sólo una idea, pero explica por qué docenas de científicos pudieron experimentar con gases eléctricamente descargados sin descubrir los rayos X. Explica por qué tantos científicos realizan descubrimientos ajenos a su propio campo. Por eso especificó usted «circunstancialmente predispuesto», por eso eligió gente que trabajaba fuera de su terreno, porque intuía cómo funcionaba, aunque no lo supiera. Naturalmente, todavía no es más que una idea. Pero encaja con la teoría de Bennett del efecto oveja mansa. Necesito muchos más datos, y...

Shirl me sonreía más que complacida.

—¿Y sigue creyendo que lo estoy haciendo todo mal? —dijo. Se agachó para recoger la copia de la máquina—.

Interesante teoría —cogió un fajo de papeles—. Si alguna vez me encuentro a quienquiera que concede la beca Niebnitz, me aseguraré de comunicárselo.

Se encaminó hacia la puerta.

—Adiós —dije, y la besé en la chupada mejilla.

—¿Y eso por qué? —gruñó ella, frotándosela con la mano.

—Por arreglar la fotocopiadora —dije—. Oh, por cierto, ¿en honor de quién se llama Niebnitz la beca?

—De Alfred Taylor Niebnitz —contestó ella, sin volver la cabeza—. Mi profesor de física del instituto.

Tablero Ouija
(1917-1918)

Juego psíquico con el que se pretende predecir el futuro. Los jugadores empujan por un tablero decorado con letras y números un vaso que deletrea las respuestas a sus preguntas. Originado o bien en Maryland, en la década de 1880, por C.W. Kennard o por William e Isaac Fiuld, o en Europa, en la de 1850; pero no se puso de moda hasta que América entró en la Primera Guerra Mundial. Reaparece cada vez que hay una guerra. Fue muy popular durante la Segunda Guerra Mundial y el conflicto de Corea. Cuando más se vendió fue entre 1966 y 1977, durante la guerra de Vietnam.

Una teoría es tanto mejor cuanto mayor es su capacidad de predicción. Mendeléiev predijo que los huecos en su tabla periódica serían rellenados con elementos de ciertos pesos atómicos y ciertas propiedades y un peso atómico concreto. El posterior descubrimiento del galio, el escandio y germanio cumplieron sus predicciones. La teoría especial de la relatividad de Einstein predijo correctamente la desviación de la luz por el sol, probada por el eclipse de 1919. La teoría de la deriva continental de Wegener fue corroborada por los fósiles y las fotografías tomadas desde los satélites. Y la penicilina de Fleming salvó la vida de Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial.

La teoría de la mansa de los sistemas caóticos es sólo eso, y Ben y yo estamos todavía en las primeras fases de nuestra investigación. Pero estoy dispuesta a aventurar algunas predicciones:

HiTek cambiará de acrónimos al menos dos veces durante el próximo año, impondrá un código de vestir, y hará que el personal se estreche la mano y potencie al niño que todos llevamos dentro.

La doctora Turnbull se pasará todo el año que viene intentando poner trabas a la beca Niebnitz, sin conseguirlo. La ciencia no funciona así.

Predigo varias modas nuevas en Prescott, Arizona o Albuquerque o Fort Worth. Boulder, Seattle y Los Ángeles perderán peso como centros creadores de modas. Las marcas en la frente serán lo máximo, y el hilo dental, y el pelo corto volverá, sobre todo las ondas de agua.

En el terreno espiritual, los ángeles se acabarán y las hadas estarán a la última, sobre todo las hadas madrinas, que después de todo existen. Los comerciantes se pondrán las botas con ella y luego perderán la camisa tratando de adelantarse a la próxima moda.

Predigo un brusco declive de la cría de ovejas, un aumento de las bodas y ningún cambio en los anuncios de contactos. El postre en alza de este otoño será el pastel con fondo de pina.

Y en alguna compañía o instituto de investigación o facultad contratarán a una ejemplar encargada del correo con exceso de peso o que viste prendas de piel o lleva una Biblia, y los científicos de esos lugares harían bien en recordar los cuentos de hadas de su infancia.

Habrá un brusco resurgir de logros científicos significativos y el caos, como de costumbre, reinará. Predigo grandes cosas.

Esta mañana he conocido a la sustituta de Flip. Había subido a Estadística a recoger mis datos sobre el pelo corto, y ella salía de la sala de la fotocopiadora, perdiendo por el camino los memorandos de alguien.

Llevaba el pelo lavanda, peinado como un surtidor, con varios hilos de alambre de espino alrededor. Iba con una camiseta para jugar a bolos, pantalones de ciclista, zapatos negros de baile, y los labios pintados de color naranja.

—¿Es usted la nueva encargada del correo?

Ella ha arrugado sus labios naranja en un gesto de desdén.

—Soy la
directora de facilitación de mensajes de trabajo
—me ha dicho, recalcando cada sílaba—. ¿Y cuál es su trabajo, por cierto?

—Bienvenida a HiTek —he dicho, y le habría estrechado la mano, pero llevaba un anillo de alambre de espino.

Grandes cosas.

Connie Willis

Connie Willis, nació en 1945, ha trabajado como profesora y en la actualidad vive en Greely, Colorado (EE. UU.), con su marido y una hija adolescente. Aunque hasta hoy su obra ha sido poco publicada en España, es indudablemente uno de los nuevos valores de la ciencia ficción moderna. Tras esporádicas publicaciones de relatos iniciadas en 1971, Connie Willis pasó a dedicarse a tiempo completo a su trabajo de narradora.

Escribió su primera novela,
WATER WlTCH
(1982), en colaboración con Cynthia Felice, con quien también trabajó en
RAID DE LUZ
(1989). Se trata de obras interesantes pero que tal vez no llegan al alto nivel de sus novelas en solitario:
LlNCOLN'S DREAM
(1987), que obtuvo el
John W. Campbell Memorial
, y
EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL
(1992,
NOVA ciencia ficción
, número 68), que le ha valido los premios Nebula, Hugo y Locus, y la confirman como la mejor novela del género aparecida en el año 1992.

Varios de los primeros relatos de Willis se han recogido en la antología
FlRE WATCH
(1985) que incluye el relato del mismo título galardonado con el Nebula y el Hugo. Otra antología más reciente es
IMPOSSIBLE THINGS
(1993).

Una de sus preocupaciones centrales es el tema del viaje en el tiempo, eje de su primer relato famoso,
Servicio de Vigilancia
(1982; en
Martínez Roca SuperFicción
número 114), en el cual el protagonista, un historiador del futuro, viaja a la época del bombardeo de Londres durante la Segunda Guerra Mundial para acabar mezclado en el intento de salvar la catedral, durante el cual conocerá bastante más de sí mismo que de la historia que pretendía estudiar. Willis utiliza también el tema del viaje temporal en su novela
LINCOLN'S DREAMS (Los sueños de Lincoln
, 1987) con una joven cuyos sueños de la Guerra de Secesión norteamericana la llevan a experimentar dicha situación como un personaje histórico. De nuevo, el viaje en el tiempo permite a una historiadora del futuro visitar la Edad Media asolada por la Peste Negra en
EL LIBRO DEL DÍA DEL JUICIO FINAL
(1992,
NOVA ciencia ficción
, número 68), el más reciente éxito editorial de Willis. En la misma línea temática se aloja su futura
To SAY NOTHING OF THE DOG
, cuya publicación en inglés está anunciada para enero de 1998.

Gran especialista en la narración breve, cabe destacar también, entre las interesantes obras cortas de Willis, el relato
A Letter from Clearys
(1982, premio Nebula), la novela corta
The last of Winnebagos
(1988, premio Nebula y Hugo), el relato
At The Rialto
(1989, premio Nébula), y los cuentos cortos
Even The Queen
(1992, premio Nebula, Hugo y Locus) y
Death on the Nile
(1993, premio Hugo).

Connie Willis ha publicado recientemente tres novelas cortas de gran interés:
TERRITORIO INEXPLORADO
(1994, aparecida en español en el volumen
REMAKE
) y
REMAKE
(1995,
NOVA ciencia ficción
, número 92) que ha sido finalista del premio Hugo 1996. La última es
OVEJA MANSA
(1996,
NOVA ciencia ficción
, número 99). Si la escritura de Willis resulta maravillosa y emotiva en obras de larga extensión, la destilación condensada de su excepcional arte narrativo en un par de centenares de páginas compone una muestra perfecta de lo mejor que con esta extensión puede lograr la ciencia ficción de todos los tiempos.

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