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Authors: Marcela Paz

Tags: #Infantil

Papelucho (5 page)

BOOK: Papelucho
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Marzo 16

Resulta que Ugarte no piensa en haber chocado en auto, sino que está mudando los dientes. Peleé con él porque es un farsante que me dijo que tenía dos papás y dieciocho hermanos. Entonces me hice amigo con Fidel Ríos que es muy flaco y todos se ríen de él. Él tampoco tiene ningún amigo y ahora, porque soy su amigo, se ríen de los dos.

Hoy me dolió el estómago y se me saltaron las lágrimas de pensar que no puedo contárselo a mi mamá. Entonces hice promesa de no hablar para que se me quitara y se me quitó. Resulta que tuve que hablar porque se me olvidó lo de la promesa y me volvió a doler. Entonces hice promesa de no mirar nunca para atrás y se me pasó de nuevo.

Fidel Ríos anda todo el tiempo detrás de mí y ya me está cargando un poco. De todos modos, le estoy enseñando a pelear y a ser hombre, y le explico que cuando a uno le dicen una cosa que da como calor a la cabeza, hay que pegar un puñete.

Javier ya tiene un amigo y ni se acerca a mí. Nos preguntaron la lección y por suerte la contesté bien. Uno se siente muy gallito.

En la noche hubo rosca en el dormitorio porque a un chiquillo le metieron unos chocolates reventados en la cama y le robaron el pijama.

Se acostó sin pijama y, cuando se fueron los curas, se levantó en calzoncillos y agarró a golpes a Souza, creyendo que era él. Los partidarios de Souza les pegaron a los partidarios del sin pijama y se armó como una guerra. Hasta que llegó un cura y todos se hicieron los dormidos, pero un poco tarde. Nos castigaron a todos para mañana.

Es raro, pero cuando uno está interno no importa que lo castiguen. Uno queda tan poco feliz como antes.

Marzo 17

Esta mañana comulgamos y cantaron unos gallos en la misa y me dio casi éxtasis. Era tanto lo santo que me sentía que hice promesa gratis de no comer chocolate y ni siquiera me acordé que era domingo. Y justo que en la tarde vino a vernos la mamá y nos trajo chocolates.

Tuve que probar los chocolates para que mi mamá viera que no estaba enfermo y entonces tuve que dejar la promesa para cuando se me acabaran.

Los chiquillos tienen los papás y las mamás más raros que los vienen a ver y unas hermana con carteras y pinches en el pelo. Debe ser bien raro tener hermanas. Son tan mironas y se ríen cuando debían estar serias.

Fidel Ríos seguía detrás de mí hasta que me dio la rabia y le dije: "¿Sois cola mía, acaso?", y llegó Ríos y me plantó un golpe. De todas maneras, me habría caído sin su bofetada, porque estaba tan a la orilla de la grada del patio, que una mosca me podía hacer caer. Ahora resulta que Ríos se cree un matón y ni se acuerda de que yo le enseñé a pelear.

2 de la mañana

Pasó algo tan terrible que es mejor que lo escriba en mi diario porque me gustaría contárselo mi mamá, y se me puede olvidar.

Estábamos durmiendo muy tranquilos cuando, de repente, despertamos con un ruido atroz. Es decir, Ríos y yo, porque los demás seguía durmiendo. El cuarto se iluminaba con una luz refulgente y después entraban unas sombras de fantasmas con olor a azufre. Al poco rato, volvía a oírse el ruido tremendo. Ríos y yo nos metimos en mi cama llenos de miedo y, aunque queríamos despertar a los demás, no nos atrevíamos a bajarnos al suelo. Nos temblaba el catre y no sabíamos si estábamos soñando una pesadilla. Ni podíamos hablar porque volvían las luces y los fantasmas y el olor y el ruido. Pero los demás seguían durmiendo. De repente, se abrió de par en par una ventana y entró un fantasma enorme y mojado. Tenía mil pies pequeños que pataleaban en el suelo como si escribieran a máquina y su respiración era tan helada que nos metimos debajo de la ropa. A través de la ropa se veían las luces, los golpes nos hacían saltar y ese ruido terrible que se acercaba y se acercaba. Yo le dije a Ríos al oído:

—Este es el fin del mundo. Recemos.

—Reza tú. A mí se me olvidó —me contestó y, junto con oír esto yo, también me olvidé hasta el Padrenuestro. Y todo el tiempo se oían golpes y más golpes y luces y estampidos. El pobre Ríos tiritaba tanto que me hacía tintar a mí. En esto, empezó un lamento muy grande y muy largo que venía desde lejos y se acercaba como un avión. Yo apreté los ojos y los dientes y me tapé los oídos y Ríos comenzó a gritar más fuerte que el lamento.

Hasta que por fin se despertó el Mocho y encendió la luz del dormitorio. Cerró la ventana, sacó a Ríos de mi cama y le dio unas gotas en un vaso de agua y dijo que era muy nervioso.

—No es más que una tempestad eléctrica —dijo riendo con su cara ancha como de rana y se quedó muy convencido. Es claro que él despertó con los gritos de Ríos y no vio ni oyó nada de lo terrible que había pasado antes. Por eso lo llamó tempestad eléctrica. De todas maneras, se veía tan raro en camisón de noche que a uno se le borraban los fantasmas que acababa de ver, por mirarlo a él que parecía un barrilito con patas. Pero de ninguna manera se puede dormir cuando uno ha visto y oído lo que yo vi y oí y uno se queda como esperando que vuelva el fenómeno y aparezcan de nuevo los fantasmas, las luces, el aliento helado y el monstruo con mil pies.

Si mi mamá supiera lo que pasa en este colegio embrujado después de medianoche...

Lunes 18

Resulta que en este colegio hay una banda de ladrones invisibles. Yo sé que son malos o tal vez no, pero de todos modos me da mucha rabia que no me hayan convidado a ser ladrón. Ahora sé lo que es ser policía. Es la pica de no ser ladrón la que los hace buscarlos. Porque claro que no hay nada más lindo que hacer cosas misteriosas. A mí me robaron mi lapicera y un libro, pero no estoy muy seguro si tenía el libro o no, pero en todo caso sirve para buscar al ladrón. Cariola ha organizado una pandilla para buscar al ladrón. A mí me nombraron Oficial de Reserva porque se me habían perdido tantas cosas. Es decir, yo tuve que decir que me habían robado una cantidad de cosas para que me recibieran en la pandilla. Me encargaron que dejara mi chomba nueva encima de la cama para ver si se la robaban, pero como nadie se la robó, tuve que esconderla detrás del pizarrón. Y cada vez que podía, iba a ver si estaba ahí, hasta que la última vez que fui no estaba, y se la habían robado de veras. Entonces cité a la pandilla a reunión y les conté lo que pasó y cuando apenas estaba hablando, Cariola me dio un golpe y me dijo que yo era un idiota y un farsante y todos se rieron de mí. Son unos canallas y los aborrezco a todos, hasta Javier.

Tengo unas ganas terribles de morirme.

Marzo 20

Dije que me dolía el estómago y me quedé en cama porque me carga el colegio y todos, todos son unos imbéciles.

Ayer se cuchicheaban delante de mí y me hacían burla y yo no podía pegarles porque eran tantos. Y tengo ganas de matar a Cariola que es el culpable de todo.

Cuando entré al dormitorio, descubrí que me habían robado mi diario y lo estaban leyendo y riéndose. Me tiré encima de ellos y se los quité y casi me mataron. Por suerte, entró el Mocho en ese momento y me libró de la muerte.

Son unos cobardes: ¡todos contra uno!

Aunque Cariola vino a verme esta mañana, de todas maneras lo odio y todavía quiero matarlo y lo malo es que no me puedo confesar hasta que no se me quiten estas ganas.

Marzo 23

Hoy sucedió un accidente. Cariola se cayó del trapecio y se quebró un brazo. Vino la Ambulancia y se lo llevó. Todos nos quedamos con frío cuando se fue, y eso que hacía calor.

No sé por qué siento todo el tiempo algo raro en el brazo que se quebró Cariola, es decir en mi brazo y pienso y pienso en Cariola y eso que lo perdoné bien perdonado y ya no quiero matarlo. Ya me puedo confesar y todo, porque ya no lo odio y casi lo quiero un poco, pero si me acuerdo de él cuchicheando, lo odio otra vez.

Cuando entramos a la Capilla hice una promesa porque se mejorara Cariola: que su mamá se vistiera de Lourdes y que no comiera más dulces en su vida. Una mamá bien puede hacerlo por su hijo.

De todas maneras, mañana me voy a confesar, y como no voy a tener tiempo de hacer mi examen de conciencia en la mañana, lo dejaré hecho esta tarde:

  1. He odiado a 19 personas;
  2. He pensado tres días en matar a uno;
  3. No me quería arrepentir;
  4. He perdido mi chomba nueva por mi culpa.
  5. Los demás pecados son los mismos de siempre.

Resulta que se me desparramó un tintero en mi cama cuando estaba escribiendo mi diario y no sé qué hacer. Lavé la colcha y la mancha no salió. Entonces tuve que recortarle el pedazo y cuándo venga mi mamá le encargaré uno de la misma forma. La cuestión es que ella venga antes del 1º, que es cuando toca que nos cambien la colcha y van a descubrir lo de la mía.

Todo esto le pasa a uno porque le roban la lapicera. Y uno no tiene la culpa, por eso no dan muchos remordimientos.

Marzo 24

En fin, no sé por qué a uno le pasan cosas tan terribles.

En el colegio están haciendo un pozo inmenso y a la hora de recreo fui a verlo, porque me habían contado que era tan inmenso que yo necesitaba verlo. Los obreros que estaban en el fondo me convidaron a bajar y yo bajé por un cordel. Desde abajo se veía el cielo y había un olorcito rico a tierra mojada. Como a mí no me gusta estar ocioso, ayudé a los obreros a sacar tierra y piedras y yo me encargaba de llenar los tarros. Estaba tan entretenido que no me acordé de nada hasta que vi que el cielo se había puesto medio nublado y sentí un hambre terrible en el estómago. En eso los obreros salieron del hoyo, se pusieron zapatos y ropa y salí yo con ellos.

Eran las seis de la tarde y yo estaba ahí desde la una y media.

Me fui derecho donde el Padre rector y le dije lo que me había pasado.

—Ya me habían notificado su desaparición. Hace media hora se dio cuenta de ella a sus padres.

—Es que no me habrán buscado cuando no supieron que estaba en el pozo —reclamé.

—Aquí, jovencito, hay profesores y sacerdotes. No perros de caza ni tampoco detectives. Por lo demás, el alumno que no quiere estudiar y huye de las clases no tiene por qué estar aquí. Al fin y al cabo, es por el bien de ustedes y no queremos a nadie a la fuerza.

—Padre rector, yo quiero estudiar y nunca me escapé de la clase.

—Eso podía haberlo dicho ayer. Hoy no. Este colegio tiene un reglamento y ese reglamento se respeta. Siento decirle que está expulsado.

—Yo no quiero irme. Quiero que me castiguen, más bien.

—¿Por qué no quieres irte?

—Hablaré con el Padre Carlos. Lo hago porque me ha gustado esta honradez tuya en venir a decirme lo sucedido. Según lo que él piense de ti, te dejaré quedarte. Pero del castigo no te libras, amigo mío.

—Porque no.

El Padre rector es buen tipo y el Padre Carlos, regular. Aunque me perdonó de echarme, de todas maneras me dejó castigado por toda una semana en la clase, sin recreo de la tarde. Y tampoco me ofrecieron té.

Ahora tengo que escribir diez páginas con la misma tontera que dice: "Debo considerar que mi deber es lo primero. No debo meterme en lo que no me importa".

Si el Padre Carlos cree que el pozo es lo que no me importa está sumamente equivocado, porque me importa tanto que pienso todo el tiempo en él. Y me acuerdo del Chato Espiñeira que era el oficial y tan amigo mío como nadie en el mundo. Y uno tiene que volver a ver a sus amigos porque si no no es amigo, y por la amistad hay que sacrificarse y yo me voy a sacrificar. Aunque me castiguen de nuevo.

He escrito 12 líneas con la misma tontera y ya está oscureciendo y se va acabar el día y yo aquí pegado. Es tamaña injusticia estar castigado cuando uno no tiene intención de ser malo.

Por eso escribo un poquito en mi diario para distraerme porque ya no veo más que la cuestión del deber hasta en los vidrios de la ventana.

Me gustaría que el Padre Carlos fuera chico por un rato, para que se acuerde de lo que es esa edad.

Marzo 25

Se ha formado una brigada de scouts y yo me inscribí porque tengo unas ganas tremendas de conocer el mundo. Lo malo es que hay que tener $1.000 para el equipo y no sé de dónde sacarlos.

Estoy pensando y pensando de dónde sacar los $1.000 y por eso no escribo más.

Se me ocurrió la idea de hacer tareas pagadas. Ya estoy tan acostumbrado a escribir la misma cosa y además, como no puedo ir a recreo en las tardes, aprovecho. Cada tarea la cobro a diez pesos y los castigos a cincuenta pesos. Así he juntado ya trescientos pesos que me los deben entre varios. Por lo demás, yo tampoco he hecho todo el trabajo, sino que una tarea y medio castigo de Achondo. En todo caso, si junto trabajo por $200 cada tarde, en los cinco días que me quedan sin recreo voy a tener mis $1.000. No puedo escribir más para no perder tiempo.

Abril 1

Hoy vino mi papá a vernos y Javier le mostró sus buenas notas y papá le regaló $1.000 para su equipo de scout. Yo tenía notas bastante buenas, pero no me atreví a mostrárselas y no me dio más que $100. En todo caso, hoy me han pagado ya $80 de mis trabajos, pero me deben $90 más.

Se me había acabado el castigo, pero resulta que me vinieron unas ganas tan tremendas de ver al Chato Espiñeira que me escapé un rato al pozo, y me volvieron a castigar.

En realidad, me gusta estar castigado porque gano plata y también porque el Chato Espiñeira me prometió hacerme un par de ojotas si yo le consigo una llave de la bodega.

Abril 2

Me costó bastante conseguir esa llave. Resulta que como no pude conseguir la llave de la bodega, me pesqué la de la Capilla que se había quedado puesta y después tuve que ir al pozo a la hora del almuerzo y llegué un poco tarde a almorzar y tuve que ir a otra parte para decir la verdad y jurar que había estado en esa parte.

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