The Unknown University (61 page)

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Authors: Roberto Bolaño

Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American

BOOK: The Unknown University
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AUTORRETRATO

Nací en Chile en 1953 y viví en varias y

distintas casas.

Después llegaron los amigos pintados por Posadas

y la región más transparente del mundo

pintada por un viejo y clásico pintor mexicano

del siglo 19 cuyo nombre he conseguido

olvidar por completo.

Entre una punta y otra sólo veo

mi propio rostro

que sale y entra del espejo

repetidas veces.

Como en una película de terror.

¿Sabes a lo que me refiero?

Aquellas que llamábamos de terror psicológico.

 

SELF-PORTRAIT

I was born in Chile in 1953 and lived in a variety

of different houses.

Then came friends dressed up for Las Posadas

and the most transparent place in the world

painted by a classic old Mexican painter

from the 19th century whose name has managed

to completely escape me.

Between one point and the other I see only

my own face

entering and leaving the mirror

over and over.

Like in a horror film.

Know what I mean?

The ones we called psychological thrillers.

 

AUTORRETRATO

Jefe de banda a los 8 años, nadie sospechó

que el que tenía más miedo era yo.

El pelirrojo Barrientos y el loco Herrera

fueron mis más fieles capitanes

en aquellas mañanas rosadas de Quilpué

cuando todo a mi alrededor se desmoronaba,

pero Bernardo Ugalde fue mi más sabio amigo.

Vísperas del Mundial del 62

Raúl Sánchez y Eladio Rojas nos amparaban

en la defensa y el medio campo: los delanteros

éramos nosotros.

Valientes y audaces, como para no morir nunca,

mi pandilla siguió peleando

mientras los autobuses mataban a los niños solitarios.

Así, sin darnos cuenta,

lo fuimos perdiendo todo.

(La verdad es que ya no
recuerdo si Bernardo se apellidaba Ugalde, Ugarte o Urrutia; ahora me parece que
el nombre era Urrutia, pero quién sabe.)

 

SELF-PORTRAIT

Ringleader at 8 years old, no one suspected

that I was the most afraid.

The redhead Barrientos and crazy Herrera

were my most loyal captains

on those pink Quilpué mornings

when all around me was crumbling,

but Bernardo Ugalde was my wisest friend.

The eve of the ’62 World Cup

Raúl Sánchez and Eladio Rojas protected

our defense and midfield: we

were the forwards.

Brave and daring, as if forever eluding death,

my gang kept fighting

while buses killed the lonely kids.

That’s how, without realizing,

we were losing it all.

(The truth is I don’t
remember anymore whether Bernardo’s last name was Ugalde, Ugarte or Urrutia; now
I’m thinking it was Urrutia, but who knows.)

 

CUATRO POEMAS PARA LAUTARO BOLAÑO

Lautaro, nuestra familiaridad

Llegará el día en que no hagamos

tantas cosas como ahora hacemos juntos

Dormir abrazados

Cagar el uno al lado del otro sin vergüenza alguna

Jugar con la comida a lo largo del pasillo

de nuestra casa en la calle Aurora

Este pasillo débilmente iluminado

que sin duda conduce al infinito

Lautaro, nuestras pesadillas

A veces te despiertas gritando y te
abrazas

a tu madre o a mí con la fuerza y la lucidez

que sólo un niño menor de dos años puede tener

A veces mis sueños están llenos de gritos en la ciudad fantasma

y los rostros perdidos me hacen preguntas

que jamás sabré contestar

Tú te despiertas y sales corriendo de tu habitación

y tus pies descalzos resuenan

en la larga noche de invierno de Europa

Yo regreso a los lugares del crimen

sitios duros y brillantes

tanto que al despertar me parece mentira que aún esté vivo

Lautaro, nuestras sombras

Hay días en que todo lo imitas y así puedo
verte

repitiendo mis gestos

mis palabras

(tú, que no sabes decir más que mamá y

papá, sí y no)

en una jerga extraña

el lenguaje de los seres pequeños

del otro lado de la cortina

y a veces olvido

cuál es mi sombra y cuál es

tu sombra

quién contempla el retrato de los Arnolfini

quién enciende la televisión

Lautaro, las facciones de León

Hay días en que veo en tu rostro

el rostro de mi padre, el cual, según dicen,

se parecía a su padre

La mirada de León Bolaño aparece en tus

ojos entrecerrados

sobre todo cuando salimos a pasear

y la gente te saluda con ademanes cordiales

Otras veces pienso que no es así: esa quijada

de luchador, ese pelo rubio cenizo,

la disposición para la fiesta y el caos sólo remiten

a rescoldos de mi propia nostalgia

No obstante te pareces a él: sobre todo

estos días de enero

cuando salimos a pasear tomados de la mano

en medio de una luz frágil y persistente

 

FOUR POEMS FOR LAUTARO BOLAÑO

Lautaro, our closeness

The day will come when we won’t do

as much together as we do now

Sleeping in each other’s arms

Taking a shit side by side with no hint of embarrassment

Playing with food up and down the hall

of our house on Aurora Street

This dim lit hallway

which no doubt leads to infinity

Lautaro, our nightmares

Sometimes you wake up screaming and hug

your mother or me with a strength and clarity

only a child under two can possess

Sometimes my dreams are filled with screams in the ghost city

and the lost faces ask me questions

I’ll never know how to answer

You wake up and come running out of your room

and your bare feet echo

into the long night of European winter

I go back to the scene of the crime

hard, bright places

so much so that when I wake up it seems a lie that I should still be
alive

Lautaro, our shadows

Some days you imitate everything and I can see
you

repeating my gestures

my words

(you, who can’t say more than mama and

papa, yes and no)

in a strange slang

the language of little beings

on the other side of the curtain

and sometimes I forget

which is my shadow and which is

your shadow

who stares at the Arnolfinis’ portrait

who turns on the TV

Lautaro, León’s features

Some days I see in your face

the face of my father, who, they say,

looked like his father

León Bolaño’s gaze appears in your

half-closed eyes

above all when we go out walking

and people greet you with friendly gestures

Other times I think that’s not true: that fighter’s

jaw, that ash-blond hair,

the disposition toward celebration and chaos are just the glowing

embers of my own nostalgia

Still you look like him: above all

on these January days

when we go out walking hand in hand

through a fragile and persistent light.

 

DOS POEMAS PARA LAUTARO BOLAÑO

Lee a los viejos poetas

Lee a los viejos poetas, hijo mío

y no te arrepentirás

Entre las telarañas y las maderas podridas

de barcos varados en el Purgatorio

allí están ellos

¡cantando!

¡ridículos y heroicos!

Los viejos poetas

Palpitantes en sus ofrendas

Nómades abiertos en canal y ofrecidos

a la Nada

(pero ellos no viven en la Nada

sino en los Sueños)

Lee a los viejos poetas

y cuida sus libros

Es uno de los pocos consejos

que te puede dar tu padre

Biblioteca

Libros que compro

Entre las extrañas lluvias

Y el calor

De 1992

Y que ya he leído

O que nunca leeré

Libros para que lea mi hijo

La biblioteca de Lautaro

Que deberá resistir

Otras lluvias

Y otros calores infernales

–Así pues, la consigna es ésta:

Resistid queridos libritos

Atravesad los días como caballeros medievales

Y cuidad de mi hijo

En los años venideros

 

TWO POEMS FOR LAUTARO BOLAÑO

Read the old poets

Read the old poets, my son

and you won’t regret it

Between the cobwebs and rotten wood

of ships stranded in Purgatory

that’s where they are

singing!

ridiculous and heroic!

The old poets

Burning with their offerings

Nomads slit open and offered up

to Nothingness

(but they do not live in Nothingness;

they live in Dreams)

Read the old poets

and take care of their books

It’s one of the few bits of advice

your father can give you

Library

Books I buy

Between the strange rains

And heat

Of 1992

Which I’ve already read

Or will never read

Books for my son to read

Lautaro’s library

Which will need to resist

Other rains

And other scorching heats

—Therefore, the edict is this:

Resist, my dear books,

Cross thy days like medieval knights

And care for my son

In the years to come

 

RETRATO EN MAYO, 1994

Mi hijo, el representante de los niños

en esta costa abandonada por la Musa,

hoy cumple entusiasta y tenaz cuatro años.

Los autorretratos de Roberto Bolaño

vuelan fantasmales como las gaviotas en la noche

y caen a sus pies como el rocío cae

en las hojas de un árbol, el representante

de todo lo que pudimos haber sido,

fuertes y con raíces en lo que no cambia.

Pero no tuvimos fe o la tuvimos en tantas cosas

finalmente destruidas por la realidad

(la Revolución, por ejemplo, esa pradera

de banderas rojas, campos de feraz pastura)

que nuestras raíces fueron como las nubes

de Baudelaire.
Y ahora son los autorretratos

de Lautaro Bolaño los que danzan en una luz

cegadora.
Luz de sueño y maravilla, luz

de detectives errantes y de boxeadores cuyo valor

iluminó nuestras soledades.
Aquella que dice:

soy la que no evita la soledad, pero también soy

la cantante de la caverna, la que arrastra

a los padres y a los hijos hacia la belleza.

Y en eso confío.

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