Read The Unknown University Online
Authors: Roberto Bolaño
Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American
REENCUENTRO
Esta noche se parece
a un enano que crece
DE ORY
Dos poetas de 20 y 23 años,
Desnudos en la cama con las persianas cerradas
Se entrelazan, se chupan las tetillas y las vergas
Enhiestas, entre gemidos
Vagamente literarios
Mientras la hermana mayor de uno de ellos encogida en el sillón del
televisor,
Los ojos enormes y asustados,
Observa la gran ola metálica del Pacífico,
Aquella que se escande en fragmentos caprichosos y en estelas
discontinuas,
Y grita: el fascismo, el fascismo, pero sólo yo
La escucho, yo
El escritor encerrado en el cuarto de huéspedes
Tratando de soñar inútilmente
Una carta ideal
Llena de aventuras y de escenas sin sentido
Que encubran la carta verdadera,
La carta terrorífica del adiós
Y de cierto tipo de amnesia
Infrecuente,
Mientras la hermana del poeta golpea las puertas de las habitaciones
vacías
Como quien golpea las puertas sucesivas del Pensamiento
Y grita o susurra el fascismo,
Al tiempo que el poeta de 20 encula con dos golpes secos
Al poeta de 23 y éste hace ug ug,
Una verga de 23 centímetros como un gusano de acero
En el recto del poeta de 23,
Y la boca del poeta de 20 se pega como un hisopo
En el cuello
Del poeta de 23
Y los pequeños dientes de nácar del poeta de 20
Buscan los músculos, las articulaciones, el hueso en el cuello,
En la nuca, huelen los cerebelos
Del poeta de 23.
Y la hermana grita
El fascismo, el fascismo, un fascismo extraño, ciertamente, un
fascismo casi translúcido
Como la mariposa de los bosques profundos,
Aunque en las retinas de ella lo que prevalece es la Gran Ola
Metálica
Del Pacífico
Y los poetas gritan
Hartos de tanto histerismo:
¡Acaba de una puta vez tu putañera lectura
De Raúl Zurita!
Y justo en el momento de decir Zurita
Se corren,
De suerte que el apellido de nuestro poeta nacional
Es proferido casi agónicamente
Como una caída libre en la sopa de letras hirviente
De la poesía
Y luego el silencio se instaura en los juguetes
Y el viento, un viento venido de otro continente e incluso puede
Que de otro tiempo, recorre
La casa de madera, se mete
Por debajo de las puertas, por debajo de las
Camas, por debajo de los sillones,
Y los jóvenes poetas se visten y salen a cenar
Al restaurante «Los Meandros», también llamado
«La Sevillana Ilustrada»
En homenaje a la patrona,
Una especialista o tal vez sólo una redicha
En Bocángel y Juan Del Encina
Y la hermana mayor llora
Ovillada en el sillón tocado por la luna
Y sus hipos recorren la casa de madera
Como un pelotón de fantasmas,
Como un pelotón de soldados de plomo,
Hasta arrancarme de mi sueño lleno de candidez y mutaciones,
Mi sueño de vapor
Del que emerjo de un salto
Avisado por un ángel del peligro
Y entonces me aliso el pelo y la camisa floreada
Antes de salir al pasillo a investigar qué sucede,
Pero sólo la brisa nocturna y el sonido del mar
Contestan mis preguntas.
¿Y qué es eso que crece como el pelo en las cabezas muertas?
¿Y qué es eso que crece como las uñas en las garras que el Destino
Se encargó –porque sí– de velar y enterrar
En las faldas de una montaña de ceniza?
La vida, supongo, o esta inercia regida por las estrellas,
La epifanía en la doble boca del degollado.
Y yo vi a los jóvenes poetas caminando de la mano
Por el Paseo Marítimo, alejándose como juncos mágicos del Club de
Yates
Rumbo a la Roca de las Palomas,
La que corta en dos la bahía.
Y vi a la hermana mayor escondida
Debajo de la cama
Y dije sal de ahí, no llores más, nadie le hará daño a nadie, soy
yo,
El que os alquila la habitación de arriba.
Y en sus ojos, en la condensación que eran sus ojos,
Vi a la noche navegar a 30 nudos por hora
Por el mar de los sobresaltos, y vi al amanecer,
Allí, en la vesícula de la luna, emprender la persecución
A 35 nudos por hora.
Y vi salir a las mujeres del «Trianón», del «Eva», del «Ulises»
Con las faldas arrugadas y los escotes inseguros: un café con
leche
Y dos donuts en el «Pitu Colomer» para después volver
A la gran corriente.
Y dije: salgamos, está amaneciendo, que la mañana deshaga los restos
de la pesadilla.
Y los poetas ascendieron hasta el mirador de la Roca de las
Palomas
Y después volvieron a bajar, pero por la pared del mar,
Hasta el acomodo de un saliente
Como un nido de Pájaro Roc
En donde a merced de los vientos, pero protegidos por la piedra,
Se besaron, se acariciaron las revueltas cabelleras,
Hundieron sus rostros en el cuello del otro
Riendo y acezando.
Y la hermana mayor salió conmigo: seguimos
La ruta de los camiones cisterna hasta el deslinde geométrico del
pueblo,
hasta el lugar donde explotaban
Las casas, las flores, los hoyos ayer abiertos por trabajadores
olvidados
Y hoy convertidos en marmitas de un caldo
Más duradero que nosotros.
Y en un bar junto a los riscos pronunciamos
Nuestros nombres
Y comprendí que el vacío podía ser
Del tamaño de una nuez.
Ella acababa de llegar de Madrid y en su cansancio
Crecían pesadillas y fantasmas.
¿Qué
Edad tienes?, dijo riendo.
39, respondí.
¡Qué viejo!
Yo tengo 25, dijo.
Y tu nombre empieza por L, pensé,
Una L como un bumerang que vuelve una y otra vez
Aunque sea arrojado al Infierno.
REUNION
Esta noche se parece
a un enano que crece
DE ORY
Two poets 20 and 23 years old,
Naked in bed with the shades drawn
Intertwine themselves, suck nipples and
Erect cocks, between
Vaguely literary moans
While one’s older sister curled up in the armchair by the TV,
Eyes enormous and scared,
Observes the great metallic wave of the Pacific
In scans of capricious fragments and discontinuous trails,
And screams: fascism, fascism, but only I
Hear her, I
The writer locked in the guest room
Uselessly trying to dream up
An ideal letter
Full of adventures and pointless anecdotes
To cover up the real letter,
The terrifying letter goodbye
And a certain kind of
Occasional amnesia,
While the poet’s sister bangs the doors of empty rooms
Like someone banging the successive doors of Thought
And screams or whispers fascism,
At the moment when, with two dry bangs, the 20-year-old poet butt
fucks
The 23-year-old poet who goes ugh ugh,
A 23-centimeter cock like an iron worm
In the 23-year-old poet’s rectum,
And the 20-year-old poet’s mouth clings like hyssop
To the 23-year-old poet’s
Neck
And the 20-year-old poet’s little ivory teeth
Seek out muscles, joints, the bone in the neck,
In the nape, smell the cerebellums
Of the 23-year-old poet.
And the sister screams
Fascism, fascism, a strange fascism, sure, a fascism nearly
translucent
Like the butterfly of deep forests,
Though what prevails in her eyes is the Great Metallic Wave
Of the Pacific
And the poets scream
Fed up with such hysteria:
Once and for fucking all stop reading fucking
Raúl Zurita!
And at the very moment they say Zurita
They come,
So that the surname of our national poet
Is proffered almost in agony
Like a free fall into the boiling alphabet soup
Of poetry
And then silence settles on the toys
And the wind, a wind from another continent and even maybe
From another time, passes through
The wooden house, slips
Under doors, under
Beds, under armchairs,
And the young poets get dressed and go out for dinner
At Los Meandros restaurant, also called
La Sevillana Ilustrada
In homage to the owner,
A specialist or maybe just well versed
In Bocángel and Juan Del Encina
And the older sister cries
Curled up in the armchair touched by the moon
And her hiccups move about the wooden house
Like a squad of ghosts,
Like a squad of lead soldiers,
Till they tear me from my dreams full of naivety and mutations,
My vaporous dreams
From which I emerge with a start
Warned of danger by an angel
And then I smooth my hair and my flowered shirt
Before stepping into the hallway to see what’s going on,
But only the night breeze and the sound of the sea
Answer my questions.
And what is it that grows like hair on dead skulls?
And what is it that grows like nails on talons,
The talons that Destiny took upon herself — just because — to hold a
wake over
And bury in the foothills of a mountain of ash?
Life, I suppose, or this star-governed inertia,
The epiphany in the double mouth of one whose throat has been slit.
And I saw the young poets walk hand in hand
Along the Paseo Marítimo, moving away from the Yacht Club like magical
junks
Straight toward Pigeon Rock,
Which cuts the bay in two.
And I saw the older sister hidden
Beneath the bed
And said come out of there, stop crying, no one will hurt you, it’s
me,
The guy who rents the room upstairs.
And in her eyes, in the condensation of her eyes,
I saw the night travel at 30 knots an hour
Through the sea of horrors, and saw sunrise,
There, in the moon’s vesicle, embarking on the chase
At 35 knots an hour.
And I saw women leaving Trianón, Eva, Ulises
With wrinkled skirts and disheveled necklines: a café con
leche
And two donuts in Pitu Colomer so they could return
To the great current.
And I said: let’s go, it’s getting light, let morning wipe away what’s
left of the nightmare.
And the poets climbed to the lookout on Pigeon Rock
And then descended again, but down the wall facing the sea,
Until they reached the comfort of a ledge
Like a Rock Bird nest
Where at the mercy of winds, but protected by stone,
They kissed, caressed disheveled locks,
Buried their faces in each other’s necks
Laughing and panting.
And the older sister went out with me: we followed
The tanker trucks’ route toward the town’s geometric limit,
To where there was an explosion of
Houses, flowers, pits opened yesterday by forgotten workers
And today converted to stock pots for a soup
More lasting than ourselves.
And in a bar beside the cliffs we said
Our names
And I realized the void could be
The size of a nut.
She’d just arrived from Madrid and in her exhaustion
Nightmares and ghosts were mounting.
How
Old are you?
she said laughing.
39, I responded.
You’re old!
I’m 25, she said.
And your name begins with L, I thought,
An L like a boomerang that comes back again and again
Even if it’s thrown to Hell.