Una vida de lujo (50 page)

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Authors: Jens Lapidus

Tags: #Policíaca, Novela negra

BOOK: Una vida de lujo
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—¿Pero no puedes comprenderle ni siquiera un poco?

—No, después de lo de papá y todo eso, no. Y luego viene con toda su jeta a pedirme dinero. ¿Entiendes?

—Qué caradura.

Lollo se interrumpió. Su mirada se estaba moviendo sin rumbo fijo.

—El de antes nos está haciendo señas —dijo—, quiere que nos sentemos a su mesa. ¿Por qué no vamos?

Señaló al ligón. El tipo: americana oscura, camisa a rayas desabrochada en el cuello, corbata rosa con el nudo flojo. Natalie pasó olímpicamente.

—No, creo que me marcho a casa ahora —le dijo a Lollo.

Louise parecía decepcionada.

—Anda, cariño, vamos. Quiero que te diviertas un poco.

Natalie puso su copa sobre la mesa.

—¿Estás de broma?

Adam se mantenía a una distancia prudente, unos cuatro metros. Caminaban hacia su coche, que estaba aparcado en uno de los laterales del parque de Humlegården. La noche era oscura. Hacía viento. Unos cinco grados de temperatura. Una de las lentillas de contacto de Natalie le hacía picar un ojo.

No se arrepentía de haberle pegado un corte a Lollo. Desde el asesinato de su padre ya no congeniaba con esas chicas. Podían dedicarse a vivir sus insignificantes vidas hasta que madurasen dentro de unos años.

Los pensamientos revoloteaban en su cabeza, al igual que las hojas de Humlegården. Tal vez estaba borracha. Tal vez estaba simplemente agotada por el trabajo de las últimas semanas. Tal vez necesitara sentarse frente a un ordenador y tratar de poner orden en todo lo que estaba pasando.

La guerra ya estaba en marcha en la calle. La reacción de Stefanovic había llegado inmediatamente después de la reunión en la Torre. El abogado que administraba la testamentaría de su padre había recibido una llamada nocturna de un desconocido que hablaba con un acento de algún país del este. La persona prometía que les abriría las tripas tanto al abogado como a su mujer si no devolvía el derecho a los testaferros de Stefanovic de representar varias de las sociedades. Al día siguiente: Marko y otros dos chicos habían entrado con bates de béisbol en el gimnasio de su padre, Fitness Club, y lo habían reventado por dentro. Cuando los recepcionistas intentaron detenerlos, les dieron una paliza. Dos de ellos seguían en el hospital, uno con fracturas muy graves en el cráneo. Dos días después de la paliza: un traficante de anfetaminas encontró la cabeza de su perro en el maletero de su coche con un post-it en el suelo: «Último aviso. No vendas a Kranjic». La misma semana: varios bares de la ciudad recibieron cartas que olían a gasolina. Los mensajes eran claros: «No sigáis haciendo negocios con Kranjic».

Natalie pensó: «Vamos, Stefanovic, no eres don Vito
fucking
Corleone. Eres un puto perdedor».

Göran dijo a Natalie que tenían que devolver el golpe. Claro que tenían que devolver el golpe.

—¿Pero cómo?

—Hagamos lo que solemos hacer —dijo él.

Dejó que Göran se hiciera cargo de los detalles de la guerra. Intentaron prender fuego a la Torre. Por desgracia, el sitio se libró de las llamas con daños menores. Secuestraron una carga de cigarrillos destinados a la gente de Stefanovic. Mataron al mejor caballo de carreras de Stefanovic,
Timba Efes
. Metieron la cabeza del caballo en una enorme nevera portátil y se la enviaron por mensajería. Se llevaron a un portero relacionado con Stefanovic hasta un almacén de Huddinge y le machacaron una de las rótulas con un martillo. Fue la primera venganza por la paliza del Fitness Club.

La propia Natalie trabajaba como una loca. Hablaba y enviaba
e-mails
a los bancos todos los días. Discutía ideas con Göran y Thomas. Daba órdenes a Bogdan y otros. Planificaba las vueltas por la ciudad con sus guardaespaldas. Contactaba con gente en chirona que saldría en breve, daba dinero a sus mujeres. Hizo una donación a la Asociación Nacional Serbia de Estocolmo. Donó dinero al club deportivo de Näsbypark. Se estaba quedando a dos velas; Bogdan tendría que ir a Suiza cuanto antes. Pero primero tenía que organizarlo todo con JW.

Dio otro paso: se puso en contacto con Melissa Cherkasova.

Tocó el timbre de su piso de la calle Råsundavägen. Adam y Sascha estaban cerca. Eran las tres de la tarde.

Sabía que Melissa estaba en casa, Sascha llevaba diez horas en un coche vigilando el portal. La tía había entrado, no había salido.

La mirilla se volvió negra. Oyó una voz. Con fuerte acento, pero en un sueco correcto.

—¿Qué queréis?

—Solo quiero hablar. Soy Natalie Kranjic.

La voz al otro lado sonaba débil.

—Lo sé. Ya has hablado conmigo cuando estuviste con Martina.

—Bien, pero quiero hablar contigo cara a cara. Te prometo que no te pasará nada.

Se oyó el ruido de la cadena de la cerradura del otro lado.

Melissa estaba descalza con unos vaqueros ajustados y una amplia camiseta de manga corta.

Sin maquillar, sin arreglar, pero no sin preocupación.

La misma mirada que cuando Natalie la había perseguido.

Sascha cerró la puerta tras ellos.

Melissa no les hizo pasar al interior del piso. Natalie trató de echar un vistazo. Un pequeño piso de tres habitaciones, con cocina. Vio un sofá y una mesa de centro. Vio un portátil y DVD sobre la mesa.

Se quedaron en la entrada.

—Lo sé todo sobre ti —dijo Natalie—. Sé lo que haces. Sé lo que hacías con mi padre en el piso de la calle Björngårdsgatan. Sé lo que haces con el político Bengt Svelander. Sé que grabas todo.

Melissa miró al suelo.

—Lo que haces no me molesta —continuó Natalie—. Pero Martina ya te habrá dicho que no entregues el material a Stefanovic. Escúchame. —Natalie respiró hondo, después siguió hablando—: No voy a continuar con la actividad a la que tú te dedicas. He dicho a los hombres que Stefanovic puede seguir si quiere, pero nosotros no vamos a seguir vendiendo servicios de
escort
. Tú también podrás hacer lo que quieras, pero personalmente no me gusta ese tipo de actividad. ¿Entiendes?

Melissa seguía con la mirada clavada en el suelo.

—Pero ese material me pertenece. Y me lo vas a dar a mí, no a Stefanovic.

Melissa no se movió.

—Bien, ¿le has entregado algo a Stefanovic? —preguntó Natalie.

La voz de Melissa era aún más débil que antes.

—No, todavía no. Pero él lo quiere.

—¿A quién se lo va a dar?

—No tengo ni idea.

—Entiendo. Entonces ya puedes darme el material.

Melissa señaló el ordenador.

—Tengo que pasar las grabaciones a un DVD o a una memoria USB para poder dártelo. Me llevará una hora.

A Natalie le gustaba lo que oía. Pero no quería estar esperando allí una hora entera.

—Entonces nos llevamos tu ordenador. Te lo devolveré pronto.

—Pero no sabéis qué documentos son —dijo Melissa—, hay cientos de grabaciones y muchas de ellas están borrosas.

Natalie asintió con la cabeza.

—Vale, entonces vamos a hacer lo siguiente: tú pasas el material y nos llamas en cuanto hayas terminado.

De vuelta a la noche holmiense. Ella y Adam caminaban a lo largo de Humlegården. Melissa no se había puesto en contacto con ellos. Natalie comenzaba a impacientarse, pero también había otras muchas cosas pendientes.

A doscientos metros de distancia estaba la Seta de Stureplan. La luz de los focos rebotaba hacia el parque. Tías más o menos escandalosas estaban conversando en grupitos camino del Sturecompagniet. Tíos obsesionados con la juerga gritaban para tratar de reunirse. El ruido sibilante de taxis que pasaban.

Estaba pensando en qué hacer con Viktor.

Entonces: uno de los taxis se detuvo justo detrás de Natalie. Los frenos chirriaron.

Una de las puertas traseras se abrió de golpe.

Un hombre salió apresuradamente.

Ella se dio la vuelta justo cuando la alcanzó. La agarró del brazo.

Oyó a Adam gritar algo.

Inspiró aire frío.

Un solo pensamiento: «¿Este era el final?».

¿Qué estaba pasando?

* * *

DENUNCIA

Autoridad policial de la región de Estocolmo

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Aut. Pol. receptora de den.: Región de Estocolmo

Dnr: 2010-K30304-10

Unidad: Arl

Fecha de denuncia: 2 de octubre.

Tramitado por: Pa David Carlsson.

Redactado por: Pa David Carlsson.

Modo de denuncia: Policía en servicio.

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LUGAR DE DELITO Código de zona:

21A3049034900

CALLE STUREGATAN,

PARQUE HUMLEGÅRDEN, ESTOCOLMO

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FECHA DEL DELITO

Sábado 29 de septiembre 23.00–23.10

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DELITO/SUCESO

Agresión grave, amenaza ilícita

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RESUMEN

QUERELLANTE: Axel Jolie

TESTIGOS: Saman Kurdo, Fredric Vik

SOSPECHOSOS: Desconocidos

SEÑAS:

S1: Hombre de mediana edad, fornido, alrededor de 190 cm, pelo color ceniza con raya, abrigo negro, vaqueros oscuros.

S2: Mujer joven, alrededor de 180 cm, pelo largo y oscuro, ropa oscura.

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TEXTO LIBRE:

LKC recibió llamada de Saman Kurdo.

RB 2039 y 2048 se personaron en el lugar.

SUCESO:

El hombre del matorral ha recuperado el conocimiento cuando Pa David Carlsson y Pa Emma Skogsgren llegan al lugar. La persona en cuestión es Axel Jolie. Se encuentra en estado de embriaguez. Tiene heridas en el rostro y en la cabeza. Declara que ha sido atacado cuando salía de un taxi para hablar con una mujer que creía conocer. El hombre sospechoso (S1) se abalanza sobre Jolie y lo saca del taxi. S1 da golpes en la cara de Jolie hasta que este pierde el equilibrio.

A continuación, S1 saca algo que Jolie cree ser un arma de fuego y obliga a Jolie a entrar en el parque. La mujer (S2) se encuentra a su lado durante todo este tiempo y grita a Jolie. Se introducen unos diez metros en el parque.

S1 empuja a Jolie a un matorral. Jolie vuelve a perder el equilibrio. S1 le propina patadas en el estómago así como varias patadas dirigidas a la cabeza. A continuación, S2 entra en el matorral. Pega a Jolie en la cara con la mano abierta varias veces y le grita algo. Después obligan a Jolie a ponerse de rodillas y a pedir perdón. Entonces S2 le da una patada en el pene. Esto causa terribles dolores y Jolie pierde el conocimiento.

LESIONES:

Axel Jolie presenta enrojecimientos en la frente, los ojos y las mejillas, así como un hematoma junto a la ceja derecha. Presenta hemorragias en el interior de la mejilla y una herida superficial en la oreja izquierda. También presenta enrojecimientos en el brazo derecho y el muslo izquierdo. Está en estado de shock. No quiere enseñar el pene.

DATOS DE LOS TESTIGOS:

El taxista Saman Kurdo declara que Axel Jolie entró en el taxi en la calle Linnégatan. Le pidió que condujera despacio y que siguiera por la calle Sturegatan junto a Humlegården. Parecía que estaba buscando a alguien constantemente. Cuando vieron a la mujer en cuestión junto al parque, pidió a Kurdo que se acercara y parase el coche de un frenazo. A continuación, Jolie salió rápidamente del coche y trató de hablar con la mujer y agarrarla. A Kurdo no le dio la impresión de que la mujer conociera a Jolie muy bien. Se resistió. Al cabo de un par de segundos llegó un hombre y golpeó en la cabeza a Jolie. Jolie acabó en el suelo. Después, los tres entraron en el parque. Kurdo oyó gritos desde el interior del parque. Entonces llamó a la policía y trató de pedir ayuda a un hombre que se encontraba en la acera de enfrente.

Saman Kurdo, que estaba junto a su taxi en la calle Sturegatan, pidió ayuda a Fredric Vik. Al principio, este no comprendía lo que estaba pasando. Cruzó la calle para preguntárselo a Kurdo. Entonces Kurdo dijo que alguien estaba siendo víctima de una paliza en el interior del parque. Vik caminó hacia el parque, oyó ruidos procedentes del interior del mismo. Un poco más adelante vio a dos personas que caminaban apresuradamente, alejándose del lugar. No pudo ver qué aspecto tenían. Miró a su alrededor. Entonces vio a Jolie, tumbado en un matorral, aparentemente inconsciente.

OTROS DATOS:

Jolie es conducido al hospital Karolinska para recibir atención médica y hacer un informe de sus lesiones.

Jolie no quiere colaborar con descripciones más detalladas de S1 y S2. Declara que eso podría ser peligroso para él. Por lo tanto, las señas se basan exclusivamente en los datos del testigo Saman Kurdo.

Capítulo 46

¡C
uánto tiempo, pedazo de cabrón!

Peppe llevaba el traje de faena. Mono de albañil de tela de camuflaje, gorra negra de Harley-Davidson y sudadera con un texto sobre el pecho:
Support your Local Bandidos
.
[67]
La misma silueta que en la fiesta de vigesimoquinto cumpleaños de Babak: la de un simio. Hombros exageradamente anchos y unos brazos tan largos que sería capaz de rascarse el talón sin agacharse, más o menos.

Palmadas en la espalda. Jorge no podía evitar que Peppe le cayera bien. Se sentaron junto a la mesa: el McDonald’s de Kungens Kurva.

Jorge se comió dos maxihamburguesas con extra de queso. Disfrutaba de no tener que tomar comida tailandesa.

Una reunión importante para Jorge. Quería pedirle unas herramientas de trabajo a Peppe para desenterrar el resto del
cash
. Con un pelín de suerte: podría tener seiscientos billetes en la mano ya esa noche. Solo necesitaba un Peppe voluntarioso y unas horas en el escondite.

Peppe parloteaba sin parar, como siempre. Trabajaba como carpintero. Jorge ya lo sabía: era más que nada una fachada, pero no había nada malo en eso; todo el mundo necesitaba una fachada.

Peppe le contó que iba a ser padre.

—Es increíble, yo que casi solo descargo sobre los melones, ¿cómo habrá podido salir un bichito de esta manera?

El humor de Peppe. Jorge le felicitó con una sonrisa torcida.

Peppe preguntó sobre Babak, Tompa, los demás. Jorge evitó el tema como buenamente pudo. Evidentemente, Peppe no sabía que habían llevado a Babak a Suecia. A pesar de que los periódicos ya llevaban días proclamando: «Hombre de veinticinco años, sospechoso del atraco de Tomteboda, detenido en Tailandia».

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