Sasha saboreó los labios de Tommy como había hecho tantas veces, succionando despacio el labio inferior para luego besarlo con ternura.
Tommy respondió al beso inmediatamente sin pensar dónde estaban y quiénes los estaban viendo. Sin dejar de girar se besaron suavemente durante unos instantes.
Sasha rompió despacio el beso y se percató de los cuchicheos y las miradas. Si fuera por él, seguiría besando a Tommy delante de quien fuese, pero pensó en Alex y en que no era adecuado provocar más a Ebenezer, de modo que volvieron a la mesa, justo cuando terminaba el vals.
Se sentaron y Tommy llamó a un camarero con un gesto para pedir algo más para picar y de paso otras bebidas. Estaba feliz, se había percatado del momento que habían creado en medio de la pista, pero le importaba poco. Mañana pensaría en ello, ahora no quería pensar en el escándalo ni en sus padres.
Charles y Susan volvieron a la mesa y después lo hicieron Simon y Ariadne.
—Lo que hicisteis fue genial —dijo esta última con una amplia sonrisa.
Tommy murmuró algo como restándole importancia, pero antes de que nadie pudiera replicar, Sasha susurró:
—Ebenezer viene hacia aquí. —Estaba nervioso pero lo disimuló, esperando a que su adversario estuviera cerca.
—Ivanov, ¿qué se supone que has hecho?
Tommy se adelantó a responder alzando una ceja.
—¿De verdad necesitas preguntarlo? Fue un baile y luego un beso.
Ebenezer se puso rojo y apretó los labios para después decir:
—Debéis salir de aquí y es mejor que lo hagáis ahora. No entiendo cómo Alexander permitió esto, pero me parece de muy mal gusto.
Antes de que Tommy pudiera replicar, Sasha puso de pie y le sostuvo la mirada a Ebenezer con un gesto que llegaría a ser habitual en él cuando enfrentara a algún adversario de negocios.
—Son mis últimos meses en Thot Labs. Me he esforzado mucho durante todos estos años haciendo todo tipo de trabajos y estudiando para poner en práctica mis conocimientos. He mejorado procesos, reducido papeleo e innovado las formas de gestión y me he ganado el derecho de estar aquí —dijo con voz fría—. No nos iremos porque no hemos cometido ninguna falta. Estamos en un país libre donde no existe la discriminación y espero que lo entiendas así, porque no creo que el resto de los accionistas aprueben que hayas echado al empleado que fue mejor evaluado en el 88 sólo porque vino a la cena con un amigo.
Por un momento pareció que Ebenezer iba a golpear a Sasha, y él se preparó para esquivar el golpe, con todo el cuerpo tenso.
—Ebenezer, es suficiente. Sasha se quedará en la fiesta con Tommy —dijo una voz a su espalda. Era Alex.
Se hizo un tenso silencio en el que todas las miradas estaban sobre ellos, pero Sasha, fortalecido por el apoyo de Alex, no se amilanó. Tiempo después, descubriría lo cerca que había estado de perder el aprecio de su amigo y lo mucho que Angel lo había defendido para que no fuera así.
—Alexander no te va a proteger todo el tiempo, Ivanov. Y quiero estar presente el día en que deje de hacerlo. —El furioso hombre volvió a su mesa y el ambiente se relajó.
—Eso ha sido fuerte, muy fuerte. Pensé que te iba a pegar —murmuró Tommy.
—Yo también —dijo Sasha, bebiendo de golpe el contenido de su copa—. Alex, te lo agradezco mucho. Lamento haber causado este problema...
Alex lo miró, pensando en recriminarle, pero no pudo. No con Angel mirándolo con ansiedad…
—Hablaremos después.
—¡Vamos a bailar! —dijo de repente Tommy en cuanto comenzó a sonar
Eternal flame
de The Bangles—. Adoro esta canción. —Se levantó y tiró de Sasha.
El ruso miró a Alex que se encogió de hombros y volvió a su asiento, de modo que se dejó llevar, permitiendo que Tommy lo guiase mientras bailaban abrazados, disfrutando perversamente de ciertas desaprobadoras miradas.
Luego de algunas piezas más, se sirvió la cena que Tommy devoró porque tanto baile y bebida le habían abierto el apetito. Al finalizar la cena, algunos accionistas, Ebenezer y McAllister se retiraron, dejando a los más jóvenes divertirse.
Tommy no tardó en sacar a Sasha nuevamente a la pista, y aprovechó para pedirle al
diskjockey
algunos temas.
Conforme las parejas bailaban y se divertían, los dos amigos dejaron de ser el centro de atención, lo que les produjo cierto alivio, porque comenzaron a sentirse más libres en sus movimientos.
Tommy se quitó la chaqueta y la corbata y Sasha lo imitó. El calor del baile pronto hizo su efecto y el
diskjockey
, sobornado por Tommy, comenzó a poner todos los temas que les gustaban más. Para cuando comenzó a sonar
Poison
, de Alice Cooper, las manos del ruso no podían estar quietas y se posaban con descaro en el redondo trasero de su acompañante.
—Señor Ivanov —exclamó Tommy con falsa indignación—. ¿Qué pretende usted? Debería respetarme, señor mío —añadió, aguantando difícilmente la risa.
—Pretendo follarte —declaró Sasha buscando sus labios. Había llegado a la etapa en que le interesaba muy poco lo que dijeran o pensaran los demás.
—Espero que no pretendas hacerlo aquí —replicó Tommy con una tímida sonrisa—. Creo que eso extralimitaría mi cupo de desvergüenza por todo este año… y los cuatro siguientes.
Sasha dio una mirada de reojo a su alrededor, y se encogió de hombros.
—De todos modos, ahora que no está Ebenezer, no creo que nos presten mucha atención. —Y sin ninguna vergüenza, metió las manos por el pantalón de Tommy, presionando sus nalgas.
—¡Sasha! —exclamó avergonzado, intentando apartarse y sobre todo sacar esas manos de su trasero—. Que no esté Ebenezer no quiere decir que no haya gente vigilando. Además… creo que me lo pasaría mejor si estuviéramos con menos público… Mucho menos público.
Sasha tuvo que reconocer que tenía razón, pero una calentura enorme se había apoderado de él, quizá a causa de los tragos o del placer que le había producido desafiar a Ebenezer por primera vez y salir victorioso, o al menos eso creía. Quizá era sólo el tener a Tommy entre sus brazos, lo cierto era que se sentía invencible.
—Vamos a otro lugar… de pronto me ha dado mucho calor aquí.
Y uniendo la acción con la palabra, tiró de la mano de Tommy, recogieron sus chaquetas y se escurrieron rápidamente de la fiesta.
Subieron al coche de Tommy y Sasha se sorprendió cuando notó que se dirigía al
college
. Al llegar al edificio, el muchacho llamó con total confianza, a pesar de que eran casi las doce. En cuanto el conserje abrió, Tommy intercambió con él algunas palabras en voz baja y deslizó en sus manos un billete de diez libras. Luego hizo una seña a Sasha y corrieron hacia su dormitorio.
Apenas se cerró la puerta, comenzaron a besarse. Casi todos los residentes se habían ido por vacaciones, así que era poco probable que los oyeran. Tommy se deshizo del abrazo y se acercó a su equipo de música para poner un disco de Queen y luego se volvió hacia su compañero.
Princes of the Universe
comenzó a sonar y Sasha pensó que siempre sería el himno de los dos. Esa noche era especial por muchas razones: había mostrado en el laboratorio quién era realmente, había ido a la cena con la persona más importante de su vida, había desafiado a Ebenezer y ahora estaba con Tommy, solos los dos.
La magia flotaba en el ambiente y la veía en los ojos de Tommy, que sonrió quitándose las gafas. Sus ojos brillaron.
—¿Recuerdas la fiesta después del concierto de Freddie? —dijo Tommy con una sonrisa—. Entonces pensamos que si lográbamos hablar con él, conocerlo, podríamos conquistar el mundo. A mí me basta con que uno de los dos lo conquiste.
Sasha le devolvió la sonrisa, sentándose en la cama para observar todos sus movimientos: Tommy sacó del armario una botella de coñac y lo sirvió en dos vasos, para luego acercársele y sentarse a horcajadas sobre sus piernas. Bebieron entrelazando los brazos, como dos novios en el día de su boda… Tommy rió y en su risa, Sasha adivinó el deseo travieso de ir siempre contra la corriente, de transgredir las normas que la sociedad ha impuesto, de ser libre…
Tommy apuró el vaso de un trago y sirvió otra ronda y luego otra. Sentía las mejillas arder por el alcohol y con los dedos delineó las no tan pálidas mejillas del ruso.
El espejo de la puerta del armario les devolvió la imagen de dos jóvenes algo bebidos, sentados en una posición más que obscena: la pelvis de Tommy ondulaba provocativamente sobre la entrepierna de Sasha.
—No me importa lo que pase mañana, lo que diga la gente —declaró de pronto Tommy y dejó los vasos en el suelo junto a la cama—. Me importa el ahora. Y el ahora eres tú.
Para afirmar sus palabras deslizó sus manos hacia el paquete de Sasha, sobándolo con la picardía de siempre, provocándolo a seguir su juego.
Y como siempre que se trataba de Tommy, Sasha se dejó llevar.
Lo empujó sobre la cama y se levantó para apagar la luz, dejando la habitación iluminada únicamente por la lámpara de la mesita de noche. Abrió un cajón del armario y sacó un pañuelo de seda roja, que arrojó a la lámpara y con la luz rojiza que despedía, la piel de Tommy se le antojó más bronceada que nunca. Tomó sus manos y se perdió en el azul de sus ojos, mientras lo besaba.
—Podremos conquistar el mundo los dos —susurró lentamente, en medio del beso y sintió cómo latía el corazón de Tommy.
—Lo haré si estás a mi lado —susurró él, despacio, tan despacio que los labios del ruso adivinaron las palabras antes que oírlas.
—Siempre. —Fue la promesa de Sasha, decidido a no apartarse de él. Ya había descubierto por las malas lo que supondría tratar de apartarlo. Sin pensarlo más siguió besándolo.
¡Esa noche tenían tanto por lo que celebrar!
Eran los mejores amigos, los amantes… los compañeros de momentos tristes, los primeros en celebrar los momentos alegres. Amigos incondicionales, siempre dispuestos a pasar una noche de intenso placer, donde nada era suficiente para saciar las ansias de descubrir cosas nuevas.
Tommy a sus diecinueve años había experimentado casi todo, en pareja o en grupo, con chicos y con chicas… y cada vez tenía su peculiar recuerdo. Un recuerdo coleccionable. Una colección por demás peculiar, formada por la ropa interior de sus amantes.
Pero Thomas Stoker era mucho más que un buen polvo, por más que algunos hubieran tratado de limitarlo a eso.
Sasha se entregó al beso, consciente de lo que provocaba en él. Nadie besaba como Tommy, lenta o apasionadamente, según fuera el momento, saboreando cada milímetro del territorio que sus labios conquistaban, doblegándolo como nadie haría jamás. Y de igual modo, Sasha nunca había sentido tanto abandono en Tommy como cuando lo besaba, como si hubiera esperado toda la vida por una caricia así… y se preguntó una y otra vez si eso estaba bien, si debían ser sólo amigos, si había algo más…
Y esta noche, en medio del beso, se sintió perdido. Era por Tommy por quien se levantaba todos los días para dar su mejor esfuerzo en el laboratorio, para que su sonrisa le dijera lo orgulloso que se sentía de él.
Por Tommy.
Se sentía egoísta. Quería tenerlo sólo para él, pero sabía que eso no podía ser y por ello siempre se abandonaba entre sus brazos, porque nunca sabría si sería la última vez, si de pronto algún día Tommy encontraría a alguien que le pudiera dar lo que no cesaba de buscar.
Esa noche se volvió a abandonar así, ansiando hacerlo suyo. Sus manos se deslizaron por el pecho de Tommy, desabotonando su camisa. Sus labios se hundieron en su cuello, besando y mordiendo suavemente la piel dorada.
Tommy se dejó hacer, sabiendo que en cualquier momento podía tomar el control si lo deseaba.
La ropa fue cayendo al piso en desordenado montón, mientras sus pieles se rozaban formando un marcado contraste entre el marfil y el dorado.
—Fóllame —susurró Tommy con voz ronca elevando las caderas, haciéndole sentir a Sasha su erección que se alzaba orgullosa e imponente.
El ruso sostuvo su rostro y lo miró con ternura. Era tan bello… nada quedaba ya del muchachito desgarbado con el cual tuvo su primera experiencia sexual. Ahora Tommy era un hombre. Un hombre sumamente atractivo. Todos sus movimientos destilaban sensualidad como algo tan natural que ni siquiera lo notaba.
El joven se recostó en la cama, con las piernas abiertas, invitándolo, y comenzó a acariciarse, con una sonrisa de total descaro.
A Sasha le gustó verlo así, como un lujurioso demonio incitándolo al pecado carnal mientras se llevaba uno de sus dedos a la boca y lo lamía con deleite.
Podría haberse quedado contemplándolo, pero su cuerpo lo reclamó. Quería poseerlo, quería hacer de cuenta que era el único en la vida de Tommy y que siempre lo sería.
Y también quería que delirase gritando su nombre mientras lo penetraba.
La sensación de triunfo que había empezado en la cena se apoderó con más fuerza de Sasha. Se sentía inmortal cuando estaba con Tommy. Nada ni nadie podía oponérsele. Ningún hombre sería jamás como él.
Si tuviera a Tommy a su lado.
Si lo tuviera…
Sus labios se apoderaron de la portentosa erección de su compañero y la hicieron suya, como cuando era apenas un capullo que empezaba a despertar, hacía tantos años. Lo había amado desde los diecisiete. Nadie como él conocía ese cuerpo. Nadie como él había sido testigo de cómo, poco a poco, el niño se transformaba en hombre. Ahora Tommy era más alto y el tamaño de su miembro era legendario en el
college
.
Pero esta noche nadie se vanagloriaría de haber pasado por su cama.
Esta noche sería suyo.
Suyo.
Las manos de Tommy se aferraron a las sábanas, mientras suplicaba con voz desmayada:
—Sasha, fóllame o me correré en tu boca… fóllame…
El ruso lo adoraba cuando lo oía suplicar.
Saboreando las gotitas de presemen que brotaban de su durísima erección, se inclinó a besarlo. Sus dedos se introdujeron en Tommy, ansiosos, en busca de brindarle más placer, pero él tenía prisa y los retiró con un gemido.
—Fóllame —dijo con los dientes apretados.
Sasha le obedeció, en parte porque los azules ojos lo suplicaban de tal modo que lo conmovieron, y en parte porque su propio miembro iba a explotar con solo rozarlo. Se introdujo de un certero empujón que les arrancó un grito, y comenzó a moverse despacio.