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Authors: David Bravo

Copia este libro (17 page)

BOOK: Copia este libro
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Si mezclan los eufemismos con las exageraciones se dan cócteles realmente explosivos. Para la televisión bajarse un disco de Kiko Veneno es piratería pero si los intermediarios se quedan con el 97% de los beneficios que genera ese cantante, no se trata de piratería sino de una «mala negociación del contrato». Para Kamil Idris, director general de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, «la copia ilegal de Cd's o piratería es como el terrorismo» y «puede ser una cuestión de vida o muerte», pero llama a los países del Tercer Mundo países «en desarrollo» que es «como llamar bajitos a los enanos» como dice, y bien dice, Eduardo Galeano.

Los trileros del lenguaje marean las palabras para fundar un idioma a su medida y una vez que se acepta como algo normal la palabra «piratería» para designar a las descargas de la red ¿quién se atreve a defenderlas? Las connotaciones de la palabra son lo suficientemente negativas como para que la frase «yo estoy a favor de la piratería» suene a demencia senil.

Manuel García Pelayo, el que fuera presidente del Tribunal Constitucional, dijo que «la palabra domina un determinado ámbito de la realidad, de donde se desprende que quien posee la palabra adquiere un dominio sobre ese ámbito». Bien sabe esto el poder, que usa los medios de comunicación para cambiar la realidad rebautizándola.

Cartas al director
.

Le manifiesto mi sorpresa por un artículo que ha escrito sobre las redes P2P en la revista Computer Idea. El motivo de mi perplejidad se encuentra en una columna de ese artículo en el que reproduce una cita de diversas personas, y, entre ellas, una mía. Lo que me ha llamado la atención no es solo su contenido, que no es literal, sino que iba acompañada, como es habitual en las citas, de mi nombre y mi ocupación. Con mi nombre acertaron y no tengo queja en ese sentido, pero como profesión me colocan la de «pirata». Verán, no es que me moleste esa palabra, hoy en día es muy común, pero ¿no podrían haber puesto algo menos peyorativo y más descriptivo? Por lo menos podían haber puesto «David Bravo Bueno, el tipo bajito de las gafas». Incluso, ya puestos, y, teniendo en cuenta que de los demás personajes han citado su profesión, podrían haber acudido a la mía y haber firmado como «David Bravo Bueno, abogado». Además, y para colmo, su artículo se abre con una frase que se pregunta si «somos burdos piratas o internautas honrados» adjudicándome a mí por tanto la peor de las dos opciones posibles. Y otra cosa, ¿cómo se le ocurre introducir el artículo diciendo que en él tratarán de «discernir entre el bien y el mal»? Solo Dios, y tal vez George Bush, se han atrevido a dar a sus palabras un valor tan elevado.

Es cierto que escribí un artículo que se llamó
Confesiones de un Pirata
y que mi sección en la revista @rroba se llama precisamente así, pero también lo es que Thomas de Quincey tituló a su biografía como
Confesiones de un inglés comedor de opio
y, a pesar de ello, seguiría sin ser correcto extraer una cita del escritor y adjudicársela a «Thomas de Quincey, el drogota inglés». Las memorias de Walter Yetnikoff, presidente de la CBS Records durante 25 años, se llaman
Confesiones de un magnate de la música en una era de excesos
, ¿de verdad si tuviera que citarlo le colocaría el apelativo al que invita ese título? Philip K. Dick es el autor del libro
Confesiones de un artista de mierda
. Prefiero no pensar qué ocurrirá el día que reproduzca una frase de este señor.

Además, después de ese texto mío de irónico nombre y que pretendía, precisamente, ridiculizar la palabreja, he expresado mi opinión en artículos y charlas sobre lo poco agradable que me resulta ese calificativo. De hecho, como usted puede comprobar con una búsqueda superficial en Internet, para mí «la primera mentira sobre la piratería» es la de «su propio nombre». Es decir, no solo es falso que me autoproclamo pirata, como se dice literalmente en el artículo, sino que niego que lo sean también los más de 150.000.000 de personas que usamos las redes P2P. Vale que se use de mote. Queda gracioso y yo mismo puedo referirme a mí en ese sentido para echar unas risas con los colegas, pero si vamos a gastar bromas creo que aquí tienen que pringar todos. El día que usted use uno solo de los apodos que voy a recomendarle a continuación, no tendré inconveniente en que se refiera a mí como «pirata».

Cuando hable de Teddy Bautista sería gracioso que se refiriera a él como «Teddy el oso canoso». No es que lo sea, por supuesto, de hecho no sé qué diablos es un oso canoso, pero quedaría simpático como metáfora. Como simpática ha quedado esa que ha usado usted para referirse a los que criticamos la supuesta denuncia a 4.000 usuarios de P2P y con la que nos ha llamado «los perros» (por cierto, eso de calificar al abogado que interpuso la denuncia como el «Garzón justiciero» de Internet también podría haber estado más conseguido).

Habla usted en su artículo de Cary Sherman y se refiere a él como «presidente de la RIAA». Muy mal. Queda sosísimo. Teniendo en cuenta que ese hombre dirige una asociación que, para conseguir suculentos acuerdos extrajudiciales, ha denunciado a miles de ciudadanos honrados, niñas de 12 años incluidas, sería más apropiado que se refiriera a él como «el coco». ¿Se imagina? Aparece una cita del tipo ese diciendo algo así como «vamos a meteros a todos en la cárcel», y está firmada por «Cary Sherman, el coco». Se me cae la baba solo de pensarlo. Hágalo y no solo será nuestro héroe de por vida sino que además le mandaremos postales a prisión.

También podemos ver en su reportaje un recuadro con una pequeña entrevista a José Neri sobre Derecho de Propiedad Intelectual. Resaltan ustedes como titular una frase del propio Neri que dice «sólo los jueces pueden emprender acciones legales». ¿Es posible que a mí me llamen «pirata» y a alguien que dice algo como eso le reserven el rimbombante apelativo de «director general de la Sociedad Digital de Autores y Editores»? Quedaría mucho más simpático que reprodujeran la entrevista y al final colocaran lo siguiente: «José Neri, uno que no sabe ni papa». No solo es mucho más gracioso sino que también da pistas al lector de que lo que se dice en la entrevista no debe tomarse en serio.

Sé que usted lo ha hecho con la mejor intención y seguro que es un tío simpático, pero creo que el uso del lenguaje no ha sido el más adecuado. Pienso que eso es debido a que hay periodistas que elevan a noticia las opiniones del poder y otros que simplemente han aprendido la profesión leyendo a los primeros. No me cabe duda de que usted pertenece a este segundo grupo de eco inconsciente. Aún así, creo que debo hacer esta corrección esperando que mis humildes consejos le sean útiles en el futuro.

La propiedad intelectual como censura
.

La propiedad intelectual, excusa favorita para mantener monopolios, es también muchas veces la mejor alternativa para aniquilar la libertad de expresión.

Muchas de las referencias culturales comunes forman parte de nuestras expresiones cotidianas, y el hecho de que tengan propietarios resulta a veces semejante a que alguien sea dueño de algunas letras del alfabeto. David Casacubertas, nos recuerda que la crítica a veces usa marcas o imágenes como mejor arma. La pija por antonomasia es la Barbie y los soldados que se pasan de la raya son «rambos». En estos casos la expresión y el copyright se cruzan y muchas veces se devoran.

Si en tu periódico del instituto quieres criticar al director y sacas un fotomontaje en el que aparezca su cara sobre el cuerpo de un famoso personaje de una serie de televisión, lo más probable es que no te demande, entre otras cosas porque los de la APA lo ejecutarían, pero si decidiera hacerlo, una demanda por vulneración del derecho al honor probablemente no iría a ningún lado porque la libertad de expresión es un derecho que se interpreta de forma expansiva y que se restringe en casos muy excepcionales. Tendría muchas más posibilidades si conoce a los productores de la serie y les pide el favorcito de interponer una demanda por vulneración de la propiedad intelectual. Al fin y al cabo has usado a su personaje sin consentimiento y ahí la discusión es menos clara. Puedes acogerte al derecho a la parodia, y puede que el juez falle en tu favor. Pero también puede que no. Ante esa tesitura que te obliga a contratar abogados y a soportar descargas de adrenalina, la mayoría decidirá retirar el periódico.

Es verdad que es demasiada casualidad que un director de instituto conozca a los productores de la serie. Pero lleva el ejemplo a otro nivel. A ese nivel en el que la persona que criticas es, precisamente, de esa esfera de poderosos en la que todos son amigos de todos y amigos de nadie. Donde el presidente del país le debe un favor al dueño del periódico que le debe un favor al presidente de la empresa que le incluyó aquella campaña publicitaria a toda página y a precio de oro.

Las demandas que buscan poner una mordaza con la excusa de la propiedad intelectual, ya sea para hacerle el favor a tu amigo o por tu propio interés, están a la orden del día. Es habitual criticar el comportamiento de las empresas usando para ello su logotipo con fines de ilustración, de parodia o, sencillamente, para que se sepa bien de quién se está hablando. Las multinacionales, conscientes de que alegar una difamación podría tener el efecto contraproducente de que se demuestre durante el juicio lo que los demandados alegan en sus críticas, prefieren hacerse valer de sus derechos de copyright para retirar los contenidos que les molestan.

Basándose en el copyright, Mattel, la empresa propietaria de Barbie, ha cerrado un Fanzine para chicas y Kmart hizo lo mismo con la página de Internet Kmart Sucks. Mientras, por un lado, las empresas globalizan estas referencias culturales y las insertan en todos los aspectos de nuestra vida, por el otro, van golpeando con las leyes de propiedad intelectual a todo aquel que haga uso de ese acervo que pretende ser común. La posibilidad de criticar ese universo referencial está vetada para la mayoría.

En España quizás el caso más conocido es el de marcianos.net. En esta página se colgó un vídeo que, parodiando la famosa canción
aserejé
, criticaba la gestión hecha por el anterior gobierno durante la crisis del Prestige. La SGAE no tardó en enviarle una carta pidiéndole 390 euros mensuales por usar una obra que ellos gestionan. El webmaster de la página lanzó en respuesta un comunicado donde aseguraba que en el historial de las conexiones que se hicieron a su web podía comprobarse cómo el Ministerio de Ciencia y Tecnología había estado visitando con asiduidad la página en los tiempos en los que la SGAE mandó la carta. Probablemente por esta experiencia, en la página de entrada de marcianos.net puede leerse: «Queda prohibida la entrada de cualquier miembro u organización de carácter gubernamental (SGAE, RIAA, BSA, etc…) por expreso deseo del autor». Fuera o no real que el Ministerio pidió el favor para lograr una censura, lo que es evidente es que ese sería el efecto logrado por SGAE, independientemente de su intención. Como evidente es también que muchos de los que reciben una carta que te pide cantidades desmesuradas por ejercer tu libertad de expresión preferirán la mordaza a la bancarrota.

Marvel, está a punto de lanzar un cómic donde relata una hipotética juventud del personaje Magneto. Por la imagen, no es difícil averiguar en qué popular español se han inspirado.

La fotografía del rey es obra de Alberto Schommer y por lo tanto está sujeta a derechos de autor. Si la casa Real quisiera ayudar al profesor Xavier a terminar con el jefe de los imitantes malos, solo tendría que pedir el favor al famoso fotógrafo para que le haga la magia del copyright.

Algunos propietarios del alfabeto
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Los abogados del periódico Wall Street Journal amenazaron con demandar por plagio del nombre al Small Street Journal, un periódico docente que se reparte gratuitamente en una pequeña población de Maine entre niños menores de 10 años.

AOL Time Warner demandó al fundador del Niggertainment Monthly porque, según ella, ese nombre sonaba demasiado al Entertainment Weekly.

El Alcalde de Dallas, Ron Kirk, usó como eslogan de su campaña una frase que decía: «hace cuatro años, elegimos a Ron Kirk como capitán del Enterprise de Dallas». Además, para amenizar la tontería, usó un extracto de la banda sonora de Star Trek. La Paramount, propietaria de la saga, obligó a la retirada inmediata del anuncio.

El día que Chris Van Allen, un chico de 12 años al que apodaban Pokey, pensó que podía poner sin problemas ese nombre a su página de Internet, la empresa Prema Toy Company le dejó claro que se equivocaba. Prema, que tiene registrada la palabra Pokey como marca, demandó al pequeño pirata de Chris por usar un apodo que ya tenía dueño.

A las 14:40 horas del día 11 de Septiembre de 2001, el dueño de un restaurante de Nueva Jersey, intentó registrar las palabras World Trade Center. La explicación que dio para hacerse propietario de esas palabras es que, si alguna vez hacían una película sobre el atentado, le gustaría participar en los beneficios.

Curso de marqueting

Descripción de dos campañas de marketing de la BSA (Business Software Alliance) tal y como aparecen publicadas en el informe de la Comisión Interministerial para actuar contra las actividades vulneradoras de la propiedad intelectual e industrial.

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