El joven samurai: El camino de la espada (5 page)

BOOK: El joven samurai: El camino de la espada
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—Kazuki-kun, tú eres el primero. Puedes mostrarles cómo se hace.

Kazuki se puso en pie de un salto y ocupó su posición a la derecha de su maestro.

—Ahora tu oponente será… —consideró el
sensei
Kyuzo, tirándose pensativo del pequeño bigote que asomaba sobre su nariz regordeta- Jack-kun.

Jack lo sabía. No iba a tener más tiempo para recuperarse. Normalmente le gustaba el
randori
ya que era emocionante y suponía un reto. Pero Kazuki era vengativo. En los entrenamientos libres, los puñetazos supuestamente se marcaban, las patadas se contenían, los lanzamientos se ejecutaban con el debido cuidado y las llaves se soltaban inmediatamente después de que el oponente quedara sometido. Pero a la menor oportunidad, Kazuki aplicaba sus técnicas con todas sus fuerzas e ignoraba cualquier petición de sometimiento.

Con poca capacidad para elegir, Jack se levantó y se colocó a la izquierda del
sensei
Kyuzo.


¡Rei!
—dijo el
sensei, y
los dos se inclinaron ante él.


¡Rei!
—repitió el
sensei
Kyuzo, y Jack y Kazuki se saludaron inclinándose como requería la etiqueta.


¡Hajime!
—anunció el
sensei, y
el
randori
comenzó.

Cada uno de ellos corrió para hacer su llave, agarrando las solapas y las mangas del
gi
del otro en un intento de obtener ventaja.

Como un baile deslumbrante pero violento, buscaron el dominio. Tiraron y empujaron, giraron y zigzaguearon, tratando de hacer que el otro perdiera el equilibrio, buscando una oportunidad para un empujón o una zancadilla.

Los otros estudiantes observaban ansiosos, Yamato y Saburo apretaban los puños en silenciosa muestra de apoyo, Akiko tiraba ansiosamente de los pliegues de su
gi.

Jack, viendo una oportunidad, retorció el cuerpo hacia Kazuki para un
seoi nage
, pero Kazuki reaccionó con rapidez, apartó las caderas y
lanzó
la pierna detrás de la de Jack para ponerle una zancadilla.

El movimiento habría tenido éxito si Jack hubiera estado desequilibrado, pero aún tenía las dos piernas en tierra, de modo que lanzó su peso contra Kazuki, contraatacando con un barrido interior con la pierna.

Kazuki estuvo a punto de caer, pero de algún modo consiguió zafar la pierna de detrás de la de Jack. Retrocedió tambaleándose y Jack presionó su ataque.

Demasiado tarde, Jack advirtió que lo habían engañado.

La pérdida de equilibrio de Kazuki había sido una treta para que Jack se sintiera demasiado confiado y atacara. Ahora fue el objetivo de un empujón de sacrificio.

Kazuki rodó hacia atrás, empujando a Jack encima de él. Al mismo tiempo, clavó el pie en el estómago de Jack, haciéndole dar una amplia voltereta por encima de su cabeza.

Jack no pudo evitar la
tomoe nage
de Kazuki. Al aterrizar con fuerza sobre su espalda, se quedó sin respiración por segunda vez ese día. Antes de poder recuperar el aliento, Kazuki se le echó encima y le hizo una presa en el cuello.

—¡Muy impresionante, Kazuki! —alabó el
sensei
Kyuzo desde el lateral—. ¡A ver si puedes contenerlo para una cuenta de diez!

Kazuki presionó a Jack, envolviendo su nuca con el antebrazo derecho, mientras contenía el brazo derecho del muchacho bajo su axila. Abrió las piernas y dejó caer todo su peso sobre la caja torácica de Jack, apretando la cabeza contra la de su oponente.

Jack quedó clavado al suelo.

—¡UNO! —exclamó el
sensei.

Jack se revolvió contra Kazuki, tratando de romper su llave, buscando con la mano libre un modo de agarrar el
gi
de Kazuki.

—Olvídalo,
gaijin
—le dijo Kazuki al oído—, ¡es imposible que te suelte!

—¡DOS!
Jack se volvió hacia el otro lado para volcar a Kazuki. Usó todas sus fuerzas, pero las piernas de Kazuki estaban demasiado abiertas y su peso le impedía descabalgarlo.

—¡tres!

Jack yació indefenso, sin energías.

—¡Patético! —se burló Kazuki.

—¡cuatro!

Inflamado, Jack renovó sus esfuerzos. Arrastró los pies hacia las piernas abiertas de Kazuki, acercando el cuerpo a su rival. Trató de atrapar su pierna y volcarlo. Sintiendo el movimiento, Kazuki apartó las piernas.

—¡Tendrás que intentarlo mejor!

—¡CINCO!

Jack arqueó la espalda, empujando con los pies descalzos para formar un puente con el cuerpo. Consiguió crear una abertura entre su espalda y el suelo y empezó a retorcerse contra Kazuki, liberando la cabeza de la llave.

Kazuki volvió a presionar la caja torácica de Jack, empujando su cuerpo contra el suelo.

—Agítate todo lo que quieras. ¡Has perdido!

—¡SEIS!

Frenético, Jack se esforzó todavía más, pero Kazuki reforzó su presa de hierro.

—Ahora que tengo tu atención —le susurró Kazuki al oído—. Tengo noticias frescas para ti. A un
gaijin
igual que tú lo ha mandado quemar vivo el
daimyo
Kamakura.

8
Rendición

Las palabras golpearon el cerebro de Jack como un puño, y el muchacho dejó de debatirse.

¿Era otra de las falsas burlas de Kazuki? Jack no había podido hablar todavía con Yamamoto ni ninguno de los
senseis
para descubrir si los rumores eran verdaderos o falsos, aunque había sentido cierto alivio porque ninguno de los estudiantes de la escuela, aparte de Kazuki y sus amigotes, parecía saber nada sobre la declaración contra los cristianos del
daimyo
Kamakura.

—¡siete!

—Dicen que se le cayó la carne a trozos antes de morir, como un cerdo a la brasa. ¡Imagínatelo,
gaijin!

La cruel burla de Kazuki fue lo que espoleó a Jack para desquitarse. Durante un breve momento, vio en un destello la tormenta que había hecho naufragar al
Alejandría
y al marinero que murió abatido por un rayo. Jack pudo recordar la agonía marcada en la cara del muerto y el asqueroso olor de la carne calcinada. El recuerdo lo llenó de furia y un arrebato de adrenalina corrió por su cuerpo.

—¡OCHO!

En un movimiento simultáneo, Jack arqueó el cuerpo, rodeó con las piernas la pierna retrasada de Kazuki y agarró la cabeza de su oponente con la mano libre. Sus dedos encontraron las fosas nasales de Kazuki y tiró con fuerza.

—¡NUEVE!

Kazuki gimió de dolor y dio una voltereta.

Jack rodó para ponerse encima. Atrapó a Kazuki con una llave sobre el pecho, tendiéndose sobre los hombros de su oponente y clavando el codo y la rodilla a cada lado de la cabeza de Kazuki para inmovilizarlo.

Ahora le tocó a Kazuki escuchar la cuenta.

A través de la mata de pelo que se le pegaba a la cara, Jack pudo ver a Yamato y Saburo que le daban ánimos. A pesar de su cansancio, se permitió una levísima sonrisa de victoria.

—Uno —dijo el
sensei
, con poco entusiasmo.

Kazuki estaba inmovilizado y no podía hacer nada.

—Dos.

Pero fuera de la línea de visión, Kazuki consiguió liberar un brazo y empezó a golpear a Jack en los riñones.

—Tres.

Sólo el
sensei
Kyuzo pudo verlo, pero se hizo el tonto mientras Kazuki descargaba otro golpe ilegal. Deliberadamente, el
sensei
refrenó la cuenta.

—Cuatro…

Kazuki volvió a golpear. El costado de Jack ardía de dolor y se vio obligado a soltar su presa. Tras librarse de Jack, Kazuki contraatacó con fuerza, agarrándolo con una llave asfixiante.

—Eso no es muy agradable… ¡id a por la cara! —escupió Kazuki, que ahora estaba encima de Jack, con un brazo detrás de su cuello y el otro sobre su garganta.

Kazuki unió los brazos, cerrándolos como una trampa.

Jack borboteó sorprendido.

Con la laringe oprimida, no pudo respirar.

—Excelente, Kazuki —alabó el
sensei
Kyuzo, encantado de ver que su protegido volvía a hacerse con el control.

Ignorando descaradamente la escalada de violencia del
randori
, el
sensei
Kyuzo se volvió para dirigirse a la clase.

—Advertid el cambio de la llave a la presa de ahogamiento. Se trata de una maniobra extremadamente efectiva y garantizará la rendición de cualquier enemigo.

Envalentonado, Kazuki aumentó aún más su tenaza, con un brillo sádico en los ojos.

Jack sintió que le aplastaba la garganta. La cabeza le latía por la presión. Sus pulmones necesitaban oxígeno, la oscuridad asomaba en las comisuras de su visión y golpeó salvajemente el suelo indicando que se rendía.

Kazuki simplemente lo miró, saboreando la agonía de Jack.

Jack vaciló al borde de la inconsciencia.

Pero Kazuki continuó apretando.

Delante de los ojos de Jack explotaron estrellas y, durante un momento aterrador, el rostro sonriente de Kazuki se metamorfoseó en el de Ojo de Dragón. La máscara de un cráneo ennegrecido con un único ojo verde destelló ante él.

Los golpes de rendición de Jack se volvieron más débiles, y su mano aleteó como un pez muerto. Entonces, como surgida de las profundidades de un estanque oscuro, oyó gritar a Akiko:


¡Sensei!
¡Lo está matando!

El
sensei
Kyuzo observó el tono azul de los labios de Jack con leve interés.

—Basta, Kazuki —dijo—. Está claro que lo has derrotado.

Kazuki soltó la presa estranguladora y el aire volvió a inundar los pulmones de Jack.

Lo engulló como si fuera agua. En el instante en que el oxígeno llegó a su cerebro, la furia de Jack explotó con venganza. Impulsado sólo por el instinto de supervivencia, descargó un puñetazo contra la cara de Kazuki. El puñetazo envió a su enemigo volando hacia atrás.

—¡YAME! —gritó el
sensei
Kyuzo, arrastrando a Jack por el cuello de su
gi
para ponerlo en pie.

Su pulgar encontró un punto de presión en el cuello de Jack y el
sensei
apretó con fuerza. El cuerpo del muchacho se paralizó inmediatamente por el dolor. Se quedó colgando como un muñeco de trapo. Para los estudiantes, Jack simplemente parecía agotado por el
randori.
Para Jack, era como si el
sensei
Kyuzo hubiera insertado una vara de hierro fundido en su espalda.

—¿Qué he dicho? —le espetó a la cara el
sensei
Kyuzo con desdén reforzado—.
Nage waza
y
katame waza
solamente. ¿Desde cuándo un puñetazo forma parte de la técnica de llaves?

—¿Desde cuándo… se anima el asesinato… durante el
randori?
—replicó Jack con los dientes apretados mientras luchaba contra los espasmos del dolor.

Kazuki yacía en el centro del
dojo
, frotándose el labio roto, el
gi
manchado de brillantes puntos rojos de su propia sangre.

—Tienes mucho que aprender —dijo el
sensei
Kyuzo—, siendo el primer principio el
fudoshin.
¡Eres demasiado desequilibrado para ser samurái!

Jack se sintió anonadado, no sólo por la agonía que le infligía el
sensei
Kyuzo, sino por la injusticia de todo aquello.

—Como castigo por tu falta de autocontrol —anunció el
sensei
Kyuzo para que toda la clase pudiera oírlo—, regresarás aquí a la hora de la cena y pulirás todos los bloques de madera de este
dojo.
Y no te irás a la cama hasta que hayas terminado. ¿Comprendes?

—Pero,
sensei
, tengo que ir a tomar el té con el
daimyo
Takatomi esta noche.

El
sensei
Kyuzo fulminó a Jack con la mirada, sabiendo que no podía obligarlo a perder una cita tan importante.

—¡Mañana por la noche, entonces!


Hai, sensei
—replicó Jack, sombrío.

El
sensei
se inclinó hacia delante, clavó su pulgar aún más en el punto de presión de Jack, causándole otra insoportable oleada de dolor. Se inclinó para susurrarle al oído.

—No sé cómo inscribiste tu nombre para el Círculo de Tres, pero atiende a mis palabras: me encargaré personalmente de que no seas seleccionado durante las pruebas.

9
Fudoshin

—¿Qué es entonces el
fudoshin
? —gimió Jack, frotándose el cuello dolorido mientras recorría con su pequeño grupo de amigos las calles de Tokyo después de almorzar.

—No estoy seguro —admitió Yamato.

Jack miró a los demás en busca de respuesta, pero Akiko negó en silencio con la cabeza, al parecer igualmente anonadada. Saburo se frotó la barbilla, reflexivo, pero estaba claro que tampoco tenía ni idea, pues rápidamente volvió a mordisquear su
yakatori
, el trozo de pollo a la parrilla que acababa de comprar a un vendedor ambulante.

—Significa «espíritu inamovible» —dijo Kiku.

Yori, que caminaba a su lado, asintió como si eso lo explicara todo.

—¿Pero qué significa tener un «espíritu inamovible»? —preguntó Jack.

—Mi padre dice que el
fudoshin
se basa en tomar el control de tus emociones —respondió Kiku—. Un samurái debe conservar la calma en todo momento… incluso ante el peligro.

—¿Entonces cómo se consigue el
fudoshin?

—No lo sé… Mi padre es bueno explicando cosas, pero no enseñándolas.

Kiku le ofreció a Jack una sonrisa de disculpas. Yori intervino entonces.

—Creo que el
fudoshin
es un poco como ser un sauce.

—¿Un sauce? —repitió Jack, arrugando las cejas, sorprendido.

—Sí, como un sauce hay que hundir las raíces en el suelo para capear la tormenta, pero también ser suave y ceder contra los vientos para que pase el viento.

—¡Eso es más fácil de decir que de hacer! —rió Jack—. ¡Sigue intentando guardar la calma cuando te están estrangulando y te dicen que están quemando vivos a los extranjeros… y que tú eres el siguiente!

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