El misterio del Bellona Club (32 page)

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Authors: Dorothy L. Sayers

Tags: #Intriga, Policíaco

BOOK: El misterio del Bellona Club
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El único problema con el nuevo pasatiempo de Peter consistía en que tenía que ser algo más que un pasatiempo si había de ser un pasatiempo propio de un caballero. No se puede ahorcar asesinos por puro entretenimiento. Su intelecto lo impulsaba hacia un lado, sus nervios hacia otro, y lo que yo me temía es que acabaran por empujarlo al abismo. Al final de cada caso, otra vez a vueltas con las antiguas pesadillas y la neurosis de guerra. Y de pronto, a Denver —precisamente a Denver, el mayor de los imbéciles, cuando más diatribas lanzaba contra las degradantes actividades policiales de Peter—, se le ocurre caer bajo la acusación de asesinato y se enfrenta a un juicio en la Cámara de los Lores, en medio de un auténtico despliegue de fuegos de artificio publicitarios al lado de los cuales las actividades de Peter parecían petardos mojados.

Peter sacó a su hermano de aquel embrollo y vi con alivio que seguía siendo lo bastante humano para emborracharse a su salud. Ahora reconoce que ese «pasatiempo» es su legítimo trabajo como aportación a la sociedad, y ha llegado a interesarse tanto por los asuntos públicos que de vez en cuando acepta pequeños encargos de carácter diplomático bajo la dirección del Ministerio de Asuntos Exteriores. Últimamente parece más dispuesto a mostrar sus sentimientos y un poco menos asustado de tener alguno que mostrar.

Por lo último que le dio fue por enamorarse de esa chica a la que libró de la acusación de haber envenenado a su amante. La chica se negó a casarse con él, como habría hecho cualquier mujer con personalidad. El agradecimiento y el humillante complejo de inferioridad no son fundamentos para un matrimonio; era una situación absurda desde el principio. En esta ocasión Peter demostró un poco de sentido común y siguió mi consejo. «Hijo mío —le dije—, lo que no era bueno para ti hace veinte años ahora sí lo es. No es a las criaturas jóvenes e inocentes a las que hay que tratar con delicadeza, sino a las que han sido heridas y tienen miedo. Empieza otra vez desde el principio… pero te aseguro que necesitarás toda la autodisciplina que hayas adquirido hasta ahora».

Y la verdad es que lo ha intentado. Creo que no he visto a nadie con tanta paciencia. La chica es lista, es honrada y tiene personalidad, pero él tiene que enseñarle a recibir, que es mucho más difícil que aprender a dar. Creo que acabarán por encontrarse, si pueden evitar que las pasiones se adelanten a la voluntad. Sé que Peter comprende que en este caso no puede haber otro consentimiento que el libre consentimiento.

Peter tiene cuarenta y cinco años, y ya va siendo hora de que siente la cabeza. Como ven, yo he sido una de las influencias más importantes en su formación, y creo que, en líneas genera les, puedo sentirme orgulloso. Es un Delagardie, con muy poco de los Wimsey, salvo (tengo que ser justo) ese hondo sentido de responsabilidad social que impide que la aristocracia terrateniente de Inglaterra sea un erial absoluto, desde el punto de vista espiritual. Tanto si sigue en su papel de detective como sí no, Peter es un auténtico erudito y un auténtico caballero, y estoy deseando ver cómo se las apaña como marido y padre. Yo me estoy haciendo viejo, no tengo hijos (que yo sepa) y me gustaría ver feliz a Peter, pero como dice su madre, «Peter siempre lo ha tenido todo excepto aquellas cosas que realmente quería», y supongo que es más afortunado que la mayoría de la gente.

Paul Austin Delagardie

Peter Wimsey

Wimsey, Peter Death Bredon, en posesión de la Condecoración por Servicios Especiales. Nacido en 1890, segundo hijo de Mortimer Gerald Bredon Wimsey, decimoquinto duque de Denver, y de Honoria Lucasta, hija de Francis Delagardie, de Bellingham Manor, Hants.

Formación: Eton College y Balliol College, Oxford (licenciatura con matrícula de honor por la Escuela de Historia Moderna, 1912). Al servicio de las Fuerzas Armadas de Su Majestad, 1914-1918 (comandante, Brigada de Fusileros).

Publicaciones:
Notas sobre el coleccionismo de incunables, El vademécum del asesino
, entre otras.

Aficiones: criminología, bibliofilia, música, críquet.

Clubes: Marlborough; Egotists’.

Residencia: 110A Piccadilly, W.; Bredon Hall, ducado de Denver, Norfolk.

Blasón: Sobre sable, tres ratones corriendo, en plata; emblema: un gato doméstico agazapado como para saltar; lema:
As my Whimsy takes me
, «A donde me lleve mi capricho».

DOROTHY LEIGH SAYERS (1893–1957). Nació en Oxford, Inglaterra, donde su padre era capellán. Fue una de las primeras mujeres en recibir un título universitario. Conocida escritora y traductora, estudiosa de lenguas clásicas y modernas, cristiana y humanista. Murió de un infarto cerebral a los 64 años.

Buena amiga de C. S. Lewis, trató con frecuencia a J. R. R. Tolkien y fue además amiga de T. S. Elliot, Agatha Christie y G. K. Chesterton. Escribió novelas detectivescas, con Lord Peter Wimsey como personaje característico y principal, introduciendo más tarde a Harriet Vane, alter-ego de la propia escritora.

Sin embargo, su interés principal se volcó en la traducción de la
Divina Comedia
de Dante, el trabajo del que se sentía más orgullosa. Aunque murió sin concluirlo, había escrito tres volúmenes de comentarios sobre la obra de Dante, y traducido y comentado la
Chanson de Roland,
entre otros trabajos. Autora, además, de varios escritos de carácter religioso de gran difusión (el Arzobispo de Canterbury llegó a ofrecerle el doctorado honorario en Teología, que Sayers rechazó), y obras de teatro (
El hombre que nació para ser Rey
es la más conocida). Su ensayo
Las herramientas perdidas del aprendizaje
ha sido especialmente difundido y utilizado en Estados Unidos para recuperar la educación clásica.

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