John Bradshaw, autor de varios libros maravillosos sobre cómo sanar al niño interior, dijo una vez que cuando llegarnos a adultos llevamos dentro 25.000 horas de cintas grabadas con la voz de nuestros padres. ¿Cuántas horas de esas cintas crees que te dicen que eres un ser maravilloso? ¿Cuántas te dicen que te aman y que eres inteligente y brillante? ¿O que eres capaz de ser lo que desees ser y que cuando seas mayor serás una gran persona? En realidad, ¿cuántas horas de esas cintas te dicen «No, no, no» en todas sus formas?
No es nada extraño que nos pasemos la vida diciéndonos «no» y «debería». Lo que hacemos no es otra cosa que imitar a esas viejas cintas. Sin embargo, son sólo cintas, no la realidad de nuestro ser. No son la verdad de nuestra existencia. Son sólo grabaciones que uno lleva dentro, y se pueden muy bien borrar o volver a grabar.
Cada vez que digas que estás asustado, comprende que es tu niño interior el que está asustado. El adulto en realidad no tiene miedo; sin embargo, el adulto no está ahí para confortar al niño. El adulto y el niño necesitan entablar amistad, hablar el uno con el otro de todo lo que haces. Sé que puede parecer tonto, pero da resultado. Haz saber a tu niño que pase lo que pase nunca le vas a volver la espalda ni a abandonarle. Siempre estarás allí para acompañarle y amarle.
Si cuando eras pequeño tuviste una mala experiencia con un perro, por ejemplo, digamos que te asustó o incluso que te mordió, tu niño interior tendrá miedo de los perros, aunque tú seas un adulto grande y corpulento. Es posible que veas a un perro pequeño en la calle y que tu niño interior reaccione aterrado: « ¡Un perro! Me va a hacer daño». Ésta es una fantástica oportunidad para que tu padre interior le diga al niño: «No pasa nada. Ahora soy adulto. Yo cuidaré de ti. No dejaré que el perro te haga daño. Ya no tienes por qué tener miedo». De esta forma comenzarás a hacer de padre con tu niño.
La curación de las viejas heridas
He descubierto que el trabajo con el niño interior es sumamente útil para curar las heridas del pasado. No siempre conectamos con los sentimientos del asustado pequeño que llevamos dentro. Si en tu infancia sentiste mucho miedo y angustia, y ahora te castigas mentalmente, continúas tratando a tu niño interior de la misma forma. Sin embargo, él no tiene ningún otro Sitio adonde ir. Es necesario que superes las limitaciones de tus padres. Necesitas comunicarte con el pequeño, que se siente perdido. Tu niño interior necesita saber que tú lo amas.
Tómate un momento ahora mismo y dije que te interesas por él: «Te quiero. Me importas. De verdad te quiero». Tal vez le has estado diciendo esto a la persona adulta que llevas dentro. De modo que empieza a decírselo también a tu niño. Imagínate que le coges la mano y ambos vais a todas partes juntos durante unos días. Verás las felices y alegres experiencias que podéis tener.
Necesitas comunicarte con esa parte de ti mismo. ¿Qué mensajes deseas escuchar? Siéntate en silencio, cierra los ojos y habla con tu niño interior. Si te has pasado años sin hablar con él, es posible que tengas que insistir unas cuantas veces para que el niño realmente crea que quieres hablarle. Insiste: «Deseo hablar contigo. Deseo verte. Deseo amarte». Finalmente lograrás la comunicación. Es posible que veas al niño dentro de ti, que lo sientas, que lo escuches.
La primera vez que hables con tu niño interior puedes comenzar por pedirle disculpas. Dile que lamentas no haber hablado con él o haberle reprendido durante todos estos años. Dije que deseas compensar todo el tiempo que habéis estado separados. Pregúntale qué puedes hacer para hacerle feliz, y de qué tiene miedo. Pregúntale qué desea él de ti.
Empieza con preguntas sencillas; obtendrás respuestas. «Qué puedo hacer para hacerte feliz? ¿Qué te gustaría que hiciéramos hoy?» Por ejemplo, le puedes decir: «Me gustaría salir a caminar, ¿qué deseas tú?». El niño puede contestar: «Ir a la playa». Así habrá comenzado la comunicación. Persevera. Si te puedes tomar unos instantes cada día para comunicarte con el pequeño que llevas en tu interior, la vida te va a resultar muchísimo mejor.
Cómo comunicarse con el niño interior
Puede que algunos de vosotros ya estéis trabajando con vuestro niño interior. Hay muchos libros y se organizan muchos talleres y conferencias sobre este tema. Al final del libro encontraréis una lista de títulos para estudios más avanzados.
John Pollard III ha escrito un libro excelente,
Self-Parenting
[Ser tu propio padre], con muchos ejercicios y actividades maravillosos que se pueden realizar con el propio niño interior; te recomiendo que lo leas. Como he dicho anteriormente, hay muchísima ayuda en este aspecto. No estás solo y desamparado, pero necesitas pedir ayuda para obtenerla.
Otra sugerencia que te hago es que busques una fotografía tuya de cuando eras niño. Mira la foto. ¿Ves a un niño desgraciado? ¿Ves a un niño feliz? Veas lo que veas, comunícate con él. Si ves a un niño asustado, haz algo para tranquilizarlo. Busca varias fotos de tu infancia y habla con el niño de cada foto.
Es muy útil hablar con el propio niño interior frente al espejo. Si tenías un sobrenombre cuando eras niño, utilízalo. Ten pañuelos a mano. Te sugiero que te sientes frente al espejo, porque si te quedas de pie saldrás corriendo por la puerta. Es mejor que te sientes con una caja de pañuelos y empieces a hablar.
Otro ejercicio que puedes hacer es comunicarte con él mediante la escritura. Aflorará también muchísima información, Usa dos bolígrafos o rotuladores de colores distintos. Con uno de ellos en la mano dominante escribe una pregunta. Con el otro en tu otra mano haz que el niño escriba la respuesta. Es un ejercicio fascinante. Cuando escribe la pregunta el adulto cree que conoce la respuesta, pero cuando coge el bolígrafo con la mano no dominante, la respuesta suele resultar distinta a la esperada.
También podéis dibujar juntos. A muchas personas probablemente les encantaba dibujar y pintar en su infancia, hasta que les dijeron que debían ser limpias y ordenadas y no dibujar o pintar fuera de los márgenes. De modo que empieza a dibujar nuevamente. Utiliza tu mano no dominante para dibujar una imagen de algún acontecimiento que acaba de suceder. Observa cómo te sientes. Hazle una pregunta a tu niño interior, déjalo que dibuje con tu mano no dominante, y ve qué dibuja.
Si te es posible, reúnete con un pequeño grupo de amigos, o con un grupo de apoyo, para trabajar juntos con estas ideas. Por ejemplo, podéis hacer que vuestros niños dibujen y después sentaros alrededor y analizar atentamente el significado de los dibujos. La información que se obtiene de este modo puede ser increíblemente reveladora.
Juega con tu niño interior. Haz cosas que le gusten a tu niño. ¿Qué te gustaba de verdad hacer cuando eras pequeño? ¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste? Con demasiada frecuencia el padre o la madre que llevamos dentro nos impiden divertirnos porque no es cosa de adultos. Así pues, tómate el tiempo necesario y diviértete. Haz las cosas tontas que hacías cuando eras niño, como saltar sobre montones de hojas o pasar corriendo bajo el chorro de agua de la manguera. Observa a los niños cuando juegan. Te traerá recuerdos de los juegos que jugabas.
Si deseas más diversión en tu vida, comunícate con tu niño interior y actúa desde ese espacio de espontaneidad y alegría. Verás cómo comienzas a divertirte más, te lo prometo.
¿Fuiste bienvenido cuando naciste? ¿Estaban realmente contentos tus padres de que nacieras? ¿Se mostraron encantados con tu sexo, o deseaban un bebé del sexo opuesto? ¿Te sentiste «deseado»? ¿Se celebró tu llegada? Cualesquiera sean las respuestas, date la bienvenida ahora. Haz una celebración. Dite a ti mismo todas las cosas maravillosas que le dirías a un bebé que llega a su nueva vida.
¿Qué es lo que siempre deseaste que tus padres te dijeran cuando eras pequeño? ¿Qué es lo que siempre quisiste oír y que nunca te dijeron? Muy bien, dile precisamente eso a tu niño. Díselo cada día durante un mes mientras te miras en el espejo. Observa lo que sucede.
Si tus padres eran alcohólicos o te maltrataron de pequeño, puedes meditar y visualizarlos como a personas sobrias y cariñosas. Dale a tu niño lo que desea. Probablemente ha estado privado de ello durante demasiado tiempo. Empieza a visualizar el tipo de vida que te gustaría llevar con tu niño interior. Cuando él se sienta seguro y feliz, podrá confiar en ti. Pregúntale: « ¿Qué tengo que hacer para que confíes en mí?». Lo repito, te quedarás sorprendido ante algunas respuestas.
Si tus padres no te demostraban cariño en absoluto, y te resulta francamente difícil relacionarte con ellos, busca una imagen de lo que te parece que serían una madre y un padre amantes. Coloca las fotos de esos padres cerca de tu foto de cuando eras niño. Crea nuevas imágenes. «Re-escribe» tu infancia si es necesario.