El poder está dentro de ti (18 page)

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Authors: Louise L. Hay

Tags: #Autoayuda

BOOK: El poder está dentro de ti
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Las creencias que aprendiste cuando eras pequeño aún las tiene tu niño interior. Si tus padres tenían ideas rígidas y tú eres duro contigo mismo y propenso a construir muros a tu alrededor, probablemente tu niño interior continúa conformándose a las normas de tus padres. Si sigues reprendiéndote por cada error, debe de ser bastante terrible para tu niño interior despertar cada mañana. « ¿A causa de qué me va a chillar y regañar hoy?»

Lo que nos hicieron nuestros padres en el pasado es un asunto de su conciencia. Ahora somos nosotros los padres. Nosotros usamos nuestra conciencia. Si continúas negándote a cuidar de tu niño interior, es que estás estancado en un rencor justiciero. Esto invariablemente significa que aún te queda alguien por perdonar. Así pues, ¿de qué no te has perdonado? ¿Qué necesitas dejar marchar? Bueno, sea lo que sea, deja que se vaya.

Si no prestamos atención a nuestro niño ahora, y no lo elogiamos, no es culpa de nuestros padres. Ellos hicieron lo que creían que era lo correcto en ese tiempo y ese lugar. Pero ahora, en el momento presente, sabemos lo que podemos hacer para nutrir y criar a nuestro niño interior.

Las personas que han tenido o tienen un animal doméstico saben lo que es llegar a casa y que salga a recibirte a la Puerta. No le importa la ropa que lleves, ni si eres viejo y tienes arrugas, ni cuánto dinero has ganado ese día. Al animal sólo le importa que estás allí. Su amor es incondicional. Haz eso contigo mismo. Emociónate por estar vivo y por estar aquí. Eres la única persona con quien vas a vivir siempre. Mientras no estés dispuesto a amar a tu niño interior, a los demás les resultará difícil amarte a ti. Acéptate sin condiciones y de todo corazón.

Me parece que es muy bueno inventar una meditación para hacer que el niño interior se sienta a salvo. Como yo fui una niña que sufrió incesto, he inventado una maravillosa imagen para mi pequeña.

En primer lugar, tiene un hada madrina idéntica a la Billie Burke de
El mago de Oz
, porque eso es lo que a ella le gusta. Sé que cuando yo no estoy con ella, está con su hada madrina y está siempre segura. Vive en un ático muy alto y tiene un portero y dos perros grandes, de modo que sabe que jamás nadie le volverá a hacer daño. Cuando logro hacer que se sienta absolutamente segura, entonces yo, como adulta, puedo ayudarle a liberar y olvidar las experiencias dolorosas.

No hace mucho me descentré y estuve llorando durante dos horas. Comprendí que mi niña interior se sentía de pronto dolida y desprotegida. Tuve que decirle que ella no era mala ni había hecho nada mal, sino que era su reacción a algo que había sucedido. De modo que tan pronto como pude hice algunas afirmaciones y medité, sabiendo que allí había un Poder mucho mayor que me apoyaría y me amaría. Después de eso la pequeña ya no se sintió tan sola y asustada.

Además yo tengo una enorme fe en los ositos de felpa. Con mucha frecuencia el osito es nuestro primer amigo. Es nuestro confidente, puesto que uno le puede contar todos sus problemas y secretos y jamás se chiva. Siempre está allí para hacernos compañía. Saca del armario tu osito y haz que tu niño lo coja una vez más.

Sería maravilloso que en los hospitales hubiera ositos en todas las habitaciones para que cuando el niño interior se sienta solo y asustado a media noche, pueda abrazarse a su osito.

Tus muchas partes

Las relaciones son fabulosas, los matrimonios son maravillosos, pero la realidad es que son temporales. En cambio tu relación contigo mismo es eterna. Dura para siempre. Ama a la familia que llevas dentro: el niño o la niña, el padre o la madre, y la adolescente y el joven que hay en medio.

Recuerda que también llevas a tu adolescente en tu interior. Dale la bienvenida. Trabaja con él de la misma forma que lo haces con el niño. ¿Qué dificultades tuviste en tu adolescencia? Hazle preguntas a tu adolescente igual como se las haces a tu niño. Ayúdale a pasar por las amedrentadoras situaciones y los momentos de aprensión de la pubertad. «Corrige» esa época. Aprende a amar a tu adolescente igual Como aprendes a amar a tu niño.

No podemos amarnos y aceptarnos los unos a los otros mientras no amemos y aceptemos a ese niño interior que se siente perdido. ¿Qué edad tiene ese niño? ¿Tres, cuatro, cinco años? Generalmente tiene menos de cinco años, porque es entonces cuando se cierra y se desconecta por la necesidad de sobrevivir.

Coge a tu niño de la mano y ámalo. Crea una vida maravillosa para ti y tu niño. Di: «Estoy dispuesto a aprender a amar a mi niño. Estoy dispuesto». El Universo contestará. Encontrará la forma de curar a tu niño y también de curarte a ti. Si deseamos sanar, tenemos que estar dispuestos a experimentar nuestros sentimientos y a pasar a través de ellos hacia el otro lado y conseguir así la curación. Recuerda, nuestro Poder Superior está siempre disponible para apoyarnos y alentar nuestros esfuerzos.

Fuera como fuese tu primera infancia, buena o mala, tú y únicamente tú estás ahora a cargo de tu vida. Te puedes pasar toda la vida culpando a tus padres y al entorno, pero lo único que conseguirás con eso es mantenerte estancado en hábitos de víctima. Jamás te servirá para conseguir el bien que dices desear.

El amor es la mejor goma de borrar que conozco. El amor borra hasta los recuerdos más dolorosos y profundos, porque penetra más al fondo que ninguna otra cosa. Si tus imágenes mentales del pasado son muy fuertes y te pasas la vida afirmando «Todo es culpa de ellos», te quedarás estancado. ¿Deseas una vida de dolor o una vida de alegría? Mírate a los ojos, y ámate y ama a tu niño interior.

10

Hacerse adulto y envejecer

Sé tan comprensivo con tus padres como

deseas que ellos lo sean contigo.

La comunicación con nuestros padres

Mis años de adolescente fueron los más difíciles de mi época de crecimiento. Tenía muchos interrogantes, pero no quería escuchar a aquellos que creían tener todas las respuestas, en especial los adultos. Deseaba aprenderlo todo yo sola porque no confiaba en la información que me daban los adultos.

Sentía una especial animosidad contra mis padres, porque fui una hija maltratada. Me era imposible comprender cómo mi padrastro podía abusar de mí de aquella forma, y tampoco comprendía cómo mi madre podía tolerarlo y hacer como que no se daba cuenta. Me sentía engañada e incomprendida, y estaba segura de que concretamente mi familia y en general el mundo estaban contra mí.

A lo largo de los muchos años que he pasado asesorando a mis clientes, sobre todo a gente joven, he descubierto que hay muchas personas que comparten esos mismos sentimientos hacia sus padres. He escuchado decir a los adolescentes, para describir sus sentimientos, que se sienten atrapados, sojuzgados, vigilados e incomprendidos.

Ciertamente sería fabuloso tener unos padres comprensivos, atentos y adaptables a todas las situaciones, pero en la mayoría de los casos eso no es posible. Aunque nuestros padres no sean más que seres humanos como el resto de nosotros, muchas veces los consideramos injustos, exagerados, poco razonables, incapaces de comprendernos.

Un chico joven al que asesoré tenía muchas dificultades para relacionarse con su padre. Encontraba que no tenían nada en común, y que cuando su padre le hablaba sólo era para hacerle algún comentario despectivo o negativo. Le pregunté si sabía cómo había tratado a su padre su abuelo. Admitió que no lo sabía; su abuelo había muerto antes de que él naciera.

Le sugerí que le preguntara a su padre acerca de su infancia y de la manera en que ésta había influido en él. Al principio el joven no se decidía a intentarlo; le resultaba violento hablar con su padre porque pensaba que éste lo ridiculizaría o lo juzgaría. Sin embargo, se decidió a dar el salto y accedió a abordar a su padre.

La próxima vez que lo vi, el chico parecía más tranquilo.

—¡Uy, Dios! —exclamó——. No tenía la menor idea de la infancia que tuvo mi padre.

Por lo visto su abuelo había impuesto la norma de que todos sus hijos le trataran de «señor» al dirigirse a él, y todos vivían bajo el antiguo sistema de que los niños han de ser vistos pero no oídos. Si osaban pronunciar una palabra para llevar la contraria, se les castigaba severamente. No era nada extraño que su padre fuera tan crítico.

Cuando nos hacemos mayores, tenemos la intención de tratar a nuestros hijos de manera diferente a como fuimos tratados nosotros, pero aprendemos del mundo que nos rodea, y tarde o temprano comenzamos a actuar y hablar exactamente como nuestros padres.

En el caso de este joven, su padre le infligía el mismo tipo de malos tratos verbales que él había recibido de su propio padre. Puede ser que no tuviera la intención de hacerlo; sencillamente actuaba de forma coherente con su propia educación.

De todas formas, el chico llegó a entender algo más sobre su padre, y como consecuencia fueron capaces de comunicarse con mayor libertad. Aunque les llevaría mucho esfuerzo y paciencia por parte de los dos alcanzar un grado de comunicación ideal, por lo menos ambos estaban avanzando en una nueva dirección.

Yo creo firmemente que es muy importante que nos tomemos el tiempo necesario para averiguar y saber más acerca de la infancia de cada uno de nuestros padres. Si aún viven, puedes preguntarles: «Cómo eran las cosas en tu infancia? ¿Cómo se expresaban el amor y el cariño en tu familia? ¿Cómo te castigaban tus padres? ¿Qué tipo de presiones tenias que afrontar de parte de tus compañeros en esa época? ¿Les gustaban a tus padres tus amigos? ¿Hacías algún trabajo cuando eras niño o adolescente?

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