El poder está dentro de ti (20 page)

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Authors: Louise L. Hay

Tags: #Autoayuda

BOOK: El poder está dentro de ti
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Creo que estamos en la antesala de importantísimos cambios en nuestra sociedad, sobre todo en relación con la comprensión de nuestra propia valía. Si los profesores, en particular, logran colocar en el buen camino su propio sentido de valía personal, ayudarán enormemente a nuestros hijos. Los niños reflejan las presiones sociales y económicas con que nos enfrentamos. Cualquier programa relativo a la autoestima tendrá que abarcar a alumnos, padres y profesores, como también a las empresas y organizaciones.

Envejecer con gracia

Son muchas las personas que temen envejecer y sobre todo parecer viejas. Hacemos de la vejez algo tan terrible y poco atractivo... No obstante, es un proceso natural y normal de la vida. Si no podemos aceptar a nuestro niño interior y sentimos a gusto con lo que fuimos y con lo que somos, ¿cómo podemos aceptar la etapa siguiente?

Si no te haces viejo, ¿qué otra alternativa tienes? Abandonar el planeta. En nuestra cultura hemos creado lo que yo llamo «el culto a la juventud». Está muy bien y es bueno amarnos cuando somos jóvenes, pero ¿por qué no podemos amarnos cuando nos hacemos mayores? Al final habremos pasado por todas las edades de la vida.

Muchas mujeres se sienten invadidas por la angustia y el temor cuando piensan en la vejez. La comunidad gay también afronta muchos problemas que tienen que ver con la juventud, la apariencia y la pérdida de la belleza. Hacerse viejo significa tener arrugas, canas, la piel floja... y, sí, yo deseo hacerme vieja. Eso forma parte del hecho de estar aquí. Estamos en este planeta para experimentar todas las partes de la vida.

Yo entiendo que no queramos ser viejos y estar enfermos, de modo que separemos esas dos ideas. No nos imaginemos ni nos veamos poniéndonos enfermos como medio para morir. Personalmente, yo no creo que hayamos de morir necesariamente de enfermedad.

Creo, en cambio, que cuando llega nuestra hora de partir, cuando hemos realizado lo que vinimos a hacer aquí, podemos echar una cabezadita o irnos a la cama por la noche, y partir tranquila y pacíficamente. No es necesario enfermar mortalmente. No tenemos por qué estar conectados a máquinas. No tenemos por qué estar echados sufriendo en un sanatorio para poder abandonar el planeta. Actualmente hay muchísima información disponible sobre cómo mantenernos sanos. No lo aplaces, hazlo ahora mismo. Tenemos que sentirnos maravillosamente cuando seamos viejos, para así poder seguir experimentando nuevas aventuras.

Tiempo atrás leí algo que despertó mi curiosidad. Era un artículo sobre una facultad de medicina de San Francisco donde habían descubierto que nuestra forma de envejecer no está determinada por los genes, sino por algo que ellos llaman «el momento señalado para envejecer», un reloj de tiempo biológico que existe en nuestra mente. De hecho, este mecanismo controla cuándo y cómo empezamos a envejecer. El momento señalado, o reloj del envejecimiento, está regulado en gran parte por un factor importantísimo: nuestra actitud hacia el hecho de hacerse viejo.

Por ejemplo, si crees que tener 35 años es ser de mediana edad, esa creencia pondrá en marcha cambios biológicos en tu cuerpo que harán que el proceso de envejecimiento se acelere cuando llegues a los 35 años. ¡Fascinante!, ¿verdad? En algún sitio y de alguna manera, nosotros decidimos qué es edad madura y qué es vejez. ¿Dónde pones tú el «momento señalado» en tu interior? Tengo en mi mente la imagen de que voy a vivir hasta los 96 años y que continuaré activa, de modo que es muy importante que me mantenga sana.

Recuerda también que lo que damos recibimos de vuelta. Sé consciente de cómo tratas a las personas mayores puesto que cuando seas viejo esa será la forma en que te tratarán. Si tienes ciertos conceptos acerca de la gente mayor, te lo repito, te estás formando ideas a las que responderá tu subconsciente. Nuestras creencias, nuestros pensamientos y conceptos sobre la vida y sobre nosotros mismos siempre se convierten en realidad.

Yo creo que uno escoge a sus padres antes de nacer con el fin de aprender valiosas enseñanzas. Nuestro Yo Superior sabe qué experiencias necesitamos para avanzar en nuestra senda espiritual. De modo que sea el que fuere el trabajo que viniste a realizar con tus padres, continúa haciéndolo. Sea lo que fuere lo que ellos digan o hagan, o lo que hayan dicho o hecho, en último término tú estás aquí para amarte a ti mismo.

Como padre o madre, permite a tus hijos que se amen a sí mismos, proporcionándoles el espacio en que se sientan seguros para expresarse de forma positiva e inofensiva. Recuerda también que así como nosotros elegimos a nuestros padres, nuestros hijos nos han elegido a nosotros. Todos tenemos importantes lecciones que aprender.

A los padres que se aman a sí mismos les resulta más fácil enseñar a sus hijos a amarse. Cuando nos sentimos a gusto con nosotros mismos podemos enseñar la dignidad y el sentido de valía personal con el ejemplo. Cuanto más trabajemos en amarnos mejor comprenderán nuestros hijos que es bueno hacerlo.

Cuarta parte

Aplicación de la sabiduría interior

Todas las teorías del mundo son

inútiles a menos que haya acción,

cambio positivo y, en último término,

curación.

11

La aceptación de la prosperidad

Cuando nos asustamos, deseamos controlarlo

todo, bloqueando así el manantial de nuestro

bien. Confía en la vida. Todo lo que

necesitamos está aquí esperándonos.

El Poder que tenemos en nuestro interior está dispuesto a darnos instantáneamente nuestros más acariciados sueños y enorme abundancia. El problema está en que no estamos abiertos a recibirlo. Cuando deseamos algo, nuestro Poder Superior no dice «Lo pensaré»; responde rápidamente y lo envía, pero tenemos que estar preparados para recibirlo. Si no lo estamos, se devuelve al almacén de los deseos no cumplidos.

Muchas personas acuden a mis charlas y se sientan con los brazos cruzados sobre el pecho. «¿Cómo van a dejar entrar nada así?», pienso yo. Un gesto maravilloso y simbólico es abrir los brazos bien abiertos para que el Universo lo vea Y Conteste. A muchas personas les da miedo porque creen que si se abren les van a suceder cosas terribles; y probablemente les sucederán, mientras no cambien lo que sea que dentro de ellos cree que atraerán fatalidad y desdicha.

Cuando empleamos la palabra «prosperidad» mucha gente piensa inmediatamente en el dinero. No obstante, esta palabra da cabida a muchas cosas; por ejemplo: tiempo, amor, éxito, comodidad, belleza, conocimiento, relaciones, salud y, ciertamente, dinero.

Si te sientes presionado porque no tienes suficiente tiempo para hacer todo lo que deseas, entonces es que te falta tiempo. Si piensas que el éxito está fuera de tu alcance, entonces no lo vas a tener. Si piensas que la vida es ardua y penosa, entonces siempre te sentirás cansado y amargado. Si piensas que no sabes mucho y que eres demasiado tonto para entender las cosas, jamás te sentirás conectado con la sabiduría del Universo. Si piensas que te falta amor y que tienes malas relaciones, entonces te será muy difícil atraer el amor a tu vida.

¿Y qué hay de la belleza? Estamos rodeados de belleza. ¿Experimentas la belleza que abunda en nuestro planeta? ¿O lo encuentras todo feo, sucio, un despilfarro? ¿Y cómo andamos de salud? ¿Te pasas la vida enfermo? ¿Te resfrías con facilidad? ¿Tienes muchos achaques y dolores? Por último está el dinero. Muchas personas me dicen que jamás hay suficiente dinero en su vida. ¿Qué te permites tener? O tal vez piensas que tus ingresos tienen que ser siempre fijos. ¿Quién los ha fijado?

Nada de lo que acabo de mencionar tiene nada que ver con el hecho de recibir. Solemos pensar: «Ah, yo quiero tener esto, aquello y lo de más allá». Sin embargo, la abundancia y la prosperidad dependen de lo que te permitas aceptar. Cuando no «recibes» lo que deseas, eso quiere decir que en algún rincón de ti no te permites aceptarlo. Si somos tacaños con la vida, la vida será tacaña con nosotros. Si le robamos a la vida, la vida nos robará a nosotros.

Seamos honrados con nosotros mismos

Honestidad y honradez son palabras que usamos muchísimo, no siempre con pleno conocimiento de lo que verdaderamente significan. Ser honrado no tiene nada que ver con la moralidad o con ser «bueno» o «virtuoso». También tiene muy poco que ver con que te cojan y te lleven a la cárcel. La honradez es un acto de amor hacia nosotros mismos.

El principal valor de la honestidad está en que cualquier cosa que demos en la vida la recibiremos de vuelta. La ley de causa y efecto siempre opera a todos los niveles. Si menospreciamos o juzgamos a otras personas, también nosotros seremos juzgados. Si siempre estamos enfadados, entonces encontraremos enfado dondequiera que vayamos. El amor que nos tenemos a nosotros mismos nos mantiene en armonía con el amor que la vida nos tiene reservado.

Imagínate, por ejemplo, que acaban de entrar a robar a tu apartamento. ¿Piensas inmediatamente que eres una víctima? « ¡Han entrado a robar en mi casa! ¿Quién me ha hecho esto?» La sensación que tienes es espantosa y desoladora cuando te pasa algo así; pero, ¿te detienes un momento a pensar cómo y por qué has atraído esa experiencia?

Asumir la responsabilidad de crearnos las propias experiencias no es una idea que estemos dispuestos a aceptar siempre, tal vez sólo algunas veces. Es mucho más fácil echar la culpa a algo que está fuera de nosotros, pero comprendamos que no puede haber crecimiento espiritual mientras no reconozcamos que fuera de nosotros hay poca cosa de valor, que todo viene de adentro.

Cuando me entero de que a alguien le acaban de robar o que ha experimentado algún tipo de pérdida, lo primero que le pregunto es: «,A quién le has robado últimamente?». Si veo aparecer en su cara una expresión extraña, entonces sé que he tocado un punto sensible. Si recordamos una ocasión en que cogimos algo y luego pensamos en lo que acabamos de perder, la relación entre las dos experiencias puede servir para abrirnos los ojos.

Cuando cogemos algo que no es nuestro, casi siempre perdemos algo de mayor valor. Podríamos coger dinero o algún objeto y después perder una amistad. Si le robamos a un amigo, tal vez podríamos perder el empleo. Si robamos sellos o bolígrafos de la oficina, podríamos perder un tren o faltar a una cita para cenar. Las pérdidas casi siempre nos dañan en un aspecto importante de nuestra vida.

Es lamentable que muchas personas roben cosas a empresas grandes, grandes almacenes, restaurantes u hoteles, etcétera, justificándose con el hecho de que estas empresas pueden permitírselo. Este tipo de justificación no funciona; la ley de causa y efecto continúa operando para cada uno de nosotros. Si robamos algo, perdemos algo. Si damos, recibimos. No puede ser de otra forma.

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