El Sol brilla luminoso (29 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Divulgación científica

BOOK: El Sol brilla luminoso
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Aunque el 8,17% de la población norteamericana vive en las grandes ciudades, sólo el 4% de la población china hace lo mismo.

En cuanto a la India, Kurian lista ocho grandes ciudades, comparadas con las seis que yo di en 1967. Todas las seis de mi lista de 1967 están incluidas, y las ciudades de Bangalore y Kanpur están añadidas de más. Las cuatro ciudades mayores de la India tienen una población por encima de los 2.000.000, y son las siguientes:

Desde 1967, Madrás ha llegado al rango de los 2.000.000 y ninguna ha descendido. La población total de las ocho mayores ciudades de la India es de unos 20.750.000 (3,2% de la población total) contra 14.000.000 en 1967 (2,2% de la población total).

Esto nos lleva a la Unión Soviética para la cual, en 1967, di una lista con siete grandes ciudades. Sin embargo, Kurian enumera no menos de doce, lo cual coloca a la Unión Soviética en segundo lugar, detrás de China a este respecto. Además de las siete que di en 1967, tenemos ahora Kuíbishev, Sverdlovsk, Tbilisi, Odessa y Omsk.

Sólo tres de las grandes ciudades de la Unión Soviética tienen poblaciones por encima de los 2.000.000 (comparadas con 2 en 1967). Helas aquí:

La población total de las doce mayores ciudades de la Unión Soviética es de 23.600.000 habitantes, comparada con los 15.000.000 para las siete grandes ciudades de 1967. El porcentaje de la población que vive en las grandes ciudades era 9%, en 1979, en comparación con el 6,5% en 1967.

En el orden mundial de población, Indonesia se encuentra en quinto lugar, inmediatamente detrás de Estados Unidos, y Japón se halla en sexto lugar. Para los fines de este artículo, que trata de ciudades, podemos dejar de lado Indonesia, como nación no industrial, y avanzar hacia Japón, que es un país altamente industrializado y urbanizado. De hecho, podemos unir a Japón a las cuatro naciones más populosas, y llamarlas los Cinco Grandes.

La población total del Japón, en 1979, ocupa en la lista de Kurian 114.595.000, en comparación con los 96.200.000 en 1967, una elevación del 10,1%. En 1967, di la lista de siete grandes ciudades en Japón. La lista de Kurian muestra ocho, compuestas por las siete de mi lista y la ciudad de Sapporo. Cuatro de las mayores ciudades japonesas tienen, en la actualidad, una población por encima de los 2.000.000 de habitantes, en comparación con los 2 en 1967, Y son las siguientes:

La población total de las grandes ciudades de Japón es de 20.860.000, en 1979, en comparación con los 18.800.000 de 1967. El porcentaje de la población japonesa que vive en las grandes ciudades es del 18,2%, en 1979, en comparación con el 19,5 en 1967. Se trata de un pequeño descenso, pero el porcentaje de la población de grandes ciudades es, sin embargo, mayor en Japón que en cualquiera otro de los Cinco Grandes.

Supongamos que consideramos a las naciones de los Cinco Grandes juntas. El número total de grandes ciudades en los Cinco Grandes es de 48, en comparación con las 42 que listé en 1967.

No obstante, en 1967, señalé que había 46 grandes ciudades que se hallaban en naciones distintas de los Cinco Grandes. En la lista de Kurian figuran 61 grandes ciudades en esas otras naciones. En otras palabras, que existen 88 grandes ciudades en el mundo, en 1967, Y 109 en 1979, con un aumento del 23,9%. Dividiéndolas por los continentes, he aquí lo que sucede:

Como ven, la población de las grandes ciudades está aumentando más de prisa que la población general mundial, y esto es particularmente cierto en Sudamérica y en África. En 1967, el 5,84% de la población mundial (1 de cada 17) vivía en una gran ciudad. En 1979, el 6,42% (1 de cada 15,5) hacía lo mismo.

En mi ensayo de 1967 mi pregunté cuál era la gran nación que no contenía una gran ciudad. La respuesta que di fue Nigeria, que, como relaté, tiene una población de 56.400.000 habitantes, mientras que su ciudad más importante y capital, Lagos, sólo alcanza una población de 665.000 habitantes.

Pues bien, la población de Nigeria es ahora de 67.520.000 habitantes, y Lagos, con una población de 1.061.221, es una de las grandes ciudades. La nueva candidata, si seguimos las tablas de Kurian, es Sudáfrica, con una población de 25.003.000 habitantes, y Durban su ciudad mayor con 730.000.

Si se fijan en las grandes ciudades que he listado entre los Cinco Grandes, verán que Shanghai, en China, se encuentra en primer lugar del orden mundial, con Tokyo en tercer lugar, Pekín en cuarto y Nueva York en el quinto.

El segundo lugar se ha pasado por alto, puesto que corresponde a una ciudad de una nación que no pertenece a los Cinco Grandes. Me pregunto cuántos de ustedes pueden conjeturar cuál es la segunda mayor ciudad del mundo en este momento (por lo menos, según las tablas de Kurian). Francamente, no lo hubiera imaginado, y no es Londres, si alguno de ustedes ha supuesto eso.

Se lo diré. Es Ciudad de México. En 1967 coloqué su población en 3.193.000 habitantes, lo cual significa que ha tenido un aumento de cerca del 170%. Esto parece difícil de creer, y puede haber ocurrido que, en el intervalo, Ciudad de México haya absorbido algunos de sus suburbios. Incluso así, el hecho es un crecimiento con un promedio fenomenal.

He aquí la lista de las diez ciudades más importantes del mundo:

Como ven, existen dos recién llegados a la lista de las diez grandes en los últimos doce años: Ciudad de México y Yakarta. Las dos que han descendido para dejarlas sitio son Chicago, que se hallaba en octavo lugar en 1967, y Leningrado, que ocupaba el décimo lugar en 1967.

China es la única nación que sitúa dos ciudades entre las diez primeras, aunque, en 1967, la Unión Soviética y los Estados Unidos también lo hacían. Por continente, en 1979 cinco grandes ciudades eran de Asia, dos europeas, dos norteamericanas y una africana. En 1967, las cifras fueron cuatro, tres, dos y uno, respectivamente.

La población total de las diez ciudades más importantes es de unos 73.500.000 habitantes, en 1979, o un 1,8% de la población del mundo. En 1967, era de 59.900.000, también un 1,8% de la población del mundo. Aquí no ha habido cambios.

No quiero dejarle sin sugerir un juego de salón garantizado para mantener entretenidos, durante toda una velada, a sus invitados (si son de aquellos a los que les gustan los juegos intelectuales de salón). Les debe suministrar unas bebidas para que se sientan cómodos, y luego papel y bolígrafo, si es que no puede largarse de allí y marcharse al cine.

Es muy sencillo. Sólo tiene que pedirles que, alfabéticamente, hagan una lista con la ciudad más grande del mundo que comience con cada una de las distintas letras del alfabeto.

Naturalmente… le facilité las respuestas para que las tenga a mano:

A.
Ésta es una bastante difícil. Se trata de Alejandría, en Egipto, con una población de 2.259.000 habitantes.

B.
Bombay, en la India, 5.970.575. Si quiere eliminarla, porque es demasiado fácil, puede elegir la segunda, que es Berlín, uniendo el Occidental y el Oriental, con un total de 4.085.960. Si no quiere hacer esta operación de suma, entonces le queda aún Buenos Aires, con 2.972.453 habitantes.

C.
Cairo, El, en Egipto, 5.715.000 habitantes.

D.
Delhi, en la India, 3.287.883 habitantes.

E.
Ésta no es muy fácil. Se trata de Ereván, en la Unión Soviética, con 928.000 habitantes. Si la trascripción la han hecho como Yereván, y queda descalificada por esta razón, la siguiente ciudad en tamaño de esta letra es Essen, en Alemania Federal, con 677.508 habitantes.

F.
Una de las más difíciles de la lista. La mayor es Fushun, en China (985.000 habitantes). Si la descarta por alguna razón, la siguiente en extensión es Fukuoka (Japón), con 964.755 habitantes.

G. Guadalajara, México, 1.640.902.

H.
Ho Chi Minh, capital del Vietnam, 1.825.297 habitantes.

Si usted está chapado a la antigua y prefiere seguirla llamando Saigón, entonces deberá pasar a la siguiente en población, que, en este caso, es Hamburgo, en Alemania Occidental, con 1.717.383 habitantes.

l.
Istambul (o Estambul), 2.376.296 habitantes. Alguien puede también descartar la, porque, realmente, se trata de Constantinopla. Pero no es así. Oficialmente, no ha sido llamada Constantinopla durante quinientos años.

J.
Jakarta, en Indonesia, 5.476.009 habitantes. En el caso de que se transcriba como Yakarta, puede dejar el lugar a Johannesburgo, en Sudáfrica, con 654.682 habitantes.

K.
Karachi, Pakistán (3.498.634 habitantes).

L.
Londres, naturalmente, con 7.167.000 habitantes. Si desea eliminarla por ser demasiado fácil, puede tomar Leningrado (3.513.974 habitantes).

M.
México (Ciudad de), naturalmente, con sus 8.628.024 habitantes, seguida de Moscú (6.941.961) y por Madrid (3.520.320).

N.
Sí, Nueva York (7.481.613 habitantes), con Nagoya (Japón) en segundo lugar.

O. Osaka, Japón (2.714.642 habitantes).

P.
Pekín (China), 7.570.000, con París en segundo lugar con sus 2.290.000 habitantes.

Q.
Quezón (Filipinas), 994.679 habitantes.

R.
Río de Janeiro, en Brasil (4.252.009). En segundo lugar aparece Roma (2.868.248).

S.
Seúl, Corea del Sur (5.433.198).

T.
Tokyo, como es natural (8.442.634); con Tientsin, en China, en segundo lugar (4.280.000) Y Teherán, en el Irán, en tercer lugar (4.002.000).

U.
Ufá, Unión Soviética, 923.000 (y no es una ciudad en la que resulte fácil pensar).

V.
Viena (Austria), con 1.614.841 habitantes. Luego, Varsovia (1.448.900).

W.
Wuhan (China), 2.146.000 habitantes.

X.
Xenia (Ohio, Estados Unidos), con 25.373. La segunda es Xanthi (Grecia), con 25.341 habitantes.

Z. Zaporozhie, Unión Soviética, 760.000 habitantes (¿quién ha adivinado ésta?).

Bueno, pues, si dentro de otra década, o así, aún seguimos vivos, echaré otro vistazo a la situación…

XVII. ¡LOS BUENOS CHICOS ACABAN PRIMERO!

Como es natural, recibo una gran cantidad de correo por parte de personas que no conozco, y que me cuenta lo que opinan acerca de mí y de mi trabajo. La inmensa mayor parte de esa correspondencia resulta halagüeña, o, cuanto menos, educada. Por esta razón, me encuentro infinitamente agradecido.

No obstante, existe un pequeño grupo de cartas que, por una u otra razón, representan desaprobación, e incluso una desaprobación poco educada. El problema que se presenta radica en cómo tratar con ellas.

Por desgracia, mi reacción es de forma invariable airada. No, como es natural, por la desaprobación (no espero ser aprobado por nadie en absoluto), sino ante la falta de educación, el sarcasmo, la ironía de sal gorda, etcétera.
[37]

Pues verán, he elaborado un sistema. En casi cada caso, dejo de leer la carta cuando me percato de que me va a encolerizar, puesto que no disfruto enfadándome. Al haber dejado de leerla, como es natural, no hay respuesta.

Si, por casualidad, acabo de leer la carta a causa de que suscita una horrible fascinación en mí, sigo, sin embargo, resistiéndome a contestarla. Simplemente, la archivo, por lo general, con mis papeles (que por razones sólo conocidas por ella misma y por la Omnipotente Computadora de los Cielos, la Universidad de Boston guarda con una falta total de discriminación).

Si
debo
responder o armar un follón, escribo una sardónica y amarga respuesta, recurriendo a mi no demasiado considerable carga de invectivas cultas. Luego, cuidadosamente, meto la respuesta en un sobre, lo cierro y le pongo el sello. Resulta asombroso cómo sólo con esto se descarga el veneno. Naturalmente, una vez se ha descargado el veneno, ya no existe necesidad de echar la carta al correo. La rompo, destruyendo incluso con cuidado el sello. (A menos que tenga que pasar por el trastorno completo de escribir una respuesta, incluyendo la irrevocable demolición de un sello, no experimento que el divieso espiritual haya sido apropiadamente sajado con la lanceta.)

Si, por casualidad, se requiere absolutamente una respuesta, la escritura y destrucción de la primera carta hace posible el escribir una segunda y más apacible carta o, incluso, si ello fuese necesario, una tercera y aún más apacible carta. Cuando se ha llegado a un apropiado nivel de educación, la echo al correo.
[38]

No creo que esta conducta mía se confine sólo a mi persona, o no sea más que un rasgo peculiar y sin sentido. Creo que es más bien una clase general de reacción entre los miembros más civilizados de nuestra especie.

En conjunto, somos muy propensos a encolerizamos y nos pirramos por responder a cada golpe con un contragolpe aún más contundente. Sin embargo, a medida que envejecemos, y nos hacemos más prudentes y más experimentados, alcanzamos el estadio en que juzgamos primero si el golpe es auténticamente dañino, y si lo es, respondemos con una energía menor que la requerida para desinfectar las consecuencias.

Este incremento de la apacibilidad con la edad (o la sabiduría, supongo que las dos cosas no son idénticas), es algo que requiere cualquiera que aspire al título de «tipo simpático», y es algo a lo que incluso yo aspiro.

¿Y por qué aspiro a eso? ¿Por una virtud inhumana y por santidad?

¡Claro que no! Quiero este título a través de una ambición egoísta. Lo que pasa es que opino que, a la larga (a pesar de Leo Durocher), los buenos chicos acaban primero, y lo que, realmente, quiero es acabar primero.

Déjenme explicarles lo que quiero decir con ello.

Cuando pensamos en esas especies animales que poseen un nivel de inteligencia lo suficientemente elevado como para que nos parezca que sus acciones no son motivadas puramente por el instinto, nos vemos tentados a personificar. Les adjudicamos métodos humanos de pensamiento, imaginándonos que son del todo libres para elegir o decidir esto o lo otro.

En estas condiciones, a veces no podemos dejar de sentimos mortificados, porque de esa forma el
Horno sapiens
aparece como una especie particularmente viciosa: es el único entre los animales que lucha sin necesidad hasta la muerte, es el único que parece gozarse en matar y en saber que inflige daño.

Los animales «inferiores», parecería que sólo peleasen por motivos inmediatos de disputa: un trozo específico de comida, una oportunidad específica, un territorio específico. Uno de los competidores gana y el otro pierde, y se llega a esta decisión con un mínimo de violencia, casi siempre muy lejos de la muerte o incluso de un daño serio. En ocasiones, lo más que se necesita es un conflicto de amenazas. El perdedor abandona el escenario y el conflicto termina.

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