¿Cuál es la fuente del flujo interminable de sabiduría que emerge en nuestros sueños? Ullman admite que no lo sabe, pero ofrece una sugerencia. Dado que el orden implicado representa en un sentido una fuente de información infinita, quizá sea el origen de ese gran fondo de conocimiento. Tal vez los sueños sean el puente de unión entre los órdenes no manifiestos de percepción y representen «la transformación natural de lo implicado en lo explicado».
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Si Ullman no se equivoca en esa suposición, vuelve del revés la visión psicoanalítica tradicional de los sueños, porque en vez de que el contenido del sueño sea algo que asciende a la consciencia desde un substrato primitivo de la personalidad, lo cierto sería exactamente lo contrario.
La psicosis y el orden implicado
En opinión de Ullman, la idea holográfica también puede explicar algunos aspectos de la psicosis. Tanto Bohm como Pribram han señalado que las experiencias que los místicos han relatado durante años —la sensación de unidad cósmica con el universo, el sentido de unidad con toda la vida, etcétera— suenan de forma muy parecida a las descripciones del orden implicado. Sugieren que quizá los místicos son capaces de un modo u otro de ver más allá de la realidad explicada ordinaria y de vislumbrar sus cualidades más profundas y más holográficas. Ullman piensa que los psicóticos también son capaces de experimentar ciertos aspectos del nivel holográfico de la realidad. Pero como son incapaces de ordenar sus experiencias racionalmente, sus atisbos son sólo parodias trágicas de lo que cuentan los místicos.
Los esquizofrénicos, por ejemplo, cuentan a menudo que tienen sensaciones oceánicas de unidad con el universo, pero de una forma mágica y artificiosa. Describen la sensación de pérdida de fronteras entre ellos y los otros, lo cual les lleva a pensar que sus pensamientos ya no son privados. Creen que pueden leer los pensamientos de otras personas. Y en vez de ver a la gente, los objetos y los conceptos como cosas individuales, muchas veces los ven como miembros de subclases cada vez más grandes, una tendencia que parece ser una forma de expresar el carácter holográfico de la realidad en la que se encuentran.
A juicio de Ullman, los esquizofrénicos intentan transmitir su sensación de totalidad continua del mismo modo en que ven el tiempo y el espacio. Hay estudios que muestran que muchas veces los esquizofrénicos tratan lo contrario de una relación exactamente igual que la relación.
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Por ejemplo, según la forma de pensar de los esquizofrénicos, decir que «el acontecimiento A sigue al acontecimiento B» es lo mismo que decir «el acontecimiento B sigue al acontecimiento A». La idea de que un acontecimiento sigue a otro en una secuencia temporal cualquiera no tiene sentido, porque todos los momentos son iguales para ellos. Lo mismo ocurre en cuanto se refiere a las relaciones espaciales. Si la cabeza de un hombre está sobre sus hombros, entonces sus hombros están también sobre su cabeza. Como la imagen en una película holográfica, los objetos ya no disponen de ubicaciones precisas y las relaciones espaciales dejan de tener significado.
Ullman cree que ciertos aspectos del pensamiento holográfico están todavía más pronunciados en los maníaco-depresivos. Mientras que el esquizofrénico sólo obtiene bocanadas del orden holográfico, el maníaco está profundamente inmerso en él y se identifica presuntamente con su potencial infinito. «No puede mantenerse al tanto de todos los pensamientos e ideas que le vienen de una manera abrumadora —afirma Ullman—. Tiene que mentir, disimular y manipular a los que están a su alrededor para acomodarse a su perspectiva expansiva. El resultado final es mayormente el caos y la confusión mezclados con estallidos ocasionales de creatividad y éxito en la realidad consensual».
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El maníaco, por su parte, se deprime al volver de sus vacaciones surrealistas y se enfrenta una vez más a los peligros y a los sucesos azarosos de la vida cotidiana.
Si es verdad que todos encontramos aspectos del orden implicado cuando soñamos, ¿por qué esos encuentros no producen en nosotros el mismo efecto que tienen en los psicóticos? Una razón, dice Ullman, es que cuando nos despertamos dejamos atrás la lógica única y estimulante del sueño. El psicótico, por su enfermedad, se ve obligado a luchar con ella mientras que intenta simultáneamente funcionaren la realidad cotidiana. Asimismo, Ullman mantiene la teoría de que cuando soñamos, la mayoría de nosotros tiene un mecanismo protector natural que nos impide entraren contacto con más aspectos del orden implicado de los que podemos sobrellevar.
Sueños lúcidos y universos paralelos
En los últimos años, los psicólogos se han ido interesando cada vez más por los
sueños lúcidos
, una clase de sueño en la que el soñador mantiene la consciencia plenamente despierta y es consciente de que está soñando. Además del factor de la consciencia, los sueños lúcidos son únicos por otros motivos. A diferencia de los sueños convencionales, en los que el soñador es un participante pasivo principalmente, el soñador, en un sueño lúcido, con frecuencia es capaz de controlar el sueño de varias maneras: convirtiendo las pesadillas en experiencias agradables, cambiando el escenario del sueño y/o evocando individuos o situaciones particulares. Los sueños lúcidos son también mucho más vívidos que los sueños normales y están llenos de vitalidad. En un sueño lúcido, los suelos de mármol parecen extrañamente sólidos y reales y las flores, asombrosamente coloridas y fragantes; todo es vibrante y está dotado de una extraña energía. Los investigadores que estudian los sueños lúcidos creen que muchos conducen a nuevas formas de estimular el crecimiento personal, aumentar la confianza en uno mismo, promover la salud física y mental y facilitar una solución creativa a los problemas.
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En la reunión anual de 1987 de la Asociación para el Estudio de los Sueños celebrada en Washington D.C., el físico Alan Wolf dio una conferencia en la que afirmó que el modelo holográfico puede ayudar a explicar ese fenómeno inusual. Wolf, que tiene sueños lúcidos de vez en cuando, señala que una placa holográfica genera dos imágenes: una imagen virtual que está aparentemente en el espacio detrás de la película y una imagen real que aparece en el espacio frente a la película. Una diferencia entre las dos es que parece que las ondas lumínicas que componen la imagen virtual se apartan
de
un foco o fuente aparente. Como hemos visto antes, eso es una ilusión, pues la imagen virtual de un holograma no tiene más extensión en el espacio que una imagen en un espejo. Pero la imagen real del holograma está formada por ondas lumínicas que llegan
a
un foco, y eso no es una ilusión. La imagen real sí tiene extensión en el espacio. Desgraciadamente, se presta poca atención a esa imagen real en las aplicaciones habituales de la holografía, porque la imagen que aparece en el aire vacío es invisible y sólo se puede ver cuando la atraviesan partículas de polvo, o cuando alguien lanza una bocanada de humo sobre ella.
Wolf cree que todos los sueños son hologramas internos y que los sueños ordinarios son menos vívidos porque son imágenes virtuales. En su opinión, el cerebro también tiene la capacidad de generar imágenes reales y eso es exactamente lo que hace cuando tenemos sueños lúcidos. La viveza inusual del sueño lúcido se debe a que las ondas son convergentes y no divergentes. «Si donde se concentran las ondas hay un
espectador
, estará sumergido en la escena y la escena que aparece le
contendrá
. De esta forma, la experiencia del sueño se le antojará
lúcida
», observa Wolf.
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Al igual que Pribram, Wolf cree que la mente crea la ilusión de la realidad
exterior
a través del mismo tipo de procesos estudiados por Bekesy. A su juicio, esos procesos son también lo que permite crear realidades subjetivas a quien tiene el sueño lúcido, realidades en las que cosas como los suelos de mármol y las flores son tan reales y tangibles como sus equivalentes llamados objetivos. De hecho, piensa que la capacidad para permanecer lúcidos en los sueños sugiere que quizá no hay mucha diferencia entre el mundo en general y el mundo del interior de nuestras cabezas. Y añade: «Cuando el observador y lo observado se pueden separar y decir “esto es lo observado” y “éste es el observador”, lo que según parece es una impresión que se tiene estando lúcido, me parece cuestionable considerar que [los sueños lúcidos] son subjetivos».
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Wolf supone que los sueños lúcidos (y quizá todos los sueños) son realmente visitas a universos paralelos. Son hologramas más pequeños que están dentro del holograma mayor y más inclusivo. Sugiere incluso que la capacidad de tener sueños lúcidos debería llamarse «consciencia de universo paralelo». Como dice él, «la llamo así porque creo que los universos paralelos surgen como otras imágenes en el holograma».
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Posteriormente examinaremos con más profundidad esta y otras ideas sobre la naturaleza última del sueño.
Un viaje gratis en el metro infinito
La idea de que somos capaces de acceder a imágenes del inconsciente colectivo, o incluso de visitar universos paralelos de sueño, desmerece ante las conclusiones de otro investigador destacado, influido por el modelo holográfico. Es Stanislav Grof, jefe de investigación psiquiátrica del Maryland Psychiatric Research Center y profesor ayudante de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins. Después de pasar más de treinta años estudiando estados no ordinarios de consciencia, Grof ha llegado a la conclusión de que la interconexión holográfica pone a disposición de la psique una cantidad abrumadora de vías de exploración. Son prácticamente infinitas.
Grof empezó a interesarse por los estados no ordinarios de consciencia en los años cincuenta, mientras investigaba los usos clínicos del alucinógeno LSD en el Instituto de Investigación Psiquiátrica de su Praga natal (Checoslovaquia). El propósito de la investigación era determinar si el LSD tenía aplicaciones terapéuticas. Cuando comenzó su investigación, la mayoría de los científicos consideraba que la experiencia con el LSD era poco más que la reacción por estrés, la manera en que el cerebro respondía a una sustancia química nociva. Pero al estudiar los informes de las experiencias de sus pacientes, Grof no encontró indicios de reacciones recurrentes por estrés. Había, en cambio, una clara continuidad a lo largo de las sesiones de cada paciente. Según él, «parecía que el contenido de las experiencias, en vez de ser inconexo y aleatorio, revelaba sucesivamente niveles cada vez más profundos del inconsciente».
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Aquello sugería que sesiones repetidas de LSD tenían consecuencias importantes para la práctica y la teoría de la psicoterapia y proporcionaron a Grof y a sus colegas el impulso que necesitaban para seguir con la investigación. Los resultados fueron asombrosos. Enseguida estuvo claro que una serie de sesiones consecutivas de LSD podía acelerar el proceso psicoterapéutico y acortar el tiempo de tratamiento necesario para muchas alteraciones. Se desenterraban y afrontaban recuerdos traumáticos que habían obsesionado a personas durante años y en alguna ocasión se curaron incluso afecciones serias como la esquizofrenia.
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Pero lo más sorprendente fue que muchos pacientes enseguida dejaron atrás las cuestiones relacionadas con su enfermedad y se metieron en zonas desconocidas para la psicología occidental.
Una experiencia común era la de revivir lo que era estar en el útero. Al principio, Grof pensaba que eran sólo experiencias imaginadas, pero cuando se siguieron acumulando datos, cayó en la cuenta de que el conocimiento de embriología implícito en las descripciones era muy superior a la formación previa en la materia que tenían los pacientes. Éstos describían con precisión ciertas características de los sonidos del corazón de su madre, la naturaleza de los fenómenos acústicos en la cavidad peritoneal, detalles específicos sobre la circulación de la sangre en la placenta y hasta pormenores acerca de los diversos procesos celulares y bioquímicos que se producían. Describían también sentimientos y sensaciones importantes que había tenido su madre durante el embarazo y acontecimientos tales como los traumas físicos que había sufrido.
Siempre que le era posible, Grof investigaba esas declaraciones y pudo verificarlas en varias ocasiones preguntando a la madre y a otras personas que habían participado en la experiencia. Los psiquiatras, psicólogos y biólogos que tuvieron recuerdos anteriores al nacimiento durante su instrucción para el programa (todos los terapeutas que participaron en el estudio también tuvieron que someterse a varias sesiones de psicoterapia con LSD) expresaban un asombro similar por la aparente autenticidad de las experiencias.
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Las más desconcertantes eran las experiencias en las que parecía que la consciencia se expandía más allá de los límites habituales del yo y examinaba lo que era ser otras cosas vivas u otros objetos incluso. Por ejemplo, Grof tuvo una paciente femenina que se convenció de repente de que había adoptado la identidad de un reptil prehistórico hembra. No sólo daba una descripción rica en detalles de lo que era estar encapsulada en dicha forma, sino que comentó que la parte de la anatomía del macho de su especie que le parecía más excitante sexualmente hablando era una mancha de escamas de colores que tenía en el lateral de la cabeza. Si bien la mujer carecía de conocimientos previos sobre esta materia, Grof mantuvo después una conversación con un zoólogo que confirmó que, en ciertas especies de reptiles, las zonas coloreadas de la cabeza juegan ciertamente un papel importante como estímulo en la excitación sexual.
Los pacientes eran capaces asimismo de conectar con la consciencia de sus parientes y ancestros. Una mujer experimentó lo que era ser su madre a la edad de 13 años y describió con exactitud un hecho aterrador que le había ocurrido a su madre en aquel entonces. La mujer hizo también una descripción precisa de la casa en la que había vivido su madre, así como del pichi blanco que solía llevar, detalles todos ellos que su madre confirmó después, admitiendo que nunca lo había contado antes. Otros pacientes hicieron descripciones igualmente exactas de acontecimientos que habían sucedido a ancestros suyos que habían vivido décadas e incluso siglos antes.