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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

Guía de la Biblia. Nuevo Testamento (6 page)

BOOK: Guía de la Biblia. Nuevo Testamento
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1 Macabeos 2.18.
...haz conforme al decreto del rey, como... los hombres de Judá y los que quedaron en Jerusalén...

En eso decía probablemente la verdad. La posteridad considera una revolución triunfante como el levantamiento de una nación o de un grupo que forman un solo frente, pero la mayoría de las veces esa idea no es más que un lustre patriótico que se da al recuerdo. En toda revolución, aquellos que siguen fervorosamente la lucha hasta la muerte son una minoría, y suele haber un número al menos igual que son decididamente antirrevolucionarios, más una mayoría efectiva que es apática y va donde la llevan (en una u otra dirección) si es necesario, pero que prefiere que la dejen en paz

Nuestra propia Guerra Revolucionaria fue dirigida por una minoría de rebeldes que no sólo se enfrentaba con los ingleses, sino también con los colaboracionistas, que por lo menos les igualaban en número. Y la mayoría de los colonos no se inclinaba decididamente por bando alguno. Y en la actualidad, el movimiento de los Derechos Civiles entre los negros se enfrenta al problema de la apatía de la mayor parte de sus compañeros de raza.

De modo que en la época de Antíoco no todos los judíos eran enteramente antiseléucidas. Desde sus posiciones progriegas, muchos estaban dispuestos a someterse, incluso deseosos de hacerlo. Así, cuando Matatías se negó a hacer el sacrificio, alguien se acercó rápidamente para realizarlo, ya fuese por convicción o tal vez movido por la idea de que, a menos que alguien lo llevara a cabo, habría una matanza en la ciudad.

1 Macabeos 2.23. ...
en presencia de todos se acercó un judío para quemar incienso en el altar... según el decreto del rey.

Al verlo, Matatías montó en cólera y degolló al judío y al delegado seléucida. Aquella fue la Lexington y Concord
[7]
de la rebelión judía. Matatías y sus hijos tuvieron que huir a las montañas, donde empezaron a agrupar rebeldes en torno a ellos.

En especial, a Matatías se unió una partida de hombres fervorosos cuya lealtad a la Ley Mosaica tradicional era absoluta:

1 Macabeos 2.42.
entonces se unió a ellos un grupo de asideos, israelitas valientes. Todos adictos a la Ley.

La palabra asideos (o hasideos, en la Revised Standard Version) es la forma griega del hebreo «hassidim», que significa «los devotos». Su única preocupación era la religión. La política no les interesaba, y sólo estuvieron dispuestos a recurrir a la violencia cuando la práctica del judaísmo quedó fuera de la ley.

Eran luchadores valientes, pero en cierto sentido constituían un inconveniente, porque una adhesión tan inflexible a la letra de la ley puede crear problemas. Las muchas prohibiciones que se habían creado respecto al día del sábado hizo creer a muchos devotos que iban contra la ley aquellas acciones mundanas requeridas por la defensa propia que se ejecutaban en sábado. Así, Josefo dice que en los años posteriores a la muerte de Alejandro, cuando Tolomeo I marchó sobre Judea para establecer su dominio sobre el reino, pudo tomar Jerusalén sin resistencia porque atacó en sábado. Los judíos no defenderían las murallas en aquel día.

De modo semejante, una partida de devotos exaltados, perseguidos en sábado por fuerzas seléucidas, dejaron que los mataran sin presentar resistencia. Dijeron:

1 Macabeos 2.37. ...
«Muramos todos en nuestra inocencia, y el cielo y la tierra sean testigos de que injustamente nos hacéis morir».

Hay algo impresionante en una fe de ese estilo, pero no es modo de librar una guerra. Matatías y sus amigos guardaron duelo a los muertos, pero insistieron en una política nueva:

1 Macabeos 2.41.
... quienquiera que sea, que en día de sábado viniere a pelear contra nosotros, será de nosotros combatido ...

Eso constituyó un ejemplo de acomodar la ley a las necesidades graves de los hombres, algo que desempeñaría un papel importante en los acontecimientos posteriores del judaísmo y también en la doctrina de Jesús.

Betorón

Matatías no vivió mucho tiempo. Era viejo, y los esfuerzos del campo de batalla se cobraron su tributo:

1 Macabeos 2.70.
Murió el año 146
(166 aC)...

1 Macabeos 3.1.
Le sucedió Judas, apellidado Macabeo.

Pero las fuerzas del imperio seléucida ya se habían puesto en movimiento para aplastar la revuelta y, como suele suceder, el gobierno empezó por subestimar la gravedad del problema. Para empezar, se encomendó el asunto a Apolonio, gobernador de Samaria y delegado oficial en la región:

1 Macabeos 3.10.
Apolonio reunió a las naciones,
[8]
y vino a Samaria con gran ejército para hacer la guerra contra Israel.

Judas Macabeo salió a su encuentro. Apolonio iba sin duda demasiado confiado y avanzó sin precaución, convencido de que podría ocuparse fácilmente de unos cuantos rebeldes. Aquél fue su error. Los hombres de Judas, probablemente emboscados, cayeron sobre él, y su ejército fue derrotado. Apolonio resultó muerto. Judas se apoderó de su espada y la utilizó en batallas posteriores.

Los seléucidas habían de hacer mejor las cosas, y a continuación intervino el ejército y un general, Serón. Ya no se trataba de levas de Samaria, sino del propio ejército.

1 Macabeos 3.16.
Llegaron hasta la subida de Betorón, donde les salió al paso Judas con una pequeña tropa.

Betorón está a unos veinte kilómetros al noroeste de Jerusalén, cerca de Modín, la ciudad adoptiva de Matatías. Allí, Judas y sus hombres se emboscaron en las colinas vecinas; una vez más, el ejército seléucida fue atacado por sorpresa y destruido.

Persia

La victoria judía en Betorón fue lo bastante espectacular para convertir la rebelión de un tumulto local en un asunto observado internacionalmente. Era evidente que el prestigio del régimen exigía un esfuerzo importante para la eliminación de los rebeldes.

Lamentablemente para Antíoco, era más fácil comprender tal necesidad que hacer algo para remediarla. Surgió el mismo problema de siempre: la falta de dinero. Además, el imperio también se eclipsaba en el otro extremo. Mientras Judas y su ejército de milicianos conmocionaban el Oeste, todas las provincias del Oriente iban cayendo.

Los soberanos partos, sometidos a los seléucidas hasta el reinado de Antíoco III, iban ampliando poco a poco su independencia. En el 171 aC, un rey enérgico, Mitrídates I, accedió al trono parto; con él desapareció el último vestigio de sometimiento a los seléucidas. En realidad, Mitrídates extendió su poder en todas direcciones, convirtiéndose en un factor importante del Asia central.

Si Partia hubiera permanecido en calma, Antíoco quizá hubiese podido acabar con la rebelión judía. Pero se encontró atrapado en ambas direcciones. Su prestigio en el extranjero, ya bastante disminuido por su humillación en Egipto, exigía que los judíos no quedaran sin castigo. Por otro lado, con que sólo lograse someter de nuevo a las provincias orientales, podría reunir todo el dinero necesario mediante un tributo punitivo.

Con el prestigio sofrenándole de un lado y el dinero de otro, adoptó la peor decisión posible. Optó por dividir sus fuerzas y embarcarse en una guerra con dos frentes:

1 Macabeos 3.31.
En ese grave aprieto, resolvió ir a Persia
(Partia)
a cobrar los tributos de las regiones y reunir mucho dinero.

1 Macabeos 3.32.
Dejó a Lisias, hombre ilustre ... al frente de los negocios del reino, desde el Éufrates hasta los confines de Egipto.

Antioquía

Antíoco IV dejó a su hijo menor con Lisias, además de la mitad de su ejército e instrucciones de acabar con los rebeldes judíos.

1 Macabeos 3.37.
La otra mitad del ejército la llevó consigo el rey. que partió de Antioquia, la capital de su reino, el año 147
(165 aC),
y atravesando el Éufrates...

Antioquía, la capital del reino (es decir, la capital seléucida) era por aquella época una ciudad relativamente joven.

Alejandro Magno murió en el 323 aC en Babilonia, entonces la mayor ciudad de Oriente. Constituyó una gran presa para los generales que combatían por la corona. La conquistó Seleuco I Nicator en el 312 aC, lo que le asentó en el trono del Asia macedónica y le sirvió para señalar la fecha de fundación del imperio seléucida.

Pero su captura por Seleuco fue el último acontecimiento importante en la historia de Babilonia. Seleuco era un fundador de ciudades y pensó que su capital debería ser una ciudad nueva, no una tan antigua y venerable como Babilonia, sin tradición griega. Por tanto, el año que conquistó Babilonia, Seleuco empezó a construirse una capital nueva sobre el río Tigris, a unos treinta kilómetros al norte de Babilonia. La llamó Seleucia, en honor a su nombre.

A medida que Seleucia crecía, Babilonia declinaba. La gente se trasladaba de la ciudad vieja a la nueva, y los edificios de Babilonia servían de materiales de construcción para Seleucia. En época de los macabeos, la poderosa Babilonia de Hammurabi y Nabucodonosor estaba acabada, y dieciséis siglos de historia se cerraban con un gemido. La ciudad que había exiliado a los judíos cuatro siglos antes era ahora una miserable aldea moribunda; y Jerusalén, a la que había destruido temporalmente, seguía viva y dispuesta a iniciar una nueva etapa de independencia.

Pero Seleucia no era la única capital. Desde luego, estaba situada en un punto central y era rica y próspera. Si los seléucidas hubieran permanecido allí para dedicar su atención a la parte oriental de su imperio, habrían fundido Grecia y Persia en una sociedad unificada que hubiese perdurado de manera indefinida.

Pero desde el punto de vista psicológico, los seléucidas siempre se sintieron atraídos hacia Occidente. El núcleo griego estaba al oeste, y los seléucidas siempre fueron conscientes de la enorme atracción de todo lo griego. Unos cuantos kilómetros de Siria o una franja costera de Asia Menor significaban más para ellos que miles de kilómetros de Asia central. De modo que libraron guerras interminables con Egipto mientras caían enormes territorios al este. Y debido a su dedicación al oeste, necesitaban un centro allí.

En el 300 aC, Seleuco fundó una ciudad al noroeste de Siria, cerca del Mediterráneo. La llamó Antioquía, en memoria de su padre, el general macedonio Antíoco. Esa ciudad, cerca del núcleo de la cultura griega, era ideal como capital de Occidente. A lo largo de reinados sucesivos, cada monarca amplió y embelleció Antioquía. El centro de gravedad del imperio seléucida se desplazó hacia el Oeste, y en la época de Antíoco IV Antioquía era la ciudad más importante del reino; en el mundo griego sólo estaba en segundo lugar, después de Alejandría.

El Templo

Mientras Antíoco IV se dirigía con la mitad de su ejército hacia el este, a Partia, Lisias quedó con la otra mitad para ocuparse de los judíos. No obstante, para Lisias fue mucho más fácil recibir instrucciones que cumplirlas.

A lo largo del año siguiente. Lisias envió dos ejércitos a Judea; ambos fueron derrotados. Judas Macabeo se mostraba invencible, y entonces pudo contar con una etapa de frágil paz mientras los castigados seléucidas se retiraban para lanzar otro ataque.

Por tanto, era hora de volver a consagrar el Templo profanado. Judas Macabeo eligió sacerdotes que no se habían comprometido con las autoridades seléucidas, desmontó el altar profanado y enterró las piedras. Se construyó un altar nuevo, se llevaron vasos nuevos y, finalmente:

1 Macabeos 4.52.
En... año 148
(164 aC),
se levantaron de madrugada

1 Macabeos 4.53.
y ofrecieron el sacrificio prescrito por la Ley en el nuevo altar...

1 Macabeos 4.56.
Durante ocho días celebraron la renovación del altar...

1. Macabeos 4.59
Finalmente mandaron Judas y sus hermanos ... celebrar los días de la renovación del altar a su tiempo, de año en año por ocho días...

Los judíos han seguido celebrando el aniversario de la consagración del Templo hasta nuestros días, en la fiesta de ocho días de «Hanukkah» («consagración»).

Judas escogió deliberadamente la fecha de la consagración del Templo renovado en el tercer aniversario de su profanación y por tanto, tres años y medio después de la captura de Jerusalén por Antíoco IV.

El autor de Daniel, que al parecer estaba dedicado a su obra por aquel entonces, menciona ese intervalo de tres años y medio. Como situó su libro en época del Exilio, cuatro siglos antes, y hace que Daniel lo refiera como una profecía, se vio obligado a emplear lenguaje apocalíptico:

Daniel 7.25.
Hablará
(Antíoco IV)
palabras arrogantes contra el Altísimo..., y pretenderá mudar los tiempos y la Ley. Aquéllos
(el Templo y los judíos devotos)
serán entregados a su poder por un tiempo
(un año),
tiempos
(más dos años) y
medio tiempo
(más medio año).

Idumea

Una vez consagrado el Templo, Judas fortificó el monte Sión, pero no tuvo oportunidad de descansar. El entusiasmo se habría debilitado y desvanecido si los judíos no permanecían ahora a la defensiva; el impulso y el espíritu desaparecerían, las fuerzas se dispersarían y la revuelta languidecería. Al parecer, Judas decidió pasar a la ofensiva y atacar las zonas limítrofes de Judea:

1 Macabeos 5.3.
Comenzó Judas por hacer la guerra a los hijos de Esaú... en Idumea... les infligió una gran derrota...

No fue éste el primer ejemplo de un rápido cambio de conducta de los judíos, pasando de ser una minoría perseguida a una potencia imperial. Ocho siglos y medio antes, David se había hecho cargo de una nación de vasallos filisteos y, al cabo de pocos años, no sólo había logrado la independencia de Israel, sino que instauró la hegemonía israelita sobre los filisteos y otras naciones vecinas.

Este era un caso más limitado, pues el Estado macabeo jamás se aproximó a las dimensiones físicas de los dominios del reino de David. Sin embargo, la victoria de Judas fue el primer paso para la conquista de Edom (o Idumea, que es la versión griega de ese nombre).

Los nacionalistas de la época tal vez creyeran justificar la guerra contra Idumea no sólo como un asunto de enemistad tradicional que se remontaba a las leyendas de Jacob y Esaú (v. cap. I, 1), sino también porque durante el período del exilio babilonio, los idumeos, bajo la presión de los árabes nabateanos (v. cap. I, 16), se vieron obligados a dirigirse al norte. Lo que en tiempos macabeos se llamaba Idumea había sido el sur de Judá en época de la monarquía, y los judíos quizá pensaran que no hacían más que recuperar lo que había sido suyo. (Desde entonces, argumentos similares han servido como pretexto de numerosas guerras.)

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