Read Hermosas criaturas Online
Authors: Kami Garcia & Margaret Stohl
Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil, Romántico
—
¿Y qué hay de la Llamada?
—
Bueno. —La anciana hizo una pausa para sopesar la respuesta—. No sé qué sucede cuando a medianoche no hay luna el día de tu cumpleaños en el decimosexto año. Jamás ha sucedido, hasta donde yo sé, pero tengo el presentimiento de que no hay Llamada si no hay decimosexta luna.
Debería haber sentido alivio, gozo, confusión, pero sólo era capaz de experimentar dolor.
—
Entonces, ¿todo ha terminado?
—
No lo sé.
Me tendió la mano y tiró de mí hasta que ambas nos pusimos de pie. Su palma era cálida y fuerte, y de pronto sentí que mi mente se aclaraba. Era como si las dos supiéramos lo que iba a hacer acto seguido, tal y como Ivy había sabido el siguiente movimiento de Genevieve en este mismo lugar hace más de cien años, o al menos ésa fue mi sospecha
.
Supe qué página debía pasar en cuanto abrimos la agrietada tapa del libro, era como si lo hubiera sabido todo el tiempo.
—
Esto no es natural, eres consciente de ello, y también que dará lugar a una serie de consecuencias.
—
Sí.
—
Y sabes que no hay garantías de que funcione. No salió demasiado bien la última vez, pero puedo decirte esto: tengo a mi tía bisabuela Ivy entre las Notables, y ellas nos echarán una mano si pueden
.
—
Amma, por favor, no tengo elección.
Me miró a los ojos y al final asintió.
—
Sé que nada de lo que diga te va a impedir hacerlo, porque tú quieres a mi chico, y yo voy a ayudarte porque también le quiero.
La miré y entonces comprendí.
—
Por eso trajiste el Libro de las Lunas aquí esta noche
.
Asintió con lentitud.
Luego, alargó la mano hacia mi cuello y de debajo de la sudadera del Instituto Jackson sacó mi collar, donde todavía estaba el anillo de Ethan.
—
Éste es el anillo de Lila. Debe de quererte muchísimo para habértelo dado.
Ethan, te quiero.
—
El amor es algo poderoso, Lena Duchannes. El amor de una madre no es algo con lo que se pueda jugar. A mí me parece que Lila ha intentado ayudarte cuanto ha podido.
Arrancó el anillo dando un tirón al collar. Sentí una marca y un rasguño en la piel allí donde se rompió la cadena. Luego, deslizó el anillo en mi dedo corazón.
—
Lila te habría gustado. Tienes la única cosa que le faltó a Genevieve cuando usó el libro: el amor de dos familias.
Cerré los ojos y sentí el frío metal contra mi piel.
—
Ojalá tengas razón.
—
Espera.
Amma se inclinó y sacó del bolsillo de Ethan el guardapelo de Genevieve, todavía envuelto en el pañuelo de la familia de ésta.
—
Esto es sólo para recordar a todos que ya pesa sobre ti la maldición. —Suspiró con inquietud—. No deseamos que te juzguen dos veces por la misma causa. —Dejó el guardapelo sobre el libro—. Esta vez vamos a hacerlo bien
.
Entonces, se quitó el gastado amuleto de su propio cuello y lo puso sobre el libro, cerca del guardapelo. El pequeño disco dorado casi parecía una moneda cuya imagen se hubiera borrado por efecto del uso y el tiempo.
—
Y esto es para recordar a todos que si fastidian a mi muchacho, me fastidian a mí
.
Cerró los párpados y yo la imité. Puse las manos en las páginas y comencé a canturrear, al principio en voz baja, y luego cada vez más alto.
Cruor pectoris mei, tutela tua est.
Vita vitae meae, corripiens tuam, corripiens meam.
Pronuncié las palabras con confianza, con esa seguridad que se experimenta cuando de verdad a uno le da igual vivir o morir.
Corpus Corporis mei, medulla mensque,
Anima, animae meae, animam nostram conecte.
Grité esas palabras al paisaje detenido a pesar de que no había nadie para oírlas, salvo Amma.
Cruor pectoris mei, luna mea, aestus meus.
Cruor pectoris mei, fatum meum, mea salus.
Amma alargó el brazo y cogió mis manos temblorosas entre las suyas, muy firmes, y juntas volvimos a pronunciar el Hechizo. Esa vez lo recitamos en el lenguaje de Ethan y de su madre, Lila, y del tío Macon, y de la tía Del, y de Amma, y de Link, y de la pequeña Ryan y de cuantos amaban a Ethan, y quienes nos querían. Esta vez nuestras palabras se convirtieron en una canción. Una canción de amor para Ethan Lawson Wate de parte de las dos personas que más le habían querido y que más le echarían de menos si nosotras fracasábamos.
La sangre de mi corazón te protege.
Si tu vida se pierde, la mía con la tuya se va.
Cuerpo de mi cuerpo, mente y tuétano de mis huesos,
alma de mi alma, que nuestros espíritus enlaza,
sangre de mi corazón, mi luna, mi marea.
Sangre de mi corazón, mi condena y mi salvación.
Nos cayó un rayo, a mí, al libro, a la cripta y a Amma, o al menos eso pensé yo que nos había ocurrido, pero después recordé las visiones donde Genevieve también había sentido lo mismo. Amma salió despedida hacia el muro, se golpeó la cabeza contra las piedras.
Fui consciente de cómo la electricidad recorría mi cuerpo y me abandoné a ella, aceptando el hecho de que si moría, al menos estaría con Ethan. Le sentí. ¡Qué cerca estaba! ¡Cuánto le amaba! El anillo me quemaba el dedo. Cuánto me quería él.
Sentía una quemazón en los ojos y veía un fulgor de luz dorada mirase donde mirase, como si fuera yo quien la emitiera.
—
Mi chico —susurró Amma.
Me volví hacia Ethan, bañado por la luz dorada, como todo lo demás. Seguía inmóvil. Miré a Amma, aterrada.
—
No ha funcionado.
Se inclinó sobre el altar de piedra y cerró los ojos.
—
No ha funcionado —grité.
Me alejé del libro a trompicones por el barro y alcé la vista al firmamento, donde la luna había recuperado su lugar. Alcé los brazos hacia el cielo. Por mis venas corría fuego en vez de sangre. La ira me desbordaba sin encontrar un destino adonde ir y advertí que aquélla me consumía. Supe que la cólera me destruiría a menos que encontrara el modo de quitármela de encima.
Hunting. Larkin. Sarafine.
El depredador, el cobarde y mi madre, la asesina que vivía con el propósito de destruir a su propia hija. Las ramas nudosas de mi árbol genealógico de Casters.
¿Cómo se me iba a ocurrir Llamarme a mí misma cuando ellos se habían llevado lo único que me importaba? El fuego me subió por las manos como si tuviera voluntad propia mientras un relámpago zigzagueaba en el cielo. Supe dónde iba a caer antes de que lo hiciera.
Tres puntos en una brújula sin un norte como referencia.
El rayo estalló en llamas y alcanzó tres objetivos de forma simultánea, impactó en quienes me lo habían quitado todo aquella noche. Me habría gustado mirar hacia otro lado, pero no lo hice. La estatua que un momento antes había sido mi madre resultaba de una belleza extraña a la luz de la luna cuando la envolvió la llamarada del chispazo.
Bajé los brazos y me limpié los ojos de tierra, ceniza y lágrimas de pesar, y cuando volví a mirar ella había desaparecido.
Habían desaparecido los tres
.
Empezó a llover y la visión emborronada se me agudizó hasta que fui capaz de ver caer las cortinas de agua sobre los humeantes robles, sobre los campos, sobre los matorrales. Vi con claridad por primera vez en mucho tiempo, tal vez como no lo había hecho jamás. Regresé hacia la cripta, hacia Ethan.
Pero éste había desaparecido.
Había otra persona allí donde momentos antes estaba Ethan. El tío Macon.
No lo entendí y me volví a Amma en busca de respuestas. Sus ojos estaban dilatados por el espanto.
—¿Dónde está Ethan, Amma? ¿Qué ha sucedido?
Pero no me respondió: se había quedado sin habla por primera vez en su vida. Atónita, no apartaba la vista del cuerpo de mi tío.
—
Jamás se me ocurrió que esto pudiera terminar así, Melquisedec, después de tantos años juntos aguantando el peso del mundo sobre nuestros hombros. —Amma le hablaba como si él pudiera oírle, incluso ahora, que hablaba con la voz más baja que jamás le había escuchado—. ¿Cómo voy a mantener en pie todo esto yo sola?
Los huesos agudos de Amma se me clavaron en las manos cuando la agarré por los hombros y le pregunté:
—
¿Qué está pasando?
Alzó los ojos en busca de los míos.
—
No puedes quitarle nada al libro sin darle algo a cambio —replicó con un hilo de voz, y una lágrima rodó por la piel apergaminada de su mejilla.
No podía ser cierto. Me arrodillé junto al tío Macon y, muy despacio, alargué la mano hasta acariciar ese rostro suyo tan perfectamente afeitado. Por lo general, habría asociado su calor engañoso con el de un ser humano, impulsado por la energía de las esperanzas y los sueños de los mortales, pero hoy no. Hoy, su piel estaba fría como el hielo, como la de Ridley, como la de los muertos.
Y sin recibir nada a cambio.
—
No… Por favor.
Había acabado con mi tío y ni siquiera me había Llamado a mí misma, ni siquiera había elegido la Luz, pero le había matado.
Me invadió otra vez la ira y el viento sopló con más fuerza a nuestro alrededor, girando cada vez más, en un remolino muy similar a mis emociones. Empezaba a sentirle como algo familiar, muy semejante a un viejo amigo. El libro había sellado alguna especie de horrible trato, uno que yo no había pedido. Y entonces lo entendí.
Un trato.
Si mi tío estaba tendido en el mismo sitio donde yacía muerto Ethan, ¿podía eso significar que tal vez éste estaba vivo?
Me puse de pie y eché a correr en dirección opuesta a la cripta. La luz dorada teñía el paisaje congelado. A lo lejos vislumbré a Ethan, tendido sobre la hierba junto a Boo, donde tío Macon había estado hasta hacía unos segundos. Me encaminé hacia él y le cogí de la mano, pero estaba fría. Ethan seguía muerto y Macon se había ido también.
¿Qué había hecho? Los había perdido a los dos. Me arrodillé en el barro y enterré la cabeza en el pecho de Ethan antes de echarme a llorar. Sostuve su mano sobre mi mejilla y pensé en todas las veces que me había negado a aceptar mi destino, a rendirme, a despedirme.
Bueno, pues ahora me tocaba.
—
No voy a decir adiós, no pienso decirlo.
Y así debía ser: un sencillo susurro en un campo de hierbajos calcinados. Fue entonces cuando noté que los dedos de Ethan se movían en busca de los míos.
¿Lena?
Apenas podía oírle. Sonreí mientras me echaba a llorar y le besé la palma de la mano.
¿Eres tú, Lena Beana?
Entrelacé mis dedos con los suyos y me prometí no soltarlos nunca; luego, alcé el rostro y dejé que la lluvia lo bañara y se llevara todo el hollín.
Estoy aquí.
No te vayas.
No voy a irme a ningún sitio, y tú tampoco.
M
iré el móvil. Se había roto.
En la pantalla aún se veía la hora: 23:59.
Pero yo sabía perfectamente que era medianoche pasada, pues habían empezado los fuegos artificiales. La batalla de Honey Hill había terminado otro año más.
Yacía tumbado en un campo fangoso, calado por la lluvia. Todo me parecía turbio mientras veía cómo unos fuegos artificiales de poca monta intentaban explotar en el lluvioso cielo nocturno. No lograba concentrarme. Al caerme, me había dado un buen porrazo en la cabeza y en otras partes del cuerpo: me dolía el estómago y la cadera, y todo el costado izquierdo en general. Amma iba a matarme cuando apareciera en casa hecho un Cristo.
Todos mis recuerdos terminaban en el momento en que me aferraba a esa estúpida talla del ángel y un segundo después estaba tendido de espaldas sobre el barro. Pensé que una parte de la estatua se había resquebrajado mientras intentaba subirme al techo de la cripta, pero en realidad no estaba muy seguro. Link debía de haberme arrastrado fuera después de caerme como un idiota. Aparte de eso, tenía la mente completamente despejada.
Supongo que ése era el motivo por el cual no comprendía los llantos de Marian, la tía Del y la abuela, apiñadas en la cripta. Nada me había preparado para la escena que vi cuando llegué allí andando a trompicones.
Macon Ravenwood había muerto.
Tal vez lo había estado siempre, eso lo ignoraba, pero ahora se había ido. Eso lo sabía muy bien. Lena se aferraba al cuerpo del difunto mientras la lluvia los calaba a ambos.
Era la primera vez que la lluvia mojaba a Macon.
A la mañana siguiente reconstruí unos cuantos hechos relativos a la noche del cumpleaños de Lena. Macon fue la única baja. Al parecer, Hunting le había vencido después de que yo perdiera el conocimiento. La abuela explicó que la sangre es un nutriente mucho más poderoso que los sueños. Supongo que él jamás tuvo ninguna oportunidad de ganar a su hermano, pero aun así, eso no le había disuadido de intentarlo.
Macon siempre dijo que haría cualquier cosa por su sobrina, y al final, hizo honor a su palabra.
Todo el mundo parecía encontrarse bien, al menos físicamente. La tía Del, la abuela y Marian se habían arrastrado como habían podido para volver a Ravenwood.
Boo
las había seguido, lloriqueando como un cachorro. La tía Del era incapaz de comprender qué le había pasado a Larkin. Nadie sabía muy bien cómo soltarle la noticia de que en la familia había dos ovejas negras y no una, así que al final nadie dijo ni pío.
La señora Lincoln no se acordaba de nada y Link las pasó canutas para explicarle qué hacía con medias y enaguas en mitad del campo de batalla. Se horrorizó al verse en compañía de la familia de Macon Ravenwood, pero estuvo suave como la seda mientras su hijo la llevaba hasta el Cacharro. Link tenía un montón de preguntas, pero supuse que podían esperar hasta la clase de matemáticas. Eso nos daría algo con lo que entretenernos cuando las aguas volvieran a su cauce, ocurriera cuando ocurriera.
Y Sarafine.
Sarafine, Hunting y Larkin habían desaparecido; lo supe porque cuando recobré el conocimiento ellos ya no estaban allí, allí estaba Lena, que se apoyó en mí mientras regresábamos a la mansión Ravenwood. Yo me hacía un lío con los detalles, un poco lo mismo que ahora, pero al parecer tanto Macon como su sobrina habían subestimado los poderes de Lena como
Natural
. No se sabía muy bien cómo, pero después de todo se las había arreglado para apartar la luna y eludir ser Llamada. Y sin la Llamada, Sarafine, Hunting y Larkin habían huido, al menos por el momento.