James Potter y La Maldición del Guardián (51 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
11.01Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Los jugadores salieron de los vestuarios, ahorrándose las exhibiciones tradicionales de acrobacias aéreas por miedo a chocar unos con otros en la ventisca aun antes de empezar el partido. Muy por debajo, apenas visible, el capitán de Gryffindor, Devindar Das, estrechó la mano de Tabitha Corsica, la capitana Slytherin. Poco tiempo después, los dos capitanes hicieron el saque inicial, uniéndose a sus equipos en el aire. Cabe Ridcully, el árbitro del partido, soltó las Bludger y la Snitch y lanzó la Quaffle hacia las formaciones de los equipos a la espera. Los equipos entraron en acción y el partido dio comienzo.

James lo encontró un partido muy difícil de observar, y no sólo por la espesa y cegadora nevada. Todavía le dolía su fracaso al formar parte del equipo por segundo año consecutivo, y especialmente porque simplemente había estado demasiado distraído para recordar cuándo eran las pruebas de admisión. Se maldijo a sí mismo repetidamente, pensando en que debería ser él quien estuviera allí afuera enfrentándose a Albus como Buscador. No había nada más completamente humillante que ver a Albus alardeando sobre la escoba. Afortunadamente, siendo un Gryffindor, James podía abuchear legítimamente a Albus sin que pareciera envidia. Cuando Noah lanzó una Bludger bien colocada hacia Albus, golpeándolo en la espalda y casi tirándolo de su escoba, James se puso en pie de un salto, aullando burlonamente. Un momento más tarde, le remordía ligeramente la conciencia. Luego recordó que, más que probablemente, Al había cogido la Capa de Invisibilidad y el Mapa de Merodeador y había dejado que James se llevara las culpas por ello. Aulló algo más, pidiendo a voces a Noah que apuntara a la cabeza la próxima vez.

Al final, a pesar ser un partido muy igualado, Gryffindor había ganado. Tara Umar, la Buscadora de Gryffindor, dio una vuelta de la victoria alrededor de las tribunas, con la Snitch en alto, mientras el aire retumbaba de alegría y alborotada conmoción.

James bajó las escaleras de dos en dos, con la intención de atrapar a Albus mientras todavía estuviera en el campo. Corrió sobre la hierba cubierta de nieve en polvo, buscando a izquierda y derecha a su hermano. Finalmente, lo vio con la escoba apoyada sobre el hombro y la cabeza inclinada, aparentemente en profunda conversación con Tabitha Corsica y Philia Goyle. Sintiendo una mezcla de rencor triunfante y justa cólera, James cargó directamente hacia ellos.

—Tenemos que hablar, Albus —gritó sobre el ruido del gentío que se marchaba—. Mamá me envió un Vociferador que debería haber estado dirigido a ti, lo sabes.

Albus no respondió, pero Tabitha y Philia levantaron la mirada. Philia miró con un ceño a James, pero los ojos de Tabitha estaban extrañamente brillantes e inexpresivos. Vio a James acercándose pero no dijo nada.

James se detuvo a algunos centímetros de distancia, con el rostro rojo de ira. Tenía la clara impresión de que interrumpía algo, y se sintió exasperadamente torpe. Se suponía que tenía que manejar mejor esta situación, ¿no? Se aclaró la garganta con fuerza.

—Un momento —declaró Albus sin darse la vuelta. Tabitha apartó la mirada, hacia la extrañamente silenciosa nevada. Después de un momento, cogió la escoba de Albus y caminó lentamente hacia el vestuario Slytherin. Philia la siguió, lanzando una mirada malévola en dirección a James.

—Tu sentido de la oportunidad es bastante pésimo, James —dijo Albus, girándose pero sin levantar la mirada.

—Bueno, lo siento mucho. ¿Debo concertar una cita previa? Asumo que “Tabby” se encargará de eso, ¿no?

—Esto no va sobre mí, imbécil —dijo Albus, mirando por fin a James—. Tabitha está pasando una época muy dura. La derrota de esta noche ha sido el colmo. Significaba mucho para ella. Pero estoy seguro de que eso no te podría importar menos. A ti sólo te importa cuando los Gryffindors tienen problemas.

James entrecerró los ojos y extendió las manos.

—¿De qué estás hablando, Al? ¡Apenas te he visto el pelo desde que desapareciste en esa mazmorra Slytherin! ¿Exactamente a quién no le importa nada aparte de su Casa, eh? ¡Y no es que a ti te importe mucho, pero tengo muy buenas razones para aborrecer a esa víbora de dos caras! ¿Dónde estabas tú el año pasado cuando ella decía que nuestro padre era un mentiroso y un fraude?

Albus sacudió la cabeza, sin mirar a los ojos a James.

—Eso fue entonces. La cuestión es, James, que tú eres un Gryffindor. Simplemente no entiendes la forma en que ella creció y las cosas con las que tuvo que enfrentarse. Por supuesto que no estoy de acuerdo con todo lo que dicen allá abajo, pero tienes que entender como han sido educados. Tienen razones para estar enojados. Especialmente Tabitha.

James apenas podía creer lo que oía. Estampó un pie en el suelo y casi maldijo.

—¡Eso no importa! Albus, sólo te están utilizando. ¿Cómo no puedes verlo? ¡No tienen corazón! No se preocupan por ti. Especialmente esa zorra de lengua de plata. ¡Algún día lamentarás haberte dejado engañar por ellos! Y no digas que no te lo advertí.

Albus arrugó la frente y miró duramente a James.

—Prometo que nunca diré que no me lo advertiste, James. Pero ahora mismo te diré que Tabitha nunca me ha hablado del modo en que tú me estás hablando. Ni me ha hablado nunca de ti del modo en que tú hablas de ella. Es mi amiga. Y para serte sincero, ahora mismo ella necesita amigos... bastante más de lo que yo necesito un hermano.

James quiso resoplar de rabia. ¿Cómo podía Albus ser tan absolutamente obtuso? Albus lo miraba como si estuviera simplemente esperando a que James se fuera.

—Cogiste la Capa de Invisibilidad y el Mapa del Merodeador —dijo James finalmente, recurriendo al único tema en el que sabía sin duda que podía sentirse indignado.

La cara de Albus cambió. Pareció verdaderamente desconcertado y un poco cauteloso.

—¿De qué estás hablando, James?

—No te hagas el inocente conmigo, Al. Ya oíste el Vociferador que mamá me envió. Rose dice que todo el mundo en el Gran Comedor lo oyó el otro día en el desayuno. Ella cree que yo los robé, sólo porque los tomé prestados el año pasado. Tienes que contar a mamá la verdad.

—¿Qué verdad, James? —dijo Albus, enojado y exasperado—. ¡Tú los tienes! ¡Tú! ¡Yo no los cogí!

—¡Por supuesto que lo hiciste! ¡No me mientas! ¡Siempre sé cuando lo haces!

—¡Bueno, entonces tal vez no me conoces tanto como crees! No me colgarás esto, James. No te dejaré convertirme en un tipo ruin sólo porque odies que sea un Slytherin.

James balbuceó.

—¿Qué? ¡Esto no tiene nada que ver con eso! Es sólo que no quiero que mamá piense…

—¡Tiene todo que ver con esto! —gritó Albus, y su voz sonó curiosamente plana en la espesa cortina de nieve. El campo estaba casi vacío ahora, excepto por los dos chicos—. Estabas tan preocupado por entrar en Gryffindor para poder ser como los queridos papá y mamá. ¡Lo intentaste con tanta fuerza que no te permitiste a ti mismo ser tú! Pues bien, yo soy yo, y sólo yo. Albus Severus Potter, un Slytherin. ¡Puedes estar tan celoso como quieras, pero no intentes estropeármelo! Me advirtieron que lo intentarías. Pero créeme, lo lamentarás si lo haces.

Albus se dio la vuelta y se alejó a zancadas, desapareciendo rápidamente en la densa nieve.

—¡Al, espera! —llamó James, comenzando a seguir a su hermano. Se detuvo después de algunos pasos—. Mira, Al, esto ha salido absolutamente mal. No sé qué decir sobre todo eso, pero caray, no hay razón para que tengamos que pelear, ¿verdad? No podemos dejar que una estupidez como nuestras Casas se interponga entre nosotros.

James podía ver que Albus se había detenido. Era apenas una forma gris en la silenciosa nevada.

—Tú eres el único que tiene un problema, James.

—Mira —dijo James torpemente—, olvídalo, ¿vale? Pero honestamente… ¿de verdad no cogiste el mapa y la capa?

La forma gris de Albus se mantuvo en silencio, volviendo la mirada atrás hacia James. Le pareció que negaba con la cabeza, pero James no pudo estar seguro. Luego Albus dijo:

—¿Vas a ir a casa para las vacaciones?

James parpadeó.

—¿Por qué no iba a hacerlo?

—Está claro que mamá cree que hablamos más de lo que lo hacemos —dijo Albus, como si eso fuera una explicación—. Me envió una carta el día que tú recibiste el Vociferador. Han vendido la Madriguera. La familia la vaciará durante las vacaciones. Es el único momento en que todo el mundo está disponible para ayudar. Se avecinan unas vacaciones bastante horribles, por lo visto. Le dije a mamá que yo me quedo aquí. No quiero ver el mundo del abuelo deshacerse poco a poco.

James se sentía como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.

—¿Han vendido la Madriguera?

La silueta nebulosa de Albus pareció asentir esta vez.

—Una pareja de ancianos apellidados Templeton la ha comprado. Al menos no son muggles. Van a derribarla y construir una pequeña casa de campo de veraneo en la propiedad. Mamá dice que al menos mantendrán el huerto.

Se produjo un largo silencio entre los dos hermanos. Finalmente, James dijo:

—No lo sabía. Mamá no me dijo nada.

—Como te dije, ella creyó que yo te lo contaría. Y acabo de hacerlo. No iré a casa para eso. Feliz maldita Navidad, ¿eh?

James no pudo evitar reírse algo ahogadamente.

—Ve a hablar con Tabitha, Al. Resolveremos todo más tarde.

Sin una palabra, Albus se dio la vuelta y desapareció en la nieve. James miró a su alrededor. Las tribunas eran casi completamente invisibles. Le pareció estar en una isla de hierba cubierta de nieve, rodeada por copos que caían silenciosamente. En la oscuridad, la cortina de nieve se parecía más a ceniza. James se encogió de hombros, suspiró, y salió laboriosamente del campo.

Rose se mostró también molesta por la venta de la Madriguera, pero a regañadientes, parecía comprender lo necesaria que era. Juntos, ella y James determinaron que también se quedarían en Hogwarts durante las vacaciones. Ella incluso se las arregló para hacer que pareciera una divertida aventura. Inmediatamente escribió una breve carta a sus padres preguntándoles si no había problema en que se quedara. James añadió una nota a la carta de Rose, pidiéndole a su tía Hermione que dijera a sus padres que había decidido quedarse también, como Albus.

—Claro que nos dejarán —asintió Rose mientras sellaba la carta—. Saben que sería terrible ver ese lugar despedazado durante las vacaciones, especialmente cuando todos hemos pasado tantas navidades felices allí. Para ser honesta, probablemente será más fácil para ellos si no estamos por ahí.

Como distracción, James volvió su atención a la amenaza del Guardián y el misterio de la involucración de Merlín en el asunto. Recordó a Ralph y a Rose que debían buscar las dos Piedras Faro. Sabía que podían ser muy difíciles de rastrear, pero al fin y al cabo, la primera mitad de la piedra había sido bastante fácil de localizar.

James, Ralph y Rose estaban tomando notas en la última clase de Literatura Mágica antes de las vacaciones de Navidad, cuando Merlín llamó perentoriamente a la puerta, interrumpiendo a la profesora Revalvier.

—Ah, director —dijo Revalvier, sonriendo—. En cierto sentido, estábamos hablando de usted. Tiende a surgir de tanto en tanto en los libros de los reyes; aunque, estoy segura, de forma muy exagerada.

Merlín se aproximó al escritorio de la profesora.

—En efecto. Y es precisamente ese detalle el que he venido a discutir, brevemente, si me lo permite.

El director bajó la voz de forma que sólo Revalvier pudiera oírlo. La clase presintió una falta de atención, y de inmediato cayó en conversaciones silenciosas e intercambio de notas, preparándose para marchar hacia el almuerzo.

Rose codeó a James con fuerza. James la miró, irritado, y entonces vio sus ojos muy abiertos y su mirada furtiva. Siguió sus gestos. Merlín estaba de pie muy cerca de la profesora Revalvier, cuya sonrisa había desaparecido. La mano del director colgaba a su lado, muy grande y de aspecto poderoso. No traía su báculo consigo, pero eso no significaba nada. Merlín parecía capaz de hacerlo aparecer si era necesario, como si lo guardara en un armario invisible que lo seguía a todas partes.

—¿Qué? —susurró James, sin ver lo que Rose le estaba señalando. Entonces, con un sobresalto, vio el anillo negro en la mano de Merlín. Emitía un brillo apagado, como si la luz se reflejara en él a regañadientes. No debería haberle sorprendido. Él había estado allí esa noche de hacía mil años, cuando Salazar Slytherin le había regalado el anillo a Merlín. Y sin embargo, viéndolo ahora, destellando macabramente en el dedo del mago, parecía demasiado real. Hasta ahora, había sido capaz de medio convencerse a sí mismo que había sido algún tipo de sueño.

Revalvier asentía cortésmente, obviamente nada contenta con lo que Merlín le estaba diciendo. Merlín se dio la vuelta y salió de la habitación sin malgastar una mirada con la clase.

—Parece que habrá un ligero cambio en la lectura obligatoria de vacaciones —dijo Revalvier, cerrando el libro sobre su escritorio—. El director considera que sería más beneficioso para nosotros saltarnos el último siglo de la Edad Oscura y proceder directamente al Renacimiento. Podría tener razón. El Renacimiento es, como su nombre indica, la edad de oro de la literatura mágica. Por tanto, pueden hacer caso omiso al resto del actual capítulo en sus libros de texto y omitir Hrung Hrynddvane de su lectura asignada para vacaciones. Tal vez elegirán para pasar ese tiempo adelantando el comiendo del Libro de los Cuentos Sin Nombre de Waddeljav. Sí es así, pueden llevar un registro escrito de los nombres de la historia verdadera ya que seguramente cambiarán para cuando retomemos las clases.

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
11.01Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

My Life as a Man by Philip Roth
Scarlet Woman by Shelley Munro
The Makeover by Vacirca Vaughn