James Potter y La Maldición del Guardián (49 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
7.77Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

—¡No! —chilló James—. Quiero decir, ¡no sé cómo hacerlo! ¡No puedo pensar!

Un rayo rojo chamuscó el aire, golpeando el ala de Slytherin. Él chilló y el ala se agitó torpemente.

—¡Aléjate de ese Espejo! —gritó Slytherin, las palabras sonaban extrañas en esa boca de murciélago—. ¡Tócalo y morirás!

—¡Adelante! —urgió Ravenclaw—. ¡Como hiciste antes!

Slytherin se lanzó de nuevo hacia adelante, finalmente abriéndose paso a través del agujero abierto en el retrato. Hufflepuff y Ravenclaw le dispararon hechizos Aturdidores, pero en su forma mutada, solo le debilitaban ligeramente. Chasqueaba los dientes y rugía hacia ellos.

James se dio la vuelta y se lanzó contra el Espejo. En el momento en que lo tocó, el reflejo se fundió, revelando el familiar humo plateado. Se arremolinaba vertiginosamente ante la cara de James.

—¡Vamos, James! —gritó Hufflepuff. Se produjo un silbido y el horrible sonido de una cuchillada. Uno de las brujas gritó, pero James no pudo decir cual.

—¡Desearía estar en cualquier otra parte! —dijo James en voz alta; atacado por el pánico, lo corrigió—. ¡Desearía estar en casa! ¡Desearía estar en mi propia época! ¡Ahora mismo!

Directamente tras él, Slytherin rugió, su voz a la vez humana y bestial. James sintió el aire de las alas de Slytherin y sintió la cuchillada cercana de las garras de murciélago.

Y entonces todo desapareció. La cámara oculta se esfumó, succionada por un remolino de niebla plateada. James sintió la misma extraña sensación de vértigo, como si estuviera siendo puesto del revés a través del Espejo. Hubo un rugido de viento y velocidad, y después una caída. Cayó hacia delante, sosteniéndose sobre manos y rodillas, y su varita aterrizó con un traqueteo en el suelo delante de él.

Levantó la mirada. Estaba en una pequeña habitación oscura. Parecía estar llena de baúles polvorientos y cajas viejas. Se dio la vuelta gateando, volviéndose para mirar en la dirección de donde había caído.

Allí, con el mismo aspecto pero cubierto por una gruesa capa de polvo, estaba el Espejo Mágico de Slytherin. La primera palabra de la ahora antigua inscripción era todavía claramente visible: "Oesed".

—¿James? —preguntó una voz de chica, sobresaltándole—. ¿Eres tú? ¡Lo es! ¡Despertad los dos! ¡Ha ocurrido!

—¿Rose? —preguntó James, absolutamente perplejo. Ésta apareció de entre las sombras cerca de la puerta, desarreglada y cubierta de telarañas. James parpadeó hacia ella—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde estoy?

Ralph se ponía de pie adormilado.

—Es medio de la maldita noche. ¿Dónde sino?

—¡Él lo sabía! —dijo Rose, casi saltando de excitación—. ¡Dijo que aparecerías aquí si teníamos el Espejo listo, y lo has hecho! ¡Los tres hemos estado esperando aquí desde la cena! ¡Estábamos enfermos de preocupación! James, ¿qué ha pasado? ¿Dónde has estado?

—Espera un minuto —dijo James, poniéndose en pie con dificultad—. ¿Cómo sabía Ralph que aparecería aquí? Nadie podía saber eso.

—Yo no —dijo Ralph somnoliento, palmeando el hombro de James—, aunque me encantaría adjudicarme el crédito. No, esto fue idea suya.

Ralph lanzó el pulgar sobre el hombro. James miró y vio al chico que se ponía lentamente en pie, con una sonrisa cansada y socarrona en la cara.

—Justo a tiempo, Potter —dijo Scorpius—. ¿Has tenido un viajecito agradable?

12. Cuestión de Confianza

James decidió que, por mucha curiosidad que sintieran todos, estaba demasiado exhausto como para interminables explicaciones. Les contó simplemente que había viajado de vuelta a la época de los fundadores, y que había descubierto mucho más de lo que pretendía sobre Merlín. Prometió explicarlo todo con detalle a la mañana siguiente, que era sábado. A regañadientes, los demás estuvieron de acuerdo, y los cuatro estudiantes salieron furtivamente del trastero. James permitió que Ralph y Scorpius les guiaran a través de los oscuros corredores, regresando al vestíbulo principal.

—¿De verdad conociste a los fundadores? —apremió Rose, negándose a esperar por los detalles.

James asintió con la cabeza cansadamente.

—Lo hice. Eran bastante más… auténticos… de lo que imaginaba.

Rose sacudió la cabeza asombrada.

—¿Cómo era Helga Hufflepuff? Ella es de quien menos sabemos.

—Era brusca —dijo James—, pero agradable. Quería discutir las cosas con Slytherin aún después de que él hubiera intentado matarnos a todos. Pero no era una persona a la que se derrotara fácilmente. Ninguno de ellos lo era. Eran duros. Te contaré más mañana. ¿Cómo sabíais todos que me había perdido?

—Bueno, ha pasado un día entero, ¿no? —dijo Ralph en un susurro—. Además, ayer Cedric me despertó en mitad de la noche. Me contó exactamente lo que ocurrió. Creé que Merlín había hechizado a la gárgola para que le alertada de alguna forma, si alguien utilizaba la contraseña para subir a la oficina del Director. Merlín ha estado rondado por toda la escuela, obviamente erizado como un avispón, pero no ha dicho nada. Rose cree que está buscando algo.

—¡Creo que anda buscando el Espejo de Oesed! —exclamó Rose—. Apuesto a que presintió que estaba aquí, escondido en alguna parte, pero no puede encontrarlo. De algún modo está protegido. ¡Apuesto a que eso le tiene echando espuma por la boca!

—¿Cómo lo encontrasteis vosotros? —preguntó James cuando alcanzaban las escaleras.

Ralph miró a Scorpius, quien se encogió de hombros.

—Sabía dónde mirar —dijo el chico pálido—. Y cuándo. Más o menos.

Los cuatro se detuvieron al pie de las oscuras escaleras. En el rellano más cercano, la ventana Heracles había cambiado otra vez, la cara de Heracles volvía a ser la caricatura de Scorpius. Filch se pondría furioso.

James sacudió la cabeza.

—Simplemente no me lo explico, Scorpius. ¿Cómo es posible que lo supieras?

Scorpius soltó un profundo suspiro.

—Me lo contaron. Mi padre sabe mucho de ello. Ha estudiado los escritos de los fundadores durante años. Es una especie de pasatiempo para él. Quería saber más sobre Salazar Slytherin, principalmente, para ver cómo era en realidad, pero después se interesó por los diarios de Rowena Ravenclaw. Ella lo ponía absolutamente todo por escrito. Mi padre resolvió algunas de las pistas y códigos de los diarios de Ravenclaw. Aparentemente, ella tenía intención de que fueran descubiertos. Describe a un chico que la visitó a ella y a los demás fundadores, un niño supuestamente del futuro. Descubrió que si este debía tener éxito en regresar a través del Espejo, alguien tendría que prepararlo en este lado, en este tiempo. Decidió que era su deber asegurarse de que ocurriera, así que desarrolló el código y dejó pistas para que la persona indicada lo resolviera todo. Al parecer mi padre era esa persona. Las pistas proporcionaban una fecha e instrucciones.

La cabeza de James daba vueltas.

—¿Pero cómo pudo averiguarlo? ¿Cómo pudo ella saber una fecha exacta?

Scorpius se encogió de hombros.

—Esa es una pregunta para mi padre. No puedo imaginar porque es tan importante. El hecho es que lo averiguó.

—Es obvio —susurró Rose —. Tú has debido decirle la época de la que venías. Has debido darle pistas.

—¡No les dije nada parecido! —dijo James, pero entonces se le ocurrió algo—. Sin embargo les hablé de la reaparición de Merlín. Les dije que había ocurrido hacía un año, la noche de la alineación de los planetas.

—Eso es casi todo lo que necesitaría —contestó Rose—. Ellos sabían cómo rastrear esa clase de acontecimientos. Probablemente calculó la fecha exacta de la alineación, luego añádele algunas otras pistas que habrás mencionado, como el día de la semana o el mes, el momento del curso escolar, incluso la fase de la luna. ¡Ella era mortalmente inteligente, ya sabes!

James asintió.

—Sin duda fue eso. Pero aún así, ¿cómo encontrasteis el Espejo si ni siquiera Merlín pudo encontrarlo?

Rose interrumpió a Scorpius:

—¡Ravenclaw proporcionó una especie de mapa mágico! Incrustó una señal encantada en el Espejo de Oesed, y dejó constancia del hechizo requerido para localizar la señal. Todo lo que tuvimos que hacer entonces fue seguirla. Cuando lo encontramos, simplemente tocamos el Espejo y deseamos que lo perdido nos fuera devuelto. Eso es lo que hicimos, y luego simplemente esperamos. Finalmente, ¡pum! ¡Aquí estás otra vez!

—Bastante limpio, ¿eh? —susurró Ralph, sonriendo—. Y todo gracias a Scorpius aquí presente. O a su padre, en realidad.

Scorpius puso los ojos en blanco.

—Si ya hemos terminado de felicitarnos a nosotros mismos, tengo planes para mañana. Vosotros tres podéis quedaros aquí y dejaros arrinconar por el viejo gato mágico de Filch si queréis, pero yo me voy a la cama. —Se dio la vuelta y comenzó a subir trabajosamente las escaleras.

James se despidió de Ralph, luego siguió a Scorpius escaleras arriba, con Rose a su lado.

Cuando los tres pasaban por el hueco del retrato hacia la sala de descanso Gryffindor, Rose sonrió cansada a James.

—Me alegro de que lograras regresar, James. No sabíamos dónde habías ido en realidad, o si la información de Scorpius era correcta. Me asusté de verdad. Pensé que tal vez Merlín te había atrapado de algún modo.

James frunció el ceño, pensando en las palabras que Rowena Ravenclaw le había dicho, urgiendo a James a no dejarse encandilar por Merlín, advirtiéndole que podría tener que enfrentarse al hechicero si llegaba el momento adecuado. Trató de sonreír animosamente a Rose.

—Estoy bien—dijo—. Pero estuvo cerca. Os lo contaré a todos mañana. Os lo contaré todo, si de verdad queréis saberlo. Por ahora, durmamos. Me caigo de sueño.

Se desearon buenas noches y subieron sus respectivas escaleras. Cuando James llegó al dormitorio oscurecido, Scorpius estaba ya en su cama, de espaldas a James.

La túnica robada de clérigo de James no había atravesado el Espejo con él, así que todavía vestía su pijama a rayas. Cansadamente, devolvió sus gafas y su varita de nuevo a su mochila y trepó a la cama. Yació allí un momento, y luego se enderezó.

—Scorpius —susurró. El chico no se movió, pero James sabía que estaba escuchando—. No sé por qué me ayudaste, pero gracias.

James se recostó. Transcurrió un minuto y ya estaba casi dormido, pero entonces oyó a Scorpius moverse. En la oscuridad, el chico contestó en un susurro:

—No me lo agradezcas aún, Potter. Puede que llegue el momento en que desearás no haber logrado regresar. Puede llegar el momento en que me maldecirás por esto.

James durmió hasta muy tarde la mañana siguiente y despertó al resplandor brillante de la nieve en la ventana del dormitorio. Se lavó, se vistió, y corrió escaleras abajo, buscando a sus amigos. Finalmente, encontró a Rose y a Ralph en la biblioteca, discutiendo quedamente sobre una de las preguntas de los deberes de la profesora Revalvier.

—Vosotros dos sois patéticos —dijo James—. Haciendo los deberes en una mañana de sábado.

—Técnicamente, apenas es de mañana ya —contestó Rose—. Te hemos estado esperando. Nos morimos por saber lo que pasó ayer.

Ralph cerró su libro de un golpe.

—Además, está helando fuera. Incluso el lago se ha congelado. Todos los mayores están soñando con intentar imaginarse con quién ir al Baile de Navidad. No hay nada más que hacer. A propósito, ¿recibiste el pato-mensaje de Zane?

James parpadeó.

—¿Cuándo? ¿La otra noche?

—No, esta mañana temprano. Hmm, anoche, para él. También quiere saber qué te pasó. Dijo que le avisáramos vía pato cuando estuvieras listo para hablar de ello y que le dijéramos donde nos encontraríamos.

James sacudió la cabeza y sonrió.

—¡Eso es una locura!

—Así es Zane —Ralph se encogió de hombros.

—¿Qué hay de Scorpius? —preguntó James a regañadientes—. ¿Deberíamos incluirle?

Rose parecía incómoda.

—Dice que ya sabe todo lo que necesita saber de esto.

—Sea lo que sea lo que signifique eso —añadió Ralph—. Oh sí, eso me recuerda algo. Recibiste algo llamado un “Vociferador” ayer por la mañana.

—¿Qué? —dijo James, frunciendo el ceño—. ¿Un Vociferador? ¿De quién?

—De tu madre —contestó Rose—. Fue entregado durante el desayuno, pero no estabas allí para abrirlo. Intentamos sacarlo del Gran Comedor, pero estalló antes de poder hacerlo. Me temo que todo el mundo lo oyó. En realidad podías habérnoslo dicho, James.

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
7.77Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Rule of Three by Jamieson, Kelly
Sonora by Pastor, Juan
The Black Tower by BYARS, BETSY
Freeing Lana by Elyon, Kristin
02 South Sea Adventure by Willard Price
Vengeance is Mine by Reavis Z Wortham
Ritual in the Dark by Colin Wilson