James Potter y La Maldición del Guardián (50 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
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—¿De qué estás hablando? —exclamó James—. ¿Qué decía el Vociferador?

Rose estudió la cara de James.

—¿De verdad no lo sabes?

—¡Sangrientos infiernos, Rose, me estás matando! ¿Qué decía?

—Era la voz de tu madre —dijo Ralph—. Estaba realmente cabreada, y ruidosa como una trompeta. Dijo que en realidad no podía culparte por cogerlos el año pasado porque eras el hijo de tu padre, pero que había esperado que hubieras aprendido la lección. Dijo que eran peligrosos, y lo que es más, que pertenecían a tu padre, y también él estaba muy decepcionado porque los hubieras cogido a escondidas de nuevo. Luego dijo que esperaba que todo el mundo la oyera, incluyendo a los profesores, así todos sabrían que deambulabas por ahí con la Capa de Invisibilidad y el Mapa del Merodeador, y que debían poner fin a ello.

James balbuceó, mudo.

—Pero… pero ¡yo no los cogí! ¡Están todavía en casa, en el baúl de papá! ¡No los he tocado desde el año pasado!

—Bueno —dijo Rose, señalando lo obvio—, no están en casa, en el baúl de tu padre, aunque tú no los cogieras. Han desaparecido y tu madre parecía bastante segura de que eras tú el culpable.

James se sentía enfadado y herido por igual. ¿Cómo podía su madre acusarlo así? Vale, había cogido prestados la Capa y el Mapa el año pasado, pero había tenido muy buenas razones para ello. Había aceptado su castigo, ¿no? No tenía ninguna intención de tomar prestada la Capa y el Mapa este año. Pero ¿quién podía haberlos cogido, entonces? Y en aquel momento, con un sobresalto, James recordó la mañana en que salían hacia el tren, cuando Albus se había retrasado misteriosamente preparando su baúl.

—¡Ese pequeño escreguto! —resopló James, furioso.

—¿Qué? —preguntó Rose—. ¿Quién?

—¡Albus! ¡Pequeño diablillo Slytherin! ¡Él los robó! ¡Tuvo que ser él! La mañana que salimos hacia el tren, andaba rondando por ahí, con el equipaje a medias. Luego, de repente salió de la habitación unos minutos. Mamá y papá estaban abajo sacando el coche. Debió meterse a hurtadillas en su cuarto y robar la capa y el mapa del baúl de papá. ¡Él sabía que me culparían a mí!

—No puedes saber eso —amonestó Rose.

—No puedo —estuvo de acuerdo James, asintiendo con la cabeza—. Pero lo sé. Espera a que le ponga las manos encima. Le obligaré a enviar una lechuza a mamá y papá confesándolo todo. Verás si no.

—Mientras tanto —intervino Ralph—, todavía nos morimos por oír hablar de tu descabellada aventura de ayer. ¿Podemos dejar atrás este pequeño detalle por el momento?

James todavía estaba enfurecido, pero estuvo de acuerdo. Sólo tenía que ocuparse de encontrar a Albus más tarde. Tal vez convencería a Ralph para que le escoltara a la sala común Slytherin.

Ralph continuó:

—Hemos estado pensando en todo esto y se nos ha ocurrido un lugar genial para encontrarnos con Zane y oír tu historia. Ve a coger tu capa y reúnete con nosotros junto la entrada de la rotonda. Y trae tu varita.

Algunos minutos más tarde, James se reunió otra vez con Ralph y Rose junto a los restos quebrados de las estatuas de los fundadores. Las puertas de la enorme rotonda estaban cerradas contra el día invernal, pero una pequeña hoja en la portilla izquierda permanecía abierta. Rose los condujo hacia allí.

Cuando James cruzaba el suelo de mármol, se sintió muy extraño. Recordó las estatuas como las había visto la última vez, intactas y nuevas. Miró hacia arriba mientras atravesaba el arco principal. El nombre de la escuela estaba gastado, casi perdido en los oscuros recovecos del techo abovedado. James se imaginó que si fuera a la base de la estatua, todavía podría encontrar pedacitos del espejo de plata quebrado en las grietas del suelo. Se estremeció.

Cuando pasaron a través del diminuto portal, los tres estudiantes entrecerraron los ojos contra la luz cegadora y la claridad nevada del día. El lago estaba ciertamente medio congelado, con el borde del hielo blanco desvaneciéndose en el negro, cerca del centro donde las olas rompían contra la superficie quebradiza. El viento era afilado y áspero, llevando motas de nieve como si fuera arena. Ninguno de los tres habló mientras se abrían paso alrededor del castillo, encogidos contra el frío, y a James le divirtió ver que caminaban hacia el antiguo granero de piedra en el cual Hagrid alojaba su colección de animales salvajes.

—Hará calor allí dentro —exclamó Ralph, tirando de la puerta para abrirla—. Y podemos estar bastante seguros de que nadie más vendrá aquí hoy. ¡Demasiado frío!

Sin duda hacía calor en el granero, gracias a las llamaradas ocasionales de Norberta. Las linternas de la pared iluminaban el sucio suelo alegremente, contrastando con la luz fría y blanca que se colaba a través de las pequeñas ventanas del granero. Las bestias en sus jaulas resollaron y ladraron cuando pasaron los estudiantes.

—Hay banquetas encima de las jaulas más grandes —señaló Rose—. Sentémonos. He traído un frasco de chocolate caliente y algunas barritas de cereales.

—Caray, Rose —dijo Ralph apreciativamente—. ¡Piensas en todo!

Rose abrió su bolso, sacando el frasco y algunas tazas.

—Lo malo es Zane —comentó ella—. Él no puede probar nada, no está aquí realmente.

—Traje mi propia provisión —dijo Zane alegremente, apareciendo en el aire entre ellos. Los tres estudiantes dieron un respingo hacia atrás, y luego contemplaron la forma suspendida. Zane flotaba a dos pies del suelo, aparentemente sentado en la nada y masticando felizmente un trozo de salchicha en un tenedor—. Es apenas la hora del desayuno aquí, ya sabéis, y normalmente no soy una persona madrugadora. Pero no me perdería esto por nada del mundo. Me alegra ver que lograste regresar, James.

—Er, gracias —contestó James—. Pero esto resulta un poco extraño. Estás, er, flotando un poquito.

Zane echó un vistazo alrededor, masticando la salchicha.

—Ah, sí. ¿Oye, Raphael, qué hacemos cuando el
Doppelgänger
insiste en levitar?

Hubo una pausa mientras Zane escuchaba. Asintió.

—Lo siento, chicos. Aparentemente es parte de la intuición básica del
Doppelgänger
. Quiere aparecer flotando. Se supone que es más espeluznante así. Tal vez lo dejará pronto si se aburre.

—¿Has atrapado a un
Doppelgänger
de ti mismo y lo estás utilizando para proyectar mensajes? —dijo Rose incrédula.

—¿No se lo explicaste? —preguntó Zane, mirando a James—. Sin embargo es bastante rápida, ¿no?

—¡Pero eso es patente y completamente imposible! —balbuceó Rose—. ¡Los
Doppelgänger
s son sólo leyendas! ¡Esto es peor que el asunto del Efecto Mariposa!

—Un poco tarde para afirmar que no funcionará, Rosie —dijo Ralph, masticando una barrita de cereales.

—Esto podemos mantenerlo tanto tiempo como necesitemos —dijo Zane, bajando su tenedor. Este pareció flotar a su lado, sin apoyo—. Aún más tiempo si me lanzáis un Hechizo Lacerante o algo por el estilo, solo para fomentar un poco la magia. La verdad, Franklyn se alegra de la oportunidad de probarlo. Así que, vamos, James. Cuéntanos a todos tus aventuras en la Edad de Piedra.

James se zambulló en su narración, intentando recordarlo todo. Explicó su viaje a través del Espejo, y dónde había terminado, convirtiéndose, contra toda probabilidad, en el misterioso “fantasma del pedestal” como Ashley Doone había dicho en broma. Esto requirió un poco de más explicación porque Zane nunca había visto la foto de los fundadores ni había oído hablar de las conspiraciones que la rodeaban. James procedió luego a explicar su captura a manos de Salazar Slytherin, y la subsiguiente conversación oída a escondidas entre los Slytherin y Merlín de entonces. Describió el duelo en lo alto la Torre Sylvven, y la aventura de encontrar el espejo de Slytherin, gemelo del de Merlín. Finalmente, repitió las palabras de Rowena Ravenclaw, advirtiéndole de lo que significaba el regreso de Merlín y cómo él era el Embajador del Guardián. Para cimentar sus palabras, James sacó el recorte de periódico que Lucy le había enviado, obviamente refiriéndose a los actos de la horrible entidad.

Para cuando James hubo terminado, el chocolate caliente y las barritas de cereales se habían acabado hacía mucho, y los tres había tenido que disparar hechizos lacerantes contra Zane casi una docena de veces.

—Suena como si hubiera estado pasando algo con ese Espejo allá por la época de los fundadores —comentó Zane—, por la forma en que Hufflepuff y Ravenclaw respondieron cuando lo encontraste.

—Así es —estuvo de acuerdo Rose—. Parece como si lo conocieran pero hubieran creído que había sido destruido de alguna forma. Obviamente, Slytherin lo escenificó así para poder quedarse el Espejo para él. Finalmente, sin embargo, los demás fundadores lo recuperaron, pero sin el Libro de Concentración, al parecer, que Slytherin probablemente había escondido en alguna otra parte. ¡James, cambiaste la historia!

—No pudo hacerlo —dijo Ralph, frunciendo el ceño—. Está claro que habían recuperado el Espejo de Oesed de manos de Slytherin aun antes de que James viajase en el tiempo. Parece muy importante en la historia de tu padre, ¿verdad, James?

James asintió.

—Sí, he oído hablar de ello montones de veces. Él vio a sus padres muertos en ese Espejo. Realmente significó mucho para él. Casi demasiado, según Dumbledore.

—Por eso los Giratiempos han sido declarados ilegales —resopló Rose—. El viaje en el tiempo es demasiado complicado y extraño. Si James regresó anoche, entonces ni que decir tiene que él había existido con anterioridad todo el tiempo. Él fue la razón por la que el Espejo fue recuperado de manos de Slytherin la noche que le expulsaron.

Ralph arrugó la cara, concentrándose.

—Eso no tiene ningún sentido en absoluto.

—No, utilizar
Doppelgängers
para transmitir mensajes personales sí que no tiene ningún sentido —replicó Rose, mirando de reojo a la figura flotante de Zane—. Esto es simplemente improbable y complicado.

—Pero averiguamos lo que necesitábamos saber sobre Merlín —dijo James tristemente—. No podemos confiar en él. Es el Embajador de esta criatura, el Guardián. Aún podríamos tener que enfrentarnos a él si esperamos enviarlo de vuelta.

—Yo no — dijo Ralph vigorosamente—. Mi varita es parte de su báculo. ¡Probablemente se volvería contra mí!

Rose sacudió la cabeza.

—Eso no funciona así, Ralph. Ahora es tuya. Obedece al mago que la gana.

—Puede que no se trate de enfrentarse a Merlín —dijo Zane, con expresión pensativa—. Parecía como si a Merlín no le entusiasmase realmente el descenso del Guardián, pero supiera que era posible. Cogió la piedra de Slytherin, para así poder controlarlo. Tal vez tenga intención de enviarlo de vuelta. Después de todo, como dije antes, el hecho de que vosotros tres todavía respiréis quiere decir que no puede ser del todo malo. Él sabe que lo sabéis. Especialmente ahora.

—Sólo tiene la mitad de piedra —replicó Rose—. Slytherin tenía la otra mitad. Tenía intención de pasarla, para que a así quienquiera que estuviera todavía vivo para que cuando la Maldición descendiera pudiera controlarlo. El hecho es que ni Merlín ni esta otra persona pueden controlar al Guardián completamente. Alguien tendría que juntar ambos anillos para desterrar al Guardián de regreso al Vacío.

—O para liberarlo completamente sobre el mundo. —Ralph se estremeció—. ¿Esta cosa está ahí afuera ahora mismo? Eso fue lo que vimos aquel día en que el Espejo Mágico hablando con la estatua de la tumba de Voldemort, ¿no? ¡Ya está ocurriendo!

—Entonces tal vez Merlín intenta encontrar la otra mitad de la piedra —meditó Zane —. Simplemente no puedo aceptar que se haya pasado al lado oscuro.

—No necesitaría "pasarse" —dijo James repentinamente—. ¡Nunca fue tan bueno, para empezar! Rose tenía razón. Era un mercenario mágico. Sólo dejó de matar y echar maleficios por dinero cuando se enamoró de la Dama del Lago. Entonces eso acabó horriblemente y Merlín perdió la razón por venganza. ¡Acabó matándola sin siquiera saberlo! ¡Después de eso, odiaba al mundo entero, mágico y muggle por igual, por eso cogió la Piedra Faro de Slytherin y consintió el descenso de la única criatura que podría acabar con todo! Nos engañamos a nosotros mismos si no lo creemos así.

Zane sacudió la cabeza, muy serio.

—Espero que estés equivocado, James, pero si no lo estás, será mejor que los tres tengáis mucho cuidado.

—El mundo entero tendrá que tener cuidado —contestó James, arisco—. No es que importe mucho. Hay una única cosa que podamos hacer para ayudar ahora.

—¿Qué? —preguntó Rose.

—Vigilar a Merlín —contestó James significativamente—. E intentar encontrar las dos mitades de la Piedra Faro.

Con las vacaciones de Navidad aproximándose rápidamente, James descubrió que el tiempo pasaba en un suspiro. Había decidido que le pediría a Ralph que lo llevase a la sala común Slytherin para poder enfrentarse a Albus por lo de la Capa de Invisibilidad y el Mapa de Merodeador desaparecidos, pero cada tarde parecía llenarse mágicamente de deberes y estudio, preparativos para la reunión semanal del Club de Defensa, ensayos, y pruebas de vestuario.

La tarde del último partido de Quidditch del año, James todavía no había hablado con Albus. Decidió que lo haría esa noche después del partido. Tan pronto como un temprano atardecer de invierno descendió sobre la tierra, nubes oscuras y amenazadoras se acercaron por el este. Para cuando James y Rose se deslizaron en sus asientos en la tribuna Gryffindor, gruesos copos de nieve habían comenzado a caer. La nieve formó una espesa y blanca cortina, transformando el campo en un fantasmal juego de sombras. Al otro lado del campo, la tribuna Slytherin no era sino un alto monolito gris.

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