James Potter y La Maldición del Guardián (52 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
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A medida que la clase se abalanzaba hacia la puerta, Rose se coló entre James y Ralph.

—¿Visteis eso? —susurró.

—Sí —contestó Ralph—. Supongo que ya no hay duda sobre Merlín y ese Guardián, ¿verdad? ¿Por qué creéis que no quiere que leamos las crónicas de Hrynddvane?

—Es obvio —dijo James en voz baja—. Sabe que en ellas hay cosas sobre él. Está tratando de manipular la imagen que tienen todos sobre el tipo de mago que es. Revalvier puede decir todo lo que quiera sobre como esas historias han sido exageradas hasta convertirse en leyendas, pero si la gente continúa leyendo sobre cómo Merlín enterró este ejército e inundó ese campamento y todo lo demás, algunos comenzarán a cuestionarle. Como Ravenclaw dijo, tiene una forma de embelesar a aquellos que quieren confiar en él. Tiene que asegurarse de que todo el mundo siga queriendo pensar que es completamente noble y bueno.

Mientras los tres cruzaban la biblioteca, Ralph se desvió hacia un estrecho pasillo, girándose para enfrentar a James y a Rose.

—Por lo tanto, si Merlín tiene la piedra, ¿eso significa que ya está todo hecho?

—No exactamente —dijo Rose—. Recuerda, hay dos anillos, cada uno con la mitad de la Piedra Faro. Quien tenga el otro anillo también tiene cierta influencia sobre el Guardián. Mientras Merlín no tenga las dos mitades, no podrá desempeñar plenamente su papel de Embajador.

—Así que nuestra única esperanza es que la otra mitad de la piedra esté en las manos adecuadas —respondió James—. Mientras el custodio de la piedra esté intentando contener al Guardián, su poder será limitado.

Rose parecía preocupada.

—Durante un tiempo, sí. No había tenido la oportunidad de contaros lo que averigüé desde la última vez que hablamos de esto. Según todas las leyendas, una vez que el Guardián encuentre un huésped humano... un huésped que ha matado voluntariamente para demostrar su valía... las piedras ya no tendrán ninguna influencia. La Piedra Faro es el ancla del Guardián en este mundo, pero sólo hasta que pase a ser uno con su huésped humano. Cuando eso ocurra, no necesitará las piedras. Nada será capaz de enviarlo de vuelta.

—¿Cuándo leíste eso? —preguntó Ralph, su cara estaba palideciendo.

—Ayer por la noche. He estado leyendo todo lo que he podido encontrar sobre la Maldición del Guardián. Comparé notas con la prima Lucy vía lechuza, y ella tiene razón. Mucho de esto es bastante horrible y fantástico, pero todos los tratados concuerdan con los detalles principales: La Piedra Faro convocará al Guardián cuando su portador esté suspendido en el Vacío el tiempo suficiente; el Guardián seguirá al portador de la piedra hasta nuestro mundo, y el portador se convertirá en su Embajador; el Embajador podrá utilizar la Piedra Faro para devolver al Guardián al Vacío, pero sólo mientras el Guardián no haya entrado en su huésped humano. Una vez esto suceda, la Piedra Faro será inútil y la Maldición del Guardián se desencadenará sobre la tierra. Y cuando eso suceda, nada podrá detenerla.

James frunció el ceño, intentando analizar la leyenda desde diferentes puntos de vista.

—Así qué, ya que la piedra ha sido partida en dos, ninguno de los dos portadores podría enviarlo de vuelta aunque quisiera.

—¿Pero qué es lo que quiere el Guardián? —preguntó Ralph a Rose—. ¿Por qué quiere destruirlo todo?

La cara de Rose también había palidecido.

—En realidad es muy sencillo. Nos odia porque existimos. Siempre ha creído que él era el único ser vivo. Ahora que ha descubierto el mundo de los seres humanos, se niega a compartir la existencia con nosotros. Además, y aún más devastador, se alimenta de la desesperación y la agonía como si fuera el mayor hambriento del mundo y el más poderoso Dementor. Pero donde los Dementores sólo invocan los propios recuerdos de las peores cosas que te han ocurrido, el Guardián crea nuevos sentimientos. Puede manipular la mente de una persona al nivel más básico, creando pánico crudo, miedo y agonía atroces e irrazonables. Eso fue lo que leímos en el artículo que Lucy nos envió. Estaba intentando comprender a los humanos, intentando encontrar el mejor modo de producir lo que le alimenta. Por ahora solo puede afectar a unos pocos humanos a la vez. Pero una vez se conecte con su huésped humano y pase a formar parte de la comunidad humana, será capaz de afectar a miles y millones a la vez. Succionará el terror de todo el mundo hasta que no les quede nada, luego los dejará como cáscaras vacías y seguirá su camino. Recorrerá la tierra hasta que no quede absolutamente nadie en ella.

—Nadie sino el anfitrión —chilló Ralph.

—Ni siquiera el anfitrión —susurró Rose— Al final, se volverá contra él también. Desea estar completamente solo. Al final, romperá su propia herramienta. Lo más aterrador es que puede que el huésped sea totalmente consciente del dolor y la tristeza y el odio y que no le importe. Puede que incluso lo desee.

Algo había aguijoneado la memoria de James. Rose lo vio en su rostro.

—¿Qué, James? Parece como si acabaras de tragarte un huevo de hipogrifo.

—Mi sueño —respondió James, tocándose la frente—. Lo que estás diciendo se parece mucho a las palabras de la voz en mi sueño. Le dice a la persona de mi sueño que la justicia será servida y que el día del equilibrio está llegando, y siempre dice al protagonista de mi sueño, que él será la mano que traerá ese equilibro si está realmente dispuesto, si está a la altura de la tarea requerida para demostrar su valía. Y la persona de mi sueño no parece estar dispuesta. Parece estar muy triste y muy enfadado, todo al mismo tiempo. Es como si hubiera sentido una pérdida tan grande que ha dejado todo su mundo sin sentido. Peor aún, como si sintiera que el mundo entero debiera dejar de existir, porque es el mundo en que le ha ocurrido esta tragedia. Es una sensación de venganza, odio y desesperación, pero sobre todo triste, tan triste que es como una pared negra que sigue y sigue para siempre sin puertas, ni esquinas o cimas que escalar.

—Tal vez la persona de tu sueño sea el huésped del Guardián —dijo Ralph con los ojos muy abiertos—. Casi parece Merlín, ¿no? Quiero decir, acabó matando a la mujer que más amaba en el mundo. Dijiste que abandonó su propia época porque ya no podía soportar vivir en ella, sabiendo lo que había hecho, ¿verdad? ¡Tal vez haber llegado a esta época no mejoró la situación para él! ¡Tal vez le encantaría dejar que el Guardián destruyera todo y a todos, incluso a él mismo!

Rose asintió lentamente.

—Sin duda alguna suena como lo que podría estar sintiendo. El huésped del Guardián no tiene que ser su Embajador, pero en ningún lado dice que no pueda serlo.

James estaba pensando intensamente, intentando recordar sus sueños. Sacudió la cabeza.

—Sin embargo, en mi sueño, no es Merlín. Nunca he visto la cara de esa persona, pero estoy seguro que no es él. Simplemente tengo la sensación de que no. Es alguien más joven. Y diferente. Definitivamente no es Merlín.

Rose soltó un grito ahogado y se cubrió la boca con ambas manos, su ojos desorbitados. Ralph saltó ante su repentino movimiento.

—¿Qué? —exclamó.

—¡El Linaje! —dijo Rose con una voz muy alta—. Incluso lo mencionaron en esa escena del Espejo, en la tumba de Tom Riddle, ¿no lo recordáis? El Guardián iba en busca del mejor huésped que pudiera encontrar, y presintió el cuerpo de Voldemort. No sabe casi nada sobre los humanos, así que no se dio cuenta de que Voldemort estaba muerto hasta que llegó allí. Entonces hizo hablar a la estatua, y de alguna manera convocó al fantasma de Voldemort. La estatua le dijo al Guardián que había otro huésped para él, uno con la sangre de Voldemort en sus venas. ¿Recordáis? ¡Es evidente! ¡El huésped del Guardián tiene que ser el heredero de Voldemort!

—¿Pero quién? —preguntó Ralph—. No sabemos eso, así que estamos de vuelta donde empezamos.

—No lo sabemos todavía —dijo Rose, sonriendo algo nerviosamente—. Pero tenemos una forma de averiguarlo. —Miró a James.

James apretó los labios y suspiró.

—Mi cicatriz fantasma. Pero si ni siquiera sabemos de dónde proviene o si podemos confiar en ella.

Rose se encogió de hombros.

—Eso es todo lo que tenemos. Todo lo que podemos hacer es esperar que no sea un truco de alguna clase. Presta atención a tus sueños, James. Probablemente sean nuestra única pista. Tal vez finalmente conseguirás echar un buen vistazo a quienquiera que sea y nos enteraremos de quién es el heredero.

—Y también de quién es la voz misteriosa —añadió Ralph de forma significativa.

—Sí, eso también —estuvo de acuerdo Rose—. Bien dicho, Ralph. Quizás sea el propio Merlín, ¿no os parece?

Ralph soltó un gran suspiro.

—No lo sé. Espero que no. Pero la alternativa podría ser peor, ¿no? Quiero decir, un enemigo conocido es mejor que uno por conocer, ¿verdad?

Después del almuerzo, James se apresuró a atravesar el castillo hasta el anfiteatro donde Estudios Muggles se reuniría durante el resto del curso. Cuando llegó al arco principal que conducía a las filas de asientos, quedó bastante sorprendido al sentir el aire caliente a pesar de unos copos de nieve que caían como una cortina sobre los cerros lejanos.

Damien Damascus se unió a James cerca de la base del escenario.

—Por suerte —dijo, sonriendo—, Curry no está tan empeñada en hacer las cosas como los muggles como para no estar dispuesta a encantar un poco la atmósfera para que podamos trabajar. Agradable, ¿eh? Ahora sólo tengo que acostumbrarme a todo esto. —Sostenía un martillo y lo estudiaba al otro lado de su brazo—. Es un poco brutal, ¿no te parece?

La atmósfera alrededor del escenario era extrañamente agradable. James se quitó la capa y la lanzó sobre un asiento de la primera fila. Levantó la mirada, sonriendo maravillado. El cielo estaba cargado de nubes grises a la deriva, nevaba, pero la nieve parecía desvanecerse en al aire al caer sobre el anfiteatro. La luz cerca del escenario incluso parecía más brillante, como si un rayo de sol errante simplemente hubiera eludido la cubierta de nubes y saltado directamente al cuenco del anfiteatro. James recordó sus clases de Tecnomancia del año pasado, y supo que en algún lugar, extrañamente, una pequeña y oscura nevada estaba cayendo en una cálida y soleada ladera.

—Ah, James —exclamó Curry, atravesando enérgicamente el escenario—. Mi pequeño Treus, estás aquí después de todo. Confío en que tengas tu guión. Únete a nosotros. Simplemente estamos ensayando escenas sueltas por ahora, pero ayuda tener que leer las frases para ir sincronizándonos.

Mientras James repasaba en voz alta sus líneas y caminaba, interpretando con uno de los otros actores, descubrió que realmente se estaba divirtiendo a pesar de sus anteriores preocupaciones sobre Merlín y el Guardián. Se sentía un poco extraño representando su papel en medio de los estrépitos y gritos del laborioso equipo de atrezo de Jason Smith. Mientras James repasaba el guión de una conversación con Noah Metzker que hacía de Donovan, Damien y otros tres miembros del equipo estaban levantando una gigantesca maqueta de madera que representaba una pared de un castillo completada con una muralla, un torreón y un balcón. Sus gritos y gruñidos de esfuerzo casi ahogaban las palabras en James y Noah.

Mientras se movían por el escenario, Curry les seguía con un rollo de gruesa cinta amarilla. Ocasionalmente, movía a James por los hombros, ubicándolo correctamente en el estrado.

—Esta es tu marca cuando leas esa frase —le instruía, inclinándose para poner una X en el suelo del escenario—. Fijaremos un foco en esta posición. Señor Metzker, vaya hacia adelante y asegúrese de no dar la espalda a la audiencia.

—Pero James está por allí —dijo Noah, gesticulando—. Se supone que estoy hablando con él, ¿no?

—Es usted actor, señor Metzker —trinó Curry—. Primero y ante todo se dirige a la audiencia.

Noah frunció el ceño y miró a los asientos principalmente vacíos.

—Pero no son ellos los que amenazan con escaparse con Astra, ¿no?

Curry suspiró.

—Lea las frases, señor Metzker. Resolveremos quién se escapa con quién después.

Mientras se preparaban para repasar la segunda escena, James se dio cuenta de que había estado sintiendo una amortiguada vibración en la frente. Se recordó a sí mismo no frotársela, pero definitivamente se ponía peor por momentos. Echó un vistazo por los asientos del anfiteatro, entrecerrando los ojos por la luz deslumbrante de los focos. Allí, sentado en la parte de atrás, casi perdido en las sombras, estaba Merlín. James no podía distinguirle la cara, pero podía ver con facilidad la gran forma del hombre. Merlín pareció darse cuenta que James estaba viéndole. Levantó una mano y se dio un golpecito en la frente lentamente, como si estuviera haciendo una señal. Los ojos de James se abrieron de par en par y luego, repentinamente, su frente ardió. Era como si le estuvieran presionando contra ella un atizador al rojo vivo. James cerró los ojos con fuerza, dándose la vuelta.

Tropezó con alguien, casi derribándolos.

—¿James? ¿Qué pasa? —lo llamó Curry—. Casi tiras a tu protagonista del escenario.

James levantó la mirada, el dolor de la frente volvía a remitir. Petra lo estaba mirando con expresión preocupada.

—¿Estás bien, James?

—Son sólo las luces —mintió James—. Están muy altas. Ya estoy bien. —Intentó sonreír y se encogió de hombros.

Curry se giró y comenzó a llamar al resto de los artistas para la segunda escena. Petra se acercó a James y le dijo en voz baja.

—Sé lo que quieres decir sobres las luces —dijo, sonriendo—. Estos focos eléctricos muggles son como rayos mortíferos, ¿verdad? Lastima no haber tenido uno el año pasado para usarlo con el Wocket.

James sonrió y se sonrojó.

—Sí —dijo, y después no supo qué más decir—. Hmm, ¿te sabes todas tus frases ya?

—Para nada —admitió Petra—. Francamente, me siento un poco mal por como conseguí el papel. La pobre Josephina se ha visto obligada a trabajar en vestuario. Tampoco puede coser gran cosa. Sólo la tienen rasgando costuras cuando los demás se equivocan. He oído que el maleficio de vértigo es todavía tan fuerte que ni siquiera puede subir las escaleras. Se ha trasladado a la enfermería hasta que averigüen cómo subirla a su dormitorio.

La voz de Petra parecía preocupada, pero James veía que estaba sonriendo un poco. James comprendía que era casi divertido. Josephina se había puesto bastante insoportable con lo de conseguir el papel de Astra, y James presentía que Petra lo haría mejor de todos modos. Decidió decírselo.

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