James Potter y La Maldición del Guardián (78 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
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Antes de que Petra pudiera detenerle, James agarró el brazo vacío de la capa. Tiró tan fuerte como pudo, arrancando el abrigo. Este se desprendió de la figura a la que había mantenido en pie, derribando el sombrero también y la horrible voz gritó de furia.

—¡Nooo! —bramó—. ¡Muchacho asqueroso! ¡Cómo te atreves a tocarme!

James se tambaleó hacia atrás, casi desmayándose ante la intensidad del dolor en su frente.

Petra jadeó y su varita vaciló.

—James… ¿Qué has…? —exclamó y entonces su voz cambió, pareciendo ahora ligeramente dubitativa—. ¿Padre?

El manto había camuflado un retrato en un marco. James pudo ver inmediatamente que el retrato había sido severamente dañado, casi totalmente destruido y después había sido cosido sistemáticamente de nuevo y repintado. Las partes repintadas no se movían muy bien, mostrando una cara retorcida y con una mirada mutilada, pero James podía ver claramente a quién representaba el retrato. Un ojo miraba fija e inexpresivamente mientras que el otro le seguía malévolamente, brillando de color rojo y con pupilas verticales como los de una serpiente.

La cara de Petra se crispó con un asco involuntario.

—Tú no eres mi padre… eres… eres…

—¡Termina la tarea! —siseó el retrato furiosamente—. ¡Mata a Lily Potter primero! ¡Y después a James Potter! ¡Corrige mi único error fatal! ¡No importa quién sea yo! ¡Todo lo que importa es lo que te han robado, y hacer pagar a los responsables! ¡Es la única forma de recuperar todo lo que has perdido!

—¿Corregir tu error? —dijo Petra, su expresión se disipaba lentamente ante la aterradora revelación—. Pero yo creía…

—¡Mi único error! —chilló el retrato de Voldemort con urgencia—. Matar a James Potter primero, ¡dejando al más fuerte para proteger al chico! Era magia antigua, pero magia muy poderosa, ¡y lo olvidé! ¡Ella debería haber muerto primero, dejando al hombre y al niño languidecer ante mi varita! ¡Fue mi único y fatal error! Fui un estúpido, sí, ¡pero ahora el círculo se cerrará! Tú, la vasija final de mi alma, matarás a la niña, Lily Potter, y luego al chico, James Potter, y después… —la voz se redujo a un codicioso y enfurecido siseo—. Harry Potter vendrá, y finalmente… finalmente… ¡le mataremos!

—¿Harry Potter? —susurró Petra.

—El muñeco pretendía convocarlo —dijo el retrato rápidamente—. El plan parecía tan simple: añadir una cicatriz a su frente, haciéndosela al padre en lugar de al hijo. Y sin duda, una vez la cicatriz de Harry Potter volviera a despertar, vendría y entonces, ¡sería nuestro! Pero en lugar de ello, hemos atraído al chico, James, concediéndole a él la cicatriz fantasmal y la capacidad de conocer nuestros planes, y esto, querida mía, ¡es muchísimo mejor! ¡Tendría que haberlo previsto! ¡Mi único error será rectificado, el orden invertido! Lily Potter muere, luego James, y después, por último, ¡Harry Potter yacerá muerto a nuestros pies!

Conmocionada, Petra dijo:

—Pero mis padres… la promesa de equilibrio y perfección… me utilizaste… —su voz se elevó, tornándose enojada—. ¡Me has utilizado!

—¡Por eso en tu corazón tú y yo somos lo mismo! —dijo con voz áspera el horrible retrato—. Tu alma viva porta el último vestigio de la mía, ¡como la llama de una linterna! Deseamos las mismas cosas, pero desde distintas perspectivas. Al final, llegaremos al mismísimo lugar: ¡la venganza!

Petra sacudió la cabeza tristemente.

—¿Qué he hecho? Yo no quería venganza —dijo—. Todo lo que quería era justicia… —dio la espalda al retrato y miró hacia la mujer que estaba de pie al borde de la charca parpadeante y verdosa. La madre de Petra sonrió de nuevo apesadumbrada, y asintió. Petra sollozó.

—Justicia… y recuperar a mis padres —dijo, con voz resquebrajada. Levantó su varita—. ¡Wingardium Leviosa!

—¡Nooo! —gritó el retrato, tan fuerte que pareció hacer temblar las paredes.

Lily salió volando de la charca, flácida como un trapo y chorreando agua. La figura de Lianna Agnellis se desplomó sobre sí misma, volviendo al agua. Salpicó el suelo de piedra y desapareció en la charca.

—¡Mamá! —gritó Petra, incapaz de resistirse a extender la mano hacia la figura desaparecida y con lágrimas brillando en sus ojos—. ¡Lo siento, mamá! ¡Papá! ¡Lo siento tanto! ¡No podía hacerlo!

James corrió hacia la figura suspendida de su hermana. Llegó y tiró de ella, abrazándola. Estaba tan flácida y fría que parecía estar muerta. Con delicadeza, la tendió en el suelo, y colocó el oído en su pecho.

—¡Su corazón sigue latiendo! —gritó.

—¡Estúpida muchacha! —rugió el retrato con el rostro grotescamente distorsionado—. ¡Es la única forma! ¡La parte de mí en tu interior se rebela incluso ahora! ¡Tú misma corres riesgo al resistirte! ¡Mata a la chica! ¡Aún estás a tiempo!

Petra sacudió la cabeza lentamente, acercándose al retrato.

—No puedes destruirlo, Petra —gritó James, meciendo a Lily entre sus brazos—. ¡Míralo, otros lo han intentado! Los retratos solamente pueden ser destruidos por su pintor, ¿recuerdas?

Petra aún estaba sacudiendo la cabeza, con lágrimas cayendo por su rostro, pero su expresión era una máscara severa y decidida.

—Eso no es completamente cierto, James —dijo tranquilamente. Con ambas manos, agarró la pintura por el marco y lo alzó.

—¡Eres el anfitrión del Guardián! —proclamó la alta y fría voz de Voldemort con urgencia—. ¡Ahora mismo espera por ti! ¡Puedes sentir su presencia! ¡Has sido elegida desde los tiempos del mismísimo Salazar Slytherin! ¡Cientos de años de profecías conducen a ti! ¡No puedes dar la espalda al peso de ese destino! ¡Te aplastará! ¡Recapacita! ¡No todo está perdido aún! ¡No es demasiado tarde!

—Hay dos personas que pueden destruir un retrato, aunque la segunda persona rara vez está disponible para hacerlo —dijo Petra, hablando para James e ignorando la voz delirante. Sostenía el cuadro con ambas manos, sosteniéndolo por encima de la ondeante superficie de la charca—. Un retrato sólo puede ser destruido por su pintor, o si el destino lo permite, un retrato puede ser destruido… por el sujeto.

—¡NOOO! —chilló el retrato, y James vio como el lienzo se abombaba ligeramente por la fuerza del grito. Petra soltó el retrato y éste cayó encima de su reflejo, salpicando pesadamente. La voz del Voldemort pintado continuó gritando furiosamente, burbujeando mientras flotaba durante unos instantes. Horriblemente, la cara pintada comenzó a correrse y deshacerse, como si el líquido de la charca fuese ácido en lugar de agua. La pintura sangraba sobre el lienzo que se hundía y se mezclaba con el agua resplandeciente, diluyéndose, desintegrándose, dibujando garabatos negros en la profundidad. La voz borboteó y se desvaneció, se quedó sin aliento, jadeó desesperadamente y después murió, dejando apenas su eco en la Cámara de los Secretos. El marco del retrato se hundió, desapareciendo de la vista y se perdió para siempre en la profundidad de la charca.

—¿Respira? —preguntó Petra, dejándose caer de rodillas junto a Lily.

—¡No! —exclamó James, abrazando el húmedo y ligero cuerpo—. ¡Está muy fría!

Petra asintió y apuntó su varita a la garganta de Lily.

—Expelliaqua —dijo firmemente.

Algunos segundos pasaron, y James estaba seguro de que el hechizo no había funcionado, pero entonces, súbitamente, Lily se sacudió entre sus brazos. Tosió profundamente y vomitó cierta cantidad de agua. James la ayudó a sentarse y reincorporarse, golpeándola suavemente en la espalda. Tosió más agua y jadeó, inhalando un enorme e irregular aliento. James estaba tan preocupado que apenas notó la sensación del Guardián desapareciendo de la Cámara. Su anfitrión había fracasado en la prueba final. Petra no había matado por él. Debilitado y silencioso, el Guardián se disgregó.

—¿James? —graznó Lily, mirando indolentemente a su cara—. ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?

James sacudió la cabeza y se rió con alivio, le brotaron lágrimas de los ojos.

—Estás conmigo, Lily. Eso es todo lo que importa.

—Hola, Petra —dijo Lily débilmente, mirando a un lado—. Estuviste genial. Lloré cuando bebiste la poción de sueño de la Vieja Marsh.

Petra sonrió lánguidamente.

—Gracias, Lily.

James y Petra ayudaron a Lily a ponerse en pie y James la rodeó con un brazo, sacándola de la cueva. Petra recogió la Capa de Invisibilidad, pero dejó la espeluznante colección de ropa de su padre. Miró atrás sólo una vez más, sonrojada y triste.

—Eh, Petra —dijo Albus juguetonamente mientras se acercaban—. Ya te sientes un poco más tú misma, ¿no?

Petra asintió con la cabeza pero no respondió. En silencio, se arrodilló junto a Albus y examinó su pierna.

—Eres muy buena en esto —dijo James, observando a Petra arrancar una tira de su vestido. Cuidadosamente, ella usó la tira y un pedazo de la escoba rota para entablillar e inmovilizar la pierna de Albus. Cuando lo hubo hecho, tiró de Albus para ponerle en pie.

—Eh —dijo Albus, sorprendido—. La siento mucho mejor. ¿Cómo lo has hecho?

—Es una especie de talento —respondió Petra, apartando la mirada—. Además, sólo era una fractura. Estarás bien en un día más o menos, una vez Madame Curio te vea esa pierna.

James no dijo nada, pero tuvo la clara sensación de que Petra estaba mintiendo sobre la herida de Albus. Desde luego que había sido mucho más que una fractura. El mismo James había visto el feo ángulo bajo la rodilla de Albus. Ahora estaba de pie sobre ella con la ayuda de una simple tablilla. Era como si Petra intentara resarcirles por lo que había sucedido, pero en secreto, y usando un tipo de magia bastante extraordinaria.

Petra se puso de pie nuevamente, recogiendo el muñeco vudú y la Capa de Invisibilidad. Los miró en sus manos.

—Esto no es mío —dijo, y luego se los entregó a James—. Ni siquiera fui consciente del muñeco hasta que el retrato lo mencionó. Lo llevaba conmigo todo el tiempo, pero de alguna manera, apenas lo sabía. Lo siento mucho James. No sé qué más decir.

James aceptó el muñeco y la Capa.

—Estabas siendo engañada —respondió simplemente.

Petra asintió tristemente y echó un vistazo más allá del abismo.

—Sí —estuvo de acuerdo—. Pero por encima de todo, me estaba engañando a mí misma. Eso no puedo negarlo.

—Tenías tus razones para estar enfadada y dolida, Petra —dijo James tranquilamente—. Esa no era la forma de tratar con ello… Ted quería que te lo dijera… pero hay otras. Los sentimientos son reales. Sólo tienes que averiguar qué hacer con ellos, ¿no?

Petra asintió lentamente. En la oscuridad, James vio una lágrima más deslizarse por su mejilla.

—¿Todavía estás de una pieza, Lil? —preguntó Albus a su hermana, mirándola de arriba abajo—. ¿Por qué estás toda mojada?

Lily frunció el ceño y bajó la mirada a su vestido amarillo empapado.

—Sinceramente, no tengo ni idea.

—Las explicaciones luego —suspiró Albus efusivamente, cojeando sobre su pierna ilesa—. Primero, ¿cómo hacemos para regresar cruzando eso? —Gesticuló hacia el oscuro abismo.

—De la misma forma en que llegué yo aquí —respondió Petra suavemente—. Caminaremos.

Albus hizo una mueca.

—¿Caminando? ¿Qué eres? ¿Acaso un fantasma?

—No —respondió Petra casi para sí misma—. Aparentemente, soy el Linaje de Voldemort.

Dio un paso hacia delante, caminando directamente más allá del borde del precipicio. James jadeó, horrorizado, pero incapaz de apartar la mirada. Sin embargo Petra no cayó. Su pie estaba apoyado en una pequeña plataforma rocosa, casi como un peldaño de piedra que hubiese aparecido de la nada. Miró atrás, todavía con un pie en el borde del abismo.

—Manteneos cerca e intentad con todas vuestras fuerzas no pensar en lo que estáis haciendo —dijo, y James se estremeció. No sonaba totalmente convencida de que funcionaría, ¿pero qué otra opción tenían? James vaciló, pero luego comprendió que, por primera vez en casi toda una hora, la cicatriz fantasmal de su frente no le dolía. Suspiró y siguió a Petra, azuzando a Lily y a Albus para que fueran por delante de él.

—Esto es completamente absurdo —comentó Albus.

—No miréis hacia abajo —respondió Petra. Sin pausa, comenzó a caminar. Albus, Lily y James empezaron a seguirla torpemente. Contra toda probabilidad, ninguno de ellos cayó mientras avanzaban por encima de las profundidades del abismo. Ni las balanceantes y silbantes cuchillas descendieron sobre ellos. Los pasos de James aterrizaban sobre ásperos escalones de piedra, cada uno del tamaño de un gran plato de mesa, y en el momento en que sus talones se separaban de cada escalón, este se hundía rápidamente, cayendo en la oscuridad.

Tenuemente, James oía el traqueteo de una maquinaria, y lo reconoció. Era el mismo sonido que había escuchado en los sueños de este lugar, ahora ya sabía lo que era. De algún modo, las piedras se alzaban mecánicamente, operadas por la pura magia del paso de Petra. Quizás el mecanismo solamente podía ser convocado por el Linaje, o quizás simplemente respondía a cualquiera que conociera el talismán adecuado, como evidentemente pasaba con Petra. De cualquier modo, definitivamente no ayudaba pensar en lo que uno estaba haciendo o mirar hacia abajo. Cuando James dio su último paso sobre el borde opuesto, fue acogido por los ansiosos brazos de Rose, Ralph y Zane, y no pudo resistirse a mirar atrás. El último peldaño de piedra cayó en la oscuridad, chocando contra un complicado aparejo de engranajes y espirales de hierro. Chirrió y traqueteó mientras se replegaba, y luego desapareció, como si nunca hubiera estado allí en absoluto.

—¡Petra! —exclamó Rose, con débil alivio. —¡Lily! ¡Todos estáis bien!

Zane sonrió incrédulamente.

—Creía que estabais los dos claramente desahuciados. ¿Qué pasó?

—James hizo que nos estrelláramos —intervino Albus, sacudiendo la cabeza—. De ahí mi pierna rota. Y menos mal que Petra es una fiera entablillando.

—Sí, es estupendo tenerla cerca en una emergencia médica —estuvo de acuerdo Ralph, mirando a Petra un poco preocupado.

—¡Lily, estás empapada! —exclamó Rose, riendo y limpiándose una lágrima del ojo—. Vamos, déjame ayudarte.

Rose sacó su varita y la ondeó hacia Lily en un gesto complicado. De repente surgió aire caliente de la punta, secando el vestido de Lily y haciéndole cosquillas.

—¿Y qué hay del Guardián? —Zane preguntó a James mientras el grupo se abría paso hacia las escaleras de piedra y a la luz de más allá.

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