James Potter y La Maldición del Guardián (81 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
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―Guau ―exhaló James, mirando hacia el sobre en la mano de Zane―. Sé que esa cosa salvó mi vida y la de Albus, pero aún así, tengo que decir que me alegra que fuera destruida. ¡Trucada con la capa de un Dementor! Eso es superescalofriante.

―Chungo, incluso ―aceptó Zane, guardando el sobre―. Albus dijo que podía conservar esto. Se lo daré al Rector Franklyn cuando llegue a casa para que pueda estudiarlo. ¡Apuesto que obtengo puntos scout de aquí al día del juicio final por esto!

James sacudió la cabeza, sonriendo ante la irreprimible temeridad de su amigo.

Poco después, Ralph, Rose, y Albus empujaron también sus baúles hasta los escalones, para esperar a los carruajes de Hagrid hasta la estación. James sonrió a la luz del sol. Iba a ser un divertido viaje a casa.

―En realidad todavía no nos has contado lo que pasó al otro lado del abismo ―dijo Ralph mientras el tren tomaba velocidad, abandonando la estación de Hogsmeade―. Quiero decir, ¿qué fue lo que realmente pasó con Petra? ¿Estaba bajo la Maldición Imperius o algo?

James sacudió la cabeza.

―No, no, nada de eso. Estaba siendo engañada. Ella no tenía idea de que era el Linaje de Voldemort. Lucius Malfoy lo arregló para que la Capa de Invisibilidad y el retrato de Voldemort se incluyeran en la caja de las cosas de su padre antes de que salieran de Azkaban. Ella estaba cegada por el retrato, engañada por esa pequeña parte de Voldermort en su sangre. Después, cuando oyó la voz del retrato en la cueva, pensó que era la voz de su padre muerto. Suena alocado, pero creo que ella se sentía un poco loca de todas formas después de descubrirlo todo acerca de su madre y su padre.

―Así que ninguna de las cosas que vimos en el Pensadero se referían a Tabitha después de todo, ¿no? ―dijo Ralph―. Todos esos recuerdos trataban de Petra. Scorpius nos dejo creer que Tabitha era el Linaje, porque eso era lo que su abuelo le dijo que hiciera, sólo para distraernos de la verdad, ¿es eso?

―No me importa lo que digáis todos ―dijo Albus decidido―, ese pequeño calamar escurridizo dará problemas. Será mejor que se mantenga alejado mi camino.

Rose cerró el libro en su regazo y levantó la mirada.

―Admito que empezó muy mal, con lo de robar la Capa, el Mapa, el muñeco, y después mintiéndonos acerca del Linaje, pero todo eso fue por órdenes de su abuelo. No puedes culparlo realmente por querer estar a la altura del legado de su familia; no conocía nada mejor. Además, aún en el momento en que nos estaba enseñando los recuerdos de Pensadero, estaba comenzando a tener dudas sobre el plan de su abuelo. Por eso no pronunció en realidad el nombre de Tabitha. Medio esperaba que descubriéramos que después de todo era Petra.

―E hizo lo correcto al final ―añadió James―. Nunca supo que hacer daño a Lily era parte del plan. Cuando Lily fue secuestrada, renunció totalmente a su abuelo y a Tabitha. Nunca hubiéramos sabido la verdad sobre Petra si Scorpius no hubiera estado con nosotros en el baño.

―Creo que ambos estáis embobados con él ―dijo Albus severamente―. Yo no me trago lo de "sólo soy un pobre chico desencaminado". Algún día, él y yo vamos a terminar lo que empezamos en el tren de camino hacia aquí.

―Yo que tú tendría cuidado, Albus ―comentó Zane, alzando las cejas―. Vi a Scorpius en la última reunión del Club de Defensa y se ha vuelto bastante hábil con esa cosa del Artis Decerto. Está todo el rato con eso de "dar cera, pulir cera", como todo un chico Ninja.

Albus puso los ojos en blanco.

―Como sea.

Ralph se levantó y se asomó por la puerta del compartimiento.

―Eh, eso me recuerda: ¿en qué dirección están Louis y Victoire? ―preguntó, buscando arriba y abajo por el pasillo del tren―. Louis tiene un libro sobre magia defensiva del Medio Oriente que me dijo podía prestarme durante el verano.

―Victoire se quedó ―respondió Rose―. Se hospeda con George y Ted en Hogsmeade hasta la boda de George y Angelina. Y normalmente intento con todas mis fuerzas evitar saber donde está Louis.

Ralph se estiró y dijo:

―Voy a ir a caminar un poco e intentar encontrarlo. ¿Quién se viene?

―Yo me apunto ―respondió James, levantándose―. Me dormiré si me quedo aquí. Anoche no debimos quedarnos despiertos hasta tan tarde jugando a Winkles y Augers.

―Yo voy a preguntar a la dama del carrito por su horario de trabajo ―exclamó Zane, abriendo la puerta del compartimiento.

―¿Louis tiene un libro de artes marciales mágicas? ―preguntó Rose a Ralph mientras los cinco salían al pasillo.

―Realmente está muy metido en eso ―asintió Ralph―. Tiene posters por todo su dormitorio, de los Harriers y de famosos hechiceros especialistas en marciales y todo eso. Hasta le pidió a su madre que le comprara una de esas capuchas con las aberturas en los ojos para poder parecer todo misterioso.

―¿Nuestro Louis? ―exclamó Albus, suprimiendo una sonrisa―. Debí saber que había un luchador reprimido sepultado bajo todas esas camisas almidonadas.

―Debellows dice que tiene algo de talento natural ―dijo Ralph, encogiéndose de hombros―. Claro que dijo lo mismo de ti, James.

―Y yo saqué buenas calificaciones en mi ensayo de Literatura Mágica ―dijo Rose agudamente, desviando la conversación del profesor Debellows, por quien todavía sentía poco respeto―. La profesora Revalvier dijo que mi visión sobre la edad de oro de la literatura de la hechicería era...

De repente James se detuvo en el pasillo, obligando a todo el mundo a apiñarse tras él.

―¡Ay! Ralph, bájate de mi pie, maldito camión de mercancías! ―se quejó Albus―. ¿Qué pasa?

―¿Lo veis? ―susurró James urgentemente, señalando. Todo el mundo se detuvo e irguió la cabeza, mirando en la dirección que James estaba señalando.

―¿Qué estamos buscando? ―preguntó Zane después de un momento.

Rose dijo:

―Yo no veo nad...

―¡Ahí! ―interrumpió Albus, señalando sobre el hombro de Zane.

Algo se movió dentro de la red de sombras parpadeantes cerca del final del pasillo.

―Es como una sombra viviente ―dijo Ralph.

―¡Es el último Borley! ―declaró Albus, empujando y pasando a James―. ¡Y es mío!

―¡Nada de magia! ―advirtió James―. ¿Recuerdas? ¡Así fue como creció la última vez?

El Borley brincó entre las sombras en movimiento mientras el tren atravesaba el bosque. Se burlaba y hacía piruetas, como suplicando que le maldijeran. De repente, la puerta al final del pasillo se abrió, permitiendo la entrada del ruido de las ráfagas de viento y el bullicio de las ruedas. Los cinco estudiantes gritaron alarmados, tambaleándose unos contra otros, pero el Borley aprovechó la abertura y saltó a través de la puerta al tiempo que ésta se cerraba de nuevo.

―Qué curioso ―dijo con voz profunda el recién llegado. James levantó la mirada y puso los ojos en blanco. Era Merlín, vestido con su capa de viaje, con su báculo al lado.

―¡Merli... er, director! ―exclamó Rose, empujando hacia adelante―. ¡Acaba de irse en esa dirección!

―¡El Borley! ―añadió James apresuradamente―. ¡El último! Debe haber estado en el tren todo este tiempo!

El rostro de Merlín se oscureció ligeramente.

―No debemos arriesgarnos esta vez, amigos míos. Yo lo seguiré y lo acorralaré. Señor Potter, ya sabe el aspecto que tiene la Bolsa Oscura, ¿no? Está en mi compartimiento, a dos vagones de distancia, número seis. Le permitirá entrar. El baúl debajo del asiento se abrirá con esta llave. Venga a mi encuentro tan pronto como pueda. ―El gran hombre sacó una llave dorada en una larga cadena y se la ofreció a James. James la tomó, sintiéndose bastante importante.

―Rápido, señor Potter, ―le animó Merlín―. No tenemos un momento que perder.

James giró sobre sus talones y corrió de vuelta por donde habían venido, luchando contra la desorientadora sensación de correr plenamente en un tren en movimiento y oscilante. Pasó a través de dos conexiones y llegó al compartimiento marcado con el número seis. Las ventanas estaban polarizadas, pero la puerta estaba desbloqueada. James entró rápidamente y encontró el baúl del director buscando debajo del banco del lado izquierdo. Se dejó caer de rodillas y lo acercó a la luz. La pequeña llave dorada encajó perfectamente en la cerradura y la giró con un chasquido. Cuando abrió el baúl, le sorprendió ver que la Bolsa Oscura era la única cosa en su interior, perfectamente doblada en el suelo de madera del baúl. Por supuesto, comprendió, este era uno de esos baúles mágicos que se abrían a diferentes contenidos dependiendo de la llave con que lo abrieras. Considerando la gran importancia y el peligro potencial de la Bolsa Oscura, la cual retenía al resto de los hambrientos Borleys dentro de su oscuridad sin fisuras, James se sintió particularmente honrado de que se le hubiera elegido para recuperarla. La tocó un poco temerosamente, recordando las advertencias de Merlín sobre ella, pero parecía perfectamente normal. Solo era una larga y pesada bolsa de paño negra, cerrada con un cordón dorado y con una larga correa de hombro en la parte superior. Habiéndose asegurado así mismo que la Bolsa Oscura era relativamente segura de cargar, James se la colocó alrededor del cuello y sobre su hombro, colgándosela como si fuera una cartera. Cerró de golpe el baúl, se colgó la llave alrededor del cuello por su fina cadena, y corrió de nuevo hacia la parte delantera del tren.

Para cuando se encontró de nuevo con todo el mundo, estaba sin aliento. Estaban reunidos a la cabeza del primer vagón, mirando duramente hacia la puerta. Merlín levantó la mirada cuando James entró. Su rostro era severo, pero James creyó poder percibir algo de diversión en la expresión del gran hombre; el director estaba disfrutando de la caza.

―Aquí estamos persiguiéndolo ―dijo Zane, sonriendo―. Se deslizó a través una grieta en la puerta, pero el próximo vagón es el vagón de carbón. ¡El final de la línea!

―Señorita Weasley ―dijo Merlín, girándose hacia ella―, usted abrirá la puerta cuando yo le diga. Señor Deedle, su varita tiene propiedades bastante únicas, como ya sabe. Si el Borley logra pasarme, entonces usted, y sólo usted, tratará de Aturdirlo. Su hechizo no lo detendrá pero lo distraerá y atraerá, dándome el tiempo que necesito. Colocaré al Borley en trance. Entonces, señor Potter, necesitaré la Bolsa Oscura.

Ralph tragó audiblemente, sacando su gran varita.

―Lista ―dijo Rose, un poco sin aliento. James asintió con la cabeza indicando comprensión.

Albus se adelantó.

―La última vez estaba de pie en el pedazo de metal que sostiene juntos los vagones ―explicó―. Así que apunte abajo.

―Gracias ―asintió Merlín, sonriendo ligeramente.

Rose aferró la manija de la puerta y todo el mundo tomó un profundo aliento. Merlín asintió hacia ella y la chica empujó, tirando de la puerta hasta abrirla completamente y permitiendo entrar una ráfaga de aire cálido y ruidoso. James entrecerró los ojos ante el viento rápido y el humo, y entonces jadeó, el estómago le dio un vuelto. Merlín dio lentamente un paso atrás, extendiendo los brazos para mantener a todo el mundo detrás de él.

―Puede que no sepa de qué estoy hablando ―dijo Zane débilmente, con los ojos saltones―, pero estoy bastante seguro de que esos no son Borleys.

De hecho, el Borley estaba exactamente donde habían esperado que estuviera. Bailaba sobre el enorme nudillo de hierro que conectaba el tren con el vagón del carbón, burlándose de ellos. Sobre él, sin embargo, oscureciendo el aire alrededor del vagón del carbón, moviéndose en enjambre como una maligna nube viviente, había decenas... quizás cientos... de Dementores.

―¡Es la colmena entera! ―gritó James sobre el sonido de las llantas traqueteantes y el viento―. ¡Tan lejos de Londres! ¿Por qué están aquí?

Merlín no apartaba los ojos del horrible enjambre.

―Creo ―dijo lentamente―, que la respuesta a esa pregunta está muy clara.

Rose miró de Merlín a la puerta abierta y aullante.

―El Guardián está ahí delante ―dijo, asintiendo en dirección a la locomotora, que era apenas visible tras el vagón del carbón y el enjambre de Dementores.

De repente, el silbato del tren pitó, chillando una larga y ensordecedora nota. Rose se colocó las manos sobre las orejas e hizo una mueca. Simultáneamente, la máquina pareció lanzarse hacia adelante, ganando velocidad. James se tambaleó cuando el tren tomó una curva, atravesándola a una velocidad peligrosamente alta.

―¡Mirad! ―exclamó Zane, agarrando la puerta abierta y señalando. James se asomó a un lado, mirando a través de la brecha entre los vagones. Los árboles al pasar eran un borrón, y entonces otras cosas pasaron titilando: letreros de madera y montones de grava y uniones del ferrocarril

―¡Es la nueva extensión! ―gritó Zane, con la cara muy pálida

―¿La nueva qué? ―gritó Rose, agitando la cabeza.

―¿No leíste la señal? ―dijo él, exasperado―. ¡Es la nueva extensión que atraviesa el desfiladero de Sparrowhawk! ¡Hemos abandonado la vía principal! ¡Nos han cambiado a la nueva extensión!

―No me lo digas ―gritó Ralph, con desaliento―, la extensión aún no está terminada, ¿no?

―¡No! ¡El puente sobre el desfiladero todavía está apenas a medio construir! ¡No se supone que vaya a terminarse hasta el próximo año!

Albus asintió seriamente.

―Esto pinta mal. Muy mal.

Merlín dio un paso adelante, con rostro decidido y sujetando su báculo ante él. El viento azotó su túnica y fluyó a través de su cabello y barba. Instantáneamente, la nube de Dementores se condensó, lanzándose hacia la puerta y bloqueándola. Los estudiantes retrocedieron tropezando, aterrorizados y cayendo unos sobre otros. Los Dementores siseaban y rugían, y James sintió su sangre congelarse ante el sonido. Nunca había sabido que los Dementores pudieran hablar.

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