Read Las normas de César Millán Online
Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier
Tags: #Adiestramiento, #Perros
Por esa época dejé de considerarme adiestrador de perros y de pensar que lo que hacía con los perros era amaestrarlos. Me empezaba a dar cuenta de que tendría que instruir a los dueños y rehabilitar o equilibrar a sus perros.
Siempre digo que, como inmigrantes, los latinos no quitamos trabajo a los norteamericanos. Ocupamos los espacios vacíos. Cuando llegué a este país no había profesionales que ayudaran a la gente a entender a sus perros ni que se ocuparan de satisfacer las necesidades básicas de los propios perros. Lo único que importaba era que los perros hicieran lo que sus amos quisieran, recurriendo a nuestro lenguaje o a nuestros propios medios para ello. Así que me propuse llenar ese vacío.
Desde el momento en que encontré mi nueva vocación he dado otro significado al término
adiestrar
: obedecer órdenes («sentado», «quieto», «ven», «atrás») o hacer cabriolas o comportarse de una forma que no tiene por qué ser innata en el perro. Si ese comportamiento es innato en él, tal vez queramos controlarlo para que se adapte a nuestras propias necesidades más que a las del perro. El ser humano inventó el adiestramiento de perros, pero fue la madre naturaleza la que creó la psicología canina, que es lo que intento que mis clientes practiquen sobre todo.
Cuando cualquier hembra cría a sus cachorros para que sobrevivan en este mundo, no necesita pensar en cómo enseñarles a buscar comida o a detectar una amenaza o a seguir las normas de conducta para ser ese animal en particular. Los cachorros aprenden de ella lo necesario para vivir en ese entorno concreto sin que la madre tenga que hacer un esfuerzo extra, y mucho menos recurrir al soborno o al castigo. Su mayor motivación consiste en sobrevivir y encajar en su mundo. Creo que es importante comprender que un perro tiene una inclinación natural a encajar en su entorno antes de pensar en órdenes, comportamientos especiales o hacer cabriolas.
El experto Mark Harden lleva unos treinta años entrenando animales para cine y televisión. Ha entrenado de todo, desde los lobos de
Los lobos no lloran
(
Never Cry Wolf
, 1983), las arañas de
Aracnofobia
(
Arachnophobia
, 1990) o los loros de la saga de
Piratas del Caribe
hasta los perros y gatos de —no podía ser otra—
Como perros y gatos
(
Cats and Dogs
, 2001). Además de entrenarlos para las películas Mark tiene perros en casa. Y al igual que yo, establece diferencias entre adiestramiento y buena conducta, aunque expresemos nuestras ideas de modo distinto.
Mark me dijo: «Una cosa es educar y otra adiestrar. Son las dos cosas que yo hago, y lo relaciono con mis hijos. Por ejemplo, los educo para que se porten bien en público. Saben cómo portarse en un restaurante. No les doy un premio por portarse bien en un restaurante. Si se portan mal, pagarán las consecuencias, pero cuento con que se porten bien. Ésa es una parte de la educación que les doy. Pero si sacan matrícula en matemáticas, eso ya sería algo especial. Tal vez esté dispuesto a premiarlos por ello, darles un incentivo, porque no me parece que sacar una matrícula en matemáticas sea un incentivo por sí mismo para un niño. Es decir, mi lema es: Los premios son para las cosas especiales. Las cosas especiales las
pago
, pero educo a los animales para que se porten bien, igual que con mis hijos. Los adiestraba para que hicieran cosas especiales y los educaba para que se portaran bien».
Hay otros profesionales, expertos y muy preparados, que probablemente no estén de acuerdo con mi definición de entrenamiento canino y lo diferencien de la rehabilitación o el equilibro caninos. Podrían decir: «En conclusión, César es adiestrador de perros». Respeto la opinión de muchos de esos profesionales y quisiera compartir con ustedes algunas de sus ideas sobre lo que es el adiestramiento canino para que se hagan una idea del abanico de opiniones y de ideas. A medida que vayan leyendo piensen hasta qué punto cada una de estas definiciones se podría aplicar a la relación con su perro.
Ian Dunbar es un pionero del adiestramiento de cachorros sin correa, de la prevención y del adiestramiento del perro basado en la recompensa; también es veterinario, profesor emérito, autor, estrella de televisión y conferenciante del que se hablará mucho en este libro. Según dice él mismo: «Si tuviera que definir adiestramiento, diría que consiste en alterar la frecuencia de comportamientos o en hacer que determinadas conductas aparezcan o desaparezcan por indicación y sin vacilación. Cuando reforzamos un comportamiento en un perro, estamos adiestrándolo. Cuando castigamos a un perro por su mal comportamiento, estamos adiestrándolo. Es decir, ésa es la verdadera definición de adiestrar».
Al igual que Ian Dunbar, Bob Bailey es un auténtico conocedor del adiestramiento animal. Con su difunta esposa, Marian Breland Bailey, fue de los primeros en usar el condicionamiento operante de Skinner, que consiste en tener en cuenta las consecuencias para cambiar y formar el comportamiento animal. De hecho Marian Breland inventó el
clicker
, uno de los instrumentos más importantes que hay hoy en día en el adiestramiento positivo de los animales. Bob lleva sesenta años en primera línea, trabajando con todo tipo de animales, desde mamíferos marinos hasta cuervos, serpientes y gallinas, adiestrándolos para espectáculos teatrales, anuncios, películas, televisión, demostraciones para empresas y operaciones militares secretas. Aunque Bob ha asegurado a mi coautora que le gusta presentarse como técnico conductista y no como adiestrador, su definición del término
adiestrar
es mucho más amplia que la mía.
«Creo que un cambio decidido de comportamiento se define, más o menos, como adiestramiento», nos dice. «Podemos llamarlo “instrucción”, o “aprendizaje”, o lo que sea, pero en un plano más general un comportamiento es un comportamiento, ya sea estar sentado, tumbado o incluso pensando. Después de mucho tiempo observando animales en su hábitat natural y entrenando a otros animales para que me trajeran el pan a la mesa, sé que responden muy bien a estímulos ambientales muy sutiles. Por ejemplo, si estoy trabajando con un perro, o con cualquier otro animal, puede saber que ha llegado el momento de relajarse sólo por un leve cambio en el ambiente, incluso por una variación en mi conducta y mi actividad. Dicha conducta relajada del perro puede parecer superficial, no tan evidente o teatral como si saltara sobre la mesa y agarrara las flores de un jarrón, pero esa conducta está tan inducida por el control de los estímulos como la de agarrar las flores. Creo que casi todos los adiestradores que conozco, especialmente los mejores, coinciden en que el adiestramiento —el aprendizaje— sucede todo el tiempo, no sólo cuando nosotros queremos».
Mi amigo Martin Deeley y yo estamos de acuerdo en muchas cosas, pero no precisamente en la definición específica de adiestramiento canino. Martin es un adiestrador de mascotas y de perros de caza de fama mundial y director ejecutivo de la Asociación Internacional de Adiestradores Caninos (IACP-COT). «El adiestramiento se produce en cada momento de la vida de un perro, todos los días, con cualquier cosa que hagas», dice Martin. «Toda relación entre tu perro y tú es adiestramiento». Para Martin, todo lo que hago cuando rehabilito un perro sería «adiestramiento» exactamente igual que cuando él enseña a una manada de cobradores a acosar y recuperar un pato abatido en el bosque.
Y continúa: «Al adiestrar comparto información: sobre el cuerpo, las manos, las herramientas que utilizo y las situaciones que vivo con los perros. Siempre busco la mejor manera de comunicar esa información. Ahora bien, el perro traduce e interpreta muy bien y con rapidez parte de esa información, pero puede que no toda. Variamos nuestra forma de comunicar dicha información para lograr los resultados deseados. La información es el conocimiento adquirido mediante la experiencia o el estudio. Durante su adiestramiento un perro obtiene información de ambas maneras. No piensen que es una información sólo escrita o dicha verbalmente: es una comunicación versátil y totalmente comprensible. Pero el objetivo de dicha comunicación es cambiar y crear comportamientos, que es para mí la definición de adiestrar».
Estoy de acuerdo con Ian, Bob y Martin en que siempre estamos enseñando a nuestros perros —en todo momento— a reaccionar ante nosotros y a actuar. Para mí ese concepto implica liderazgo más que adiestramiento, pero es una diferencia semántica. Por muy distintos que los cuatro expertos caninos seamos en nuestras definiciones y nuestros enfoques, tenemos en mente el mismo objetivo, que es ayudar al lector a comunicarse bien y vivir feliz con su perro. Siempre empiezo por satisfacer primero las necesidades del perro, asegurándome de que está equilibrado, según mi criterio. Trataré de ser más claro: equilibrado no es un término científico, pero me resulta increíblemente descriptivo de lo que significa para cualquier animal —incluido el ser humano— sentirse cómodo en su entorno y en su propia piel. Echemos un vistazo a la relación entre equilibrio y comportamiento en el próximo capítulo.
En la década de 1920 el majestuoso Shrine Auditorium de Los Ángeles era el mayor teatro del mundo, y en la actualidad su estructura y su arquitectura mudéjar siguen siendo impresionantes. El 19 de septiembre de 2006 la alargada sombra de sus doradas y resplandecientes cúpulas persas cubría la alfombra roja de la ceremonia de los quincuagésimo octavos premios Emmy de las Artes Creativas. Aquella tarde de septiembre hacía calor y yo me sentía algo incómodo con la camisa negra, el esmoquin y los zapatos de gala, pero no importaba. La emoción me embargaba. Era la segunda temporada de mi programa
El encantador de perros
, y mi equipo y yo estábamos nominados por primera vez en la categoría de Mejor Reality Show.
«¡César! ¡Aquí!», gritó un
paparazzi
. Es lo que hacen para que los mires y puedan sacarte una foto.
«¡Daddy! ¡Daddy! ¡Mira aquí!», gritó otro. Al oír su nombre, mi fiel pitbull Daddy, que estaba a mi lado en la alfombra roja, con su mejor collar de gala, levantó la mirada por instinto. Los fotógrafos dispararon los flashes y rápidamente se convirtió en el foco de atención. Por su forma de ser se lo tomó con un interés sereno. Daddy siempre estaba preparado para nuevas aventuras y nada —ni tan siquiera los gritos o los flashes de los
paparazzi
— lo perturbaba jamás.
Nuestro momento en la alfombra roja pasó en un suspiro y nos unimos a la multitud de resplandecientes invitados que se apretujaban en las abovedadas entradas al auditorio. Puede que mi aspecto fuera como el de cualquier otro hombre, con su frac y su pajarita, pero entre bambalinas me esperaban unos accesorios muy especiales.
Había traído mis patines.
Una hora antes de que empezara la ceremonia entre bastidores contemplé el enorme y atestado teatro: una antigua sala de ópera como la del fantasma de Andrew Lloyd Webber, llena de butacas de felpa roja y adornos vistosos y dorados. Curiosamente no estaba nada nervioso, sino tranquilo y centrado cuando las palabras que esperaba resonaron a través del enorme equipo de megafonía: «¡Señoras y señores,
El encantador de perros
, César Millán!».
La suave voz de la presentadora estaba sincronizada para dar paso a la animada melodía de
Who Let the Dogs Out?
[«¿Quién ha soltado a los perros?»]. Era mi pie para cruzar patinando los sesenta metros del escenario del Shrine Auditorium, con seis felices pitbulls trotando a mi lado.
El público se quedó boquiabierto y rompió en una ovación. Soltaron una carcajada cuando Pepito, uno de los pitbulls, quedó hipnotizado al vernos en los monitores gigantes de vídeo que rodeaban el escenario para que incluso los espectadores de las butacas con peor visibilidad pudieran ver la reacción de los ganadores cuando subían a recoger la estatuilla. Después de que mis ayudantes se llevaran a todos los perros, dejándonos solos en escena a Daddy y a mí para presentar el siguiente premio, le lancé el sobre con los nombres de los ganadores y me lo trajo a la tarima. El público soltó otra carcajada cuando Daddy, sin correa, se acercó lentamente a saludar, olisquear y estudiar a un nervioso Jimmy Romano, ganador en la categoría de Mejor Doble de Acción. Cuando bajamos del escenario para dejar sitio para la siguiente presentación, me sentía eufórico por lo bien que había ido el número, sobre todo teniendo en cuenta que sólo lo habíamos ensayado una vez ese mismo día.
Cuando me pidieron que entregara un premio en la ceremonia no dudé en aprovechar la ocasión de hacer algo totalmente distinto. Quería mostrar al público que a los pitbulls les gusta ir en manada y que pueden ser unos perros maravillosos y obedientes. Los pitbulls habían salido triunfantes, y yo estaba emocionado por lo bien que lo habíamos hecho.
Dudo que el director del programa se hubiera mostrado tan entusiasta si le hubiera dicho de antemano que sólo uno de aquellos pitbulls estaba, como se suele decir, adiestrado.
Yo los llamo bien educados y equilibrados. Pero ninguno de aquellos perros había sido preparado formalmente para subirse a un escenario, bajo los focos, con una música atronadora y delante de seis mil quinientas personas.
En ese caso ¿cómo pude crear una manada de pitbulls tan educada, amable y obediente sin lo que podríamos llamar un adiestramiento metódico?
Al comienzo de mi programa siempre digo: «Rehabilito perros, adiestro personas». Hay una razón para esa afirmación. Normalmente las personas necesitan mucha más ayuda para entender a sus perros que éstos para comprender a aquéllas. Un perro está programado para entendernos. Llevan en los genes descifrar nuestra expresión, nuestro lenguaje corporal y nuestros cambios de humor y de energía. El perro es el único animal, además de los primates, que entiende que si levantamos un brazo para señalar un objeto lejano, se supone que tiene que mirar en esa dirección.
Otros animales pueden aprender esto, pero no es algo innato en ellos. ¡Su instinto los lleva a fijarse únicamente en nuestro brazo extendido!
[1]
.
Por otro lado, las personas no dejan de malinterpretar los intentos que hacen los perros por comunicarse. Muchos interpretan cualquier movimiento del rabo como una señal de amistad, pero un observador más experimentado sabrá que, si el perro está tenso, si enseña los dientes y menea lentamente la cola, de lado a lado, eso es lo contrario de amistad. Puede que usted piense que su perro trata de castigarlo al destrozarle sus zapatos favoritos mientras está trabajando, pero en realidad sólo está frustrado y aburrido a más no poder. Y si alarga un brazo para reconfortar a un perro nervioso con caricias, sólo conseguirá ponerlo más nervioso. Un perro angustiado necesita que usted se mantenga firme y actúe como un líder, y no que se derrita con muestras de simpatía porque le da pena. Éstas son sólo unas cuantas muestras de los errores que cometemos las personas al juzgar lo que los perros tratan de decirnos: irónicamente, esos cruces de cables en la comunicación me han conducido a tener una carrera hoy en día.