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Authors: César Millán & Melissa Jo Peltier

Tags: #Adiestramiento, #Perros

Las normas de César Millán (6 page)

BOOK: Las normas de César Millán
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Cuando mis clientes dicen que quieren un perro obediente, casi siempre la situación ha ido mucho más allá de que quiera sentarse cuando se lo dicen. Es ya un perro que está arruinando la vida a alguien o un perro cuya vida está en peligro si el dueño no puede controlar su comportamiento. Sin embargo, incluso en casos menos extremos lo que se entiende por un perro obediente puede variar en gran medida, al igual que hay enormes diferencias entre lo que las personas buscan en su relación con el perro. La relación con nuestro perro es algo muy personal y refleja nuestra individualidad y lo que hemos elegido para lograr la felicidad. Por ejemplo, yo nunca podría soportar algunas de las cosas que otros dueños de perro ven bien: saltar sobre la primera persona que entre por la puerta, ladrar demasiado cuando un coche pasa por la calle o monopolizar la cama de su dueño por la noche. Según mi experiencia, esos comportamientos pueden dar pie a problemas más graves si no se remedian y pueden enviar al perro mensajes confusos sobre quién manda en casa. Además no está haciendo ningún favor a su perro al permitirle vivir sin límites; a los perros, como a casi todos los animales, les va mejor seguir una estructura.

Pero, a fin de cuentas, se trata de su vida y de su perro. Muchas personas —y muchos perros— viven felices haciéndolo a su manera, allá ellos. He tratado casos en los que el dueño no quería seguir mis indicaciones: «Quiero tanto a mi perro que estoy dispuesto a vivir con el problema». Me parece bien. Ese tipo de dueños estudiaban las distintas opciones y decidían no modificar nada. No me gusta juzgar a las personas ni el modo en que educan a sus perros a no ser, por supuesto, que una persona, la sociedad o el propio perro sufran daños en el proceso. Creo que mi trabajo consiste en mostrar qué opciones tiene. A ellos les corresponde decidir qué hacer con esas opciones.

La mayoría de mis clientes no busca como compañía un perro que ruede por el suelo, se haga el muerto o
hable
cuando se le indica. La mayoría no quiere un perro guardián, un perro de protección o el próximo ganador de las olimpiadas caninas. Lo cierto es que la mayoría de los dueños de perros sólo sueña con un compañero cariñoso, amable y tranquilo con quien compartir su vida. No les importa que el perro a veces haga de las suyas, como correr por casa, por el jardín o sobre los muebles, pero siempre dentro de unos límites de comportamiento. Otros dueños de perros son mucho más tiquismiquis. No les gusta nada que el perro se suba al sofá, punto final, ya está. No quieren que el perro excave en su precioso rosal. Quieren que el perro se meta en su jaula en el acto y llevárselo de viaje. La moraleja es que, salvo un perro que sea un peligro o una molestia para otras personas, lo que queremos de nuestro perro es algo muy personal.

Decidimos hacer un estudio informal y preguntar a los lectores virtuales por los comportamientos más importantes que desean o esperan de sus mascotas caninas. Cuatro mil lectores virtuales respondieron calificando una lista de comportamientos de «muy importante» a «nada importante». En los esquemas siguientes aparecen las preguntas que hicimos y los resultados. A medida que lea la lista, participe en el estudio y piense en estas preguntas: ¿Qué expectativas tiene para su vida con su perro? ¿Cuál es su definición de «perro obediente»?

Viene cuando lo llama

Se lleva bien con otros perros y con las personas, niños incluidos

No destruye ni la casa ni el jardín

Le permite entrar y salir sin ponerse nervioso por la separación

Camina con correa sin tirar de ella, retrocede cuando se le ordena

Viaja sin problemas en un coche o en una jaula

Se tumba o se queda quieto cuando se le ordena

Se sienta cuando se le ordena

Lo protege de los malos

Recupera o caza, demuestra su agilidad o juega con el
frisbee
, nada o tiene otras habilidades deportivas o relacionadas con los juegos

Hace algo especial

Realiza tareas propias de la terapia de guía (como traerle objetos que usted no alcanza, encender la luz, abrir la puerta, ayudarlo a cruzar la calle…)

Como puede ver, las mismas respuestas básicas aparecen una y otra vez. Si utiliza la definición del entrenador de Hollywood Mark Harden, al parecer lo que la gente quiere realmente de su mascota es buenos modales más que adiestramiento. Cuando trabajaba en la perrera del centro de adiestramiento, recuerdo que lo que más preocupaba a los que recurrían a nosotros era un perro que no «acudía cuando se lo llamaba». «Mi perro no viene cuando lo llamo», era la queja que más oíamos, y nuestro estudio informal muestra que sigue estando en cabeza de la lista de comportamientos deseados que quieren que exhiban sus perros. Para que un perro acuda cuando lo llamamos tenemos que darle un motivo para que quiera hacerlo. Para ello primero tiene que haber buena conexión e implica comprender la motivación de nuestro perro. Entraremos en detalles en el capítulo 7.

Lo que quiero decir es que, en definitiva, las expectativas de la mayoría para un perro bien educado no son tan extravagantes. Las cuestiones que están en los primeros puestos de la lista no son descabelladas, y me alegra decir que no son tan difíciles de conseguir una vez que haya dominado su papel de líder y que haya establecido una relación de confianza con su perro. Mi objetivo en este libro consiste en ayudarlo a que entienda no sólo estos principios básicos para crear un perro satisfecho y equilibrado, sino para que conozca además la amplia gama de opciones que tiene para alcanzar también aquellos objetivos referentes a la obediencia que se haya marcado.

No hace falta que asista a clases de obediencia o que aprenda a adiestrarlo con un
clicker
o que enseñe a su perro a acorralar un rebaño o a saltar por un aro. Tiene un montón de oportunidades para ayudar a su perro a alcanzar su plenitud y para ayudarlo a usted a dar forma a su acompañante ideal en el proceso.

Para conseguir el perro obediente con el que sueña ha de definir primero qué entiende usted por obediencia. Si no sabe exactamente qué quiere de su perro, ¿cómo pretende que él se lo dé? Se trata de una decisión muy personal que debería meditar y en la que deberían participar todos los habitantes de la casa. Así pues, tómese su tiempo para pensar en ello. Ahora siéntese y escriba una lista con las cualidades que le gustaría que tuviera su perro. Visualice esos aspectos de un perro obediente y vuelva a esa lista y a esa imagen mientras lee este libro y reflexiona sobre su contenido.

Lo primero, el equilibrio

¿Qué es un perro equilibrado? Para mí es uno que está cómodo en su piel. Es un perro que se lleva bien con otros perros y con las personas, que entiende las pautas y las rutinas de su vida, pero que además está abierto a nuevas experiencias y no se ve perjudicado por problemas de comportamiento, como el miedo, la ansiedad o la obsesión.

He empleado el término
equilibrio
muchas veces con mi colega Martin Deeley, así que le pregunté qué significaba esa palabra para él. «¿Qué entiendo yo por equilibrado? Un perro sano de cuerpo y mente: un perro saludable sería la respuesta más fácil. La salud física es fácil de identificar. Si a un perro le duele algo o no se siente bien, le costará entrenar y tal vez ni quiera hacerlo ni haga lo que se le pide. Pero la salud también puede afectar al estado de ánimo, por lo que tenemos que asegurarnos de que nuestro cachorro está sano para que sea la base de un perro dispuesto a entrenarse».

Ian Dunbar tiene una anécdota muy personal sobre un perro cuya salud afectaba a su capacidad para ser adiestrado. Según nos recuerda, «Claude [mi perro] es un cruce de coonhound redbone y rottweiler. Ya es muy viejo. Se le rompió el ligamento cruzado. Así que tuvimos que hacerle una operación de TPLO [osteotomía para nivelar el platillo tibial]. Una operación complicada, pero el perro consiguió andar a los dos días de la intervención. Tres días después su personalidad había cambiado por completo. Se convirtió en un perro totalmente feliz, divertido. Nos dimos cuenta de que habíamos estado viviendo con un perro que llevaba cinco años sufriendo mucho. Por eso era tan lento para sentarse, para venir y para tumbarse. Después de aquella operación era un perro distinto. Por tanto, puede que existan razones muy poderosas para que su perro no quiera acudir a su llamada o sentarse».

También está el aspecto mental/psicológico del equilibrio. Martin Deeley se pregunta: «¿Qué busco en un perro mentalmente estable o en un cerebro equilibrado? Al igual que en las personas, en los perros la estabilidad surge de las normas, las estructuras y de una vida estable. Sabemos qué va a suceder, sabemos qué podemos esperar y tenemos confianza en cómo va a ocurrir. Incluso afrontamos con confianza y aceptación nuevas situaciones, personas, perros y otros animales».

Si quiere que su perro alcance el equilibrio, primero tiene que sentirse realizado como animal, luego como perro, después como perteneciente a la raza que sea y por último como perro específico con nombre propio. Puede leer explicaciones más detalladas sobre cómo crear equilibrio en su perro en algunos de mis libros anteriores. Aquí encontrará lo que considero que son las bases para conseguir un perro equilibrado.

Las normas de César para un perro equilibrado

  1. Cuando introduzca un perro en su vida no piense sólo en lo que quiere de él. Piense antes en lo que tiene que darle a ese perro para que sea feliz con usted. Empiece por pensar que su perro es primero un animal, segundo un perro, tercero una raza, cuarto un nombre, y satisfaga sus necesidades en ese mismo orden. La experiencia me dice que una vez que haya satisfecho las necesidades de su perro éste querrá automáticamente satisfacer las suyas.
  2. Por supuesto, usted quiere tener un perro para amarlo, pero el amor no es lo primero ni lo único que necesita un perro para ser feliz. Al igual que la gran mayoría de las personas, el amor no basta por sí solo. Siga mi fórmula en tres pasos: primero ejercicio, segundo disciplina (reglas, fronteras y límites: ¡adiestramiento incluido!) y tercero cariño. En ese orden.
  3. Ejercicio: el ejercicio significa al menos uno y mejor si son dos largos paseos cada día de cuarenta y cinco minutos o más (¡mínimo, treinta minutos!), dependiendo de la raza, el tamaño, el nivel de energía y la edad del perro. Dejar que su perro corra a sus anchas por el jardín no sirve. Por ejercicio, me refiero a un paseo estructurado con usted a su lado. Esto satisface la necesidad de su perro de trabajar para ganarse la comida y el agua, de acuerdo con su manada. Además es la herramienta más poderosa de que dispone para crear una conexión profunda y significativa con su perro, y sobre todo ¡es gratis!
  4. Disciplina: el perro aprendió de su madre reglas, fronteras y límites desde el mismo momento en que empezó a respirar. Las reglas no molestan a los perros: las necesitan. Su trabajo como propietario de un perro consiste en ser claro y sencillo en cuanto a dichas reglas: ¡y en ser siempre coherente con ellas! Para cualquier perro equilibrado es importante conocer los parámetros de su mundo y qué lugar ocupa en su manada.
  5. Cariño: el cariño no tiene por qué ser una caricia, ni tiene por qué traducirse en una chuchería. En primer lugar es la relación de confianza y respeto entre la persona y el perro. Una persona sin brazos puede tener una relación de cariño con su perro aunque no pueda acariciarlo. Lo bonito de los perros es que cuando los tratas con honor y respeto te lo devuelven multiplicado por mil. El perro es quizá el ser más generoso y justo del planeta. Por otro lado, mostrarle cariño, del modo que sea —jugando con él, dándole una chuchería y, por supuesto, acariciándolo o dándole un masaje—, es muy bueno e incluso terapéutico para usted y para el perro.
El equilibrio hace milagros

Volvamos a la pregunta original: ¿Cómo conseguí que seis pitbulls actuaran en el escenario de los premios Emmy delante de miles de personas sin un adiestramiento formal? Creo que el equilibrio hace milagros. Me había asegurado de que los seis pitbulls que llevé conmigo aquel día al Shrine Auditorium —Daddy, Pepito, Spot, Pattern, Sam y Dotty— estuvieran equilibrados, pero lo cierto es que no todos ellos habían sido cachorros bien educados. Cuando llegó a mí, a Sam le asustaban las personas, incluso los niños, y Pattern se mostraba agresivo con otros perros cuando lo conocí. Ambos pertenecían a mi amigo Barry Josephson, productor de cine y televisión en Hollywood. Spot me llegó desde Much Love Animal Rescue porque era agresivo con los de su especie. Aquellos perros llevaban semanas o meses viviendo conmigo y mi manada, y gracias al trabajo que hice con ellos, cuando llegó el momento de ir a los premios Emmy, confiaba totalmente en que los tres se portarían bien en cualquier situación aunque les supusiera una novedad o un reto. Creo que casi todo perro puede cambiar su comportamiento negativo: en las circunstancias adecuadas y en manos de las personas adecuadas. Pero aquella noche de los Emmy lo más importante es que todos los pitbulls confiaron a su vez en mí.

Los cambios que provoqué en aquellos tres problemáticos pitbulls no aparecieron al momento, ni sin trabajar dura y consistentemente durante bastante tiempo. A pesar de los cambios rápidos que ven en
El encantador de perros
ningún cambio de comportamiento será permanente sin la práctica y la repetición metódicas. Incluso las familias felices con perros que aparecen curados al final de cada programa han de perseverar en sus propios cambios de comportamiento, día tras día, o su perro dejará de estarlo. En el Centro de Psicología Canina mi equipo y yo nos hemos empleado a fondo a diario para satisfacer las necesidades básicas y la vida de los seis pitbulls de los Emmy con ejercicios vigorosos, una rutina fija, límites y fronteras definidos (disciplina), muchos desafíos, como carreras de obstáculos, juegos con la pelota, natación y otros juegos, excursiones a lugares nuevos, como la playa y las montañas, y, por supuesto, comida sana y cariño. Por experiencia sé que incluso un perro con un pasado horrible de malos tratos y abandono puede recuperar encantado el equilibrio, mientras que una persona con el mismo tipo de problemas podría seguir atormentada para siempre por los malos recuerdos. Un perro no se agarra al resentimiento, por lo que puede cambiar y adaptarse mucho más rápidamente que las personas. Pero nos corresponde a los humanos hacer el trabajo para que esos cambios sean permanentes. Por eso para mí el elemento más complicado de la ecuación en toda rehabilitación es el dueño, no el perro.

BOOK: Las normas de César Millán
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