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Authors: Barbara Hambly

Tags: #Ciencia Ficción

Los hijos de los Jedi (36 page)

BOOK: Los hijos de los Jedi
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«No se puede comprar mucha elegancia con un sueldo de empaquetadora de fruta…»

Parlanchín, el viejo amigo de Oso Nim, lucía un mínimo de tres vendajes en sus dedos, al igual que la mitad de la clientela del Toberas Humeantes y la gran mayoría de las personas con las que se había cruzado en el mercado. Tenían vendajes en los dedos, y las manos de color púrpura —0 rojo, o amarillo, dependiendo de si empaquetaban lianas de arco, brandifert, lipana o liana del café—, y el podón y el slochan eran lo suficientemente resistentes para ser manipulados por androides.

Y mientras apretaba el paso para volver lo más deprisa posible a la casa de la calle del Viejo Huerto, Leia se encontró preguntándose qué le habría ocurrido si hubiera ido a tomar un café a las habitaciones de Roganda.

CAPÍTULO 14

¿Quién eres?

Las palabras relucieron en un silencio ambarino en la oscuridad casi completa del despacho del contramaestre de la Cubierta 12. Un delicado y complejo zumbido resonó en algún lugar del laberinto de corredores y habitaciones y lo llenó de ecos: eran los talz, que estaban cantando en su enclave oculto de los camarotes de los suboficiales. Antes de desactivarse, Cetrespeó había intentado establecer contacto con la Voluntad en aquella terminal y le había informado de que aunque seguía habiendo energía en algunos de sus circuitos, la eterna codicia de cables que impulsaba a los jawas había hecho que arrancaran las conexiones del ordenador en algún punto de la línea.

Luke pensó que tal vez fuera ésa la razón por la que se sentía instintivamente seguro allí.

Los gemidos lejanos cesaron y se reanudaron un instante después con un ritmo transmutado. Incluso los sistemas de circulación de aire guardaban silencio. Las salas olían a jawas y talz, y a las vaharadas de vainilla desprendidas por los kitonaks amontonados como champiñones rechonchos al final del pasillo que parloteaban interminablemente con sus vocecillas chirriantes. Luke clavó la mirada en el pozo de ónice de la pantalla y se sintió repentina y mortalmente cansado.

«¿Quién eres?»

Tenía el presentimiento de que ya lo sabía.

La palabra surgió de las profundidades de la pantalla apareciendo entera y no letra por letra, como si llevara mucho tiempo existiendo dentro de ellas.

>Callista<

Luke contuvo el aliento. En realidad, no había creído que aquello fuera a dar resultado.

>La joven se encuentra bien. No le han hecho daño. No más del que habría sufrido durante una sesión de entrenamiento un poco más dura de lo
habitual

El alivio fue un torrente de sensación tan violento que casi parecía una jaqueca, y la liberación de la tensión fue tan repentina e intensa que faltó muy poco para que se convirtiera en un dolor físico.

Gracias,
tecleó Luke. Le sorprendió ver lo total y espantosamente inadecuadas que resultaban las palabras cuando las vio aparecer en la pantalla. Era lo que decías cuando alguien apartaba una silla de tu camino si tenías las manos ocupadas. No tenía nada que ver con los androides interrogadores de la Zona de Detención: con los morados del rostro de Cray o con la muerta amargura de sus ojos, ni con los gamorreanos que habían sostenido encima del triturador al jawa que no paraba de gritar.

—Gracias —le murmuró a la oscuridad ya no del todo vacía de la habitación—. Muchas gracias.

>Están en la Cubierta 19, en el hangar de mantenimiento de estribor. Han desmantelado media docena de cazas TIE para construir su aldea…, o por lo menos Mugshub ha ordenado que lo hicieran. Todo el trabajo corre a cargo de las cerdas<

Hubo una pausa.

>Lo cual es una suerte, teniendo en cuenta que el promedio de inteligencia de los jabalíes es un poco inferior al de una mezcladora de cemento y que no sirven para nada aparte de para buscar pelea y fabricar pequeños gamorreanos<

¿Puedes hacerme llegar hasta ahí arriba?

>Puedo llevarte hasta el pozo de subida de carga que están utilizando como túnel de comunicaciones. Han puesto trampas, y está vigilado. ¿Puedes levitar?<

Sí, he estado…

>No es necesario que uses el teclado. Vigilancia Interna ha colocado trampas y sistemas de registro en todas las salas y pasillos de esta nave. Son unos chicos encantadores<

—He estado usando perígeno para mi pierna —dijo Luke, sin apartar los ojos de la pantalla como si fuese un muro o una ventana pintada de negro detrás de la que habitaba la mujer—. Está empezando a interferir un poco en mi concentración, pero podré hacerlo.

Aún no había acabado de hablar cuando se estremeció. Además del efecto colateral de reducir sus niveles de concentración que acabaría padeciendo más tarde o más temprano, la fatiga, el agotamiento y el lento roer del dolor constante estaban erosionando todavía más su capacidad de manipular la Fuerza. Pensar que debería autolevitarse a lo largo de un pozo que tenía centenares de metros de profundidad era una idea francamente inquietante.

—¿Quién eres? —volvió a preguntar, aunque esta vez la pregunta tenía un significado distinto.

La mujer no replicó. Más palabras de color ámbar aparecieron en la pantalla pasado un rato muy largo.

>El androide que está con ella, el de los ojos vivos… ¿Qué es? ¿Qué es
todo esto? ¿Es alguna nueva clase de criatura que Palpatine cree poder utilizar? ¿Qué está ocurriendo entre ellos?<

—Palpatine está muerto.

Destellos de luz láser mostrando los huesos del Emperador dentro de su cuerpo… El dolor en los huesos y en la carne de Luke, destruyéndole. La voz de Darth Vader…

Expulsó las imágenes de su mente.

—El Imperio se ha desintegrado en seis, tal vez diez fragmentos relativamente grandes gobernados por señores de la guerra y Gobernadores. El Senado controla Coruscant y la mayor parte del Borde Interior. Una Nueva República ha sido establecida, y se va fortaleciendo poco a poco.

La pantalla quedó a oscuras durante un momento. Después una pauta resplandeciente se extendió por ella, un dibujo que iba creciendo, una danzante geometría espiral de alegría que se desplegaba en todas direcciones. Luke comprendió que era la alegría de la mujer. Era la esencia, el corazón de lo que él mismo había sentido en aquella aldea arbórea de la verde luna de Endor cuando comprendió que el primer y terrible obstáculo había dejado de existir.

Música surgida de alguien que ya no tenía una voz.

La alegría de la danza de quien carecía de cuerpo.

Deleite triunfal, y la gratitud más absoluta imaginable.

¡Hemos vencido, hemos vencido! Yo he muerto, ¡pero hemos vencido!

Luke sabía que si la mujer hubiera estado físicamente presente allí se habría arrojado a sus brazos.

Al igual que Triv Pothman, había estado esperando durante mucho tiempo.

Lo que dijo la mujer fue
>Has hecho que todo lo que he soportado valiera la pena<

Los dibujos giraron locamente por todas las pantallas de la habitación y después se alejaron velozmente, como un anillo de olas danzarinas que se va desplegando hacia el exterior.

—Casi —dijo Luke en voz muy baja.

Hubo otra larga pausa.

>Un 98%<

Luke sabía que había una parte de broma en esa réplica, y se rió.

>¿Eres el Maestro Luke? ¿Te llamas realmente Calrissian, o
es una identidad falsa?<

—Me llamo Skywalker —dijo Luke—. Luke Skywalker.

Luke fue consciente del silencio implícito en el repentino ennegrecimiento de la pantalla.

—El hijo de Anakin —añadió en voz baja—. Fue Anakin quien mató a Palpatine.

Seguía sin haber nada en la pantalla, pero Luke percibió las mareas cambiantes del pensamiento de la mujer y su absorta contemplación de los abismos del tiempo con tanta claridad como si estuviera contemplando los ojos de otra persona.

>Cuéntamelo<

—En otra ocasión —dijo Luke—. ¿Qué le ha ocurrido a esta nave y a esta misión? ¿Qué ha vuelto a ponerla en marcha? ¿De cuánto tiempo disponemos?

>No sé de cuánto tiempo disponemos. Estoy… Podríamos decir que estoy al lado de la Voluntad, pero hay algunas cosas de la Voluntad que no quiero y no puedo tocar. Llevo treinta años existiendo de esta manera. Conseguí inutilizar los receptores, y antes de venir aquí dañé o destruí la mayor parte de los relés de autoactivación que habrían hecho entrar en acción al núcleo del ordenador mediante una señal de control remoto. Los componentes de los relés fueron aplastados, hechos añicos, destruidos. Nadie podría haberlos encontrado para activar esta instalación mediante ese medio, pero seguía existiendo el peligro de que la instalación pudiera ser activada manualmente. Por eso me… quedé.<

—Entonces yo tenía razón. —Luke sintió un cosquilleo de temor que se fue extendiendo por todo su cuero cabelludo—. Lo sabía, lo había percibido… Esos cañones no fueron disparados por ningún mecanismo. En una nave de estas dimensiones…

>No. Yo fui quien disparó los cañones. Es donde he pasado todos estos años, en los ordenadores del sistema artillero… Estaba segura de que erais agentes del Imperio. Antes de que subierais a bordo no había nadie, y a bordo no hay nadie salvo vosotros, y los alienígenas traídos por los transportes después de que la Voluntad volviera a ser activada.<

—No lo entiendo —dijo Luke—. Si nadie subió a bordo hasta que la Voluntad fue activada…

>Fue la Fuerza. Lo sentí, pude percibirlo… Los relés de activación inutilizados fueron disparados, después de todos esos años, mediante el uso de la Fuerza<

Luke quedó tan perplejo que no supo qué decir. Las nítidas letras ambarinas eran como un martillazo asestado directamente sobre su corazón.

—¿La Fuerza? —Se inclinó hacia adelante como si quisiera tocar el brazo o la mano de la mujer que no estaba allí—. Eso es imposible.

>Sí, ya sé que es imposible<

—La Fuerza no puede afectar a los androides ni a los sistemas mecánicos.

>No, no puede hacerlo<

Luke pensó en ello durante unos momentos, e intentó comprender lo que significaba o podía llegar a significar. Ithor volvió a su mente, y con él aquella marea de terror helado que había sentido cuando se hallaba sumido en un semitrance al lado de Nichos y había experimentado aquella repentina percepción de que algo andaba terriblemente mal. La oleada de oscuridad que se iba desplegando en todas direcciones, extendiéndose, buscando: los números aleatorios que le habían conducido hasta allí, el sueño de algún ataque terrible que se acercaba sigilosamente a través de la noche del desierto…

—Sí, pero… ¿Por qué? ¿Por qué bombardear Belsavis ahora? Allí no hay nada.

Nada salvo Han, Leia, Chewie y Erredós; nada salvo millares de personas inocentes, y el puñado habitual de personas que no eran tan inocentes. Y Han y Leia todavía no habían llegado allí cuando percibió aquella primera oleada de tinieblas. Que Luke supiera, nadie estaba enterado de su destino.

—Atención todo el personal: preséntense en la sala de reuniones de su sección. —La voz de contralto del vocalizador del ordenador irrumpió repentinamente en sus pensamientos—. Todo el personal debe presentarse en la sala de reuniones de su sección. La abstención o la negativa declarada serán consideradas como…

>Será mejor que vayas<,
le aconsejaron las letras anaranjadas desde la pantalla.
>No puedes permitir que tus acciones sean consideradas como una demostración de simpatía con las intenciones de etcétera etcétera. Vigila tu espalda<

Durante un momento Luke casi pudo ver su sonrisa.


La Sección 12-C del Código Militar Imperial considera como delitos condenados con la pena capital, entre otros: la incitación al motín contra la autoridad debidamente constituida; la participación en un motín; ocultar amotinados o sospechosos de serlo a la autoridad central de la nave; ocultar evidencias de actos de motín o sabotaje planeados o ejecutados a la cadena de mando, estructura física o sistemas de autocomprobación automática a bordo de cualquier navío de la Flota.

• Después del examen de todas las evidencias, la acusada ha sido considerada culpable de un acto de amotinamiento contra la autoridad central de este navío, y de haber incitado mediante su participación a que se produjeran más actos de amotinamiento y sabotaje llevados a cabo por personas desconocidas.

—¿Cómo, es que ahora también le están echando la culpa a Cray de lo que han hecho los jawas? —le murmuró Luke a Cetrespeó.

El androide de protocolo había vuelto a activarse para acompañarle a la sala de la sección. Estaban en la entrada de babor, medio ocultos por los kitonaks que habían sido llevados hasta allí el día anterior para que presenciaran el juicio de Cray y que habían seguido inmóviles en aquel rincón desde entonces, sin parar de parlotear entre ellos ni un solo instante.

La tribu de los gakfedds, que se encontraba más cerca de la pantalla, rugía, chillaba y lanzaba abucheos.

—¡Esa bruja tiene la culpa de todo!

—¡Es la que está detrás de los condenados rebeldes!


A pesar del excelente historial de la acusada, es decisión de la Voluntad que la soldado Cray Mingla sea ejecutada mediante enclisión láser a las 16 horas del día de mañana. Todo el personal deberá presentarse en sus salas de reuniones…

—Luke… —Cray alzó la voz para hacerse oír por encima del zumbido monocorde del vocalizador del Puesto de Justicia. Su rostro se había vuelto de un gris ceniza bajo los morados, y sus ojos oscuros estaban llenos de agotamiento y nublados por el dolor interior—. ¡Sácame de aquí, Luke! ¡Por favor, Luke, sácame de aquí! Estamos en la Cubierta Diecinueve, Sector Frontal de Estribor, Hangar de Mantenimiento Siete, subimos por el Ascensor Veintiuno, está vigilado y protegido con trampas…

Los gakfedds lanzaron aullidos burlones, y el centinela klagg más cercano se volvió hacia Cray en la Cámara de Justicia.

—Silencio, cara de yeso —ordenó secamente.

Cray —Cray, que a pesar de todos sus maquillajes y su elegancia nunca había mostrado miedo físico en toda su vida y a la que Luke nunca había visto asustada— se encogió sobre sí misma, y Luke se sintió invadido por un torrente de rabia tan intensa y abrasadora que hizo desaparecer incluso el dolor de su pierna.

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