Lo que a menudo promueve la mala conducta es el hábito perezoso y desagradable de creer que las generalizaciones tienen algo que ver con los individuos. No tenemos derecho a dar por sentado de antemano que un hombre en concreto no pueda amamantar, o que una mujer en concreto no pueda luchar. O que una muchacha no pueda dominar un juego que durante generaciones fue del dominio de los hombres.
Ya que tengo la palabra, hay una cuestión que lleva algún tiempo molestándome. ¿Por qué tan pocos escritores de fantasía heroica o épica tratan con el problema fundamental de sus novelas: el hecho de que tantas de ellas tengan lugar en culturas que son rígidas, jerárquicas, estratificadas, y en esencia opresivas? ¿Qué tiene de atractivo el feudalismo para que a tantos ciudadanos libres de una comunidad educada como la nuestra les guste leer e imaginar la vida bajo el dominio de señores cuyo poder es hereditario?
¿Por qué tienen que ser el príncipe o la princesa depuestos en cada historia tópica, los elegidos para liderar la lucha contra el Señor Oscuro? ¿Por qué no elegir a un nuevo líder según sus méritos, en vez de aferrarse a los hijos endogámicos de un linaje real fracasado?
¿Por qué no pedir al pomposo y santurrón mago «buen». que haga algo útil, como retretes con cisterna portátiles, o que proporcione electricidad para todas las casas del reino? Si tuvieran la menor oportunidad, los hijos e hijas de los campesinos no querrían vivir siendo siervos. Parece extraño que la gente moderna se aferre a una forma de vida que nuestros antepasados lucharon desesperadamente por evitar.
Sólo Aldous Huxley describió un orden social completamente autoconsistente y estable, aunque glacial. No se tiene ninguna sensación de opresión, ni hay ninguna posibilidad de rebelión, en una sociedad donde la gente nace verdaderamente para su función, como en
.Un mundo feliz
.
Puede que también resulte así en Stratos.
Por último, el tema del
.pastoralismo
merece algunos comentarios. Incontables libros malos (y algunos muy buenos) han defendido las virtudes de un ritmo más lento y enfatizado la vida pastoral por encima de la urbana, lo predecible sobre el caos, la intuición sobre la ciencia. A menudo, se presenta en términos de sabiduría femenina sobre la avaricia de conocimiento de la rapaz sociedad occidental (léase «masculin»).. Un desafortunado resultado ha sido la tendencia a asociar feminismo con oposición a la tecnología.
Esta novela describe una sociedad que es conservadora por diseño, no a causa de alguna razón intrínseca de un mundo dirigido por mujeres (muchas buenas historias han propuesto culturas matriarcales con alta tecnología). En Stratos, el objetivo de las Fundadoras fue una solución pastoral al problema de la naturaleza humana: una solución que hoy tiene muchos inteligentes y vehementes defensores.
Tienen sus razones. Cualquiera que ame la naturaleza, como es mi caso, lamenta la destrucción causada por los humanos en todo el globo. Las presiones de la vida urbana pueden ser aterradoras, igual que la ambigüedad moral que nos ataca, tanto en casa como a través de los medios de comunicación. La tentación de buscar certidumbres sin complicaciones envía a algunos en busca de terapia, mientras que muchos otros se zambullen en el refugio del fundamentalismo, y otros buscan tiempos mejores Y «más simple».. Ciertos escritores populares prescriben urgentemente regresar a modos de vida
.más antiguos y nobles
.
Modos de vida más antiguos y nobles. Es una imagen encantadora… y una auténtica mentira. John Perlin, en su libro
.A Forest Joumey
, cuenta cómo cada cultura anterior, de la tribal a la pastoral a la urbana, provocó calamidades sobre los suyos y su entorno. He estado en la isla de Pascua y he visto el desierto que su pueblo nativo creó allí. El daño superior que causamos hoy se debe a nuestro gran número y poder, no a que haya algo de por sí maligno en la humanidad moderna.
La tecnología produce más alimento y comodidad y permite que mueran menos niños.
«Regresar a los usos antiguo». restauraría un tanto el equilibrio, sí, pero implicaría un holocausto de proporciones inimaginables, seguido por la reanudación de una aplastante miseria jamás experimentada por aquellos que ahora suspiran por las fantasías medievales y los romances neolíticos. Una forma de vida que era desagradable, brutal y casi siempre catastrófica para las mujeres.
Esto no quiere decir que la
.imagen
pastoral no ofrezca esperanza. Al defender la naturaleza y un estilo de vida más apegado a la Tierra, algunos escritores pueden estar ayudando a crear el mismo tipo de sabiduría que imaginan que existió en el pasado. Algún día pueden diseñarse culturas pastorales verdaderamente idílicas con el objetivo de proporcionar placidez y felicidad para todos, pero conservando suficiente tecnología para mantener una existencia decente.
Pero para llegar hasta allí el camino se extiende
.hacia delante
, no zambulléndose en un pasado oscuro, pestilente y miserable. Sólo hay un camino al pastoralismo sereno y ecológicamente sano que tantos buscan. Esa ruta pasa, irónicamente, por la feliz consumación de ésta, nuestra primera y última oportunidad, nuestra era científica.
Los comentarios y criticas de mucha gente me ayudaron a eliminar textos aún peores que los que el lector encuentra en esta versión publicada. Algunos de mis inteligentes ayudantes son Bettyann Kevles, Carol Shetler, Jean Lee, Steven Mendel, Brian Kjerulf, Trevor Placker, Dave Clements, Amanda Baker, Brian Stableford, Eric Nilsson, el doctor Peter Markiewicz, la doctora Christine Carmichael, Jonathan Post, Deanna Brigham, Joy Crisp y Diane Clark; ellos me ofrecieron su inestimable ayuda durante esta fase.
Gracias también a los miembros de Caltech Spectre, que revisaron un borrador inconcluso y me enviaron por correo muchos comentarios mientras mi esposa y yo vivíamos en Francia. Los miembros participantes son Marti DeMore, Kay Van Lepp, Ann Farny, Teresa Moore, Dustin Laurence, Eric C. Johnson, Gorm Nykreim, Erik de Schutter, Steve Bard, Greg Cardell, Stein Sigurdsson, Alex Rosser, Gil Rivlis, Michael Coward, Michael Smith, David Coufal, Dustin Laurence, David Palmer, Andrew Volk, Mark Adler, Gregory Harry, D. J. Byrne, Gail Rohrbach, Carl Dersheim y Vena Pontiac.
Por sus consejos técnicos sobre biología, así como por sus criticas generales, doy las gracias a Karen Anderson, Jack Cohen, el profesor William H. Calvin, Janice Willar, el doctor Mickey Zucker, y los profesores Jim Moore, Carole Sussman y Gregory Benford.
Como siempre se merecen un agradecimiento especial Ralph Vicinanza y Lou Aronica, así como Jennifer Hershey, Betsy Mitchell, y Amy Stout por su paciencia, Gavin Claypool por su inestimable ayuda, y, sobre todo, la doctora Cheryl A. Brigham, sin los cuales nada de lo bueno habría sido posible. Échenme a mí la culpa de todo lo malo.
David Brin, nacido en 1950, es uno de los nombres más destacados de la ciencia ficción moderna. Licenciado en física y doctor en ciencia espacial, posee una sólida formación científica y ha trabajado como investigador y docente en la Universidad de California en San Diego. Brin domina también el arte literario y narrativo como pocos. A finales de los años ochenta fue elegido por los lectores de la influyente revista Locus como su autor de ciencia ficción favorito; incluso por encima del popular Orson Scott Card. Brin, junto con Benford y Bear, representa hoy el punto culminante de la madurez narrativa y estilística de la ciencia ficción sólidamente inspirada en la ciencia.
Su obra más conocida y famosa es la Serie de la elevación de los pupilo s que le ha valido repetidos premios Hugo, Nebula y Locus. Tras
.MAREA ESTELAR
(1983) y
LA REBELIÓN DE LOS PUPILOS
(1987), ambas en Acervo, se publicó por fin en España el primer título de dicha serie:
.NAVEGANTE SOLAR
(1980, en NOVA
éxito, número 2). Recientemente Brin ha iniciado una nueva trilogía ambientada en el mismo universo. La nueva serie comienza con
.BRIGHTNESS REEF
(1995, prevista en NOVA éxito, número 14).
En las obras citadas domina el aspecto literario y la habilidad narrativa, pero la sólida formación científica de Brin se aprecia incluso en obras llamadas «menore»., como
.EL EFECTO PRACTICA
(1984, prevista en NOVA ciencia ficción, número 90), en la que un profesor universitario es transportado a un mundo alternativo en el que el segundo principio de la termodinámica está invertido y los objetos mejoran con su uso en lugar de deteriorarse. Una idea brillante servida con una técnica narrativa que recuerda explícita y voluntariamente la ciencia ficción de los años cuarenta y cincuenta.
.EL CARTERO (1985) es una emotiva y brillante aventura que constituye una de las mejores novelas aparecidas en la década de los ochenta. Junto con su amigo Benford, Brin ha publicado también
.EL CORAZÓN
.DEL COMETA (1985) al amparo de la moda originada por el paso del cometa Halley cerca de la Tierra.
Sus dos obras más recientes resultan francamente ambiciosas y parecen destinadas a dejar huella en la historia de la ciencia ficción. Me refiero a una larga novela sobre el futuro cercano en nuestro planeta,
.TIERRA
(1990, NOVA éxito número 6), y a una inteligente y cuidada especulación en torno a una forma distinta de organizar la relación entre los sexos,
.TIEMPOS DE GLORIA
(1993,NOVA éxito número 9). En este último caso, la originalidad estriba en que Brin ha osado aportar la especulación de un varón a una temática reservada tradicionalmente a autoras femeninas, como Le Guin, Russ, Tepper o Atwood, por citar sólo casos ejemplares.
Brin también ha obtenido varios premios con sus relatos cortos, como el Hugo por
.The Crystal Spheres
(1984) y el Locus por «Thor meets Captain Americ». (1987). Sus primeros relatos están recogidos en la antología
.THE RIVER OF TIME
(1986); otra antología más reciente es:
.OTHERNESS
(1994).
Datos actualizados a partir de Ciencia Ficción: Guía de
lectura de Miquel Barceló, NOVA ciencia ficción, número
28, Ediciones B, Barcelona (1990).
[1]
Juego de palabras intraducible. La pronunciación en inglés del nombre del lugar, Jellicoe Beacon «Faro Jellico»., es igual a la suma de las palabras jelly «jale»., bee «abej». ycan «lat». o verbo «pode»., los signos grabados en las placas. (N. del T).