Valiente (27 page)

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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Valiente
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El hombre hablaba desesperadamente, pestañeando continuamente por el cansancio.

—Le rogamos a cualquier nave de este sistema estelar que lleve las noticias del desastre que ha tenido lugar aquí a las autoridades que puedan prestarnos ayuda. Lakota Tres está sufriendo una intensa actividad tormentosa. Según las estimaciones, se ha perdido entre el diez y el veinte por ciento de la atmósfera. La actividad de la estrella podría estar fluctuando, lo cual produciría más caos en este mundo. La mayoría de los sistemas eléctricos del planeta están destruidos por culpa del pulso energético que impactó sobre nosotros. No podemos estimar el número de muertos, pero seguramente sean muchos millones. No hemos podido establecer contacto con nadie del hemisferio que recibió de lleno el pulso. Los supervivientes de este requieren desesperadamente alimentos, refugio y otras necesidades. Por favor, avisen a quien pueda ayudar.

La imagen comenzó a temblar, y el mensaje comenzó a repetirse.

Geary cerró la transmisión y dejó salir un largo suspiró de angustia.

—No podemos hacer nada.

Desjani asintió con la cabeza, con expresión triste.

—Ni siquiera podemos enviar transbordadores que atraviesen la atmósfera sin correr el riesgo de perderlos.

—¿Encontró algún indicio de prisioneros de guerra de la Alianza en el planeta?

Desjani negó con la cabeza, esta vez con expresión abatida.

—Solo algunas indicaciones sin importancia. Incluso aunque realmente estuviesen allí, no podríamos rescatarlos. El planeta va a ser un infierno hasta que la atmósfera vuelva a estabilizarse.

Geary manipuló los controles de comunicación.

—Autoridades de Lakota Tres, al habla John Geary, oficial al mando de la flota de la Alianza. Lamento profundamente no poder auxiliarlos, no tenemos medios para prestar ayuda humanitaria. Sin embargo, informaremos de sus necesidades a cualquier entidad de los Mundos Síndicos con que nos encontremos. —Se le ocurrió que con tantos sistemas eléctricos destruidos, era posible que las autoridades de Lakota Tres no supiesen lo que estaba pasando más allá de la atmósfera del planeta—. Sepan que algunas naves civiles de los Mundos Síndicos sobrevivieron al pulso energético y se dirigen a los puntos de salto de este sistema. He dado órdenes de que ninguna de mis unidades entable combate con ellas y les hemos enviado informes precisos sobre el desastre que acaba de ocurrir para ayudar a las autoridades de otros sistemas estelares de los Mundos Síndicos a responder a sus necesidades. Que las estrellas del firmamento les sean propicias y que sus ancestros les ofrezcan tanto consuelo como sea posible.

Cortó la transmisión y miró al consultor de comunicaciones.

—Intente que llegue a la fuente del mensaje de socorro, y que se repita hasta que abandonemos el sistema estelar. Además, envíele el mensaje a las naves mercantes síndicas que se dirigen afuera del sistema. —La flota estaba hecha para el combate, por lo que no había mucho más que pudiese hacer—. Capitana Desjani, voy a organizar una pequeña reunión en una hora, y me gustaría que asistiese.

—Claro, señor —asintió Desjani—. ¿Debería prepararme de algún modo para la reunión?

—Solo hace falta que traiga el cerebro y el sentido común.

Una hora después, Geary miró a lo largo de la sala de conferencias, en la que estaban físicamente presentes él, la capitana Desjani, la copresidenta Rione, y, virtualmente, el capitán Duellos, Crésida y Tulev. A simple vista las seis figuras parecían idénticas, pero el retardo ocasional de varios segundos en las reacciones de los que asistían a la reunión a través del software delataba su naturaleza virtual.

—Quería hablar con ustedes porque todos han escuchado que creemos que existe una especie no humana en el extremo opuesto del espacio síndico.

—¿Creemos? —preguntó la capitana Crésida—. Por las evidencias que he podido observar, es más que una creencia.

—Y hay más evidencias de las que no les he podido hablar hasta ahora. —Geary hizo una pausa, sin estar seguro de cómo decirlo—. Saben que íbamos a derrotar a una de las flotillas síndicas de Lakota cuando apareció otra mucho más grande por la puerta hipernética, y como consecuencia esta flota casi queda atrapada y destruida. —Rione sabía de qué estaba hablando, pero nadie más, por lo que todos lo miraban atentamente, intentando claramente establecer la relación entre aquello y los alienígenas—. La sección de Inteligencia del
Intrépido
interceptó varias emisiones de las naves síndicas que llegaron a través de la puerta, mensajes que revelaban que estaban más que sorprendidos de estar en Lakota. Habían entrado en el sistema hipernético con la intención de ir al sistema estelar Andvari.

Les permitió que lo digiriesen durante un momento. Crésida, posiblemente la mayor experta de la flota sobre la hipernet, fue la primera en hablar.

—¿Cómo cometieron semejante error? No, es que es imposible cometer un error como ese. Es imposible marcar un destino en la hipernet y acabar en otro.

Geary asintió con la cabeza.

—Eso me han dicho. No hay ningún modo que nosotros sepamos.

Desjani fue la primera en captarlo. Su cara se enrojeció de ira.

—Fue cosa de ellos. Sean lo que sean. Cambiaron el destino de las naves síndicas para que nos tuviésemos que enfrentar a una fuerza muy superior.

—Es la única conclusión que tiene sentido —dijo Geary—. Intervinieron con la intención de destruir esta flota.

—¿Por qué? —Tulev fue el primero en ver más allá de la rabia que producían las acciones de los alienígenas y preguntarse el porqué, lo cual tampoco era extraño.

—Ojalá lo supiese. No quieren que volvamos a casa. ¿Será porque quieren que la Alianza pierda? No lo creo. Si quisiesen ayudar a los síndicos a derrotarnos, podrían ofrecerles más avances, pero por lo que sabemos, nos dieron en secreto la tecnología de la hipernet tanto a la Alianza como a los Mundos Síndicos al mismo tiempo hace ya décadas.

—¿Qué son? —preguntó Desjani—. ¿Qué sabemos sobre ellos?

Geary se encogió de hombros.

—Nada más que sombras y especulaciones. Hay algunos indicios, que aparentemente prueban que están ahí y que intervienen en la guerra, pero nada más concluyente. Si realmente redirigieron a la flotilla síndica, no solo significa que pueden hacer cosas con la hipernet que nosotros ignoramos, sino que además pueden monitorizar esta flota sin que nos demos cuenta, saber dónde estamos y adónde vamos, y conseguir la información desde cualquier parte, a prácticamente tiempo real y a distancias estelares.

Los demás se quedaron mirándolo según se les venía a la cabeza todo lo que aquello implicaba, aunque nadie puso en duda la explicación.

—Los síndicos saben más sobre los alienígenas, seguro —le dijo Rione al grupo—, pero la información que tienen en su poder la conocen muy pocas personas, de hecho, le han ocultado a la población síndica su existencia. Es posible que solo los líderes de más alto rango de los Mundos Síndicos sepan todo. Nosotros no hemos encontrado nada en las emisiones que hemos interceptado.

—¿Son humanos? —preguntó Tulev.

—No lo creo —respondió Geary—. Si fuesen humanos... ¿por qué iban a mantenerlo en secreto? ¿Y cómo es posible que exista otra fuerza humana lo suficientemente poderosa como para mantener a los síndicos dentro de sus fronteras sin que nosotros sepamos nada? Tienen que haber venido de alguna parte.

—Vale, no son humanos. —Tulev negó con la cabeza—. ¿Cuál es su forma de pensar? No es como la nuestra.

—Aun así podemos adivinar sus intenciones —insistió Desjani.

Duellos tenía el ceño fruncido, pensativo.

—Mi abuela me contó un antiguo acertijo cuando era pequeño. Quizá nos ayude a comprender a qué nos enfrentamos.

—¿En serio? ¿De qué se trata?

Duellos hizo una pausa melodramática.

—¿Plumas o plomo?

Geary se mantuvo expectante, pero Duellos no dijo nada más.

—¿Ya está? ¿Plumas o plomo?

—Pero ¿qué clase de acertijo es ese? Solo nos ofrece dos opciones —dijo Crésida. Luego se encogió de hombros—. Me rindo. ¿Cuál es la solución?

—Depende. —Duellos sonrió al ver como todo el mundo se irritaba—. El que plantea el acertijo es un demonio, y es él quien elige cuál es la respuesta correcta. Para adivinarla debes saber cuál es, en esa ocasión, la opción que el demonio considera correcta.

—¿Y cómo se supone que sabes lo que piensa un demonio? —En cuanto Geary pronunció aquellas palabras, se dio cuenta de a dónde quería llegar Duellos—. Igual que con los alienígenas.

—Exacto. ¿Cómo vamos a responder a una cuestión que nos ha planteado alguien que no es humano, si no tenemos ni idea de lo que significa ni de cuál cree él que es la respuesta correcta?

—Además, ¿qué esperan de nosotros, honor o mentiras? —preguntó la capitana Crésida. Todos se giraron para mirarla—. ¿Con quién han estado en contacto los alienígenas? Con los síndicos.

Rione asintió.

—Cuyos líderes han roto cada uno de los acuerdos que tenían con nosotros, incluso cuando cumplirlos les habría resultado beneficioso a largo plazo a los Mundos Síndicos.

—Sus líderes no piensan a largo plazo —comentó Duellos—. Solo piensan en los beneficios a corto plazo.

Geary negó con la cabeza.

—¿Habrán sido tan estúpidos como para usar esas tácticas contra una especie alienígena que cuenta con una tecnología claramente superior a la de la raza humana? —La respuesta se hizo evidente en cada una de las caras de la sala—. Sí, a lo mejor sí que lo han hecho. —Después de todo, aquellos mismos líderes habían roto repetidas veces los acuerdos que tenían con la flota, incluso a sabiendas de que podía tomar represalias barriendo planetas enteros.

—Esa tecnología superior debe de haber sido una tentación irresistible para ellos —comentó Rione fríamente—. Puede que hayan estado dispuestos a intentar lo que sea con tal de conseguirla, por lo que los alienígenas habrán acabado creyendo que no se puede confiar en la raza humana. Puede que consideren que lo que han hecho lo han hecho para defenderse, como un medio para neutralizarnos.

—Pero, si los síndicos están tratando con los alienígenas —dijo Crésida—, aparentemente sin buenos resultados puesto que no han dado señales de tener ninguna tecnología demasiado superior a la de la Alianza si exceptuamos la hipernet, que también tenemos, ¿por qué iban a enfrentarse a nosotros? Sabemos, por la disposición de las puertas hipernéticas en los extremos de las fronteras síndicas, que temen a los alienígenas. ¿Por qué iban a comenzar una guerra contra nosotros?

—¿Porque estaban rodeados? —dijo Duellos—. La Alianza por un lado y los alienígenas por otro. Eso dejaba a los Mundos Síndicos acorralados por dos fuerzas distintas. Seguramente tenían miedo de que los aplastásemos cuando descubriésemos que existen esas criaturas.

—Pero, entonces, ¿por qué comenzar una guerra contra nosotros? —preguntó Crésida—. Es decir, ¿por qué hacer realidad esa pesadilla?

Geary sacudió la cabeza.

—En los tiempos de paz, las naves de la Alianza viajaban a través del espacio de los Mundos Síndicos. Los navíos de combate solo lo hacían a veces, cuando llevaban a cabo misiones diplomáticas, pero los cargueros lo hacían con mucha más frecuencia. Los ciudadanos de la Alianza también iban a los Mundos Síndicos, por negocios o por placer. Cualquiera de ellos podría haber encontrado indicios de la existencia de los alienígenas, o incluso podrían haber establecido contacto directamente.

—Eso está muy bien, señor, pero comenzar una guerra para impedir que el tráfico ocasional de la Alianza atravesase su territorio parece un poco exagerado. Podían haberlo cortado de raíz aduciendo un montón de excusas, ¿qué iba a hacer la Alianza? Además, ¿cómo podían estar seguros de que los alienígenas no los atacarían mientras guerreaban con nosotros?

Duellos se encogió de hombros.

—A lo mejor los líderes síndicos pensaban que podrían derrotarnos rápidamente.

—¡Eso no tiene sentido! —objetó Crésida—. ¡Ni siquiera ellos serían tan estúpidos como para creer que podrían hacer eso!

—Pensaban que la Alianza se derrumbaría ante el primer embate —dijo cortantemente Desjani—. Que no tendríamos el carácter suficiente como para responder ante las pérdidas iniciales y atacarlos.

—Eso no lo sabemos —dijo Rione con un tono poco marcado pero pese a todo claramente displicente—. Fue el argumento que se utilizó para unir a la Alianza después de los primeros ataques. La razón por la que creó el ejemplo de heroísmo más grande de todos los tiempos, la prueba de que los síndicos estaban equivocados si creían eso.

De la que nació la leyenda de Black Jack Geary. Luchando hasta el final contra viento y marea. Un ejemplo heroico con el que inspirar a todo el mundo. Geary intentó no fijarse en que no lo miraban.

Tulev se encogió de hombros.

—Puede que fuese una argumentación útil para unir a la Alianza, pero no quiere decir que fuese verdad —sugirió mientras miraba a Desjani, que permanecía con los ojos entrecerrados como respuesta al tono de Rione—. ¿Qué otra respuesta hay?

—A lo mejor llegaron a algún tipo de acuerdo con los alienígenas —sugirió Rione—. Sin duda con la intención de ocuparse de ellos en cuanto hiciesen lo propio con nosotros.

—¿Qué tipo de acuerdo? —preguntó Geary, mientras su mente viajaba hasta los tiempos que eran recientes para él, pero de hacía un siglo para los demás—. Es posible que un pacto de no agresión asegurase sus fronteras con los alienígenas, pero los síndicos no habrían podido darle un golpe contundente a la Alianza. Sus fuerzas militares no eran lo suficientemente numerosas como para superar el gran tamaño de la Alianza, del mismo modo que la Alianza no tenía suficiente poder como para derrotar a los extensos Mundos Síndicos. Nosotros lo sabíamos tan bien como ellos. Por eso nos sorprendieron tanto sus ataques, incluyendo el de Grendel.

—Puede que ahí esté la respuesta —dijo Desjani, con la expresión ensombrecida ante aquella idea emergente—. Eso que todos han dicho me ha hecho pensar en algo. —Manipuló los controles y sobre la mesa apareció un área del espacio que a Geary le resultaba terriblemente familiar—. El espacio de la Alianza que hace frontera con los Mundos Síndicos —explicó Desjani, como suponiendo que Rione no sabría reconocer la zona que se mostraba. Esta reaccionó endureciendo su expresión ligeramente—. Últimamente he pasado algo de tiempo estudiando el comienzo de la guerra. Aquí se muestran los primeros ataques síndicos de hace un siglo. Shukra, Thabas, Diómedes, Baldur y Grendel. ¿Por qué atacaron Diómedes en lugar de Varandal? ¿O Shukra en lugar de Ulani?

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