Confirmación (15 page)

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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

BOOK: Confirmación
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—¡Necesito que alguien venga a remover la salsa. Si no, se quemará! —gritó Tommy desde la cocina—. ¿Os pensáis quedar ahí en plan señoritingos mientras yo trabajo aquí como un esclavo?

—¡Ya vamos! —gritó Richie—. Ve tú —le ordenó al ruso—. Voy a aprovechar para poner la mesa.

Sasha entró a la cocina con aire resignado. No le satisfacía mucho ocuparse de esos quehaceres y Tommy era particularmente autoritario cuando se encontraba enfrascado en la preparación del algún platillo. Comenzó a mover lentamente la cuchara, sin perder de vista los movimientos de su amigo. Sí… Tommy amaba lo que hacía, se le veía en el rostro. Y era bueno. Muy bueno.

Sonrió al pensar en la idea que había tenido mientras veía la película, y siguió con una sonrisa traviesa en la boca, mientras movía filosóficamente la salsa.

—Cuando rompa a hervir avísame, tendré que echar las albóndigas. —Tommy había hecho varias bolitas idénticas de carne con ajo y especias, y tras rebozarlas en pan rallado, las estaba friendo en una sartén y sacándolas a un plato en espera de echarlas a la salsa—. Hay gente que no las fríe y las hace directamente en la salsa, pero a mí me gusta más así, tienen más sabor —explicó como siempre cuando cocinaba. En una olla aparte los espaguetis se hacían con agua y sal.

—Ajá. —Los ojos de Sasha lo devoraban. Podría follárselo allí mismo, arrinconándolo contra la pared, o podría ponerlo sobre el fregadero, o de cuatro patas en el suelo…

—Ya está hirviendo la salsa, ahora a añadir esto y dejarlo a fuego lento. —Tommy agregó las albóndigas, revolvió un poco y sacó la pasta del fuego para inmediatamente poner los espaguetis bajo el agua fría del grifo y escurrirlos—. Ahora sólo hay que esperar unos minutos para que las albóndigas cojan sabor.

—Perfecto. Yo esperaré afuera —dijo Sasha, presto a huir.

—¿Adónde vas tan deprisa? —Tommy lo enganchó por la trabilla del pantalón—. ¿No te quieres quedar mientras la comida se calienta?

—Hum… ¿podemos adelantar el postre? —Sasha se le pegó y sus manos fueron directamente hacia su trasero.

—Vale, sí... pero espera. —Tommy se giró y se puso a trastear en la cocina—. Mejor apago esto, no quiero que se queme. —Sonrió avergonzado.

Sasha sintió que su erección comenzaba a despertar y poco le importaba la comida. Quería a Tommy y lo quería ya.

Entonces Richie apareció en el umbral de la puerta.

—¿Cómo va eso?

—Bien. —Tommy enrojeció hasta la raíz del pelo—. La pasta ya está hecha y escurriéndose y ahora sólo falta que las albóndigas se calienten con la salsa.

Sasha se comenzó a reír. Era increíble como Tommy, después de tanto tiempo de follar con él y con Richie, fuera aún capaz de ruborizarse.

—Creo que podemos dejar el postre para después —observó, disfrutando del juego. Richie había atrapado a Tommy por detrás y le daba pequeños besos en el cuello.

Tommy terminó de remover la salsa y cuando todo estuvo terminado, entre los tres llevaron la comida a la mesa.

Richie sirvió el espagueti en dos platos, y cuando quiso tomar el siguiente, Sasha se lo impidió.

—Espera… Tommy y yo comeremos del mismo —dijo, colocando su silla muy junto a la de Tommy, que lo miró, levemente sorprendido.

—Entonces será mejor que sirvas más, Richie. Aquí el inventor —señaló a Sasha— está muerto de hambre y no quiero quedarme yo sin comer.

Richie hizo lo que le pedían, muy sonriente, y luego colocó música de fondo: una romántica canción italiana que había buscado mientras esos dos se hallaban en la cocina.

Sasha se pegó a Tommy, entrelazándole la mano, y susurró a su oído:

—Ya sé a lo que te referías con
La Dama y el Vagabundo
.

—Ah, ¿sí? —Tommy alzó una ceja—. Seguro que se ha chivado un pajarito. —Miró con intención al pelirrojo.

—Pues… no sé —dijo Richie, fingiendo inocencia—. ¿De qué demonios estáis hablando?

—De una escena romántica, hereje —repuso Sasha—. Tommy será Dama y yo seré Vagabundo, lo que te deja a ti como el cocinero italiano.

—Hum… no sé, creo que me pega más a mí ser el vagabundo. Tú eres más guapo.

—Yo soy el inmigrante sin una libra en el bolsillo y tú eres la dama de sociedad. ¿Listo? Uno, dos, tres…

Sasha tomó el tenedor y alzó un enorme espagueti para ofrecérselo a Tommy y con muchas dificultades tomar el otro extremo entre los labios.

Tommy asintió con una sonrisa en los labios y comenzaron a comer cada uno desde su extremo rápidamente hasta llegar a unir sus labios.

Sasha le tentó levemente los labios. Había esperado tanto para besarlo que no le importó que Richie estuviera presente, haciendo toda clase de bromas. Deseaba besarlo y que el mundo dejara de girar por un momento para permitirle demostrar su amor.

En cuando empezó a besarlo, Tommy decidió tomar cartas en el asunto. Lentamente, con calma, comenzó a saborear los labios de Sasha. Ahora mordiendo el labio superior, ahora succionando el labio inferior, lamiéndolos con la puntita de la lengua, abarcándolos con toda su boca. Muchos le habían dicho que elevaba el beso al arte. No sabía si era para tanto, pero lo disfrutaba.

Los brazos de Sasha lo rodearon y una mano avanzó decididamente por su cadera, hasta que fue detenida por Richie.

—Hey… paren eso. Hay que comer primero, luego habrá tiempo para todo —protestó.

Tommy rompió el beso haciendo un pucherito, pero lo olvidó cuando Sasha comenzó a darle de comer en la boca.

Tras comer, quizá demasiado rápido, se fueron al cuarto sin siquiera recoger la mesa. La calentura de Sasha se les había contagiado y para el postre ya no podían aguantar más. Dieron rienda suelta a una pasión sin reservas y terminaron durmiendo abrazados en un confuso montón, con toda la plenitud del sexo consumado.

3

Con la llegada de los exámenes de junio, los últimos de su carrera, Sasha pidió permiso una semana en el laboratorio para poder dedicarse de lleno al estudio.

El viernes por la noche acababa de apagar el computador y revisaba si todo estaba en orden, cuando Alex entró a su pequeña oficina.

—¿Cómo va todo?

—Bien. —Sasha sonrió—. Dejé los informes para Lloyd con su secretaria y envié los fax a Estados Unidos. No tengo nada pendiente.

—Claro. Descuida, no venía por eso. ¿Tienes planes hoy?

—No realmente. Iba a comer algo y a estudiar.

—Entonces vamos al Savoy. Yo invito.

Una vez en el restaurante, Alex esperó a que les sirvieran el vino para empezar a hablar del asunto que le preocupaba.

—Tommy me ha comentado que vas a postular a Oxford.

—Sí, en octubre—. Sasha bebió un poco y se limpió los labios con la servilleta—. Quiero hacer una maestría en Gestión Empresarial.

—Magnífico. Te ha gustado el juego…

—Me gusta, sí. He asesorado a un amigo con ciertas inversiones y no me ha ido mal. —En realidad había asesorado a Richie con mucho éxito.

—De modo que nos dejas…

—Bueno, no será tan pronto. —Sasha hizo una pausa esperando que les sirvieran la cena y continuó hablando con naturalidad. Se había habituado a cenar fuera con Alex y ya no se sentía incómodo—. Los resultados los dan en enero y el curso empieza en octubre de 1989, así que todavía me tendréis por aquí.

Comieron en silencio unos momentos y Alex preguntó:

—¿Y luego? ¿Has pensado qué harás?

Sasha se tomó su tiempo en responder. Había notado que había algo en juego y quería estar seguro.

—Pues depende. He oído que los egresados del programa de maestría reciben muchas ofertas y seguramente allí tendré contactos. Edward Grant, de Saint Michael, me llamó hace unos días para que lo ayudara en una empresa de su padre.

—Entiendo. —Alex pareció sopesar las cosas y tomar una decisión—. ¿Y no te gustaría seguir en Thot Labs?

Sasha esbozó una sonrisa.

—Desde luego, pero no podría ser en las mismas condiciones —puntualizó—. Un graduado de Oxford tiene su precio.

Alex sonrió a su vez, como si esa fuera la respuesta que esperaba.

—Naturalmente. He pensado que al concluir la maestría podrías ocupar un cargo directivo, con dieciséis sueldos al año, participación en las acciones, oficina propia y secretaria. ¿Te suena bien?

—¿De cuánto sueldo hablamos?

Alex se lo dijo y Sasha ocultó su sorpresa lo mejor que pudo.

—Suena muy interesante. Voy a pensarlo, ¿vale? Tengo que estudiar las opciones.

—Sin duda. Pero no lo pienses mucho. Espero una respuesta cuando finalices tus exámenes. Y Sasha… aún no te han admitido en Oxford.

El ruso enrojeció intensamente y Alex contuvo la risa. No había pretendido avergonzarlo, pero ese aire de superioridad merecía una dosis de realidad.

—Descuida. Esperaré, y si tu respuesta es positiva, lo formalizaremos con un documento. Siempre y cuando obtengas la maestría.

—La obtendré. —Hubo un leve desafío en la voz de Sasha.

—Estoy seguro de ello.

Ambos sonrieron y Sasha se arrepintió de haber actuado de ese modo. Alex no era un rival de negocios, era su amigo y la persona que lo había ayudado. Procuraría no olvidarlo.

El café irlandés le recordó la única sombra que podría empañar su futuro: Randy y sus estúpidos celos. Era un buen momento para poner en práctica el plan que había trazado con Tommy.

—Alex, necesito un consejo de amigo.

—Claro, desde luego. Puedes confiar en mí.

Sasha pareció avergonzado y en parte lo estaba. No le gustaba mentirle a Alex, pero si ese era el precio para que no lo separasen de Tommy, haría lo necesario.

—Hay un chico en mi
college
… Estudia Derecho y es gay declarado —dijo refiriéndose por primera vez a la homosexualidad delante de Alex.

—¿Es gay, eh? —observó Alex con cautela—. ¿Qué pasa con él?

—Su padre es un importante industrial, pero él es comunista. Es rebelde y hace cosas para llamar la atención, ya sabes. La oveja negra de cada familia…

—Ajá.

—Y él, pues… —Hasta allí no había dicho ninguna mentira. Contó hasta cinco antes de continuar, y su voz sonó calmada—. Ha estado acosándonos… a Tommy y a mí.

—¿Qué? ¿Cómo que acosándoos? ¿Le ha hecho algo a Tommy?

—No, desde luego que no. Sólo lo ha amenazado y ya sabes cómo es Tommy. Está preocupado por su padre. O’Branningham lo ha amenazado con contarle un montón de mentiras.

—Ya, y claro, conociendo a Stephen… Alguien tiene que hablar con él.

—Sí, eso he pensado. Pero sólo en caso de que ese infeliz le cuente algo. Si no lo hace, no hay por qué preocuparlo, ¿verdad? Con todos los problemas que ha tenido Tommy, no me gustaría añadir uno más.

Alex lo pensó unos momentos.

—Sí, tienes razón. No diré nada y si pasa algo, me avisarás y yo mismo hablaré con Stephen. Hay que manejar esto con discreción.

—Desde luego. Te mantendré informado.

4

Tommy estaba estudiando mucho para los
A-Level
de su segundo
Sixth Form
. Le gustaba leer pero no conseguía que se le quedaran en la cabeza la infinidad de fechas, nacimientos, muertes, años de publicación… Él, que pensaba que se había librado de las matemáticas. De todos modos, ya se había resignado a estudiar Literatura en la Universidad de Kingston y no se sentía tan miserable.

Sasha le había contado su conversación con Alex y por unos momentos se había sentido muy ruin al mentirle de ese modo a su querido amigo, pero sopesando lo que estaba en juego, tranquilizó su conciencia pensando que lo hacían para estar juntos.

—Es una mentira blanca —había dicho Sasha—. No creas que me gusta, pero es sólo una precaución. Quizá no pase nada, después de todo. Randy se ha portado muy bien estos meses.

—Ya. Pero de todos modos no me gusta.

Durante la semana de exámenes apenas se habían visto, y después de la ceremonia de graduación de Sasha, a la que había acudido con los Andrew, quedó por fin libre para las vacaciones.

Y con las vacaciones, el momento que había temido finalmente llegó.

5

Stephen fue a Londres a recoger a su hijo y se sorprendió un poco al encontrar en su hotel a un muchacho irlandés que dijo ser amigo de Tommy.

El chico vestía unos viejos
jeans
deslucidos, una camisa de mezclilla bastante gastada y tenía atado al cuello un pañuelo rojo. Era el prototipo de la clase trabajadora que él tanto despreciaba.

Pero cuando el muchacho le dijo quién era su padre, el rostro de Stephen se suavizó. Había oído decir que el hijo de George O’Branningham era algo «extraño», una especie de rebelde que no se sujetaba a las reglas. Como George era un prominente industrial con quien alguna vez había hecho negocios, el interés primó para que decidiera escucharlo.

La entrevista fue breve y cuando Randy terminó de hablar, Stephen estaba rojo de indignación, pero no dejó traslucir nada en su voz. Había notado mucho resentimiento en el chico cuando le habló de la amistad de Tommy con Sasha Ivanov, el soviético que no tenía dónde caerse muerto.

Dijo una sarta de cosas descabelladas sobre Tommy que Stephen se resistía a creer. Pero… ¿y si decía la verdad? Se le vinieron a la mente varias cosas acerca de su hijo que no había notado antes: la vez que besó a su primo en la boca, lo muy amigo que era de Alex, su poco interés en salir con Sally Donovan, la chica que habían escogido para él. Y por supuesto, su estrecha amistad de varios años con Sasha Ivanov.

Stephen echó a Randy con palabras amables pero firmes. Le dijo que él se encargaría de todo, que le agradecía la información y que quedaría entre ambos. Pero no le dio la mano, pues intuyó que en esa historia había más de lo que Randy le había contado.

Tras ducharse para recobrar la calma, llamó a Tommy al colegio y le dijo que lo esperaba en el hotel. No le adelantó nada sobre el irlandés, quería pillarlo desprevenido y confirmar su versión.

6

En cuanto Tommy recibió la llamada de su padre, se imaginó que Randy había hablado con él. Repasando mentalmente lo que había preparado con Sasha, se esmeró en arreglarse y fue inmediatamente hacia el hotel. Durante el camino, repitió todo lo que tenía que decir, analizó todas las alternativas y las posibles preguntas de su padre. Se había preparado a conciencia, pero no podía evitar sentirse un poco nervioso.

—Padre. —Se acercó para darle a Stephen un frío beso en la mejilla, como era costumbre en la familia—. ¿Me necesitas para algo?

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