—Siéntate —dijo Stephen, sirviéndole un vaso de whisky escocés—. Hace mucho que no hablamos…
—Sí, desde Navidad —observó Tommy mientras se sentaba en un sillón—. ¿Madre está bien? ¿Y la familia? ¿Y el tío Joseph?
—Tu madre está bien, ocupada con el banquete de caridad anual —respondió Stephen—. A tu tío no lo he visto… pero la hierba mala nunca muere. —Esbozó una sonrisa—. ¿Y cómo estás tú? Mañana iré al colegio para hablar con Xavier Yeats. Espero que me tenga buenas noticias respecto a tus calificaciones.
—Estoy bien —respondió Tommy—, y las notas también están bien, sólo tengo un ligerísimo problema para memorizar las fechas, pero ya sabes que las matemáticas nunca han sido lo mío. Estudié mucho para los exámenes y creo que los resultados serán satisfactorios
—Bien —dijo Stephen, estudiando atentamente a su hijo—. Me alegra oír eso. Tu madre y yo tenemos muchas expectativas para ti una vez que comiences la universidad. También hablaré con Marvin Skinner, aprovechando el viaje.
Marvin Skinner era el decano de la facultad de Humanidades de la Universidad de Kingston y amigo de la familia.
Tommy no dijo nada y procuró mostrarse lo más natural posible. Su padre bebió un trago de whisky y dejó que se deslizara por su garganta, sin dejar de mirarlo. Pensaba cómo abordar el asunto, y decidió hacerlo del modo más directo.
—¿Y cómo está tu amigo, el inmigrante?
—Bien. —Tommy sonrió inocentemente al descubrir cómo iba a atacar su padre—. Volverá a trabajar a tiempo completo en Thot Labs, ya sabes. Es el asistente de Alex, que está muy contento con él. Le es de gran ayuda, siempre dice que llegará lejos, que tiene un don para los negocios —añadió sin dejar traslucir la más mínima emoción.
—¿Sí? —Stephen alzó las cejas—. Y a ti eso te alegra mucho, ¿verdad?
—Por supuesto, uno siempre se alegra de que a los amigos les vaya bien. —Si su padre pensaba que iba a tratar de disimular su aprecio por sus amigos se había equivocado—. Para ambos su colaboración está llena de ventajas.
—Lo imagino —repuso Stephen—. Por cierto, he conocido a un amigo tuyo: Randy O’Branningham. Su padre hizo negocios con la familia en alguna ocasión.
—No es amigo mío, es un pseudo comunista, con ínfulas de revolucionario y bastante rarito —replicó Tommy, dejando traslucir todo el desprecio que sentía por el irlandés—. No hablo con él más de lo estrictamente necesario y si puedo evitarlo, mejor. ¿Y qué quería ese… tipo?
—¡Ah! —Stephen prestó atención a las palabras de su hijo—. Vino a hablar sobre ti. Me confesó que está preocupado por la mala influencia de Ivanov sobre ti, y dijo algunas otras cosas… —Hizo una larga pausa, pero su expresión no le dio ocasión a Tommy de replicar—. Thomas, ¿te gustan los hombres?
Tommy puso cara de total pasmo.
—¿Qué te ha dicho exactamente? Sasha no es una mala influencia, me ha ayudado muchísimo con mis estudios, es una persona trabajadora y responsable.
—Pregunté si te gustan los hombres, Thomas —dijo su padre—. Especialmente los hombres como Sasha Ivanov.
—¿Eso te ha dicho O’Branningham? —Tommy fingió absoluta sorpresa—. Siempre piensa el ladrón que todos son de su condición —dijo como para sí mismo, pero bastante alto como para que su padre lo oyera—. Sabía que al final haría algo a la desesperada, ese indeseable.
—Explícate.
—Pues… bueno, cuando dije que era rarito me refería a eso. Es un tipo bastante indeseable en todos los sentidos. Trató de acercársenos a Sasha y a mí con intenciones nada claras al principio. Luego se aclararon —dijo Tommy con gesto compungido—. Al final Sasha y yo lo encaramos y discutimos, y él me dijo que se las pagaría y me echó toda la culpa por haber estropeado su amistad con Sasha, que por cierto se siente muy traicionado por él.
—No entiendo una palabra —repuso cortante Stephen—. ¿Cómo que se acercó con intenciones nada claras? ¿Qué intenciones?
—Bueno, tú no conoces a Sasha… —Tommy se sonrojó como si lo que iba a decir le avergonzara mucho—. Es un chico… atractivo. Por lo visto, al tipo ese le gustó y quiso ser más que su amigo. Trató de engañarnos a ambos porque sabe que soy su mejor amigo y quiso usarme para acercarse a él. Cuando le dejamos claro que no nos gustaban los tipos como él, se enfadó y juró vengarse.
Se hizo un tenso silencio, mientras Stephen escrutaba intensamente a su hijo. No le gustaba en absoluto lo que había oído. Coincidía con todo lo que el irlandés le había dicho… que Sasha y Tommy mantenían una relación.
—¿No te gustan los tipos como O’Branningham? —dijo suavemente—. Quizá te gustan los tipos como Ivanov… ¿es así?
—Por favor, padre… ¿Qué querías que le dijera? «¿No me gustan los maricones como tú?». Siempre habéis insistido en que la educación de una persona se nota en su forma de expresarse, no busques tres pies al gato. —Se hizo un poco el ofendido—. Sasha es mi mejor amigo, tratar de enlodar una sana amistad como la nuestra es algo muy ruin.
Algo no encajaba y Stephen lo sabía, pero también tenía muy claro que lo último que necesitaba era un marica en la familia. Miró con severidad a Tommy. Luego corroboraría la historia, pensaba hablar también con Aldous Huxley, el decano de Ciencias Administrativas, y pedirle referencias sobre Sasha. Y también hablaría con Alex Andrew.
—Espero que así sea y que esto no pase de un desafortunado chisme de ese muchacho. Porque si no es así… —Stephen lo apuntó con el dedo—. Tu amigo se verá en problemas. En serios problemas. Me entiendes, ¿verdad? Y está de más decir que un hijo homosexual no formará parte jamás de nuestra familia. ¿Está claro?
—¡Por supuesto que es un chisme, padre! Ese tipo sólo busca perjudicarnos a ambos, es un miserable, no deberías darle crédito. Además, tú sabes que he salido con chicas algunas veces, pero mis obligaciones no me permiten dedicarles el tiempo que necesitan.
—Ajá. —Stephen miró su reloj y luego volvió a concentrarse en su hijo—. Bien, con ese enojoso asunto aclarado, podemos ir a cenar. Los padres de Sally Donovan están en Londres. Vinieron como yo, a recogerla del internado. Quizá luego podáis ir a la discoteca.
—¿Con Sally? —Tommy hizo un mal gesto—. Dudo que ella quiera ir… es lo más ñoño que he conocido… Capaz de querer ir a la iglesia.
—En ese caso, la tendrás que llevar —dijo tajante Stephen—. Te hemos criado como un caballero, respetuoso con las damas, y hoy irás a donde ella pida. ¿Entendido?
—Sí, padre, pero espero que comprendas que prefiera a una chica que sí vaya a discotecas a otra que aburriría a una estatua…
Stephen hizo un gesto, como quitándole importancia. Si Tommy se llevaba a Sally, él podría hablar de negocios con los Donovan.
—Ve a comprar un traje y vuelve aquí a las ocho en punto. Presentable —ordenó—. Iremos al Bibendum.
—De acuerdo.
Tommy fue a la tienda favorita de su madre y se compró un conjunto completo: traje, camisa, corbata, calcetines y zapatos, todo negro… parecía un mafioso, pero el conjunto le encantó.
Eso y los platillos de la cena fueron lo único bueno de toda la noche. Sally pidió ir a una cafetería tan ñoña como ella, llena de puntillitas rosas y música rancia. Gracias a Dios, insistió en irse a dormir a las once y así Tommy pudo ir a buscar a Sasha para contarle todo lo que había pasado y confiar en que la historia que habían sembrado en Alex y la natural animadversión de Huxley hacia Randy hicieran lo suyo.
Al día siguiente, Stephen acudió al colegio y confirmó lo dicho por Tommy. Sus notas eran aceptables y básicamente no había ninguna queja respecto a él. También se enteró de que casi todos los fines de semana, Tommy salía a visitar a Alex Andrew y le extrañó un poco, pero no tenía motivo alguno para desconfiar de Alex.
Se entrevistó también con Marvin Skinner, enfatizando las esperanzas que tenía la familia para desarrollar el talento de Tommy como escritor y aprovechó para visitar a Aldous Huxley, antiguo conocido suyo. Cuando le pidió referencias sobre Randy, supo que las autoridades de la universidad no estaban satisfechas con él, y que sólo lo toleraban por su padre. Incluso Huxley le comentó en confianza que sospechaba que el muchacho era homosexual. Respecto a Sasha, Huxley se mostró cauto. La amistad de Alex Andrew era algo que hablaba a favor del joven ruso. Era muy responsable, tenía el primer lugar y la mayoría de los profesores se expresaban bien de él.
Con eso la historia estaba prácticamente confirmada, pero de todos modos, Stephen se las arregló para visitar a Alex y le habló sin tapujos de su preocupación sobre Tommy.
Alex mostró su indignación y confirmó con vehemencia lo dicho por sus amigos. Le constaba lo indignado y preocupado que estaba Sasha porque alguien se creyese la historia del irlandés.
Stephen se sintió aliviado. Tommy no pondría una nueva mancha en su apellido, y aunque no estaba del todo satisfecho, lo dejó estar. Confiaba en que ahora que el ruso había terminado la universidad, se alejaría de su hijo.
Finalmente la despedida de ese verano llegó y Sasha se sintió mucho más afectado que otras veces. Le quedaba un año en el que trabajaría con Alex y podría estar cerca de Tommy, pero al año siguiente se tendrían que separar, cuando pudiera ir a Oxford.
«No debo pensar en eso. Oxford es mi meta, una vez allí todo será mejor.»
Como había esperado, Randy no pudo hacer nada en su contra. La historia de ambos fue verosímil e incluso Huxley les prestó ayuda sin saberlo, pero decidió no confiarse. Sabía que siempre tendría un enemigo en Randy.
Había hecho ya el equipaje y esperaba a Richie, que lo iría a buscar para llevarlo a su apartamento, donde pasaría unos días hasta que pudiera instalarse en otro lugar.
—Adiós, Saint Michael —susurró, mirando hacia el patio, donde se distinguía el edificio del colegio—. Supongo que es nuestra despedida definitiva…
Y quizá era así. El Leithold College, donde estudiaría Tommy, era un lúgubre edificio georgiano adyacente al más moderno Steiner College, pero el mayor cambio era que el propio Sasha ya no estaría allí. No volvería a esas aulas, no recorrería el bosque buscando su lugar favorito para encontrarse con Tommy, no se escaparían a hurtadillas para dormir juntos…
No quería dejarse llevar por la melancolía, pero no pudo evitar un suspiro cuando alguien llamó a la puerta, pensando que era Richie.
Se trataba de Tommy.
—Hola. Mi padre me está esperando abajo, le he dicho que te había prestado un libro y que quiero leerlo este verano. —Lo abrazó con fuerza—. Te voy a echar mucho de menos, trataré de volver loca a mi madre para poder huir cuanto antes a casa de Alex.
Sasha le devolvió el abrazo, reticente a soltarlo. Se habían despedido el día anterior, en casa de Alex, y esa repentina visita era una grata sorpresa.
—Yo también te echaré de menos… quisiera que no tuvieras que volver a Escocia. ¿Tu padre te ha dicho algo más sobre Randy?
—No, pero lo he visto muy satisfecho de sí mismo —dijo Tommy, para añadir finalmente, en voz baja—, aunque sigue pensando que soy un desastre de hijo.
—No digas eso, le has demostrado que eres un buen estudiante y harás lo que te pide estudiando Literatura. En fin…
—Mi padre no se sentiría orgulloso de mí aunque la reina en persona me felicitara por algo —murmuró Tommy con cierta decepción en la voz.
—Parece que salimos de ésta, pero no me confío. A veces pienso que es mejor que todo se sepa y que podamos ser como queremos, y otras veces me digo que no es conveniente aún. Pero ya he terminado la carrera y me siento invencible, ¿sabes? Pero eso es cuando estoy a tu lado.
Tommy sonrió.
—A mí también me pasa, siento que a tu lado soy capaz de cualquier cosa… De hacer frente a todos y a todo, que me merezco cosas buenas…
—Claro que las mereces. —Sasha le quitó suavemente las gafas, para perderse un momento en sus ojos azules—. Mereces todo lo mejor del mundo… y sé que lo tendrás… Lo tendremos… Siempre amigos.
—Siempre amigos —repitió Tommy con una sonrisa para después comenzar a besarlo dulcemente.
El beso duró lo suyo, era el último que se darían en no sabían cuánto tiempo, y cuando se hizo evidente que sus cuerpos demandaban más, Sasha lo apartó con suavidad.
—Tu padre está abajo —dijo con la respiración agitada—. No lo hagas esperar o podría venir a buscarte.
—Bah, que espere. —Tommy se arrodilló y en rápidos movimientos maniobró en en el pantalón de Sasha para sacar su rígido miembro e introducirlo en su boca.
Sasha se apoyó contra la pared, con un suspiro sediento, y se encomendó al Dios que protege a los enamorados… Un gemido escapó de sus labios.
—Así… así, no te detengas.
Tommy aceleró los movimientos de su boca mientras deslizaba una mano hasta su pantalón. Con destreza lo abrió y comenzó a masturbarse al mismo ritmo, pensando que acaso su padre estaría subiendo a buscarlo, y eso lo excitó más.
Sasha le acarició el cabello, sujetándolo para no perder el contacto. La adrenalina hacía que su excitación aumentara, en ese momento no importaba el peligro, sólo la boca de Tommy que llenaba todo su universo. Con un ronco jadeo, no tardó en eyacular en esa experta boca.
Tommy bebió todo sin dejar una gota. Adoraba ese sabor tan único de Sasha, tan particular, tan suyo.
«Podría reconocer su polla con los ojos cerrados.»
Una risita escapó de sus labios y se dejó caer hacia atrás, sentándose en el suelo y separando las rodillas. Con la urgencia del peligro, siguió masturbándose con fuerza y rapidez hasta que se vino en su mano con un gruñido.
Sasha se arrodilló junto a él, volviendo a besarlo, y lo ayudó a una rápida limpieza. Cuando ambos estuvieron compuestos, se abrazaron.
—Me tengo que ir —dijo Tommy en voz baja, separándose.
—Lo sé. —Lo soltó y mirándolo con pesar, abrió la puerta. Si esperaba más, terminaría montando una escenita y no deseaba que Tommy viera la pena que lo embargaba.
—Que lo pases bien —dijo sonriendo—. Te llamaré cuando pueda.
—Te voy a echar mucho de menos. —Tommy le sujetó la mano, negándose a soltarlo aún cuando lo empujaba fuera—. ¡Adiós! —dijo finalmente y corrió por el pasillo.
Sasha volvió a trabajar a tiempo completo en el laboratorio, decidido a mostrarle a los Andrew su utilidad. Durante el año había tenido tiempo de reflexionar sobre sus anteriores experiencias a tiempo completo y estaba decidido a no cometer los mismos errores. Sería más diplomático y procuraría complacer a McAllister y a Lloyd. Era mejor para Alex mantener la fiesta en paz.