—Tienes instinto para la cocina.
Tommy se sobresaltó y estuvo a punto de cortarse con el enorme cuchillo que estaba usando para cortar una patata. Miro a René, el prestigioso chef que estaba impartiendo el mini curso de cocina que tanto había deseado.
—Gracias, pero no veo que esté haciendo nada distinto a los demás. —Miró alrededor: todos estaban cortando patatas con mayor o menor maña.
—Ah, pero sí lo estás haciendo. Fíjate: ciertamente todos están cortando patatas —dijo como si hubiera adivinado su pensamiento— en trozos desiguales como os he dicho, pero tú no terminas el corte. Cortas el pedazo casi entero y luego tiras, arrancando el trozo. Eso hace que la fécula salga de la patata y el caldo resultará mucho más espeso, con más cuerpo. Al final, tu plato será muy diferente de los demás. Tú lo has sabido sin que nadie te lo dijera. Es instinto.
—No creo que sea instinto. —Se sonrojó—. Creo que vi a
monsieur
Hellson cortándolas así para un plato parecido a éste. —Trató de quitarle importancia.
—Ahí está el quid de la cuestión. No era este plato, tú has asimilado las semejanzas entre ambos platos y sin pensarlo has usado su forma de cortar las patatas. Es instinto, has nacido para cocinar. —René le sonrió con picardía y se fue a ver cómo le iba al resto de los alumnos.
—Lo escuché todo y creo que tiene razón —le susurró Alison desde el otro lado de la mesa, guiñándole un ojo.
Tommy miró el cuchillo, miró la patata, y con una sonrisa feliz siguió cortándola.
—¿Dónde está Sasha? —preguntó Richie. Había quedado con sus amigos en el Heaven un sábado de fines de noviembre, pero Tommy se presentó solo.
—Alex se lo ha llevado. Tienen que despedir a unos consultores japoneses y me llamó para avisar.
—Oh. —Richie se sintió un tanto decepcionado. Sasha era requerido cada vez con mayor frecuencia por Alex para acompañarlo a diversas actividades del laboratorio—. Bien, supongo que eso es bueno para él, aunque tenía ganas de veros a ambos.
—Yo también. —Tommy se le acercó, insinuante, aunque también se sentía decepcionado. Sasha lo había llamado la semana anterior para invitarlo a salir con Alan y Patrick, mencionando algo sobre los viejos tiempos, pero él había quedado con Alison después de las clases de cocina. La chica le gustaba y se llevaban muy bien. Se habían besado muchas veces y en alguna ocasión Tommy se imaginó poder tener con ella la relación que siempre había soñado, pero entonces evocaba el rostro de Sasha y se olvidaba de todo lo demás.
Richie lo abrazó por la cintura y entraron a la discoteca, disfrutando de su primer fin de semana a solas en un mes. Al cabo de media hora estaban bebiendo una cerveza en honor a Sasha y Tommy se fijó en un grupo de jovencitas que parecían perdidas, mirando a todos lados con gran curiosidad.
—Míralas, seguro que vienen por si pueden ver a dos tipos besándose. —Tommy esbozó una sonrisa pícara—. ¿Les damos gusto?
Por toda respuesta, Richie lo atrapó por la cintura y comenzó a darle un apasionado beso.
Tommy comenzó a avanzar directamente hacia las chicas sin romper el beso. Cuando estuvieron cerca, Richie se soltó.
—Hola —dijo sonriente—. ¿Venís a menudo aquí?
Las chicas dieron un salto, sorprendidas de que les dirigieran la palabra. Tras el primer susto, hubo risitas nerviosas.
—N-no —contestó la que parecía más valiente—. Queríamos ver cómo era un sitio así. Teníamos curiosidad —añadió ruborizada.
Las otras chicas tuvieron reacciones variadas: un par los miraba con obvia curiosidad; había una que los miraba con pena y Tommy juraría que una los miraba con innegable repugnancia; luego había otras dos que no paraban de reír nerviosas y otra que parecía estar riñendo a la que había hablado con ellos, como si hubiera hecho mal.
—¿Y bien? —preguntó Richie—. ¿Qué os parece? Por cierto, yo soy Richie y él es mi amigo Tommy.
—H-hola —volvió a contestar la que les había hablado, dando un ligero empujón a la que la estaba riñendo—. Yo soy Brenda, ellas son Cindy y Carol. —Señaló a las dos chicas que los miraban con franca curiosidad: una rubia despampanante y una castaña de mirada inteligente—. Y ellas son… —Iba a continuar, pero la que la había reñido, una castaña con ojos pequeños, la golpeó.
—¡No le digas nuestros nombres! —gritó escandalizada.
—Hey, tranquila —intervino Tommy—. No pasará nada malo por que nos los digáis. Ni que fuéramos a haceros vudú —bromeó sonriendo. Las chicas rieron y la quejosa frunció el ceño y lo miró mal.
—Ésta histérica es Alice —continuó Brenda y la aludida agrió más su gesto—. Ésta es Anne. —Señaló a la pálida rubia que los había mirado con asco—. Éstas dos que no paran de reír… —Miró a dos chicas pelirrojas que se parecían bastante— son Susan y Sylvia, y por último, ésta es Rebecca, Becky. —Señaló a la última, una morenita con cara de virgencita rancia.
—Pues es un placer conocerlas, señoritas —dijo Tommy completamente serio y haciéndoles una formal reverencia, desplegando toda la elegancia que le habían inculcado en sus clases de protocolo.
—Aún no nos habéis dicho qué os parece el Heaven —dijo Richie con una pícara sonrisa—. ¿Os ha gustado?
—Es diferente —dijo Carol.
—Bueno, no tanto —opinó Cindy con una gran sonrisa—. Es una discoteca, con gente bailando. Sólo que hay muchos más chicos.
—En eso tienes razón —replicó Tommy—. Esta no difiere mucho de las otras discotecas, ni en continente, ni en contenido. Eso sí, aquí no se puede disfrutar de bellezas como vosotras todos los días —coqueteó con naturalidad.
Las chicas rieron, excepto Anne que siguió mirándolos extraño y Richie le guiñó un ojo.
—Y hablando de bailar, ¿alguien me acompaña? —invitó el pelirrojo. En esos momentos sonaba
Faith
de George Michael.
—¡Yo! —exclamó Cindy—. Me encanta esta canción. —Sonrió y tomó de la mano a Richie para ir hacia la pista.
—Bueno, ¿puedo invitaros a tomar algo? —Tommy señaló con un gesto una de las barras de la discoteca.
Brenda aceptó, sonriente, y tiró de Carol, mientras les hacía una seña a las otras para que las siguieran. Luego de discutirlo unos momentos, el grupo avanzó detrás de Tommy y se acomodaron junto a la barra.
—¿Estudias?—preguntó Brenda, empinándose para alcanzar el oído del muchacho.
—Sí, primer año de Literatura —respondió Tommy—. ¿Y vosotras?
—Ingeniería —dijo Brenda—. Y Carol estudia conmigo. Cindy y Anne están en Filosofía, Alice y Becky estudian Derecho y Susan y Sylvia, Medicina.
—Oh, Filosofía. —Tommy se giró para mirar a Anne, pero el gesto de lástima, como si fuera un desperdicio que fuese gay, seguía en su rostro y lo frenó en su amago por conversar—. Adoro esa carrera… —Miró a Cindy que bailaba con Richie, con ella sí que le provocaba hablar.
—Ah… sí —dijo Brenda, para quien una carrera de letras era lo último que hubiera elegido—. ¿Y tu amigo qué estudia?
—Oh, él no estudia. —Tommy tuvo que discurrir una rápida respuesta, no sabía cómo podrían reaccionar si les decía que Richie tenía un
sexshop
y tampoco sabía si él querría que lo dijera—. Tiene una pequeña tienda en Southfields.
Carol no se perdía palabra de la conversación mientras las otras chicas tomaban sus bebidas conversando entre ellas y Alice les enviaba miradas envenenadas. Bebió de golpe el vodka que había pedido y se animó a preguntar.
—¿Richie y tú sois novios?
—¡Noooo! —Tommy rió—. Sólo somos amigos, con derecho a roce, pero sólo buenos amigos. No tenemos ningún tipo de exclusiva.
—Ah —dijo Carol, enrojeciendo—. Nunca había conocido a nadie gay.
—Bueno, técnicamente no has conocido a nadie gay. —Tommy sonrió con picardía. Ante el gesto de sorpresa en las chicas, aclaró sus palabras—: Tanto Richie como yo somos bi… bisexuales, así que realmente, no habéis conocido a un gay.
—¡Oh! —dijo Brenda y Anne dejó de mirarlo con lástima, para interesarse más en él y preguntarle:
—¿O sea que sales con chicas? ¿Has tenido novia?
—Esto… —Tommy tuvo que reprimir el impulso de apartarse al verse asaltado por Anne, pero le contestó con calma—. Pues salir, sí que he salido alguna vez con alguna chica, pero no he tenido nunca ninguna novia… ni novio. No busco una relación de ese tipo. —Decidió dejarle las cosas claras.
—Eso es inteligente —dijo Brenda—. El amor sólo complica las cosas.
Richie y Cindy se acercaron entonces y el pelirrojo bebió un trago de la bebida de Tommy, para luego sujetarlo por la cintura.
—Cindy estudia Filosofía —informó—. Y le he contado que tengo un
sexshop
.
—¿Y qué te parece? —preguntó Tommy a la despampanante rubia.
—¡Fabuloso! —dijo Cindy—. Y nos ha dado tarjetas para visitarlo. —Le alcanzó una tarjeta a Brenda y otra a Carol.
—Lo siento, pero no tengo más —dijo Richie—. Pero podéis visitarme cuando queráis, suelo estar allí por las tardes.
La conversación era difícil a causa del ruido, y cuando comenzó a sonar
I need you tonight
, de INXS, Brenda sacó a bailar a Tommy y Richie volvió a salir con Cindy.
Carol se quedó mirándolos y Tommy le hizo una seña para que los acompañase. Bailó con las dos y consiguió que se colocaran una delante y otra detrás, iniciando un baile muy apretado.
Al verlos, Richie sacudió la cabeza como diciendo «no tienen remedio». Cindy le sonrió con la misma mirada pícara que había en el rostro de Tommy y de pronto, se encontró besándola.
—Oye, no deberíamos —susurró Cindy, pero no hizo nada por alejarse.
—¿Por qué? —preguntó Richie—. Un beso no tiene nada de malo.
—Bueno… —Cindy echó una mirada hacia sus amigas y vio el rostro enfadado de Alice y las señas de Anne—. Tienes razón… no tiene nada de malo. Besas muy bien. —Le echó los brazos al cuello y lo besó.
Tommy alzó una ceja mirando a la parejita y se los señaló a las chicas que bailaban con él.
—No pierden el tiempo…
—Tal vez deberíamos hacer algo nosotros también —replicó Brenda a su espalda y Carol, con las mejillas ligeramente sonrojadas, asintió.
Tommy sonrió como un depredador, y sin darles tiempo a pensar, se giró y pegó sus caderas a las de Brenda dejándole sentir toda su longitud, y volviendo el rostro hacia atrás, atrapó los labios de Carol que se sonrojó más.
Brenda pegó un respingo, pero no se apartó. Había estado antes con dos de sus novios, e hizo un rápido cálculo mental que la dejó azorada.
En ese momento, Alice se acercó y tiró del brazo de Cindy que aún se besaba con Richie.
—¿Qué haces, tonta? —le increpó—. No los conoces, ¿qué van a pensar de ti?
—¿Que me gustan? —replicó Cindy luego de romper el beso a su pesar. Se apartó de Richie un momento y luego de una corta discusión, volvió con él y le informó—: Mis amigas se van…
—Oh —dijo Riche, echando una mirada hacia el grupo que se alejaba—. No te preocupes, Tommy puede llevarnos en su coche.
—Genial —dijo Cindy y volvió a besarlo.
—¿Qué pasó? —preguntó Tommy, acercándose con las otras dos chicas del brazo.
—Parece que la anticuada de Alice se enfadó —dijo Brenda, quitándole importancia—. Siempre se enfada… le gusta hacerse la santa.
—Le dije a Cindy que las llevaremos a casa cuando deseen —dijo Richie—. Así que a divertirnos, la noche es joven aún.
—Me parece perfecto —dijo Tommy—. ¿Qué os apetece hacer? ¿Queréis que vayamos a algún otro sitio?
—Vamos a un pub para poder hablar —propuso Brenda.
Sasha sonrió con cara de circunstancias. Lo último que habría pensado cuando acabó la cena y sus asesores japoneses en gestión de calidad sugirieron un paseo por Londres, era que terminarían en un club de
striptease
. Se quedó en la puerta un momento y Alex tuvo que darle un pellizco para animarlo a entrar.
Era la primera vez que acudía a un lugar así y se sentía fuera de contexto. ¡Lo que habría dado por estar en el Heaven con Tommy y Richie, viendo cuerpos masculinos y no todas esas… curvas!
Pero Alex parecía estar a gusto y pronto estuvieron cómodamente instalados en una mesa, frente al escenario, desde donde podían tener una vista perfecta del espectáculo.
—Hacía años que no venía a un sitio de éstos —confesó un risueño Alex.
Los japoneses se hallaban completamente en su elemento, salvo uno que miraba a Sasha tal vez con demasiada insistencia.
El ruso sonrió a medias. Era increíble lo que un poco de alcohol y un par de tetas podían hacer para que los serios ingenieros japoneses perdieran la compostura.
Ese mes había sido de locos. Entre el trabajo y las cenas de negocios todos los fines de semana, prácticamente no había podido ver a Tommy y todavía tenía el
kit
sado por estrenar. Quizá ese alejamiento había sido bueno para dejar de pensar en él en términos de relación a largo plazo, pero lo cierto era que en el momento actual todo lo que Sasha quería era salir corriendo al Heaven y matar a polvos a Tommy.
Pero tendría que aguantarse la despedida,
striptease
incluido, de los ingenieros que habían estado asesorando a Alex en nuevas prácticas de gestión.
Luego de que el espectáculo se pusiera más candente, dos de los japoneses desaparecieron con dos esculturales rubias y dos más se quedaron en la mesa. Entonces un hombre se le acercó al ingeniero Kaoru Satomi y le susurró algo al oído, a lo que él respondió con entusiasmo.
Alex se puso nervioso.
—¿Habrá pedido drogas? —susurró al oído de Sasha. Era conocida la disciplina de los japoneses mientras duraba el trabajo, pero esa tarde habían concluido y les quedaba una noche de diversión antes de volver a Tokio. Noche que era evidente que pensaban aprovechar.
—No lo creo —dijo Sasha, basándose en las miradas que el ingeniero Satomi le había dedicado momentos antes—. Creo que se trata de algo más… entretenido.
En ese momento el hombre volvió, trayendo consigo a un muchacho muy rubio, y el ingeniero Satomi se fue con él.
Alex se quedó de una pieza, pero el ingeniero Ishikawa le sonrió y le dijo:
—A Satomi-san le gustan los muchachos.
Sasha asintió, divertido por la expresión atónita que Alex trataba de disimular, y se preguntó cómo lo tomaría si supiera que él también era gay y que se acostaba con Tommy.