Confirmación (23 page)

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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

BOOK: Confirmación
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—Tú no eres mi amo, yo no le pertenezco a nadie… —Tommy intensificó sus movimientos para soltarse, pero tanto frotamiento de caderas hizo que su cuerpo reaccionase.

—Hum… ¿qué tenemos aquí? —Una de las manos de Sasha le soltó la muñeca y se posó en su entrepierna, presionando ligeramente —. Hay una parte de ti que sabe reconocer a su dueño…

—Eso no es nada —gruñó Tommy entrecerrando los ojos—. Cualquier roce habría causado igual reacción.

—Tienes razón —replicó el ruso—. Por eso es mi deber recordarte quien es el amo aquí. —Su mano comenzó a masajearle lentamente la erección mientras le soltaba la otra muñeca—. Te has portado muy mal, Thomas Stoker. Mereces un castigo y yo te lo daré.

—No, para… ¡Ah! —jadeó Tommy sin poder evitarlo—. No eres mi amo y no me he portado mal. Ni se te ocurra pensar que voy a dejar que me castigues. —Aumentó sus movimientos tratando de quitárselo de encima, pero sin éxito.

Sasha estuvo tentado a darle un par de nalgadas, pero no sabía cual sería su reacción. Estaba actuando con mucha más rebeldía de la que había imaginado, de modo que decidió variar ligeramente su estrategia.

—Niño malo —susurró, mientras se apoderaba de sus labios.

Tommy se encontró respondiendo el beso sorprendido por toda la situación. No pudo evitar manotear un poco tratando de apartarlo, aunque no con mucho ímpetu.

Sasha se excitó al sentir que respondía a su beso y procuró mantener el control. Amaba el modo en que Tommy lo besaba y mientras lo hacía, el recuerdo de que la noche anterior se habría estado besando con quién sabe quién, hizo que su sentido de posesión se despertase nuevamente. Rompió el beso para susurrarle al oído:

—Dime que te gusta…

—No-me-gusta —dijo Tommy con los ojos cerrados y de una manera no muy convincente.

—¿No? —susurró Sasha, perdiéndose en su cuello, besándolo—. ¿No te gusta que sea tu amo? ¿Que te haga excitar? ¿No te gusta que te dé placer?

—No me gusta que me trates como si fuera un objeto de tu propiedad —respondió Tommy con voz entrecortada.

—No eres un objeto. —Sasha dejó de besarle el cuello un momento para mirarlo a los ojos—. Pero eres mío. ¿Recuerdas lo que dijiste cuando fuimos a ver el Lago de los Cisnes? Tengo muy buena memoria. Dijiste que eras mío y eso eres.

—Tuyo… —murmuró Tommy de manera extraña recordando las palabras dichas, con temor de pudieran significar lo que realmente significaban.

—Mucho mejor —aprobó Sasha, liberándolo del peso de su cuerpo, para tenderse a su lado—. Entonces, ¿jugamos un poco?

—Hum… —Tommy lo miró, confundido—. ¿Qué clase de juego? —Se había sentido molesto con su actitud porque le recordó el día que lo había chantajeado con las esposas por ese asqueroso de Randy. Miró la ropa que llevaba y tocó el apretado cuero que rodeaba su miembro—. ¿Cuándo lo has comprado?

—Hace un mes —confesó Sasha—. Lo tenía guardado porque no se había presentado la ocasión de usarlo, hasta hoy.

—¿Y quieres practicar sadomasoquismo? Sé que siempre te ha atraído el tema, pero no sé… a mí eso del placer en el dolor no me acaba de convencer.

—Ni a mí —aclaró Sasha—. Verás, Richie y yo salimos algunas veces y pude comprobar que esto tiene niveles. Digamos que me gusta el tipo «Yo soy el amo y tú el esclavo», y te torturo un poco, como hice con las esposas y las pinzas. Sin lastimarte, claro está. ¿No confías en mí?

—Sabes que siempre he confiado en ti, pero tortura… —dudó—. Así que saliste a practicar sado con Richie. —Alzó una ceja—. Y luego soy yo el que merece un castigo…

—Eso fue hace un mes —dijo Sasha como si esa explicación bastara—. Además, eran hombres. —Volvió a besarlo hasta casi quedarse sin aire, para apartarse luego y ordenarle que se pusiera en cuatro patas.

Tommy obedeció, dudando un poco, y Sasha lo penetró, mientras le decía que era suyo, haciendo ver que era parte del juego, aunque sus palabras eran completamente reales; estaba aprovechando las circunstancias para dejar salir lo que llevaba acumulado durante varios meses: su sentido de posesión hacia Tommy, que no era otra cosa más que el temor a perderlo.

En medio del calor del momento, Tommy olvidó sus reservas iniciales y se entregó al juego, en el que Sasha no dejaba de decirle que era su amo y que debía prometerle nunca jamás acostarse con otro, mientras lo torturaba deliciosamente retirándose completamente, para luego penetrarlo con más fuerza.

Sasha habría querido sacar los demás accesorios, pero como Tommy no le había parecido muy dispuesto, optó por dejarlos para otra ocasión. Él lo notó, pero no dijo nada. No le molestaba jugar un poco, pero le costaba rendirse. Mientras Sasha lo penetraba pensó en su hazaña con las chicas, en Alison y en todas las experiencias de esos últimos meses. Habían sido su modo de sentirse seguro y querido, pero en brazos de Sasha era donde se sentía más seguro y más querido.

El orgasmo de Sasha llegó instantes después y Tommy se dejó ir con su sonoridad habitual, deseando oír de los labios de su compañero que ya no era un juego, que estarían juntos.

Sasha lo miró a los ojos y sonrió con dulzura.

—Gracias —dijo, para después cerrar los ojos.

Richie los encontró así y fue un alivio, pues había temido que el ruso quisiera desquitarse con Tommy por la fiestecita de la noche anterior. Entró por segunda vez con el desayuno y los tres se acomodaron en la cama para comer.

Capítulo 12
1

—Sigo pensando que has nacido para cocinar.

Tommy tuvo que hacer malabares para evitar que el huevo que estaba manipulando se le cayera al suelo. Se volvió para mirar a René.

—A veces creo que te gusta sobresaltarme. No sé qué pretendes con ello, pero que gustarte, te gusta —replicó Tommy con confianza. Ya casi estaba finalizando el curso de cuarenta y cinco días de cocina y estaba empezando a pensar que iba a echarlo de menos. Todo menos los sustos.

—Culpable. —René sonrió como un niño pillado en travesura—. Me gusta ver cómo reaccionas y cómo jamás estropeas el plato que estás preparando.

—Eres malo, no entiendo cómo puedes hacer platos tan divinos. —Tommy le guiñó un ojo y siguió separando la clara de la yema.

—Si metes las claras un rato en el frigorífico antes de batirlas a punto de nieve, saldrán mejor —apuntó René.

—¿Otro de tus truquitos? —Tommy sonrió—. Deberías escribir un libro sólo con los trucos. Te forrarías.

—Gano todo el dinero que quiero con mi trabajo, no necesito más. Pero no sería mala idea, no por el dinero, sino por ayudar a la gente. —Tommy se giró y le sonrió de nuevo—. ¿Qué pasa?

—Otros chefs se guardarían sus secretos para que nadie los pueda copiar. Pero tú das clases, te gusta compartir tus conocimientos. Es admirable.

—Bueno, será que no me asusta la competencia. Me gusta cocinar y quiero que todo el mundo disfrute cocinando. ¿No hay algo que te guste muchísimo hacer? —Tommy recordó sus recientes actividades con las chicas y también pensó en Sasha. Entonces comenzó a sonrojarse. Esperaba que no fuera tan obvio y que René no adivinara que estaba pensando en el sexo.

—¿A que es mucho mejor cuando lo haces con otros? ¡Cuantos más, mejor! —dijo triunfalmente René.

—No lo sabes tú bien… —respondió Tommy sonrojado como una amapola y disculpándose se fue al baño antes de que le diera un ataque de risa o un patatús, o las dos cosas.

2

Luego de la célebre orgía de Tommy, que Sasha se había propuesto olvidar, siguieron varias salidas y el prometido encuentro con Patrick y Alan, que terminó en el apartamento de la pareja.

El domingo Tommy los sorprendió con un desayuno especial y luego llevó a Sasha a casa de los Andrew. Se sentía eufórico a bordo de su auto, con Sasha de copiloto y no paraba de hablar de sus clases de cocina y de mil cosas entremezcladas.

—Somos los príncipes del Universo —dijo feliz y puso la canción de Queen a todo volumen.

Sasha rió a su lado, echando la cabeza hacia atrás con estudiada elegancia. Era un alivio que Tommy no tuviera más deseos de experimentar con Richie, aunque sabía que éste había salido una vez con Cindy.

El auto recorrió velozmente varias calles hasta detenerse en la verja de Greenshaw Hall. Fueron recibidos por Perkins, el mayordomo, que les dio una ingrata noticia: Frances había fallecido esa mañana a causa de una neumonía. Alex y Angel habían partido a Averbury dejando a Ariel con su niñera.

—Es terrible —murmuró Tommy y toda su felicidad anterior se esfumó. Se abrazó de Sasha sin importarle la presencia de Perkins, que se retiró con discreción. Al cabo de un rato, reaccionó—: Debemos ir.

—Sí, eso creo. ¿Podrás conducir?

Tommy asintió y Sasha fue a buscar a Perkins para pedirle que telefonease diciendo que estaban en camino. También fue a ver a Ariel, que era demasiado pequeño para entender lo que estaba pasando.

—Pobrecillo —dijo en ruso, abrazándolo. El niño no había tenido la oportunidad de conocer a su abuelo y había pasado muy poco tiempo con Frances. Dándole un beso a Ariel, se lo devolvió a la niñera y se reunió con Tommy. Poco después, partieron.

3

Días después del funeral, Sasha y Tommy oyeron desconcertados las noticias sobre la lectura del testamento de Frances. Alex, Angel y lady Miranda se habían reunido y los acompañaba sir Larry Crane, el abogado de los Andrew. Frances le había dejado su renta y Averbury a Ebenezer, y también le había dejado sus acciones de Thot Labs, que representaban el cinco por ciento.

—No lo entiendo. —Lady Miranda fue la primera en romper el silencio—. Es decir, puedo entender que Frances le dejara la renta y la casa pero, ¿sus acciones? El propio Alistair fue quien dejó a Ebenezer fuera de sus negocios.

—Mi madre estaba muy cambiada en estos últimos tiempos —dijo Alex—. Olvidaba las cosas con frecuencia y hablaba mucho de cuando Ebenezer era pequeño…

—Y Ebenezer pasaba mucho tiempo en Averbury —observó Angel.

—¿Qué queréis decir? —cuestionó sir Larry—. ¿Que Frances pudo haber sido influenciada?

—No lo sé —dijo Alex—. Quizá simplemente se sentía culpable de que mi padre hubiese apartado a Ebenezer. Ella lo quería a pesar de todo. Era su hijo.

—Desde luego, querido. —Lady Miranda intercambió una mirada con Angel e hizo la pregunta que nadie quería escuchar—. Entonces, ¿Ebenezer volverá a Thot Labs?

Alex suspiró.

—Sí. En enero que finaliza con sus asuntos, según me ha dicho. Quiere su antigua oficina…

Sir Larry carraspeó.

—Si me permitís… —Miró atentamente a los presentes—. Ebenezer no tiene los mismos derechos que Alexander y como accionista minoritario ni siquiera podría tener una oficina. La tuvo antes, cuando Alistair pensaba que sería su sucesor, pero todos sabemos lo que pasó.

Se hizo un silencio mientras Alex meditaba. Angel miró a Sasha como instándolo a hablar. El ruso fue directo al grano:

—¿Ebenezer puede vender otra vez sus acciones?

—Sí. Está en su derecho —respondió sir Larry—. Si se las vende a McAllister le dará el treinta por ciento.

—No podemos permitirlo —dijo lady Miranda con firmeza—. ¿Hay algo que podamos hacer?

—Impugnar el testamento alegando que Frances no se hallaba en posesión de sus cinco sentidos. Me tomé la libertad de hablar con Partridge y puede brindar su testimonio, al igual que su mujer.

—Y yo —dijo lady Miranda.

—¡Esperad un momento! —exclamó Alex—. Mi madre no lleva una semana muerta y estáis hablando de herencias y de dinero. ¡No me importa el dinero! No diré que mi madre estaba senil para desheredar a Ebenezer. Si ella quiso dejarle todo respetaré su voluntad, influenciada o no.

—Lo siento, Alex —dijo sir Larry.

Angel le lanzó a Sasha una mirada desesperada y él volvió a hablar.

—Lo sentimos todos y sé que es un pésimo momento para pensar en esto, pero considéralo un momento. Piensa en las consecuencias para el laboratorio y en lo que Alistair hubiera querido, Alex. Por favor.

El discurso pareció haber hecho mella en Alex, pero Tommy sabía que no aceptaría un escándalo público y mucho menos sobre la memoria de su madre.

—No puedo hacerlo. Disculpadme —dijo y abandonó la estancia.

Los demás se miraron, derrotados. Finalmente, sir Larry habló:

—Espero equivocarme, pero la presencia de Ebenezer en el laboratorio me da muy mala espina.

El tiempo le dio la razón.

4

El 30 de noviembre era el último día del curso de cocina de Tommy. René había dado un discurso y la gente se había acercado para despedirse. Tommy había estado esperando a que todo el mundo se fuera y René acabó acercándose.

—¿No hay nada que pueda hacer para que aceptes mi proposición?

—No puedo. Sabes que me encantaría, pero conoces mis circunstancias. Tal vez más adelante, cuando sea independiente.

—Mientras tanto no abandones; la práctica hace al chef. Y tú podrías ser un gran chef, mejor que yo —le guiñó un ojo cuando Tommy trato de protestar—. No lo niegues. Tienes un talento innato. Instinto. Y alma de artista. Si algún día puedes estudiar cocina, hazlo. Aunque no sea conmigo. Pero quiero que sepas que siempre estaré ahí para ti, si decides arriesgarte.

—Si algún día puedo disponer con total libertad de mi vida, te buscaré para que hagas de mi un gran chef —Tommy sonrió. Se dieron las manos a modo de despedida y se alejó con pasos rápidos.

Alison lo esperaba para hacer un trabajo en grupo y echaron a andar hacia la sala de estudios. Tommy se sentó, silencioso, mientras ella sacaba un libro de la mochila y le explicaba lo que tenían que hacer.

—Nos ha tocado analizar el
Ulises
de Joyce. No sé cómo vamos a hacerlo, es tan denso… ¿Tommy?

Él suspiró.

—Lo siento, pensaba en René. Echaré de menos las clases, pero sobre todo lo echaré de menos a él.

—Sí —murmuró Alison—. Creo que yo también lo echaré de menos, aunque me ha quedado clarísimo que esto es solamente un pasatiempo. Quiero dedicarme a escribir.

Tommy murmuró algo y comenzó a hojear las páginas del libro sin verlas. Todavía pensaba en las palabras de René. Aunque lo veía muy lejano, era agradable pensar que para él la cocina podría ser algo más que un pasatiempo.

En verdad echaría de menos a René. Había encontrado no sólo a un gran maestro, sino también un gran amigo. Un amigo sin derecho a roce. Quizá eso lo hiciera especial. Sonrió con nostalgia mientras se sumergía en la lectura de
Ulises
.

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