Se resignó a esperar en absoluto silencio y cuando habían pasado diez minutos, sintió un peso sobre la cama y una lengua ansiosa entre sus nalgas.
Alzó la cabeza.
—No —dijo Sasha—. No me desobedezcas o esta vez sí que me iré.
Richie asintió, derrotado, con una creciente excitación nuevamente entre las piernas. El juego siguió y se las arregló para no moverse ni emitir sonido alguno, y cuando por fin el ruso se puso el condón y lo penetró, ordenándole gemir, dejó salir toda su excitación en jadeos y gritos entrecortados. Sasha detuvo su orgasmo presionando la base de su miembro y lo soltó para tener mayor flexibilidad de movimientos.
—Vamos… adoro oírte gemir así. —Lo penetró sobre la cama y luego de pie en el suelo. Cambiaron de posición varias veces, prolongando lo más posible el placer, hasta que los deseos de alivio pudieron más y Sasha acomodó a su compañero sobre la cama, de cuatro patas, y lo penetró con fuerza. El slip de cuero comprimía deliciosamente sus testículos. Se sentía muy sexy con esa vestimenta y la forma en que Richie se había acoplado a sus deseos hacía la experiencia más placentera. Se concentró en el placer de su compañero hasta que lo sintió eyacular con violencia y sólo entonces se dejó ir.
Abrazados sobre la cama, con las respiraciones aún agitadas, se miraron sonriendo.
—Esto fue genial —susurró Sasha—. Gracias por complacerme.
—Fue diferente —dijo Richie—. Aunque casi me da algo cuando te fuiste, pensé que me dejarías así.
—Me sentí tentado —confesó el ruso—. Es excitante tener poder sobre otros, es una fantasía que tenía desde hace tiempo.
Richie sonrió, divertido.
—¿Ah, sí? ¿Cómo fue que jamás nos dijiste?
—Bueno… no sé. Las películas sado no entusiasmaron mucho a Tommy y tampoco te vi muy interesado. A mí me parecieron interesantes las que vimos contigo, eran más suaves que la experiencia de hace días. Francamente, no era lo que esperaba. Prefiero dominar, no torturar.
—Lo noté por tu cara —dijo el pelirrojo—. Pero hay matices en esto, como en todo. Creo que lo importante es que uno se sienta bien con sus compañeros. A mí tampoco me va el sado, pero lo que hicimos hace un rato estuvo bien, y estoy seguro de que a Tommy le gustará. Anda, dime más de esa fantasía…
—Pues… —Sasha sintió que se ruborizaba un poco—. Me gustaría tener a Tommy como te tuve a ti, suplicándome para luego follármelo en todas las posiciones imaginables… Quizá un par de azotes, y las pinzas eléctricas… y Jenis… —Rió, sonrojado—. Quisiera oírlo gritar de placer mientras le hago todo eso…
Richie giró sobre la cama para no mirarlo y le dejó caer:
—¿Y no vas a decirle que lo amas?
Sasha se levantó y se quitó el slip que comenzaba a apretarle.
—No. Las cosas están bien como están.
—Sasha, Sasha —dijo Richie, recostándose nuevamente—. Ya sé que sois jóvenes y que queréis follar y que no vais a perderos la diversión por ser pareja. Pero a veces te pones demasiado frío con Tommy y él necesita mucho cariño…
—Le doy cariño.
—Lo sé —dijo Richie—, pero a veces es mejor dar un poco más. Piénsalo… No sueles decirle que lo quieres, ni que te importa, te enfadas o como mínimo te incomodas cuando él lo dice. No tan seguido como antes, pero sigues haciéndolo. Eso lo coarta por completo.
—Oh, vamos. Él está ocupado con sus sociedades secretas y su literatura. No tiene tiempo para nosotros.
Richie lo miró intensamente.
—¿Y eso es malo? Cuando entraste a la universidad decías que Tommy se preocupaba por cosas intrascendentes mientras que tú estabas con el grupo de Randy.
—Es completamente distinto… Lo de Randy era activismo, lo de Tommy es…
¡Es literatura!
—Es lo que estudia. Se ha sentido completamente miserable pensando que lo obligaban a estudiar esa carrera. Es genial que ahora se sienta feliz en ella.
—Sí, claro. Desde su famoso ensayo del sexo y los problemas del mundo…
—Que salió publicado en la revista del grupo…
—Ya. Es que no le encuentro objeto a leer literatura victoriana. ¿De qué sirve en esta época? Hay tantas cosas que hacer en el mundo…
—A mí me gusta la literatura victoriana. Dickens, Wilde, Byron… Ayuda a entender el pasado y a tener otra visión del futuro.
—De acuerdo. ¿Qué se supone que debo hacer?
—No sé… ¿Ser más romántico con Tommy? —Sasha puso cara de espanto—. Sólo piénsalo.
—Pero… —El pelirrojo cortó por lo sano dándole un beso en la boca y lo ayudó a limpiar los accesorios de cuero, que volvieron a su caja, mientras ellos entraban a la ducha.
Una tarde de octubre Tommy vio un pequeño cartel en el muro de anuncios de la secretaría de la universidad. El famoso chef parisino René Dupont impartiría un curso intensivo de
Nouvelle Cousine
.
No dudó un segundo y se lanzó a preguntar a la secretaria si había plazas.
—Tiene suerte, quedan sólo tres.
—Me inscribiré —dijo en un impulso. Luego le dio vueltas y pensó que a lo mejor se había precipidado, pero ya no lo avergonzaba su afición por la cocina. De hecho, la admiración que sus amigos sentían por él había hecho que se sintiera más seguro de sí mismo. Incluso les había mostrado su colección de ropa interior.
La primera sesión no era técnicamente una clase, sino más bien una presentación para sentar las bases de lo que sería ese curso intensivo. Tommy estaba nervioso, veía a gente mayor, en su mayoría mujeres, aunque gracias a Maximilien Hellson sentía orgullo de saber cocinar y quería perfeccionarse.
El chef entró en el aula y se presentó con un profundo acento francés. Mientras les comentaba lo que esperaba del curso y de ellos, Tommy comprendió que no esperaba hallar grandes alumnos, pero les expuso que creía firmemente que todo el mundo tenía derecho a saber cocinar al menos una exquisitez y que él pretendía ayudarles a encontrar su plato especial.
A Tommy le encantó la idea y decidió aplicarse para dar lo mejor de sí mismo. Estaba tan concentrado apuntando las cosas que iba a necesitar para las prácticas que casi dio un grito cuando alguien le tocó el hombro.
—Hola. Perdona, no quería asustarte. Estaba al fondo de la clase y te vi.
—¡Alison, qué sorpresa! No sabía que te gustaba la cocina. —Tommy estaba realmente sorprendido. Alison Grady era su compañera de clase y miembro de su sociedad secreta. Hija de un exitoso empresario, era la típica chica británica, rubia, pálida y delgaducha. Se llevaba bien con ella: era simpática e inteligente. Y muy divertida. No había esperado ser sorprendido en esas clases, pero le alegró de que fuera Alison con quien compartiera esa experiencia.
—Me gusta más comer, pero bueno… también me gusta saber qué como y no hay mejor manera de saberlo que cocinarlo uno mismo. Yo tampoco sabía que te gustaba la cocina.
—Como a ti, me gusta comer pero también disfruto mucho alimentando a otros. Aunque sólo he cocinado para algunos amigos cercanos y ahora me gustaría aprenderlo de manera un poco más seria. —Tuvo que callarse pues el chef se acercó a saludarlos y presentarse.
René Dupont se les hizo simpático. Conocía a los Hellson y por él Tommy supo que Martin se hallaba en Inglaterra, estudiando en un lugar muy exclusivo y le extrañó que no lo hubiera llamado.
—Quizá está en Oxford —dijo Alison—. Dicen que el ritmo es tan intenso allí que sus alumnos viven literalmente en los
colleges
.
Tommy no pudo evitar pensar en que si Sasha ingresaba al programa de postgrado lo vería mucho menos.
—Es temprano —observó Alison—. ¿Qué tal si aprovechamos para comprar lo necesario para la próxima clase? Estoy deseando comenzar.
Aunque había quedado con Sasha, Tommy no pudo negarse. Le resultaba difícil decirle que no a una dama y la idea de compartir lo que sabía de cocina con Alison le hizo sentir que no había cometido un error al apuntarse al curso.
En noviembre Sasha había vuelto a relacionarse con el grupo de Randy, principalmente porque encontró en el gimnasio que frecuentaba a Patrick y Alan y poco después al propio Randy a quien seguía sin hablar.
Patrick y Alan habían comenzado a vivir juntos y verlos tan felices ponía en ocasiones nostálgico a Sasha, quien se imaginaba viviendo así con Tommy. Trabajan juntos en una fábrica de químicos y no les iba mal, tenían un piso en Notting Hill que Sasha había visitado alguna vez, descubriendo lo distinta que era su vida disipada de la relación sólida que Alan y Patrick habían comenzado a construir.
—Y se lo debemos a Tommy —había dicho Patrick—. Si pudiéramos tener un hijo, lo llamaríamos Thomas.
No había un hijo, pero sí un gato grande y perezoso llamado Tom, que no simpatizó con el ruso.
—Cree que somos de su propiedad y se siente celoso —explicó Alan, tomando en brazos al gato—. Los gatos son muy posesivos y en general todos los felinos.
Sasha sonrió a medias. Richie siempre lo llamaba «Tigre» y, bromas aparte, sabía que era celoso y posesivo. «Como cualquier felino», se dijo.
Una tarde, Sasha acudió al gimnasio como siempre, a la salida del trabajo. Estaba de un humor extraño luego de que en la víspera, viera por la televisión una retransmisión del Concierto de «La Nit»
[10]
, en España, donde Freddie Mercury había cantado
Barcelona
, junto a Montserrat Caballé. Eso y la noticia reciente de que Mijail Gorbachov había sido elegido Jefe del Estado Soviético por unanimidad, habían hecho que se sintiera particularmente sensible, veía cambios en el ambiente y no sabía si le gustaban o no.
Se instaló en el gimnasio, algo apartado del grupo de siempre: cuando se sentía así, lo mejor era mantenerse lejos.
Pero Patrick no lo sabía y ese día había decidido poner en práctica una idea que tuvo en el verano y que esperaba diese resultado. Planeaba reconciliar a Sasha con Randy, hacer que el ruso volviera al grupo, y como beneficio colateral, algún trío o cuarteto con él y Tommy, porque Sasha no había vuelto a hacerlo desde su pelea con el irlandés.
Se acercó a la banca de abdominales donde Sasha se ejercitaba y lo saludó, sonriente.
—¿Necesitas algo? —preguntó Sasha luego de devolver el saludo y ante las evidentes intenciones de Patrick de no moverse de allí.
—Pensaba… —comenzó a decir el muchacho.
—Los gimnasios no son para pensar. —Sasha volvió a su rutina de series de treinta abdominales, pero Patrick no se movió—. ¿Quieres decirme algo? —preguntó nuevamente y el rostro de Patrick se iluminó—. Bueno, suéltalo ya.
—Prefiero que sea en privado —replicó el joven—. Cuando tengas tiempo.
Sasha no deseaba hablar, pero era obvio que Patrick no se daría por vencido. Lo mejor era finiquitar el asunto.
—Entonces, que sea ya. —Se levantó y se dirigió al vestidor, desierto en esos momentos en que todo el mundo hacía ejercicio. Una vez allí, comenzó a secarse el sudor, mientras esperaba a que Patrick hablase.
El joven dudó. Parecía un mal comienzo y no sabía por qué Sasha estaba tan fastidiado, pero lo había ensayado tanto que decidió soltarlo de todos modos y comenzó a hablar.
Sasha escuchó en silencio sobre la
terrible
vida que Randy llevaba ahora, sus problemas en casa y su necesidad de tener amigos, todo muy conmovedor y visiblemente exagerado. Pero los ojos de Patrick eran sinceros.
—Quieres que me reconcilie con Randy —dijo con voz átona, cortando la explicación.
—Sí… yo…
—Tú ni siquiera sabes lo que pasó con Randy —dijo Sasha, sintiendo el enojo crecer, pero antes de que Patrick pudiera responder, se abrió la puerta del vestidor y entró precisamente la persona de la que habían estado hablando. La mirada del ruso se hizo glacial—. Eh, Randy… Muchas gracias por enviarme un emisario, pero debiste contarle la historia completa.
Randy se quedó de una pieza. Normalmente cuando coincidía con Sasha en algún lugar, se limitaba a un saludo general y procuraba alejarse lo más pronto posible. Miró a Patrick con suspicacia.
—¿Qué cosa has hecho, pedazo de animal?
Patrick abrió mucho los ojos y trató de defenderse: su intención había sido buena, Randy no le había pedido hablar, lo había hecho por iniciativa propia.
—Ya —cortó Sasha—. Creo que tienes derecho a saber lo que pasó. Tu amigo —señaló a Randy— me convenció de hacer un trío con Tommy y luego intentó chantajearlo para que se alejase de mí. Tommy no aceptó su chantaje y por ello habló con su padre y le contó sobre nosotros porque quería causarnos problemas. Afortunadamente, el padre de Tommy desprecia a los inadaptados y revolucionarios y no le creyó.
Patrick miró a Randy con la boca abierta, mientras él se dejaba caer en una banca y Sasha salía como un huracán, azotando la puerta. Había creído que era una pelea por celos y en ese momento su admiración y respeto por Randy sufrieron un tremendo revés.
—¿Es verdad? —preguntó.
—¿Y qué si lo es? Stoker tiene la culpa, él ha contaminado a Sasha, lo ha vuelto otra polla sin cerebro, como él… No te conviene, Patrick ¡PATRICK!
Pero el muchacho salió corriendo en pos de Sasha y lo alcanzó cuando doblaba la esquina de la calle.
— ¡Sasha! ¡Sasha, espera!
El ruso se detuvo, aún furioso, pero su enojo se disipó al ver la angustia de Patrick.
—¿Qué sucede?
—¿Estás enfadado? Lo siento… yo no sabía. Yo sólo quería que volviérais a ser amigos, que volvieras al grupo…
—Ya, no pasa nada. —Sasha, puso la mano en el hombro de Patrick, que tenía los ojos húmedos. Detestaba ver llorar a alguien, eso echaba abajo sus defensas y lo ponía sentimental—. Ya veo que no lo sabías, no te preocupes…
—¿Seguirás siendo mi amigo?
—Claro.
—¿Y Tommy también?
—Por supuesto.
—Os echo de menos… cuando te alejaste del grupo, te alejaste también de todos nosotros, y… Alan y yo os echamos de menos.
Por la mente de Sasha pasaron varias imágenes de ellos cuatro follando en la habitación de un hotel. Sí… exceptuando a Richie y a Rock, ellos habían sido su mejor compañía cuando se trataba de sexo.
—Eso puede arreglarse —susurró, sin dejar de abrazarlo. Quizá la solución para no pensar tanto en Tommy fuese compartirlo con sus amigos. Así esa sensación de pertenencia se mitigaría. O eso creía—. Vamos a llamar a Tommy, haremos planes para el fin de semana.