LHOMO DONDRUB:
Pero, Aenea, ¿tú sabes dónde reside el Núcleo?
AENEA:
Creo que sí.
LHOMO DONDRUB:
¿Nos lo dirás para que podamos atacarlos con uñas y dientes, y con balas y armas de plasma?
AENEA:
No lo diré ahora, Lhomo. No lo diré hasta estar segura. Y el Núcleo no puede ser atacado con armas físicas, así como no está al alcance de entidades físicas.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
¿Una vez más son invulnerables a nuestros ataques? ¿No es posible enfrentarse a él?
AENEA:
Ni una cosa ni la otra. Si los hados lo permiten, encabezaré personalmente el ataque contra el Núcleo físico. Más aún, ese ataque ya ha comenzado en modos que espero aclarar más tarde. Y prometo que me enfrentaré a las IAs en su guarida.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
M. Aenea, hija de Brawne, ¿puedo hacer una pregunta concerniente a mi propio destino y futuro?
AENEA:
Intentaré responder, coronel, pero repito que soy reacia a comentar detalles de un tema tan fluido como el futuro.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
Reacia o no, niña, creo que merezco una respuesta. También yo he leído esos malditos
Cantos
. En ellos se dice que seguí al espectro Moneta al futuro mientras combatía con el Alcaudón, tratando de impedir que exterminara a los demás peregrinos. Esto era verdad. Hace unos meses llegué aquí. Moneta desapareció, pero ha reaparecido en la versión más joven de esta mujer que se hace llamar Rachel Weintraub. Pero los
Cantos
también declaran que pronto me encontraré en una gran batalla con legiones de Alcaudones, moriré y seré sepultado en la nueva Tumba de Tiempo llamada Monolito de Cristal, en Hyperion, donde mi cuerpo retrocede en el tiempo acompañado por Moneta. ¿Cómo es posible, M. Aenea? ¿He llegado al tiempo equivocado, al lugar equivocado?
AENEA:
Coronel Kassad, amigo y protector de mi madre y los demás peregrinos, ten la certeza de que todo sucede de acuerdo con el plan, sea cual fuere. El tío Martin escribió los
Cantos
valiéndose de las revelaciones que se le ofrecieron, pero no disponía de todos los detalles de tu vida, ni de la mía. Más aún, se le reveló muy poco sobre lo que sucedería fuera de su presencia.
Puedo decirte esto, coronel Kassad... la batalla con el Alcaudón es cierta, aunque esté expresada metafóricamente. Un futuro posible para ti es morir en batalla con el Alcaudón, con muchos Alcaudones, y ser sepultado en el Monolito de Cristal con un funeral heroico. Pero si esto sucede, será después de muchos años y muchas otras batallas. Hay trabajo para ti en los días, meses, años y décadas venideros. Ahora te pido que me acompañes en el
Yggdrasill
cuando yo parta dentro de tres días. Ése será el primer paso hacia esas batallas.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
(
sonriendo
) Pero no respondes del todo la pregunta, M. Aenea. ¿Puedo preguntarte si el Alcaudón estará en tu Árbol del Dolor cuando parta dentro de tres días estándar?
AENEA:
Creo que sí, coronel Kassad.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
No nos has dicho, M. Aenea, qué es el Alcaudón, de dónde viene, cuál es su papel en este juego de siglos.
AENEA:
Es verdad, coronel, no os lo he dicho.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
¿Alguna vez se lo has dicho a alguien?
AENEA:
No.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
¿Pero conoces el origen del Alcaudón?
AENEA:
Sí.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
¿Nos lo dirás, hija de Brawne Lamia?
AENEA:
Preferiría no hacerlo, coronel.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
Pero lo harás si te preguntan de nuevo, ¿verdad? ¿Al menos responderás mis preguntas directas sobre el asunto?
AENEA (
asiente en silencio, y veo lágrimas en sus ojos
).
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
El Alcaudón aparece inicialmente en ese futuro donde batallo con él como dicen los
Cantos
, ¿verdad, M. Aenea? ¿Ese futuro donde el Núcleo se prepara para la última batalla con sus enemigos?
AENEA:
Sí.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
Y el Alcaudón es... será... una construcción, ¿verdad? Una cosa artificial, creada por el Núcleo.
AENEA:
Así es.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
Será una extraña amalgama de habilidad tecnológica del Núcleo, energía del Vacío Que Vincula y la personalidad cíbrida reciclada de un ser humano real, ¿verdad, M. Aenea?
AENEA:
Sí, coronel. Será todas esas cosas y más.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
Y el Alcaudón será creado por el Núcleo pero se convertirá en sirviente y avatar de otros poderes o entidades, ¿verdad?
AENEA:
Sí.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
Aenea, ¿aceptas que el Alcaudón será un peón de ambos bandos, de todos los bandos, en esta guerra por el alma de la humanidad, esta guerra que brinca en el tiempo como una partida de ajedrez tetradimensional?
AENEA:
Sí, coronel... pero no un peón. Tal vez un alfil.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
De acuerdo, un alfil. Y este alfil cíbrido, conectado con el Vacío Que Vincula, ARNificado, con su ADN modificado, realzado con nanotecnología, terriblemente mutado... comienza con la personalidad de un guerrero, ¿verdad? Tal vez un oponente en este juego milenario.
AENEA:
¿Necesitas saber esto, coronel? No hay mayor infierno que ver los detalles precisos de nuestro...
CORONEL FEDMAHN KASSAD
(
suavemente
): ¿De nuestro futuro? ¿De nuestra propia muerte? ¿De nuestro destino? Lo sé, Aenea, hija de mi amiga Brawne Lamia. Sé que has cargado con terribles certidumbres y visiones desde que naciste, desde los días en que tu madre y yo cruzamos los mares y montañas de Hyperion en busca de lo que creíamos nuestro destino con el Alcaudón. Sé que ha sido muy difícil para ti, Aenea, joven amiga... más difícil de lo que cualquiera de nosotros podría imaginar. Ninguno de nosotros nació con semejante carga.
Pero todavía quiero saber esta parte de mi propio destino. Y creo que mis años de servicio en la causa de esta batalla, años pasados y años venideros, me han ganado el derecho a una respuesta.
¿El Alcaudón está basado en la personalidad de un guerrero?
AENEA:
Sí.
CORONEL FEDMAHN KASSAD:
¿La mía? Después de mi muerte en batalla, ¿el Núcleo o algún otro poder incorporará mi voluntad, mi alma, mi personalidad a ese monstruo y lo enviará de vuelta en el tiempo por el Monolito de Cristal?
AENEA:
Sí, coronel. Partes de tu personalidad, sólo partes, serán incorporadas a la construcción viviente llamada Alcaudón.
CORONEL FEDMAHN KASSAD
(
riendo
): ¿Pero también puedo derrotarlo en batalla?
AENEA:
Sí.
CORONEL FEDMAHN KASSAD
(riendo más, con soltura y espontaneidad
): Por Dios, por la voluntad de Alá, si el universo tiene un alma, es el alma de la ironía. Mato a mi enemigo, devoro su corazón, y el enemigo se convierte en mí... y yo en él.
(
Hay varios minutos de silencio. Veo que la nave arbórea
Yggdrasill
ha girado y nos aproximamos de nuevo a la gran curva de la Biosfera Árbol Estelar
.)
RACHEL WEINTRAUB:
Amiga Aenea, amada maestra, en estos años en que te he escuchado y he aprendido de ti, un gran misterio me ha perseguido.
AENEA:
¿Cuál es, Rachel?
RACHEL WEINTRAUB:
A través del Vacío Que Vincula has oído las voces de los Otros, las especies sentientes que están más allá de nuestro espacio y nuestro tiempo, cuyas memorias y personalidades resuenan en el Vacío. A través de la comunión con tu sangre, algunos hemos aprendido a oír el susurro de los ecos de estas voces... de los leones y tigres y osos, como los llaman algunos.
AENEA:
Eres una de mis mejores alumnas, Rachel. Algún día oirás estas voces con claridad. Así como aprenderás a oír la música de las esferas y a dar ese primer paso.
RACHEL WEINTRAUB
(
sacudiendo la cabeza
): Ésa no es mi pregunta, amiga Aenea. Para mí el misterio es la presencia en el espacio humano de un Observador u Observadores enviados por esos Otros, los leones y tigres y osos, para estudiar la humanidad e informar a esas especies distantes. ¿La presencia de este Observador u Observadores es un dato literal?
AENEA:
Lo es.
RACHEL WEINTRAUB:
¿Y pudo cobrar la forma de un humano, éxter o templario?
AENEA:
El Observador no es proteico, Rachel. Optó por visitarnos con forma mortal, es verdad, así como mi padre era mortal, aunque nacido cíbrido.
RACHEL WEINTRAUB:
¿Y el Observador nos estudia desde hace siglos?
AENEA:
Sí.
RACHEL WEINTRAUB:
¿Ese Observador está con nosotros hoy, aquí, en esta nave, en esta mesa?
AENEA
(
titubea
): Rachel, será mejor que no diga nada más en este momento. Existen algunos que matarían al Observador para proteger Pax o defender lo que ellos consideran «humano». Con sólo decir que el Observador existe, lo ponemos en grave peligro. Lo lamento. Prometo que en un futuro cercano este misterio se resolverá y se revelará la identidad del Observador u Observadores. El Observador se encargará de ello.
TEMPLARIO VERDADERA VOZ DEL ÁRBOL ESTELAR KET ROSTEEN:
Hermanos en el Muir, respetados aliados éxters, honrados huéspedes humanos, amados amigos sentientes, reverenciada La Que Enseña, terminaremos esta conversación en otro tiempo y otro lugar. Entiendo que todos aceptamos la petición de M. Aenea de que el
Yggdrasill
parta para el espacio de Pax dentro de tres días estándar y que, con suerte y coraje, así se cumplirán las antiguas profecías templarías del Árbol del Dolor y del tiempo de la expiación para todos los hijos de la Vieja Tierra.
Ahora terminaremos de comer y hablaremos de otras cosas. Se levanta esta reunión formal, y lo que queda de nuestro breve viaje consistirá en afable charla, buena comida y el sacramento del café verdadero, hecho con granos cosechados en la Vieja Tierra, nuestro hogar común, la buena Tierra.
Se levanta esta sesión. He dicho.
Esa noche, en nuestro cubículo personal, Aenea y yo hicimos el amor, hablamos de cosas personales y tuvimos una segunda cena de vino y queso de cigocabra y pan fresco.
Aenea se había ido a la cocina y regresó con dos bulbos de vino. Ofreciéndome uno, dijo:
—Ten, Raul, amado mío... toma y bebe.
—Gracias —dije sin pensar, y me llevé el bulbo a los labios. Entonces caí en la cuenta—. ¿Esto es...?
—Sí —dijo Aenea—. Es la comunión que he demorado tanto tiempo. Ahora es tuya si deseas beber. Pero no tienes que hacerlo, amor mío. Mis sentimientos no cambiarán si eliges no hacerlo.
Mirándola a los ojos, bebí el vino del bulbo. Sólo sabía a vino.
Aenea estaba llorando. Desvió los ojos, pero yo ya había visto las lágrimas en sus encantadores ojos oscuros. La cogí en brazos y flotarnos juntos en la cálida luz.
—Pequeña —susurré—, ¿qué pasa? —Con dolor en el corazón, me pregunté si estaría pensando en el otro hombre de su pasado, en su matrimonio, su hijo. El vino me había provocado un mareo y cierto malestar. O quizá no era el vino.
—Te amo, Raul.
—Y yo a ti, Aenea.
Me besó el cuello y me abrazó.
—Por lo que acabas de hacer, por mí, en mi nombre, serás perseguido.
Forcé una risa.
—Oye, pequeña, me han perseguido desde el día en que salimos del Valle de las Tumbas de Tiempo en la alfombra voladora. No hay nada nuevo aquí. Si Pax desistiera de perseguirnos, los echaría de menos.
Ella no sonrió. Sentí sus lágrimas contra mi garganta y mi pecho.
—Serás el primero entre mis seguidores, Raul. Serás el líder en las décadas de lucha que vendrán. Serás respetado y odiado, obedecido y despreciado. Querrán convertirte en dios, querido.
—Pamplinas —murmuré—. Sabes que no soy un líder, pequeña. No he hecho nada salvo seguirte desde que nos conocemos. Caray, me paso casi todo el tiempo tratando de alcanzarte...
Aenea irguió el rostro.
—Fuiste mi elegido desde antes de que yo naciera, Raul Endymion. Cuando yo caiga, tú continuarás en nuestro nombre. Ambos deberemos vivir en ti...
Le apoyé un dedo en los labios. Besé las lágrimas de sus mejillas y pestañas.
—No hablemos de caer ni de vivir el uno sin el otro —le ordené—. Mi plan es sencillo, quedarme contigo para siempre, pase lo que pase, compartirlo todo. Lo que te pase a ti me pasará a mí, pequeña. Te amo, Aenea. —Flotamos juntos en el aire cálido. La acuné en mis brazos.
—Sí —susurró mi amiga, abrazándome con fuerza—. Te amo, Raul. Juntos, sí.
Dejamos de hablar. Saboreé el vino y la sal de sus lágrimas en nuestros besos. Hicimos el amor varias horas más, luego nos dormimos juntos, flotando abrazados como dos criaturas marinas, como una sola y compleja criatura marina en una marea cálida y hospitalaria.
Al día siguiente llevamos la nave del cónsul hacia el sol.
Había despertado esperando una especie de iluminación, un
satori
nocturno producido por el vino de la comunión, cuando menos una comprensión más profunda del universo, tal vez omnisciencia y omnipotencia. Desperté con la vejiga llena y una leve jaqueca, aunque con gratos recuerdos de la noche anterior.
Aenea despertó antes que yo y cuando salí del cuarto de baño ella había preparado café, frutas y panecillos calientes.
—No esperes este servicio todas las mañanas —dijo con una sonrisa.
—De acuerdo, pequeña. Mañana yo preparo el desayuno.
—¿Tortilla? —preguntó, dándome café.
Rompí el sello, inhalé el aroma, bebí una gota tratando de no quemarme los labios ni dejar que el glóbulo caliente se alejara.
—Claro. Lo que quieras.
—Buena suerte para encontrar los huevos —dijo Aenea, terminando su panecillo con dos mordiscos—. Este Árbol Estelar es sensacional, pero escasean las gallinas.
—Una lástima —dije, mirando por la pared transparente—. Y con tantos lugares donde posarse... —Cambié de tono—. Pequeña, en cuanto al vino, han pasado ocho horas...
—Y no te sientes diferente. Mmm, supongo que eres uno de esos raros individuos donde la magia no funciona.