A Hay House le está yendo mejor que nunca actualmente. Mis empleados disfrutan con su trabajo y yo disfruto por tenerlos a ellos. Aun cuando todos estamos trabajando mucho más, lo interesante es que nadie considera que tenga demasiado trabajo. Publicamos más libros que nunca y atraemos más prosperidad en todos los aspectos de nuestra vida.
Creo que al final todo resulta para mejor, pero a veces cuesta verlo cuando se está pasando por una mala experiencia. Piensa en alguna experiencia negativa que hayas tenido en tu trabajo o en tu pasado en general. Tal vez te despidieron o quizá tu pareja te abandonó. Ahora considéralo en perspectiva y echa una mirada al cuadro general. ¿No te han sucedido muchas cosas buenas como consecuencia de esa experiencia? Muchas veces he escuchado decir: «Sí, fue algo horrible lo que me sucedió, pero si no hubiera sido por eso, jamás habría conocido a..., o comenzado a trabajar por mi cuenta, o reconocido que tenía una adicción, o aprendido a amarme a mí mismo».
Al confiar en que la Inteligencia Divina nos hará experimentar la vida de las formas que más nos convengan, nos damos el poder de disfrutar verdaderamente de lo que la vida nos ofrece: de lo bueno, y de lo supuestamente malo. Haz la prueba de aplicar esto a tus experiencias laborales y fíjate en los cambios que se operan.
Los empresarios y las personas del mundo de los negocios Pueden comenzar a actuar como expresión de la Inteligencia Divina. Es importante mantener abiertas las líneas de comunicación con los empleados y que éstos puedan expresar sin temor sus opiniones acerca de su trabajo. Procurad que las oficinas sean un lugar limpio y ordenado para trabajar. Lo vuelvo a repetir, el desorden de una oficina refleja el estado mental de las personas que en ella trabajan. ¿Cómo puede hacerse bien y a tiempo una tarea mental o intelectual en medio del desorden físico? Podríais adoptar una afirmación de objetivo que refleje la filosofía que queréis para vuestra empresa. La nuestra, en Hay House, es: «Crear un mundo seguro para amarnos mutuamente». Cuando se permite actuar a la Inteligencia Divina en todos los aspectos del negocio, todo contribuye al objetivo y conforme a un plan divino. Inesperadamente se presentan las más maravillosas oportunidades.
Veo cómo muchas empresas comienzan a cambiar. Llegará el momento en que las empresas no podrán sobrevivir si continúan funcionando al viejo estilo de competición y conflicto. Algún día todos sabremos que hay en abundancia para todos y nos desearemos mutuamente la prosperidad. Las empresas pueden comenzar a cambiar sus prioridades, a convenirse en un gran espacio donde sus empleados puedan expresarse, y a hacer que sus productos y servicios beneficien al planeta en general.
Las personas necesitan obtener de su trabajo algo más que un talón de pago. Necesitan aportar su contribución al mundo y sentirse realizadas. En el futuro, la capacidad para hacer el bien de forma amplia y universal se superpondrá al materialismo.
La totalidad de las posibilidades
Cada uno de nosotros está vinculado
totalmente con el Universo y con toda la
vida. El Poder está dentro de nosotros para
ensanchar nuestros horizontes y nuestra
conciencia.
Ahora deseo que vayas incluso más lejos. Si ya llevas algún tiempo en la senda del trabajo en ti mismo, ¿quiere eso decir que no tienes nada más que hacer? ¿Te dormirás ahora en tus laureles y descansarás? ¿O comprendes que el trabajo in tenor es una ocupación de toda la vida y que una vez empezado nunca se detiene? Puedes llegar a rellanos y tomarte Un descanso, pero fundamentalmente se trata de un trabajo al que vale la pena entregar toda la vida. Tal vez necesites Preguntarte en qué aspectos de tu vida necesitas continuar trabajando, y qué más te hace falta. ¿Estás sano? ¿Eres feliz? ¿Es próspera tu vida? ¿Te sientes realizado en tu creatividad? ¿Te sientes seguro? ¿Te sientes a salvo?
Limitaciones aprendidas en el pasado
Hay una expresión que me gusta muchísimo usar: la totalidad de las posibilidades. La aprendí de uno de mis primeros maestros en Nueva York, Eric Pace. Esta expresión siempre me proporciona un lugar para que mi mente despegue y vaya mis allá de donde yo creía posible; más allá de las creencias limitadas en las que me eduqué de joven.
Cuando era niña no sabía que las críticas que los adultos y mis compañeros me hacían ocasionalmente eran sólo consecuencia de un mal día o de algún pequeño desencanto y que en realidad no eran ciertas. Yo aceptaba de buena gana estas ideas y creencias sobre mí misma, y así se fueron convirtiendo en parte de mis limitaciones. Puede que no pareciera tonta ni desgarbada ni torpe, pero ciertamente yo creía que lo era.
La mayor parte de nosotros adoptamos las ideas que tenemos sobre la vida, alrededor de los cinco años. Durante la adolescencia añadimos otras, pero muy pocas. Si les preguntáramos a muchas personas por qué creen tal o cual cosa sobre algún tema y ellas pudieran seguirle la pista hacia atrás, descubrirían que tomaron ciertas decisiones al respecto a esa temprana edad.
De modo que vivimos con las limitaciones de nuestra conciencia de cinco años. Fue algo que aceptamos de nuestros padres, y aún continuamos viviendo con las mismas limitaciones de la conciencia que tenían ellos. Hasta los padres más fabulosos del mundo no lo saben todo y tienen sus propias limitaciones. Repetimos lo que nuestros padres decían cuando decimos: «No puedes hacer eso», o «No resultará». Sin embargo, no necesitamos para nada las limitaciones, por importantes que puedan parecer.
Algunas de estas creencias pueden ser positivas y sustentadoras. Esos pensamientos nos fueron de mucha utilidad en nuestra vida, por ejemplo: «Mira a ambos lados de la calle antes de cruzar», o «La fruta y la verdura frescas son muy buenas para la salud». Otras ideas pueden haber sido útiles cuando éramos niños, pero al hacernos mayores ya no son apropiadas. Por ejemplo, «No te fíes de los desconocidos» puede ser un buen consejo para un niño. Perpetuar esta creencia cuando ya somos adultos sólo nos crea aislamiento y soledad. Lo bueno de todo esto es que siempre y en todo momento podemos hacer ajustes.
Cuando decimos «No puedo», «No resultará», «No tengo suficiente dinero» o «¿Qué pensarán los vecinos?», nos limitamos Esta última expresión es un obstáculo bastante importante. « ¿Qué van a pensar los vecinos, o mis amigos, o mis compañeros, o quien sea?» Es una buena excusa: no tenemos que hacerlo, porque ellos no lo harían y no lo aprobarían. Así como cambia la sociedad, cambian también los vecinos, de modo que no tiene sentido apoyarnos en esta suposición.
Si alguien te dice «Nadie lo ha hecho jamás de este modo», tú puedes contestar: «¿Y qué?». Hay miles de maneras de hacer algo, así pues, hazlo de la forma que te parezca mejor. Nos enviamos otros mensajes absurdos, como: «No soy lo suficientemente fuerte», «No soy lo suficientemente joven», «No soy lo suficientemente mayor», «No soy lo suficientemente alto» o «No soy del sexo adecuado para hacer eso».
¿Cuántas veces has dicho la última frase? «No puedo hacerlo porque soy una mujer o «No puedo hacerlo porque Soy un hombre». Tu alma no tiene sexo. Yo creo que escogiste tu sexo antes de nacer para aprender una determinada enseñanza espiritual. Sentirse inferior debido al sexo no sólo es una mala excusa sino también otra forma de renunciar al propio poder.
Con frecuencia nuestras limitaciones nos impiden expresar y experimentar el total de las posibilidades. «No tengo la educación apropiada.» ¿Cuántos de nosotros hemos dejado que esa limitación nos impida hacer algo? Es preciso que entendamos que la educación es algo impuesto por grupos de personas que nos dicen: «No podéis hacer esto ni lo Otro a menos que lo hagáis a nuestro modo». Podemos aceptar esa limitación o podemos «pasar» de ella. Durante muchísimos años yo la acepté porque había abandonado mis estudios antes de terminar la escuela secundaria. Solía decir: «Oh, no tengo ninguna educación. No sé pensar. No puedo conseguir un buen trabajo. No sé hacer nada bien».
Entonces un buen día comprendí que la limitación estaba en mi mente y que no tenía nada que ver con la realidad. Cuando abandoné mis propias creencias limitadoras y me permití pasar a la totalidad de las posibilidades, descubrí que sabía pensar. Descubrí que era muy inteligente y que sabía comunicarme. Descubrí toda suerte de posibilidades que, contempladas desde las limitaciones del pasado, parecían imposibles.
Limitación de la capacidad interior
También hay muchas personas que piensan que lo saben todo. El problema de saberlo todo es que así no se crece, y nunca se aprende nada nuevo. ¿Aceptas que hay un Poder y una Inteligencia mayores que tú, o piensas que no y que eres tu cuerpo físico? Si piensas esto último, entonces debes estar lleno de temor debido a tu mente limitada, Si comprendes que hay un Poder en este Universo que es más grande y más sabio, y que formas parte de Él, entonces puedes penetrar en el espacio en donde se encuentra la totalidad de las posibilidades.
¿Cuán a menudo te sumes en las limitaciones de tu actual conciencia? Cada vez que dices «No puedo», te pones delante una señal de «
STOP
». Cierras la puerta a tu propia sabiduría interior y obstruyes el flujo de energía que es tu forma de saber espiritual. ¿Estás dispuesto a ir más allá de lo que crees hoy? Esta mañana te despertaste con ciertos conceptos e ideas. Tienes la capacidad de ir más allá de ellos para experimentar una realidad muchísimo mayor. Esto se llama aprendizaje, porque introduce algo nuevo, que puede encajar con lo que ya está allí, o ser incluso mejor.
¿Te has fijado que cuando te pones a ordenar un armario desechas algunas ropas y chismes que ya no necesitas? Haces un montón con las cosas que vas a regalar y tiras lo que ya no sirve. Después colocas las cosas con las que te quedas en un orden totalmente diferente. Así te resulta más fácil encontrar lo que buscas y al mismo tiempo dejas sitio para lo nuevo. Si antes de arreglar el armario te hubieras comprado algo nuevo, habrías tenido que meterlo apretadamente entre otras cosas desordenadas. Si despejas y ordenas el armario, haces sitio para colocar lo nuevo.
También es necesario que despejemos y ordenemos nuestra mente, que la limpiemos de contenidos que ya no nos sirven para dejar sitio a las nuevas posibilidades. Donde está Dios todo es posible, y Dios está en cada uno de nosotros. Si continuamos aferrados a nuestras ideas preconcebidas, entonces seguiremos bloqueados. Cuando alguien está enfermo, ¿dices: «Ay, pobrecillo, debe de sufrir mucho»? O miras a esa persona y ves la absoluta verdad de su ser y afirmas la salud del Poder Divino que lleva dentro? ¿Ves la totalidad de las posibilidades y sabes que pueden ocurrir milagros?
Un hombre me dijo una vez, con mucha seguridad, que era absolutamente imposible que un adulto cambiara. Vivía en el desierto y padecía todo tipo de enfermedades. Deseaba vender su propiedad, pero como no quería cambiar su manera de pensar, se mostró muy rígido cuando llegó el momento de negociar con un comprador. La venta tenía que realizarse a su modo. Era evidente que lo pasaría muy mal al intentar vender su propiedad en la medida en que estaba convencido de que no podría cambiar jamás. Lo único que necesitaba hacer era abrir su conciencia a una nueva forma de pensar.
Ensanchar nuestros horizontes
¿Cómo nos impedimos penetrar en la totalidad de las posibilidades? ¿Qué otra cosa nos limita? Todos nuestros temores son limitaciones. Si estás asustado y dices: «No puedo; no resultará», ¿qué sucede? Vuelves a tener experiencias terribles. Los juicios son limitaciones. A ninguno de nosotros nos gusta que nos juzguen; pero, ¿cuán a menudo juzgamos nosotros? Cada vez que te descubras juzgando o haciendo una crítica, por pequeña que sea, recuerda que lo que das lo recibirás de vuelta. Es posible que necesites dejar de limitar tus posibilidades y convertir tu manera de pensar en algo maravilloso.
Hay diferencia entre hacer un juicio y tener una opinión. A muchos se nos pide que emitamos nuestro juicio sobre algo. En realidad lo que damos es nuestra opinión. Una opinión es nuestro parecer respecto a algo, como, por ejemplo: «prefiero no hacer eso» o «Prefiero el color rojo al azul». Decir que alguien obra mal o se equivoca porque viste de azul, es un juicio. Es necesario distinguir entre ambas cosas. La crítica siempre supone un error o una mala acción por parte de ti o de otra persona. Si alguien te pide tu opinión o tu preferencia, no permitas que lo que digas se convierta en una crítica o un juicio sobre otra persona.
De igual manera, cada vez que te abandonas a la culpa te impones una limitación. Si haces daño a alguien, dile que lo lamentas y no vuelvas a hacerle daño nunca más. No vayas ahí arrastrando tu sentimiento de culpa, porque éste es un obstáculo que te impide experimentar cosas buenas y no tiene nada que ver con la realidad de tu verdadero ser.
Cuando no estás dispuesto a perdonar, limitas tu crecimiento. El perdón te permite corregir algo malo en tu yo espiritual, comprender en lugar de sentir resentimiento, tener compasión en lugar de odiar.
Considera tus problemas como oportunidades para crecer. Cuando tienes un problema, ¿ves únicamente las restricciones de tu mente limitada? «Ay, pobre de mí. ¿Por qué me ha ocurrido esto?» No siempre es necesario saber cómo van a resolverse las situaciones. Es preciso confiar en el Poder y la Presencia interiores, que son muchísimo más grandes que uno. Es preciso afirmar que todo está bien y que todo se va a solucionar para el mayor bien. Si te abres a las posibilidades cuando tienes problemas, puedes hacer cambios; los cambios se producen de las formas más increíbles, de formas que tal vez no te podrías ni imaginar.