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Authors: Louise L. Hay

Tags: #Autoayuda

El poder está dentro de ti (5 page)

BOOK: El poder está dentro de ti
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También podemos eliminar la expresión «tengo que» de nuestro vocabulario y de nuestro pensamiento. Cuando lo hagamos, liberaremos todas las presiones que nos autoimponemos. Nos creamos enormes presiones cuando decimos: «Tengo que ir a trabajar. Tengo que hacer esto. Tengo que... Tango que...». En su lugar comencemos a decir: «Elijo...». Elijo ir al trabajo porque me da dinero para pagar el alquiler». «Elijo» da una perspectiva totalmente diferente a nuestra vida. Todo lo que hacemos es por elección, incluso aunque no lo parezca.

Muchas personas usamos también la palabra «pero». Hacemos una afirmación y luego añadimos «pero», lo cual nos Orienta en dos direcciones diferentes. Nos enviamos mensajes contradictorios. La próxima vez que hables presta atención al uso que haces de la palabra «pero».

Otra expresión a la que tenemos que prestar atención es «no olvides». Estamos habituados a decir: «No olvides esto o aquello». Y, ¿qué pasa? Que lo olvidamos. Lo que de verdad necesitamos es recordar, no olvidar, de modo que podemos comenzar a emplear la expresión «por favor, recuerda» en lugar de «no olvides».

Cuando te despiertas por la mañana, ¿maldices el hecho de tener que ir a trabajar? ¿Te quejas del tiempo? ¿Te quejas de que te duele la cabeza o la espalda? ¿Qué es lo que piensas o dices en segundo y tercer lugar? ¿Les chillas a tus hijos para que se levanten? La mayoría de las personas dicen más o menos las mismas cosas cada mañana. ¿Cómo hace que empiece tu día lo que dices? ¿Es un comienzo positivo, alegre y maravilloso? ¿O es malhumorado y crítico? Si te lamentas, gruñes y maldices, esas son las bases que sentarás para ese día.

Cuáles son tus últimos pensamientos antes de dormirte? ¿Son potentes pensamientos curativos, o son de inquietud por tu pobreza? Los pensamientos de pobreza no sólo se refieren a la escasez de dinero; son formas negativas de ver cualquier aspecto de tu vida, cualquier cosa que no fluye libremente en tu vida. ¿Te preocupa el mañana? Yo suelo leer algo positivo antes de dormirme. Soy consciente de que mientras duermo hago muchísima limpieza que me prepara para el día siguiente.

Me resulta muy útil traspasar a mis sueños los problemas o interrogantes que tenga. Sé que mis sueños me ayudarán a resolver cualquier cosa que suceda en mi vida.

Yo soy la única persona que puede pensar en mi mente, así .como tú eres la única persona que puede pensar en la tuya. Nadie nos puede obligar a pensar de forma diferente. Nosotros escogemos nuestros pensamientos, que constituyen la base de nuestro «diálogo interno». A medida que iba comprobando cómo funcionaba cada vez más en mi vida este proceso, vivía más de acuerdo con lo que enseñaba a los demás. Vigilaba de verdad mis palabras y pensamientos y a cada momento me perdonaba por no ser perfecta. En lugar de luchar por ser una persona excelente que fuera aceptable a los ojos de los demás, me di permiso para ser yo misma.

Cuando por vez primera comencé a confiar en la vida y a considerarla como un lugar acogedor, me sentí más ligera. Mi humor se hizo menos mordaz y más auténticamente divertido. Trabajé para liberar toda crítica y todo juicio de mí misma y de los demás. Dejé de contar historias catastróficas. Somos tan rápidos para propagar las malas noticias... Es francamente increíble. Dejé de leer los periódicos y renuncié al telediario de la noche, porque toda la información que daban se refería a desastres y violencia y contenía muy pocas buenas noticias. Me di cuenta de que la mayoría de la gente en realidad no desea escuchar buenas noticias. Les encanta escuchar malas noticias, para tener algo de qué quejarse. Somos demasiadas las personas que contamos una y otra vez 1as mismas historias negativas hasta convencernos de que Sólo existe el mal en el mundo. Durante un tiempo hubo Una emisora de radio que se dedicó a dar solamente noticias buenas Quebró.

Cuando enfermé de cáncer decidí abandonar todo chismorreo. Con gran sorpresa por mi parte, descubrí que ya no tenía nada que decirle a nadie. Me di cuenta de que cada vez que me encontraba con algún amigo, inmediatamente me ponía a comentar con él el último chisme o trapo sucio. Finalmente descubrí que había otras formas de conversar, aunque éste no fue un hábito fácil de romper. De todas maneras, si yo murmuraba de otras personas, lo más probable era que éstas hicieran lo mismo conmigo, pues lo que damos lo recibimos de vuelta.

Comencé a tratar con más y más personas y a escuchar lo que decían. Empecé a prestar atención a las palabras, no sólo al tema general. Después de diez minutos con un nuevo cliente, generalmente sabía con exactitud la causa de su problema, porque escuchaba las palabras que utilizaba. Era capaz de comprenderlo por su forma de hablar. Sabía que sus palabras contribuían a crear y agravar su problema. Si al hablar empleaba palabras negativas, ¿te imaginas cómo debía ser su «diálogo interno»? Evidentemente, la programación negativa era la que dominaba: los pensamientos de pobreza, como yo los bauticé.

Un sencillo ejercicio que te sugiero hacer es colocar un magnetófono junto a tu teléfono y grabar la conversación que tenga lugar cada vez que hagas o recibas una llamada Cuando la cinta esté llena por ambos lados, escúchala, escucha lo que has dicho y cómo lo has dicho. Lo más probable es que te sorprendas. Escucharás las palabras que empleas y la inflexión de tu voz. Empezarás a tomar conciencia. Si observas que repites algo tres o más veces, anótalo, porque se trata de una clave o pauta. Puede que algunas de tus pautas sean alentadoras, pero también puede haber otras muy negativas.

El poder del subconsciente

A luz de lo que he dicho hasta aquí, deseo analizar el poder de nuestro subconsciente. Nuestro subconsciente no hace juicios. Acepta todo lo que decimos, y crea en concordancia con nuestras creencias. Siempre dice «sí». Nuestro subconsciente nos ama y nos proporciona lo que nosotros armamos. Pero tenemos elección. Si elegimos conceptos y creencias de pobreza, entonces el subconsciente supondrá eso es lo que deseamos, y continuará dándonos estas s hasta que decidamos cambiar nuestros pensamientos, palabras y creencias por otros mejores. Nunca estamos obstaculizados porque siempre podemos volver a elegir. Hay millones y millones de pensamientos entre los cuales podemos escoger.

Nuestro subconsciente no sabe distinguir entre lo verdadero y lo falso, o entre lo correcto y lo incorrecto. No nos viene desaprobarnos de ninguna manera. No nos conviene decir algo así como « ¡Ay, estúpido de mí!», porque el subconsciente escuchará ese diálogo interno y al cabo de un tiempo nos sentiremos realmente estúpidos. Si lo repetimos icho se convertirá en una convicción en nuestro subconsciente.

Os diré una verdad muy importante: el subconsciente no tiene sentido del humor. Es muy importante saberlo y comprenderlo. No se puede hacer una broma respecto a uno mismo y pensar que eso no tiene importancia. Cualquier frase despectiva que pronuncies sobre ti mismo, aun cuando lo digas con la intención de ser ingenioso o divertido, tu subconsciente la aceptará como verdadera. Yo no permito que hagan chistes despectivos en mis talleres o seminarios. Admito chistes verdes o de cualquier otro tipo, pero no chistes que muestren desprecio por una nacionalidad, raza, sexo, color, etcétera.

De modo que no hagas chistes ni comentarios despectivos sobre ti, ya que no te crearán buenas experiencias. Tampoco los hagas sobre otras personas. El subconsciente no distingue entre ti y los demás. Escucha las palabras y cree que hablas de ti mismo. La próxima vez que te sientas tentado a criticar a alguien, pregúntate por qué piensas eso de ti mismo. Vemos en los demás sólo aquello que vemos en nosotros mismos. En lugar de criticar a los demás, elógialos, y verás cómo dentro de un mes notarás un enorme cambio en ti.

Nuestro mundo es en realidad un asunto de enfoque y actitud. Fíjate en la forma en que se expresan las personas solas, desdichadas, pobres, enfermas. ¿Qué palabras emplean? ¿Qué han aceptado como verdad sobre sí mismas? ¿Cómo se describen a sí mismas? ¿Cómo describen su trabajo, su vida, sus relaciones? ¿Qué esperan de la vida? Presta atención a sus palabras, pero por favor, no vayas por ahí diciéndoles a personas desconocidas que están arruinando su vida por la forma en que hablan. Tampoco lo hagas con tus familiares y amigos, porque no te lo agradecerán ni valorarán la información. Pero sí usa esta información para iniciar una nueva relación contigo mismo, y llévala a la práctica si deseas que tu vida cambie, porque incluso en el más pequeñísimo plano, si cambias tu forma de hablar, también cambiarán tus experiencias.

Si estás enfermo y crees que tu enfermedad es incurable, que te vas a morir y que la vida es una miseria porque nada funciona... ¿adivinas qué pasa?

Puedes elegir renunciar a tu concepto negativo de la vida. Empieza por afirmar que eres una persona amable (digna de amor), digna de curarte, y que atraes todo lo que necesitas en el aspecto físico para sanar. Afirma que estás dispuesto a ponerte bien y que puedes hacerlo confiadamente porque estás a salvo.

Muchas personas solamente se sienten a salvo cuando están enfermas. Suelen ser del tipo que tienen dificultad para decir «no». La única forma en que pueden negarse a hacer algo es diciendo: «Me siento demasiado mal para hacerlo». Es la excusa perfecta. Recuerdo a una mujer que asistía a mis talleres. Ya llevaba tres operaciones de cáncer. Era incapaz de decir «no» a nadie. Su padre era médico y ella era una buena hija, de manera que todo lo que papá decía que ella debía hacer lo hacía. Le resultaba imposible decir «no». Le pidieras lo que le pidieras, ella tenía que decir «sí». Llevó cuatro días lograr que por fin chillara « ¡No!» a todo pulmón. Logré que lo hiciera agitando el puño. «No, no y no!» Una vez que consiguió hacerlo, le encantó.

He comprobado que muchas mujeres que enferman de cáncer de mama no saben decir «no». Nutren a todo el mundo excepto a ellas mismas. Una de las cosas que recomiendo a las mujeres que tienen cáncer de mama es que Prendan a decir: «No; no quiero hacerlo, no». Dos o tres meses de decir «no» a todo, y las cosas empiezan a cambiar. 1s mujeres necesitamos nutrirnos diciendo: «Deseo hacer esto, y no lo que tú quieres que haga».

Cuando yo tenía mi consultorio particular, solía escuchar a mis clientes hablar de sus limitaciones. Siempre deseaban que yo supiera por qué motivo estaban estancados. Si creemos que estamos estancados y aceptamos que lo estamos, entonces sin duda estaremos estancados. Nos quedamos «estancados» porque así se satisfacen nuestras creencias negativas. En lugar de eso, comencemos a centrar nuestra atención en nuestras fuerzas.

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