Romper las barreras
5Necesitamos saber qué pasa en
nuestro interior para poder saber qué
tenemos que dejar marchar. En lugar
de ocultar nuestro dolor podemos
liberarlo totalmente.
Comprender los obstáculos que nos traban
Las pautas de odio a uno mismo, de culpa y
de autocrítica elevan los niveles de estrés y
debilitan el sistema inmunológico.
Ahora que sabemos algo más sobre el poder que hay en nuestro interior, echemos una mirada a lo que nos impide emplearlo. Pienso que casi todos tenemos barreras de uno u otro tipo. Incluso cuando trabajamos muchísimo en nosotros mismos y despejamos los obstáculos, siguen apareciendo nuevas barreras.
Muchas personas se encuentran tantos defectos que llegan a creer que no valen lo suficiente y que nunca lo lograrán. Lógicamente, si encontramos cosas malas en nosotros, también las encontraremos en los demás. Si aún continuamos diciendo: «No puedo hacer eso porque mi madre me dijo..., o mi padre me dijo...», eso quiere decir que todavía no hemos crecido.
De modo que ahora necesitas eliminar las barreras, y tal vez aprender algo diferente, algo que aún no sabes. Tal vez alguna frase que encuentres en este libro te sirva para poner en marcha un nuevo pensamiento.
¿Te imaginas lo maravilloso que sería que cada día aprendieras una idea nueva que te ayudara a dejar atrás el pasado y a crear armonía en tu vida? Cuando tomes conciencia y comprendas el proceso individual de la vida sabrás qué dirección tomar. Si empleas tus energías en conocerte a ti mismo, finalmente verás qué problemas y asuntos necesitas disolver.
Todos tenemos desafíos en la vida. Todo el mundo. Nadie pasa por la vida sin encontrárselos; si no fuera así, ¿qué objeto tendría venir a esta escuela particular llamada Tierra? Algunos tienen los desafíos de la salud, otros los de las relaciones, los de la profesión o los económicos. Algunos tenemos desafíos en todas estas áreas, en mayor o menor grado.
Creo que uno de los mayores problemas consiste en que muchos de nosotros no tenemos la menor idea de qué es lo que necesitamos dejar atrás. Sabemos lo que no funciona y sabemos lo que deseamos, pero no sabemos qué es lo que nos mantiene estancados. Así pues, dediquemos el tiempo necesario a echar un vistazo a los obstáculos que nos traban.
Tómate un momento para pensar en tus propias pautas de comportamiento, en tus problemas y en las cosas que te traban, y observa en cuál de estas categorías entran: crítica, temor, culpa o resentimiento. A estas categorías yo las llamo Las Cuatro Grandes, ¿Cuál es tu predilecta? La mía es una combinación de crítica y resentimiento. Tal vez la tuya también sea una combinación de dos o tres. ¿Es temor lo que siempre surge? ¿O es la culpa? ¿Eres muy crítico o rencoroso? Permíteme que te diga que el rencor es rabia acumulada. De modo que si crees que no te está permitido expresar la rabia que sientes, entonces es que has acumulado muchísimo rencor.
No podemos negar nuestros sentimientos. No podemos ignorarlos cómodamente. Cuando me diagnosticaron el cáncer, tuve que mirarme con toda claridad. Tuve que admitir algunas tonterías sobre mí que no deseaba admitir. Por ejemplo, que yo era una persona muy rencorosa y llevaba en mi interior una enorme amargura por el pasado. «Louise —me dije—, ya no tienes tiempo para continuar permitiéndote eso. Tienes que cambiar, de verdad.» O, como lo expresa Peter Mc Williams: «Ya no puedes permitirte el lujo de tener ni un solo pensamiento negativo».
Tus experiencias siempre reflejan tus creencias internas. Literalmente, puedes mirar tus experiencias y determinar cuáles son tus creencias. Puede que resulte algo inquietante o perturbador hacerlo, pero si observas a las personas con quienes te relacionas, verás que todas ellas reflejan alguna creencia que tienes acerca de ti mismo. Si continuamente te critican en el trabajo, esto probablemente se deba a que eres crítico contigo mismo o a que alguno de tus padres te criticaba cuando eras pequeño. Todo lo que nos sucede en la vida refleja lo que somos. Cuando sucede algo que no nos resulta agradable o cómodo, tenemos la oportunidad de mirar dentro de nosotros y decir: «De qué forma contribuyo a crear esta experiencia? ¿Qué hay dentro de mí que piensa que me merezco esto?».
Todos tenemos pautas de comportamiento que se iniciaron en la familia, de modo que es muy fácil echar la culpa a nuestros padres, nuestra infancia o nuestro entorno, pero eso nos mantiene estancados. No nos liberamos así, seguimos siendo víctimas y perpetuamos los mismos problemas de siempre, que siguen y siguen repitiéndose continuamente.
De manera que en realidad no importa lo que alguien nos hiciera o nos enseñara en el pasado. Hoy es un nuevo día. Ahora estamos al mando. Ahora es el momento de crear el futuro en nuestra vida y en nuestro mundo. Tampoco importa lo que yo diga, porque sólo tú puedes hacer el trabajo. Únicamente tú puedes cambiar tu forma de pensar, de sentir y de actuar. Yo sólo digo que puedes hacerlo. Categóricamente, puedes hacerlo, porque tienes un Poder Superior dentro de ti que te ayudará a liberarte de esas pautas si tú se lo permites.
Puedes recordarte a ti mismo que cuando eras un bebé te amabas tal como eras. No hay ningún bebé que critique su cuerpo y piense: «Oh, tengo las caderas demasiado anchas». Los bebés están encantados y entusiasmados por el solo hecho de tener cuerpo. Expresan sus sentimientos. Cuando un bebé está contento tú lo notas, y cuando está enfadado se entera todo el vecindario. Los bebés jamás tienen miedo de que la gente se entere de cómo se sienten. Viven en el momento. Tú fuiste así en una época. A medida que crecías, escuchabas a las personas que te rodeaban y de ellas aprendiste el miedo, la crítica y la culpa.
Si te criaste en una familia en la que la crítica era la norma, entonces debes ser un adulto crítico. Si te criaste en una familia en la que no estaba permitido manifestar el enfado, entonces probablemente te aterra enfrentarte a los demás y mostrar rabia, y te la tragas y la acumulas en el cuerpo.
Si te criaste en una familia en la que todos estaban manipulados por los sentimientos de culpabilidad, entonces lo más probable es que sigas siendo igual de adulto. Posiblemente eres una persona que se pasa la vida diciendo «Lo siento», y jamás se atreve a pedir algo directamente. Tienes la sensación de que para obtener lo que deseas tendrías que manipular.
Cuando crecemos comenzamos a captar estas falsas ideas y perdemos contacto con nuestra sabiduría interior. Por lo tanto, necesitamos realmente liberar esas ideas y volver a la pureza del espíritu, donde de verdad nos amamos a nosotros mismos. Necesitamos reinstaurar la maravillosa inocencia de la vida y la alegría de existir momento a momento, la misma alegría que siente el bebé en su feliz estado de maravillado asombro.
Piensa en lo que deseas que se haga realidad. Decláralo en afirmaciones positivas, no negativas. Ahora, ve al espejo y repite tus afirmaciones. Observa qué obstáculos se interponen en tu camino. Cuando empieces a hacer una afirmación del tipo «Me amo y me apruebo», presta atención a los mensajes negativos que surjan, porque al identificarlos se transforman en los tesoros que te abrirán la puerta hacia la libertad. Generalmente el tema de los mensajes es uno u otro de los cuatro que mencioné anteriormente: crítica, temor, culpa o resentimiento Y lo más probable es que aprendieras esos mensajes de personas de tu pasado.
Algunas personas han elegido tareas bien difíciles de realizar en esta vida, pero yo creo firmemente que en realidad vinimos aquí a amarnos a nosotros mismos a pesar de lo que los demás digan o hagan. Siempre podemos superar las limitaciones de nuestros padres y amigos. Si fuiste una niña buena o un niño bueno, aprendiste la forma limitada de mirar la vida que tenían tus padres. Tú no eres una mala persona. Eras el hijo o la hija ideal. Aprendiste exactamente lo que tus padres te enseñaron. Y ahora que eres adulto, sigues haciendo lo mismo. ¿Cuántos de vosotros os escucháis decir lo mismo que solían deciros vuestros padres? ¡Felicitaciones! Ellos fueron excelentes maestros y vosotros excelentes alumnos, pero ahora ya es hora de que comencéis a pensar por Vosotros mismos.
Es probable que muchas personas sientan resistencia al mirarse al espejo y repetir las afirmaciones. Sin embargo, la resistencia es el primer paso hacia el cambio, Muchos deseamos que cambie nuestra vida, pero cuando se nos dice que tenemos que hacer algo diferente contestamos: « ¿Quién, yo? No quiero hacer eso».
Puede que Otros experimenten sentimientos de desesperación. Muchas veces, cuando uno se mira al espejo y dice «Te amo», el pequeño niño interior responde: «Dónde habías estado todo este tiempo? He estado esperando que te fijaras en mí». Entonces a uno le invade una oleada de tristeza porque ha rechazado al pequeño durante mucho, mucho tiempo.
Una vez que hice este ejercicio en uno de mis talleres una mujer me dijo que sentía mucho miedo. Le pregunté qué le producía ese miedo y ella me confió el hecho de que cuando era niña había sufrido la experiencia del incesto. Muchos de nosotros hemos pasado por esta experiencia llamada incesto y estamos aprendiendo a superarla. Es interesante la frecuencia con que ocurre en nuestro planeta. Se lee mucho sobre el incesto en esta época, aunque yo creo que no es más frecuente ahora que antes. Hemos progresado y actualmente pensamos que los hijos tienen sus derechos, y nos permitimos ver esta fea herida en la sociedad. Para poder trabajar en este problema con el fin de liberarlo, primero tenemos que admitirlo.
La terapia es importantísima para las personas que han sufrido esta experiencia. Necesitamos un espacio de seguridad en donde poder trabajar con estos sentimientos. Una vez hemos dejado salir la rabia, el dolor y la vergüenza, podemos pasar al espacio en donde podemos amarnos a nosotros mismos. Sea cual fuere el problema en que estemos trabajando, es necesario que recordemos que los sentimientos que surgen son sólo eso, sentimientos. Ya no estamos viviendo la experiencia. Necesitamos trabajar para lograr que el niño o la niña interior se sienta a salvo. Es preciso que nos demos las gracias por haber tenido el valor de sobrevivir a esa experiencia. Muchas veces, cuando tratamos con un problema como el del incesto, nos es muy difícil aceptar que la otra persona estaba haciendo lo mejor que podía en ese momento, con el entendimiento y el conocimiento que tenía. Los actos violentos siempre proceden de personas que también fueron tratadas con violencia. Todos necesitamos sanar. Cuando aprendamos a amarnos y a apreciarnos tal como somos, ya no haremos daño a nadie.
Acabemos con las críticas
En lo relativo al tema de la crítica, normalmente nos pasamos la vida criticándonos por las mismas cosas, una y otra vez. ¿Cuándo vamos a despertar y comprender que la crítica no sirve de nada? Ensayemos otra táctica. Aprobémonos tal como somos en este preciso momento. Las personas dadas a criticar, también suelen atraer muchas críticas, porque ésa es su pauta: criticar. Lo que damos, lo recibimos de vuelta. Puede que también necesiten ser perfectas en todo momento. ¿Quién es perfecto? ¿Has conocido a alguien perfecto? Yo no. Cuando nos quejamos de otra persona, en realidad nos estamos quejando de algún aspecto de nosotros mismos.
Todas las personas son un reflejo de nosotros mismos, y lo que vemos en los demás, también lo vemos en nosotros. Muchas veces nos sucede que no queremos aceptar algunos aspectos de nuestra forma de ser. Nos maltratamos con alcohol, drogas o cigarrillos, o comiendo en exceso o de cualquier otra manera. Son formas de castigarnos por no ser perfectos; pero, ¿ser perfectos para quién? ¿Las exigencias y expectativas de quién queremos satisfacer? Decídete a dejar atrás eso. Sencillamente «sé». Descubrirás que eres una persona maravillosa tal como eres en este mismo momento.