Si siempre has sido una persona crítica que ve la vida con ojos muy negativos, te va a llevar tiempo dar un giro completo para amar y aceptar más. Aprenderás a tener paciencia contigo mismo a medida que te ejercites en eliminar la crítica, que sólo es un hábito, no la realidad de tu ser.
¿Te imaginas lo maravilloso que sería que pudieras vivir sin que jamás nadie te criticara? Te sentirías totalmente a gusto, cómodo. Cada mañana sería un hermoso nuevo día porque todo el mundo te amaría y aceptaría y nadie te criticaría ni te despreciaría. Tú te puedes proporcionar esa felicidad acogiendo y aceptando las cosas que hacen de ti un ser único y especial.
La experiencia de vivir contigo mismo puede ser la experiencia más maravillosa que puedas imaginar. Al despertar por la mañana, siente la alegría de pasar otro día contigo.
Cuando te ames verdaderamente a ti mismo, despertarás lo mejor que hay en ti. No quiero decir con eso que serás mejor de lo que eres ahora, porque eso equivaldría a suponer que ahora no eres tan buena persona. Pero sí descubrirás formas más positivas de satisfacer tus necesidades y de expresar con más plenitud lo que realmente eres.
La culpa nos hace sentir inferiores
Muchas veces los demás nos envían mensajes negativos porque ésa es la manera más fácil de manipulamos. Si alguien intenta hacerte sentir culpable, pregúntate: «¿Qué desea esta persona? ¿Por qué hace esto?». Plantéate estas preguntas en lugar de decirte interiormente: «Sí, soy culpable, debo hacer lo que me dicen».
Muchos padres manipulan a sus hijos mediante la culpa porque también ellos fueron educados de este modo. Mienten a sus hijos para producirles sentimientos de inferioridad. Hay muchas personas que al hacerse mayores siguen siendo manipuladas por sus familiares y amigos, en primer lugar porque no se respetan a sí mismas; si se respetasen, no dejarían que esto ocurriera. En segundo lugar, porque ellas también son manipuladoras.
Mucha gente vive bajo una nube de culpa. Siempre piensan que hacen mal las cosas, que no se comportan correctamente, y se pasan la vida pidiendo disculpas. Se niegan a perdonarse algo que hicieron en el pasado, se reprenden y denigran por las cosas que les suceden. Deja que se disuelva la nube. No es necesario que continúes viviendo así.
Aquellos de vosotros que se sienten culpables pueden ahora aprender a decir «no» y enseñar a la gente que la culpa es algo absurdo. No se trata de enfadarse, pero no hay por qué seguirles el juego. Si te resulta muy extraño decir simplemente «no», dijo de esta manera: «No, no puedo hacer eso». No des explicaciones ni trates de excusarte, porque entonces el manipulador tendrá municiones para convencerte y hacer que cambies tu decisión. Cuando los demás vean que ya no les da resultado manipularte, no lo intentarán más. Los demás sólo pueden controlarte mientras tú lo permitas. Es posible que te sientas culpable la primera vez que digas no; pero te resultará más fácil a medida que vayas practicando.
Una mujer que asistió a una de mis charlas tenía un bebé que nació con una enfermedad cardiaca. Ella se sentía culpable porque creía que había hecho algo mal, que le había hecho daño a su bebé, que era culpa suya que estuviera enfermo. Lamentablemente, la culpa no soluciona nada. En su caso, nadie había hecho nada mal. Le dije que yo pensaba que la enfermedad podía haber sido una elección del alma del bebé. Mi respuesta fue que amara a su hijo y se amara a sí misma y dejara de pensar que había hecho algo mal. Ese tipo de culpa no sana a nadie.
Si haces algo que sabes que vas a lamentar, deja de hacerlo. Si en el pasado hiciste algo por lo cual aún te sientes culpable, perdónate. Si puedes enmendarlo, hazlo y no vuelvas a repetir la acción. Cada vez que surja la culpa en tu vida pregúntate: « ¿Qué sigo creyendo de mí mismo?», « ¿A quién deseo agradar?». Fíjate en las creencias de tu infancia que afloran.
Cuando acude a mí alguien que se ha visto involucrado en un accidente de coche, generalmente veo que hay culpa en lo más profundo de su interior, y necesidad de castigo. También puede que haya mucha hostilidad reprimida porque esa persona piensa que no tiene derecho a defenderse. La culpa busca castigo, de modo que nos convertimos literalmente en nuestro propio juez, jurado y verdugo; nos condenamos a prisión. Nos castigamos y no hay nadie a nuestro alrededor que acuda en nuestra defensa. Es hora de perdonarnos y de otorgarnos la libertad.
Una mujer que asistía a uno de mis seminarios tenía un enorme sentimiento de culpabilidad con respecto a su hijo de mediana edad. Era su único hijo y tenía un carácter muy reservado, muy encerrado en sí mismo. Ella se sentía culpable porque había sido muy estricta con él en la época de crecimiento. Le expliqué que había hecho lo mejor que sabía hacer en ese tiempo. Yo creo que él la escogió como madre antes de encarnarse en esta vida, de modo que en un plano espiritual, él sabía lo que hacía. Le dije que estaba malgastando toda su energía al sentirse culpable por algo que no podía cambiar.
—Es una pena que él sea así —suspiró ella—, lamento tanto haber hecho un mal trabajo...
Esta mujer desperdiciaba su energía porque de ese modo no ayudaba a su hijo ni evidentemente se ayudaba a sí misma. La culpa se convierte en pesada carga y hace que nos sintamos inferiores.
Le dije que cada vez que sintiera aflorar la culpa dijera algo como: «No, ya no quiero sentir eso. Estoy dispuesta a aprender a amarme. Acepto a mi hijo tal como es». Si continuamente afirmaba esto, la pauta de culpabilidad se iría marchando.
Aun cuando no sepamos cómo amarnos, el hecho de estar «dispuestos» a hacerlo hará el cambio. Sencillamente no vale la pena aferrarse a estas pautas. La enseñanza es siempre «amarse a uno mismo». La enseñanza para esa mujer no era sanar a su hijo sino amarse a ella misma. Su hijo también vino a esta vida a amarse a sí mismo. Ella no puede hacer eso por él, y él no lo puede hacer por ella.
Las religiones organizadas suelen ser excelentes para hacer que la gente se sienta culpable. Muchas montan números bien opresivos para mantener a la gente a raya, sobre todo a los jóvenes. Pero ya no somos niños, no tenemos por qué obedecer a nadie. Somos/adultos que podemos decidir lo que queremos creer. El niño que hay en nosotros se siente culpable, pero también está ahí el adulto que hay en nosotros para enseñarle sentirse de otra manera.
Causamos estragos en nuestro interior cuando contenemos o reprimimos las emociones. Ámate lo suficiente como para permiti1e sentir tus emociones. Deja aflorar tus sentimientos. Puede que te pases días enteros llorando o enfadándote a cada momento. Tal vez necesitas procesar muchísimo material antiguo. Te sugiero algunas afirmaciones que te facilitarán el proceso y harán que sea más cómodo, más distendido:
• Ahora libero tranquilamente todas mis viejas creencias.
• Me resulta fácil y cómodo cambiar.
• Ahora mi senda está allanada.
• Estoy libre del pasado.
No añadas juicios a tus sentimientos. Lo único que conseguirás con eso es ahogarlos más. Si estás pasando por dilemas o momentos de crisis, afirma que te encuentras a salvo y dispuesto a sentir. El hecho de afirmar sentimientos positivos te traerá cambios beneficiosos.
La expresión de los sentimientos
Una tragedia puede convertirse en nuestro
mayor bien si la abordamos de tal forma
que nos ayude a crecer.
Cómo liberar la rabia de forma positiva
Todo el mundo tiene que vérselas con la rabia alguna que otra vez en su vida. La rabia es una emoción sincera. Cuando no se expresa, se va acumulando en el cuerpo y normalmente se manifiesta en forma de mal-estar (enfermedad) o de algún tipo de disfunción del organismo.
Tal como nos sucede con la crítica, generalmente nos enfadamos una y otra vez por las mismas cosas. Si pensamos que no tenemos derecho a expresar nuestro enfado, nos lo tragamos, lo cual nos produce rencor, amargura o depresión. De manera que es bueno «encargarnos» de la rabia cuando ésta se presenta.
Hay muchas formas positivas de manejar la rabia. Una de las mejores es hablar sinceramente con la persona con quien estamos enfadados y liberar las emociones contenidas. Podemos decirle: «Estoy enfadado contigo porque________». Si sentimos ganas de gritarle o chillarle, eso quiere decir que la rabia que sentimos se ha estado formando durante bastante tiempo, probablemente porque no nos atrevemos a hablar con la otra persona. En este caso, lo mejor es liberar la rabia hablando con esa persona en el espejo.
Busca un lugar donde te sientas seguro y sepas que no te van a interrumpir. Mírate a los ojos en el espejo. Si te resulta demasiado difícil, concéntrate en la nariz o la boca. Mírate y/o mira a la persona con quien estás enojado. Recuerda el momento en que te enfadaste y deja que salga la rabia. Comienza diciéndole por qué exactamente estás enfadado. Expresa la rabia que sientes. Puedes decir algo así:
• Estoy enfadado contigo porque ________
• Estoy muy dolida porque tú ________
• Tengo tanto miedo porque tú ________
Deja salir todos tus sentimientos. Si te dan ganas de expresarlos físicamente, coge algunos cojines y golpéalos. No te asustes de que tu rabia tome su curso natural. Ya has tenido reprimidos esos sentimientos demasiado tiempo. No hay por qué sentir ninguna culpa ni vergüenza. Recuerda, tus sentimientos son pensamientos en acción. Tienen una utilidad, y cuando los dejas salir libremente de tu mente y de tu cuerpo, dejas espacio para otras experiencias más positivas.
Cuando hayas terminado de expresar tu rabia, haz lo posible por perdonar a la persona o las personas que la provocaron. El perdón es un acto de libertad para ti, porque eres tú quien se beneficia con él. Si no puedes perdonar a alguien entonces el ejercicio será una afirmación negativa y no curativa para ti. Hay diferencia entre «liberar» y simplemente «revivir» viejas rabias. Tal vez necesites decir algo así:
De acuerdo, esa situación está superada. Ahora pertenece al pasado. No apruebo lo que has hecho, pero comprendo que hiciste lo mejor que podías hacer con el entendimiento, el conocimiento y la información que tenías en aquel momento. He acabado con esto. Te libero y te dejo en paz. Tú eres libre y yo soy libre.
Tal vez tengas que repetir el ejercicio varias veces hasta sentir que de verdad te has liberado de la rabia. También es posible que necesites trabajar con varias rabias. Haz lo que te parezca apropiado para ti.