James Potter y La Maldición del Guardián (22 page)

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
2.05Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

—Técnicamente, no es una fotografía como las que conocemos hoy en día, sino una especie de retrato instantáneo creado con pinturas especialmente encantadas. En cualquier caso, el resultado es una imagen fiel, aunque cruda. Aquí vemos a los cuatro fundadores originales de pie delante de sus estatuas en la rotonda original. Esta fue tomada cuando sus carreras estaban bastante avanzadas, en ocasión del nombramiento y dedicación de Hogwarts como escuela de magia y hechicería hace más de diez siglos.

James estudió la antigua imagen. Era ciertamente muy granulada y solo en blanco y negro. Aún así, podían distinguirse bien las cuatro figuras, dos brujas y dos magos. La cara larga de Godric Gryffidor lucía su famoso mostacho y perilla. Los rasgos de Salazar Slytherin eran fríos, con pómulos y barbilla afilados. Era absolutamente calvo. Helga Hufflepuff era alta y de aspecto severo, con una larga trenza. Rowena Ravenclaw llevaba el cabello grisáceo suelto, enmarcando una hermosa cara risueña y unos ojos oscuros. Tras ellos podían verse sus estatuas, pero solo de cintura para abajo. Las estatuas habían sido indudablemente muy altas.

—Mirad —susurró Graham, señalando la foto—, ¡hay un fantasma en el pedestal! Puedes verlo en el costado, junto a la estatua más a la derecha, justo como en el libro de Rita Skeeter!

Ralph pareció asombrado.

—¿El fantasma en el pedestal?

Rose hizo una mueca dolorida.

—Es solo un mito, Ralph —susurró—. Estaba en un libro de hace unos pocos años: El Código de los Fundadores. Decía que había secretos ocultos en un montón de antiguas pinturas y fotos y cosas. Supuestamente, hay una cara fantasmal oculta en las sombras del pedestal de la estatua en la foto de los fundadores.

—Está ahí mismo —jadeó Graham—. Skeeter dice que fue introducido en la foto por una maldición del propio Salazar Slytherin como adelanto de su maldición final. Se supone que será la cara del heredero de Slytherin. Por supuesto, ahora eso ya es historia. La Cámara de los Secretos es bien conocida. Estaba en el tour de Hogwarts hasta hace unos años, cuando la cerraron por resultar insegura.

Una Hufflepuff llamada Ashley Doone, en la fila de atrás de James, añadió:

—Yo también puedo verlo, parece... ¡parece que lleva gafas! Vaya, James —dijo conspiradoramente—, creo que el fantasma en el pedestal ¡eres tú!

James se giró para fulminarla con la mirada. Ella sonrió y se cubrió la boca. Cuando James se volvió a dar la vuelta, Rose y Ralph también estaban mirándole.

—¿Desde cuándo llevas gafas? —preguntó Ralph.

—¡No las llevo! —se quejó James—. Solo las necesito para ver... cosas. De lejos. A veces. ¡Casi nunca!

—Son bastante monas, James —sonrió Rose—. De un cierto modo intelectual.

James se arrancó las gafas y las volvió a meter de golpe en su mochila. Rose volvió a mirar la foto antigua mientras el profesor Binns barbotaba distraídamente.

—Y Ashley tiene razón —susurró Rose, sonriendo juguetonamente—. El fantasma del pedestal se parece bastante a ti. No me había fijado al principio.

—Anda y piérdete —refunfuñó James, volviendo a sus garabateos.

Esa noche, después de la cena, James y Rose se sentaron entre una pila de libros y pergaminos en una esquina de la sala común Gryffindor.

—Es solo nuestro cuarto día —se quejó James—. No puedo creer que ya esté hasta las cejas de deberes.

Rose mojó su pluma.

—Si dejaras de quejarte y lo hicieras sin más, no parecería tanto trabajo.

—Gracias por los ánimos —gruñó James, pasando al azar las hojas de un enorme libro polvoriento—. ¿Cuántas clases voy a compartir contigo este año, por cierto? Quiero decir, aparte de Historia de la Magia y Transformaciones. Es un poco embarazoso, sabes.

—No puedo imaginarme por qué —dijo Rose sin levantar la mirada de su pergamino—, a ti no te afecta para nada que haya heredado la facilidad de mi madre con los principios básicos de la magia. Tú, por otra parte, has heredado la tendencia de tu padre a postergar tus estudios hasta el último minuto. Simple genética.

James se sentó erguido.

—¿Ya has hecho los deberes de Transformaciones entonces? Tal vez podrías echarme una mano con los míos ya que eres tan lista. Después de todo, somos familia.

—Obviamente me has confundido con alguna otra —dijo Rose, metiendo sus libros en la mochila y cerrando la cremallera—. Puede que eso funcionara con mi madre en los viejos tiempos, pero solo porque ella tenía una sentido de la responsabilidad muy desarrollado. Mi herencia Weasley contrarresta eso perfectamente. Por cierto, ¿no deberías ponerte las gafas para hacer los deberes?

James le lanzó una mirada apagada.

—Solo las necesito para ver de lejos, muchas gracias. Apreciaría que mantuvieras todo el asunto de las gafas en privado.

—No es para tanto. Mucha gente lleva gafas.

—Muchos perfectos perdedores —se quejó James tristemente.

—Damien las lleva —señaló Rose—. Y la profesora McGonagall. Fiera Hutchins las lleva y le quedan muy monas, aunque sea una Slytherin. Y Clarence Templeton, y Scorpius...

James casi tiró sus libros de la mesa.

—¿Scorpius lleva gafas? ¿Cómo lo sabes?

Rose parpadeó hacia James.

—Se las vi en Herbología. Las necesita para leer, supongo. Al contrario que tú, parece perfectamente cómodo llevándolas en clase. Son bastante informales, de hecho. Sin montura, con patillas de carey...

—Vale, vale —dijo James, ondeando la mano despectivamente—. Eso no lo hace mejor.

—A pesar de lo que puedas pensar —dijo Rose, inclinándose y bajando la voz—, no es estúpido. Puede que no sea el chico más agradable de la escuela, pero sabe lo que se hace.

—Sabe como lanzar unos pocos hechizos, que bien —dijo James, cruzando los brazos—. Sus padres probablemente contrataran a uno de esos tutores goblins para asegurarse de que pudiera lucirse ante el resto de nosotros.

Rose se encogió de hombros y miró mordazmente al otro lado de la habitación.

—Parece que él ya ha hecho sus deberes, en cualquier caso.

James siguió la mirada de su prima. Scorpius estaba recostado en una silla de respaldo alto junto al hogar. Sacudía ociosamente su varita, haciendo flotar un pedazo de papel plegado para que pareciera un murciélago. Oscilaba y bajaba fácilmente.

—Bonito alarde —gruñó James por lo bajo.

Cameron Creevey vio a James mirando. Se levantó y se aproximó a la mesa tentativamente.

—¡Oye, James! ¿Qué tal fue tu primer día!

—Asqueroso —se quejó James—. ¿Te fue bien en Transformaciones, Cameron?

Cameron sacudió la cabeza.

—Ni siquiera he tenido mi primera clase, lo siento. Solo quería preguntarte: ¿es cierto lo del año pasado? Lo de la alineación de los planetas y como estabas allí cuando volvió Merlín y todo ese asunto de como burlasteis a ese reportero muggle?

—Bueno —empezó James, y después se encogió de hombros cansado—, sí, claro, supongo. Probablemente todo sea cierto, pero no fue como suena. Yo estaba intentando detener el retorno de Merlín, ya sabes. Así que en realidad, fue un rotundo fracaso.

Cameron sonrió abiertamente, mostrando un montón de chicle rosa.

—¡Eso es absolutamente brutal! —exclamó—. Mi padre es Dennis Creevey, fue a la escuela con tu padre, Harry Potter, ¿no?

—Claro, si tú lo dices —estuvo de acuerdo James, sonriendo. El entusiasmo del chico era bastante contagioso—. Pero no me parezco a él, Cameron, de verdad. Soy solo un crío. ¿Ves? Ninguna cicatriz. Además, tuve un montón de ayuda.

—Sí, lo sé —asintió Cameron—. Ralph Deedle, ¡cuyo padre es en realidad un Dolohov! Nadie vio venir esa, ¿no? Aún así tiene sentido en retrospectiva. Al menos eso es lo que dice mi padre.

Rose sonreía burlonamente y fingía leer uno de los libros de James. James sacudió la cabeza maravillado.

—¿De dónde has sacado todo eso, Cameron?

—Oh, todos los de primero han estado hablando de ello. ¡No podemos esperar a ver con qué sales este año!

James frunció el ceño.

—¿Este año?

—¡Claro! —se entusiasmó Cameron—. Quiero decir, ¡es justo como en los días de tu padre! Cada año, él tenía una gran aventura, ¿no? Tenemos todos los viejos artículos de El Profeta en casa al igual que las novelizaciones. Sé que son un poco exagerados, pero mi padre estuvo allí algunas veces y dice que los libros ni siquiera hacen justicia a las auténticas historias. ¡Mi favorita es la del Torneo de los Tres Magos, especialmente la parte del dragón!

James alzó las manos, deteniendo a Cameron.

—Mira, ese fue mi padre. No yo. Las cosas son diferentes ahora, ¿no? Ya no hay ningún Voldemort, nada de grandes sociedades maléficas y espeluznantes dispuestas para dominar el mundo. Lo del año pasado fue una casualidad, ¿verdad? Además, no fui un héroe como mi padre. Si no hubiera sido por Ralph y Zane...

—¿Zane? —interrumpió Cameron—. ¿El americano?

—Sí —rió James, exasperado—. Él...

James saltó cuando algo golpeó la ventana junto a él. Se giró, con los ojos muy abiertos. La ventana estaba perfectamente vacía. Miraba hacia su reflejo en el viejo cristal—. ¿Qué...?

El golpeteo llegó de nuevo, más alto, sacudiendo la ventana en su panel. Algún pequeño objeto se había lanzado contra ella desde el exterior. Parecía una gran polilla, pero con brillantes alas azules. James enfocó la mirada, frunciendo el entrecejo.

—¿Qué es eso? —preguntó Rose, rodeando la mesa para unirse a James.

James sacudió la cabeza. La polilla volvió a lanzarse contra la ventana, golpeando el cristal con sus alas. Era notablemente fuerte considerando su tamaño.

—Es una alevilla —dijo Rose, reconociendo la forma voladora—. Déjala entrar antes de que rompa la ventana. Son inofensivas.

James desatrancó la ventana y la abrió justo cuando la alevilla se lanzaba de nuevo hacia ella. Atravesó disparada la ventana y pasó junto a James. Cameron se agachó mientras la centelleante polilla recorría la habitación. Se zambulló frenéticamente, esquivando a los estudiantes esparcidos por la habitación, dejando un rastro de débil brillo tras ella. Scorpius se sentó erguido y observó a la polilla entrecerrando los ojos, mientras esta viraba y se arqueaba, dibujando líneas polvorientas en el aire. Finalmente, como si estuviera exhausta, la polilla se agitó hasta aterrizar en la mesa, sobre la pila de libros de James. Plegó las alas y sacudió las antenas hacia James.

—¡Guau! —dijo Cameron excitado. James alzó los ojos.

Las líneas de brillante polvo se habían condensado hasta tomar forma. Ésta flotaba en medio del aire, vagando muy lentamente hasta el suelo. James reconoció la figura. Sonrió abiertamente.

—Cameron, te presento a Zane —dijo James, gesticulando hacia la cara familiar formada por el polvo brillante—. Zane, justo estábamos hablando de ti. ¿Cómo lo has sabido?

La polvorienta representación de la cara de Zane sonrió.

—¡Funciona! ¡Hola, James! Espera un segundo. Raphael, Anna, decid al profesor Franklyn que funciona. ¡He llegado! ¡Pueden verme! De acuerdo, como sea. Hola a todo el mundo. ¡Hola, Rose! ¿Dónde está Ralphinator?

—Él y Albus están abajo con los Slytherins —replicó James—. ¿Qué es esto, Zane?

La cara trémula de Zane hizo una mueca como diciendo "es una larga historia".

—¿Habéis oído hablar del Efecto Mariposa? Una de esas bate las alas en París y causa un huracán en Los Ángeles? Bueno, esta es esa mariposa. Es una polilla, en realidad, pero la cuestión es que no causa huracanes, solo saben cuándo van a ocurrir. Franklyn dice que es una especie de conexión psíquica con el cosmos. Sea como sea, puede sintonizar con cosas a miles de millas de distancia. El truco está en coger la frecuencia justa en el momento adecuado. Por el momento, está sintonizando con mi cara aquí en Alma Aleron. ¿Qué aspecto tengo?

James se inclinó hacia adelante, estudiando el extraño y brillante fenómeno.

—Como un fantasma mareado.

—Eso es lo más que consigue, por ahora —asintió Zane—. Aún así, es un gran salto para el Departamento de Comunicaciones Mágicas Experimentales. Raphael dice que probablemente consigamos una subvención por esto. De todas formas, solo tengo un minuto antes de que el polvo se asiente. ¿Cómo os va todo?

—Bien —replicó James—. Dile aquí a Cameron que no vamos a tener ninguna excitante aventura este año.

—Será mejor que no —estuvo de acuerdo Zane—. James me juró que se habían acabado el año pasado, Cam. Esa es la única razón por la que dejé que mis padres me arrastraran de vuelta a América. Vaya, estoy desapareciendo, puedo sentirlo. Estaré en contacto, chicos. Tenemos algunas otras técnicas que probar. ¡Será divertido!

—Muy bien, Zane —dijo James mientras la cara brillante empezaba a desintegrarse—. ¡Nos vemos!

—¡Espera! —chilló la voz de Zane mientras se hacía más débil—. ¿Te he oído decir que tu hermano estaba con los Slyth...? —Su voz se apagó cuando el brillante polvo de la polilla se desvaneció en el aire. Sobre la mesa delante de James, la polilla flexionó las alas. Las desplegó otra vez y voló silenciosamente a través de la ventana abierta. James la cerró.

—¡Eso fue totalmente brillante! —exclamó de repente Cameron. James sonrió, sacudió la cabeza, y ahuyentó al chico con un ademán. El resto de los Gryffindors de la sala común volvió a sus asuntos.

—Eso es una completa estupidez —dijo Rose, volviendo a su asiento—. No existe nada parecido al Efecto Mariposa. Es solo una metáfora.

BOOK: James Potter y La Maldición del Guardián
2.05Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Varangian (Aelfraed) by Hosker, Griff
Beyond Black: A Novel by Hilary Mantel
The Art of Crash Landing by Melissa DeCarlo
Promise by Kristie Cook
The Stars Askew by Rjurik Davidson