La Cueva del Tiempo (8 page)

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Authors: Edward Packard

Tags: #GusiX

BOOK: La Cueva del Tiempo
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FIN
.

Rehaces el camino a lo largo de la cueva preguntándote si la entrada todavía estará bloqueada por el hielo. Sin embargo, te da la bienvenida una suave brisa que entra desde el exterior. El sol brilla en la entrada y decides salir afuera.

Parpadeando a causa de la fuerte luz, te encuentras en un mundo totalmente distinto del que habías conocido. Estás en la ladera de una colina, contemplando kilómetros y kilómetros de verdes praderas sembradas de lagos. Cerca hay un bosque de helechos gigantes mecidos por el viento. Todo parece inusitadamente tranquilo, a no ser por el débil retumbar de un trueno lejano. De pronto, el ruido se hace más fuerte como si la tormenta estuviera acercándose. Notas la vibración en los helechos. Subes corriendo la colina en busca de algún lugar para esconderte. El suelo se oscurece con una sombra enorme. Por encima de tu cabeza, pasa volando un ser mucho mayor que cualquier pájaro conocido.

 

Sigue...
.

Por fin comprendes qué es lo que te ha pasado. La cueva es una fisura del universo, un lugar fuera del espacio y del tiempo. Sus túneles conducen a cualquier lugar y a cualquier época. Si vuelves a entrar corres el riesgo de acabar en algún sitio del cual sea imposible escapar. Sin embargo, es tu única posibilidad de volver a tu época y a tu lugar.

Tienes dos opciones
:

Si vuelves a la cueva
.

Si te quedas fuera
.

De vuelta a la cueva, te sientes confuso y deprimido. Tus ojos no acaban de acostumbrarse a la débil luz. No consigues encontrar ningún pasadizo que te conduzca a otra época. Empiezas a sentirte soñoliento y terminas por dormirte sobre el frío suelo de barro.

Cuando te despiertas, la cueva sigue estando a oscuras, pero la intensa luz que asoma por la abertura te indica que fuera brilla el sol. Sales y, con sorpresa y felicidad, descubres que te encuentras en el Cañón de la Serpiente y que todo, desde el sendero hasta el bosquecillo de pinos, está tal y como lo habías dejado antes de entrar en la cueva. Incluso el sol está en la misma posición, a punto de desaparecer detrás del cañón. De algún modo, has vuelto a tu época o, para ser más exactos, al momento en que caíste dormido en la cueva.

Te frotas los ojos y empiezas a bajar por el sendero que conduce al rancho Red Creek con una increíble historia para contar que no olvidarás jamás.

 

FIN
.

Pensando que siempre estarás a tiempo de volver a la cueva, decides explorar el mundo que te rodea.

Caminas a lo largo del saliente rocoso que domina las praderas y los lagos, fijándote en lo que te rodea para poder volver a la cueva.

A estas alturas empiezas a estar hambriento. Sabes que te encuentras en la época de los reptiles, hace por lo menos 100 millones de años, y que los mamíferos todavía no han hecho su aparición sobre la tierra. No podrás cazar un ciervo o un conejo, pero puede que encuentres algún pez en los lagos. Te preguntas a qué sabrán los huevos de dinosaurio.

Sigues una amplia senda que cruza a través de los helechos gigantes. Al doblar el primer recodo, te encuentras frente a frente con el horrible Triceratops, un enorme monstruo grisáceo casi oculto por sus cuernos y su escudo. Te observa con curiosidad desde sus apagados ojos pardos. Te das la vuelta corriendo, chocando contra el tronco de un árbol que antes no estaba allí.

La corteza tiene el tacto de la piel. Cuando miras hacia arriba para hacerte una idea de su tamaño, te encuentras con las fauces del Tyrannosaurus Rex.

 

FIN
.

Andas un buen trecho antes de cruzarte con otro túnel. Éste conduce directamente a la superficie. Te encuentras con un panorama sorprendente.

El mundo se ha transformado en un hermoso parque de suave hierba y grandes árboles. Aquí y allá hay grupos de edificios multicolores, rematados en cúpula, unidos por rampas, terrazas y paseos cubiertos. Se te acercan unas personas, vestidas sencillamente con pantalones y camisas de color verde y zapatos marrones. No logras entender su idioma, ni tampoco ellos el tuyo. Se parecen mucho a la gente de tu época, pero son más delgados y musculosos y su aspecto es desusadamente saludable. También son bastante más bajos.

Te conducen dentro de uno de los edificios y te enseñan un equipo electrónico que tiene la apariencia de una computadora. Al ver una máquina de escribir, te sientas y tecleas un mensaje.

La computadora imprime una respuesta. Al parecer, tiene acceso a algún banco de memoria donde figura tu idioma. Al poco rato averiguas que estás en el año 3742.

 

Sigue...
.

Desciendes de nuevo por el túnel con la esperanza de poder volver a una época anterior. Recibes con agrado el aire frío y húmedo que sube desde la cueva. Sientes curiosidad por saber si siguiendo el primer túnel podrías contemplar el estado del mundo antes de ser consumido por el calor del sol en extinción o si, por el contrario, descubrirías qué sucedió después. Supones, sin embargo, que un túnel más lejano tendrá más posibilidades de devolverte a tu época.

Tienes dos opciones
:

Si sigues el primer túnel
.

Si sigues un túnel más lejano
.

Justo cuando el tren vuelve a reemprender la marcha, subes los peldaños del vagón anterior al furgón de cola. Al abrir la puerta, te sorprendes ante unos soldados con uniforme azul que llevan anticuados rifles. Avanzan hacia ti. Uno de ellos sale a ver si te sigue alguien.

—¿Cómo sabías que éste era el vagón del Presidente? —te pregunta otro soldado.

—¿Qué Presidente? —respondes.

Tú mismo descubres la respuesta a tu pregunta, ya que el hombre alto y con barba que se acerca por el pasillo sólo puede ser Abraham Lincoln.

—Está bien —dice el Presidente a sus soldados—. Me apetece algo de compañía. Puedes quedarte hasta que lleguemos a Gettysburg —dice, dirigiéndose a ti—, aunque quizá deberías bajar en Parkersville donde conozco a algunas gentes que podrían ayudarte.

Tienes dos opciones
:

Si te quedas hasta Gettysburg
.

Si bajas en Parkersville
.

—Me gustaría quedarme hasta Gettysburg —dices.

—De acuerdo —contesta el presidente—. ¿Por qué no vienes a sentarte junto a mí? Tengo que escribir un pequeño discurso que voy a pronunciar allí y, mientras lo hago, puedes meditar acerca de lo que piensas hacer, porque después de todo no puedes pasarte la vida viajando en tren.

Asientes con la cabeza y te quedas tranquilo observando cómo el Presidente escribe unas líneas en un sobre. Al cabo de un rato, levanta la vista y te mira directamente a los ojos.

—Tienes un gran futuro —dice inesperadamente.

—¿Cómo lo sabe? —preguntas.

—Por tu rostro.

—¿Sólo por eso?

—Así es.

Mientras habláis, dos hombres elegantemente vestidos se acercan desde el fondo del vagón. Susurran unas palabras al oído del Presidente. Éste te pide disculpas, estrecha tu mano y ordena a uno de los soldados que se encargue de que alguien cuide de ti en Gettysburg.

 

Sigue...
.

Cuando el tren llega a Gettysburg, uno de los soldados te presenta a una familia que te acoge cariñosamente y te invita a quedarte con ellos durante algún tiempo si accedes a ayudarles en las tareas de la granja.

Te resulta sorprendente vivir en una época sin coches, radios, televisores, tocadiscos, ni teléfonos. Resulta muy tranquila, por lo menos cuando no hay guerra, pero añoras tu hogar. Piensas que el gran futuro pronosticado por el Presidente debe estar en tu época y decides buscar alguna forma de volver a la Cueva del Tiempo.

 

FIN
.

Si subes al tren puedes perder la oportunidad de volver a la Cueva del Tiempo. Es mejor permanecer cerca del túnel. Decides que, en cualquier caso, pensarás con más claridad después de haber comido algo, así que te acercas a la granja.

La mujer del granjero te ofrece un tazón de caldo, pero no oye con mucha simpatía la historia que has inventado para explicar tu presencia allí. Te das cuenta que no eres bien acogido, por lo que te marchas a la ciudad donde el posadero te permite pasar la noche en una de sus habitaciones.

A la mañana siguiente logras que una diligencia te lleve a Filadelfia. Allí te acoge una familia de cuáqueros que te ayudan a encontrar trabajo como aprendiz de carpintero. El oficio no te gusta y pronto decides marcharte a Nueva York, donde consigues empleo en un periódico. Finalmente, acabas viajando a lo largo y ancho del mundo, disfrutando de una larga y maravillosa vida que termina precisamente unos cuantos años antes de que hayas nacido.

 

FIN
.

Parkersville está sólo a un par de kilómetros. El Presidente te estrecha la mano y te desea suerte. Uno de los soldados se pone de acuerdo con el jefe de estación para que un carruaje te lleve hasta la granja de sus amigos.

En poco tiempo te conviertes en uno más de la familia. Son buenas personas y procuran que te sientas como en tu casa. Te enteras, un poco sorprendido, de que tienen la intención de vender su granja para trasladarse a California. Lo que cuentan de la vida en el Oeste te resulta tan atractivo que decides ir con ellos.

Nunca te arrepientes de haberlo hecho, aunque a veces te gustaría volver de nuevo a tu época.

 

FIN
.

Vuelves a bajar por el túnel. Pretendes meterte por uno de los pasadizos laterales que pueda devolverte a tu época, pero estás demasiado cansado para dar con la entrada. Avanzas por el túnel, mitad resbalando mitad arrastrándote, y, después de recorrer una larga distancia, tropiezas y pierdes el equilibrio. Caes por el aire durante un buen rato, hasta que chocas con una masa de agua en la que te sumerges a mucha profundidad. El agua está caliente, pero la bruma es tan espesa que apenas puedes respirar. Luchando por sobrevivir, te das cuenta que has debido retroceder varios billones de años hasta una época en la que el oxígeno todavía no había sido liberado en la atmósfera.

 

FIN
.

Te sientas, con la cabeza apoyada en las manos, incapaz de creer lo que te depara el destino. Vivir para siempre en un mundo sin tiempo te parece peor que la muerte.

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