La Cueva del Tiempo (4 page)

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Authors: Edward Packard

Tags: #GusiX

BOOK: La Cueva del Tiempo
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Si decides esperar
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Tratas de avanzar en medio de la débil luz. Delante de ti encuentras una escalera de cuerda. Te agarras a ella y empiezas a subir. De pronto, oyes un temible crujido y la escalera empieza a vibrar. Te paras, fuertemente agarrado, mientras el ruido se apaga. Sigues subiendo y, al cabo de un rato, notas el aire frío y cortante de la noche. A tu alrededor brillan gran cantidad de luces. Delante hay un gran bloque de hielo. Notas una extraña sacudida, como si la tierra se moviese. Al tocar el suelo descubres que es de madera. Puedes ver el mar más allá de una barandilla. El cielo está cuajado de estrellas que brillan con fulgor inusitado. Te das cuenta de que te encuentras en la cubierta de un barco de gran tamaño.

Colgado cerca de ti hay un enorme salvavidas que en letras negras reza TITANIC. Sabes que sólo ha existido un barco con ese nombre. En su primer y único viaje chocó con un gigantesco iceberg, hundiéndose en el Atlántico en menos de tres horas.

Al avanzar por la cubierta del Titanic descubres que por debajo de la línea de flotación el agua entra a raudales en los compartimentos interiores.

 

Sigue...
.

La gente no parece haberse enterado de lo que está sucediendo. El mar tiene el aspecto de una balsa de aceite. En la cubierta inferior, la orquesta toca un vals. No muy lejos, algunos hombres vestidos de negro y mujeres con abrigos de pieles pasean por cubierta.

—¡No entiendo por qué el capitán ha parado el barco! —dice una de ellas—. Si llegamos con retraso a Nueva York, presentaré mis quejas a la compañía.

Tienes dos opciones
:

Si intentas encontrar al capitán para advertirle que el barco está a punto de hundirse
.

Si vuelves a bajar por la escalera para retornar a la Cueva del Tiempo
.

Te introduces en el pasaje de la izquierda dejando atrás algún que otro túnel. Ninguno de ellos resulta especialmente atractivo. Decides seguir hasta el final del pasaje.

Caminas durante horas y horas. Por fin, a lo lejos, aparece una figura que va acercándose. Es una niña con pantalones vaqueros y jersey rojo que lleva una mochila en la espalda. Te dice que se llama Luisa y que se ha perdido mientras exploraba una cueva. Evidentemente, no sabe que está en la Cueva del Tiempo.

Tienes dos opciones
:

Si tratas de ayudar a Luisa a buscar el lugar por donde entró en la cueva
.

Si le propones que vaya contigo por alguno de los túneles a fin de encontrar una salida
.

—Ya sé que suena raro, majestad —dices—. Pero no veo ninguna razón para atraerme vuestra ira inventando una historia falsa.

El rey vuelve la vista hacia sus cortesanos. Todos ostentan una expresión grave, como si hubieses cometido un delito imperdonable.

 

Sigue...
.

—Lamento molestaros con mi presencia, majestad —dices humildemente, tratando de inventar un buen cuento lo más deprisa posible—. Lo cierto es que he sido duramente maltratado por mi padrastro y acudo a ponerme bajo vuestra sabia y justa protección.

—¿Quién es tu malvado padrastro? ¿Dónde vive? —pregunta el rey—. Si es tan malo, me gustaría poder contarlo entre mis caballeros —añade riendo, coreado por todos los cortesanos.

—Vive detrás de esa colina —dices, señalando una elevación cubierta de árboles— y se llama Smith.

El rey vuelve a reírse.

—Entonces tu padrastro debe ser un pez —dice— porque detrás de esa colina está el lago Ness.

 

Sigue...
.

Piensas que debes haber llegado a un futuro lejano. ¿Se trata realmente de una nave espacial? Si es así, quizá lo más conveniente sería retirarte a una distancia prudencial. Trepas rápidamente por la colina, pensando en cómo has venido a parar a esta extraña época.

Encuentras un hueco entre las rocas y te metes dentro. Entonces te das cuenta que estás en el fondo de la grieta en la que habías caído en la Edad del Hielo. Aunque quisieses volver a aquella horrible época, no tienes ninguna posibilidad de hacerlo. Sigues andando y, al fin, sales a campo abierto al otro lado de la colina.

 

Sigue...
.

Desde donde estás puedes divisar una gran extensión de terreno rocoso y más bien árido. Una gran muchedumbre se afana en la cons¬trucción de un enorme muro. Por todas partes hay carretas tiradas por bueyes, cargadas con grandes bloques de piedra. El muro tiene por lo menos seis metros de altura y se extiende a lo largo de todo el espacio que logras divisar.

Ves muchas escaleras apoyadas contra el muro con hombres y mujeres subidos en ellas que pasan las piedras hasta la parte superior. Esta visión es casi tan increíble como la nave espacial, ya que al parecer estás presenciando la construcción de la Gran Muralla de China.

Tienes dos opciones
:

Si te diriges a los constructores de la muralla
.

Si vuelves a la grieta
.

Te acercas cautelosamente a la nave espacial y descubres con gran sorpresa que se sostiene a unos treinta centímetros del suelo sin ningún apoyo visible. No tiene motores, tubos de escape, escotillas, tren de aterrizaje, antenas, ni ninguno de los aparatos que se supone que debe llevar una nave espacial. Piensas que debe ser obra de una civilización extremadamente avanzada.

Con la esperanza de que sus gentes hayan desarrollado el sentimiento de amistad hacia los otros seres, te aproximas a la nave. En ese momento se abre una puerta, pero lo único que logras ver de su interior es una fuerte luz azulada. A través de la abertura aparece un enorme cubo y unas pinzas mecánicas lo depositan en el suelo. La tapa del cubo se levanta, dejando a la vista una especie de lecho donde descansan las figuras dormidas de tres hombres y tres mujeres vestidos con trozos de pieles de animales. Te recuerdan a los dibujos que representan a los primeros habitantes de la tierra. Sientes el impulso de saltar a la nave espacial antes de que se cierre la puerta.

Tienes dos opciones
:

Si lo haces
.

En caso contrario
.

—Entiendo perfectamente que no quieras visitar otras épocas —responde el anciano—, ya que todas son peligrosas y en cualquiera de ellas te puedes encontrar con mala gente y verte envuelto en desagradables aventuras.

—Demuestras una gran prudencia y, por lo tanto, estoy dispuesto a ayudarte a volver a tu propia época que, como deberías saber, no es mejor ni peor que las otras.

 

FIN
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—¿Por qué quieres volver con tu familia y tus amigos? —pregunta el anciano.

—Porque los echo mucho de menos y no podría soportar no volver a verlos. Además, ellos también deben sentirse tristes sin mí.

—Piensas en los demás, aparte de en ti mismo —responde—. Esa es una buena razón para volver a tu época. Toma el primer túnel de la derecha y encontrarás la salida. Al parecer, has decidido vivir en una sola época, ¿no es así?

—Sí —respondes.

—Entonces, vívela con el máximo provecho —dice el anciano despidiéndote con la mano.

 

FIN
.

—¡Ah, eres muy astuto! —dice el anciano—. No te conformas con una sola posibilidad. Bien, te llevaré a otra época y, si no te gusta, me llamas y te devolveré a la tuya, siempre que nos dé tiempo. Toma el túnel de la derecha.

Sigues sus indicaciones y, a través del túnel, llegas a la calle de una ciudad. Inmediatamente te das cuenta que está en guerra. A tu alrededor estallan las bombas y los cohetes. Llamas a gritos al anciano para que te haga volver a la cueva, pero ya no dispones de tiempo.

 

FIN
.

—Soy un filósofo —responde el anciano—, y decidí escoger la eternidad para tener todo el tiempo del mundo para meditar.

—¿Y estás contento con tu decisión? —preguntas.

—No, porque la filosofía sin el tiempo no es nada. Toma el túnel de la derecha y vuelve a tu época. Haz de tu vida tu propia filosofía.

 

FIN
.

Bien abrigado con tus toscas botas y abrigo de pieles, sales poco después de amanecer con los demás, un andrajoso grupo formado por una treintena de hombres, mujeres y chiquillos. Afortunadamente no hay ningún niño pequeño ya que no lograría sobrevivir al duro viaje. El sol asoma tímidamente entre las nubes, el viento es moderado y avanzáis con rapidez en vuestra larga ruta hacia el sur.

Al cabo de unos cuantos días de viaje, casi todos están al borde del agotamiento. Los cazadores no han conseguido encontrar ninguna presa. No es posible encender un fuego por las noches y la única forma de no quedarse helados es dormir agrupados.

Sin embargo, una semana después notas que el sol brilla con más calor a mediodía y que la nieve ya no es tan espesa. Parece que después de todo lograréis sobrevivir, aunque debes abandonar toda esperanza de volver a tu propia época.

 

FIN
.

Recoges tus escasas pertenencias, de las cuales la más apreciable es un cuchillo hecho de un colmillo de mamut. Dices adiós a tus amigos y te alejas andando con dificultad sobre la nieve intentando rehacer el camino de vuelta a la Cueva del Tiempo. Aunque el frío es muy intenso, el radiante sol aviva tus esperanzas.

Tu estancia con los habitantes de la cueva te ha fortalecido y tus toscos ropajes de pieles te protegen admirablemente del frío. Logras encontrar el camino a lo largo del cañón y, al cabo de unas horas, alcanzas la entrada de la cueva, ahora casi totalmente cubierta por la nieve.

Estás agotado por la larga caminata y te lloran los ojos a causa del fuerte viento. Casi no percibes la gran figura gris agazapada a poca distancia de la entrada de la cueva hasta que llega a ti el aullido gutural del lobo. En ese mismo instante, te enfrentas directamente a su fría y cruel mirada. Sabes que al menor movimiento se avalanzará sobre ti. Tienes que pensar qué vas a hacer antes de cambiar de postura. Es probable que puedas llegar hasta la cueva sin que te alcance; puede que tarde un poco en perseguirte y que te deje tiempo para escapar. También podrías intentar clavarle el cuchillo en la garganta cuando salte.

Tienes dos opciones
:

Si corres hacia la cueva
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Si te dispones a luchar
.

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