Mae y yo hemos conseguido explicarnos la mayor parte de los acontecimientos de los últimos días. El sarpullido de mi hija se debió a los ensambladores gamma, las micromáquinas que ensamblaban las moléculas acabadas a partir de los fragmentos integrantes. Los ensambladores gamma debían de estar en la ropa de Julia cuando llegó a casa del laboratorio. A Julia le preocupaba esa posibilidad, y por eso se duchaba en cuanto llegaba. El laboratorio tenía un buen sistema de descontaminación, pero Julia interactuaba con los enjambres fuera del laboratorio. Conocía los riesgos.
En todo caso, aquella noche dejó accidentalmente los ensambladores sueltos en la habitación de la niña. Están diseñados para cortar microfragmentos de silicio, pero ante otro material dúctil como la piel también actúan. Es doloroso y provoca una especie de microtraumatismos que nadie había visto hasta la fecha, ni habría imaginado siquiera. No era raro que Amanda no hubiera tenido fiebre. No había infección. Tenía en la piel una capa de partículas cortantes. El campo magnético de la unidad de resonancia magnética la curó en el acto; la primera pulsación arrancó de ella todos los ensambladores. (Por lo visto, eso mismo le ocurrió al naturalista del desierto. De alguna manera entró en contacto con los ensambladores. Estaba acampado a menos de dos kilómetros de la fábrica de Xymos.)
Julia sabía qué le pasaba a Amanda, pero no se lo dijo a nadie. En lugar de eso, avisó al equipo de limpieza de Xymos, que se presentó en la casa en plena noche mientras yo estaba en el hospital. Solo Eric los vio, y ahora sé qué vio. Porque el mismo equipo ha llegado aquí hace unas horas para limpiar la casa. Eran los mismos hombres que yo vi en la carretera la noche del accidente.
El jefe del equipo lleva un traje plateado antimagnético, y presenta un aspecto fantasmal. Con la máscara da la impresión de que no tiene rostro. Se adelanta al resto para examinar el terreno. Luego otros cuatro hombres con mono lo siguen con aspiradoras. Yo le había dicho a Eric que lo había soñado, pero no era así. El equipo dejó uno de sus sensores bajo la cuna de Amanda. Eso fue intencionado, para detectar la posible presencia de ensambladores gamma residuales, por si se habían dejado alguna. No era un amortiguador de onda; simplemente estaba diseñado para parecerlo.
Cuando por fin he deducido todo esto, me he enfurecido con Julia por no decirme qué ocurría. Por angustiarme. Pero ella estaba enferma, claro está. Y de nada sirve enfadarse con ella ahora. Los ensambladores gamma cortaron el MP3 de Eric del mismo modo que los procesadores de los coches aparcados en el desierto y que la unidad de resonancia magnética. Por alguna razón los ensambladores cortan los chips de memoria y aíslan los procesadores centrales. Aún no tengo explicación para esto.
Aquella noche había un enjambre en el descapotable de Julia. La había acompañado por el desierto. Ignoro si lo trajo intencionadamente o no. El enjambre podía reducirse a la nada, razón por la cual Eric no lo vio cuando salió a mirar en el coche. Y yo no estaba seguro de lo que vi cuando ella arrancó, lo cual también era lógico. Probablemente el enjambre reflejaba la luz de una manera irregular. En mi memoria se parecía un poco a Ricky, pero quizá era demasiado pronto para que el enjambre adoptara apariencia humana. Aún no había evolucionado tanto. O tal vez vi una forma indistinta y, movido por los celos, lo tomé por un hombre. Creo que no lo imaginé, pero quizá sí. Eso piensa Ellen.
Después del accidente Julia llamó al equipo de limpieza. Por eso estaban en la carretera esa noche. Esperaban para bajar al pie del barranco y limpiar la zona. Desconozco la causa por la que el coche se salió de la carretera, si tuvo que ver con el enjambre o si realmente fue un accidente. Ahora ya no hay nadie que pueda contestar a esa pregunta.
El complejo industrial del desierto ha quedado completamente destruido. En el laboratorio principal había metano suficiente para crear una bola de fuego de más de mil grados. Cualquier materia orgánica se habrá incinerado. Pero aún estoy preocupado. No han encontrado cadáveres entre los escombros. Ni siquiera esqueletos.
Mae ha llevado el bacteriófago a su antiguo laboratorio de Palo Alto. Espero que consiga hacerles entender lo desesperada que es la situación. Hasta ahora no ha dado noticias. Creo que deberían echar los fagos al suministro de agua, pero Mae dice que el cloro los neutralizaría. Quizá debería haber un programa de vacunación. Que sepamos, el fago es eficaz en la eliminación de los enjambres.
A veces me zumban los oídos, lo cual es mala señal. Y noto una vibración en el pecho y el abdomen. No sé si es solo paranoia, o si realmente me pasa algo. Intento poner buena cara ante los niños pero es imposible engañarlos. Saben que tengo miedo.
El último misterio por despejar era por qué los enjambres siempre regresaban al laboratorio. Yo no le veía sentido. Le daba vueltas y más vueltas al asunto porque era un objetivo poco lógico. No se correspondía con las formulaciones de PREDPRESA. ¿Por qué había de volver un depredador a un lugar en particular?
En retrospectiva existía solo una posible respuesta, naturalmente. Los enjambres habían sido programados para regresar. El objetivo fue definido explícitamente por los programadores.
Pero ¿por qué introduciría alguien un objetivo así en el programa?
No lo he sabido hasta hace unas horas.
El código que Ricky me enseñó no era el verdadero código utilizado por las partículas. No podía mostrarme el auténtico código, porque de inmediato habría descubierto lo que se había hecho. Ricky ni siquiera me lo dijo. Nadie me lo dijo.
Lo que más me molesta es un mensaje que he encontrado hace unas horas en el disco duro de Julia. Iba dirigido a Ricky Morse, con un CC a Larry Handler, el presidente de Xymos, donde se perfilaba el procedimiento que debía seguirse para conseguir que el enjambre cámara funcionara con fuertes vientos. El plan consistía en soltar intencionadamente un enjambre en el medio ambiente.
Y eso habían hecho.
Simularon que fue una emanación accidental provocada por la ausencia de filtros de aire. Por eso Ricky me enseñó toda la fábrica y exageró sus quejas sobre el contratista y el sistema de ventilación. Pero nada de lo que me dijo era verdad. La emanación obedecía a un plan.
Fue intencionada desde el principio.
Al ver que no conseguían controlar el enjambre con vientos fuertes, intentaron hallar una solución. Fracasaron. Las partículas eran demasiado pequeñas y ligeras, y posiblemente no poseían inteligencia suficiente. Existían fallos de diseño desde el principio, y no podían resolverlos. Todo su multimillonario proyecto de defensa se iba a pique y no podían arreglarlo.
Así que decidieron que el enjambre lo arreglara por ellos.
Reconfiguraron las nanopartículas para incorporar energía solar y memoria. Reescribieron el programa para incluir un algoritmo genético. Y dejaron las partículas en libertad para que se reprodujeran y evolucionaran, y comprobar así si el enjambre podía llegar a aprender a sobrevivir por sí solo.
Lo consiguieron.
Era tan estúpido que resultaba sobrecogedor. No entendía cómo habían sido capaces de llevar a cabo un plan así sin prever las consecuencias. Como todo lo demás que había visto en Xymos, era algo improvisado, a medio hacer, preparado a toda prisa para solucionar problemas del presente sin tomar en consideración el futuro. Acaso esa fuera la manera de pensar propia de las empresas cuando se hallaban bajo presión, pero con tecnologías como aquella resultaba muy peligroso.
Ahora bien, la verdad era más complicada. La propia tecnología invitaba a tal comportamiento. Los sistemas de agentes distribuidos se organizaban por sí solos. Ese era su modo de funcionamiento, la esencia misma: uno los ponía en marcha y los dejaba a su aire. Era fácil acostumbrarse a eso. Era fácil acostumbrarse a tratar así a redes de agentes. La autonomía era la clave.
Pero una cosa era dejar en libertad a una población de agentes virtuales en la memoria de un ordenador para solucionar un problema y otra muy distinta poner en libertad a agentes reales en el mundo real.
En Xymos no vieron la diferencia. O no quisieron verla.
Y dejaron el enjambre en libertad.
El término técnico que describe este rasgo es «autooptimización». El enjambre se desarrolla por sí solo, los agentes con menos éxito se extinguen, y los agentes con más éxito se reproducen en la siguiente generación. Después de una decena o un centenar de generaciones, el enjambre evoluciona hacia una solución mejor. Una solución óptima.
Esto ocurre continuamente en el ordenador. Se utiliza incluso para generar nuevos algoritmos informáticos. Danny Hillis fue uno de los que primero lo intentó hace años, para optimizar un algoritmo de clasificación, para ver si el ordenador era capaz de encontrar por si solo la manera de mejorar su rendimiento. El programa descubrió un nuevo método. Otros programadores siguieron pronto su ejemplo.
Pero no se ha puesto en práctica con robots autónomos en el mundo real. Que yo sepa esta era la primera vez. Quizá ya haya pasado antes, y simplemente no nos hemos enterado. Sea como sea, estoy seguro de que volverá a ocurrir.
Y pronto probablemente.
Son las dos de la madrugada. Por fin los niños han dejado de vomitar. Se han ido a dormir. Parece que están tranquilos. La pequeña duerme. Ellen aún tiene náuseas. Yo debo de haberme adormilado otra vez. No sé qué me ha despertado. Veo que Mae sube por la pendiente desde detrás de la casa. La acompaña el tipo del traje plateado y el resto del equipo de SSVT. Viene hacia mí. Veo que sonríe. Espero que traiga buenas noticias.
En este momento no me vendría mal una buena noticia.
El mensaje original de Julia dice: «No tenemos nada que perder». Pero al final lo han perdido todo: la empresa, la vida, todo. Y lo irónico es que el procedimiento dio resultado. El enjambre resolvió, en efecto, el problema que le habían planteado.
Pero luego siguió adelante, siguió evolucionando.
Y ellos lo permitieron.
No sabían lo que hacían.
Me temo que ese será el epitafio de la especie humana.
Tengo la esperanza de que no lo sea.
Quizá tengamos suerte.
Esta novela es por completo ficticia, pero los programas de investigación en que está basada son reales. Las siguientes referencias pueden ayudar al lector interesado a documentarse mejor acerca de la creciente convergencia entre genética, nanotecnología e inteligencia distribuida.
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