Se anuncia un asesinato

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Authors: Agatha Christie

Tags: #Intriga, #Policiaco

BOOK: Se anuncia un asesinato
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Los tranquilos vecinos de Chipping Cleghorn, entre los que se encuentra la señorita Marple, son sorprendidos por la noticia, aparecida en un periódico local, que reza: «Se anuncia un asesinato que se cometerá el viernes 29 de octubre en Little Paddocks, a las seis y media de la tarde». ¿Se trata acaso de una broma de mal gusto? ¿O de una artimaña para asustar a la pobre Letitia Blacklock? Incapaz de resistir la misteriosa invitación, una muchedumbre comienza a reunirse para llegar a Little Paddocks a la hora indicada cuando, misteriosamente, todas las luces se apagan sin previo aviso...

Agatha Christie

Se anuncia un asesinato

ePUB v1.4

Ormi
19.11.11

Título original:
A Murder is Announced

Traducción: Guillermo Lopez Hipkiss

Agatha Christie, 1950

Edición 1984 - Editorial Molino - 256 páginas

ISBN: 84-272-0128-1

A Ralph y Anne Newman, en cuya compañía tuve el placer de

entregarme por primera vez al juego de «¿Quién es el asesino?».

Guía del Lector

En un orden alfabético convencional relacionamos a continuación los principales personajes que intervienen en esta obra:

BLACKLOCK
, Letitia o Letty: Vieja solterona de 60 años, propietaria de una casa en Chipping Cleghorn.

BUNNER
, Dora: Antigua amiga de la anterior, con quien convive.

BUTT
, Johnnie: Repartidor de periódicos en el citado pueblo.

CLITHERING
, Sir Henry: Ex comisario de Scotland Yard.

CRADDOCK
, Dermot: Inspector de policía y ahijado del anterior.

EASTERBROOK
, Archie: Coronel retirado del ejército colonial inglés.

EASTERBROOK
, Laura: Esposa del anterior.

FINCH
: Asistenta de la familia Swettenham.

FLETCHER
: Sargento de policía.

GOEDLER
, Belle: Enferma crónica y viuda de Randall Goedler, gran personalidad en el mundo de los negocios.

HARMON
, Bunch: Esposa de Julian Harmon.

HARMON
, Julian: Vicario protestante de Chipping Cleghorn.

HARRIS
, Myrna: Joven y bonita camarera del restaurante del hotel
«Royal Spa»
, y amiga de Scherz.

HAYMES
, Phillipa: Jardinera.

HINCHCLIFFE
: Habitante de Chipping Cleghorn.

MARPLE
, Jane: Vieja solterona, amiga de sir Henry y tía de la esposa del vicario.

McCLELLAND
: Enfermera de Mrs. Goedler.

MITZI
: Criada de miss Blacklock.

MURGATROYD
, Amy: Amiga de miss Hinchcliffe, con quien vive.

RANDALL
, Sonia: Cuñada de Belle Goedler.

ROWLANDSON
: Gerente del hotel
«Royal Spa»
, de Medenham Wells.

RYDESDALE
, George: Jefe de la policía de Middeshire.

SCHERZ
, Rudi: Empleado en el mencionado hotel.

SIMMONS
, Julia: Sobrina de Letitia Blacklock.

SIMMONS
, Patrick: Hermano de Julia y también sobrino de Letitia.

STAMFORDIS
, Dimitri: Esposo de Sonia Randall.

SWETTENHAM
, Mrs.: Vecina del citado pueblo.

SWETTENHAM
, Edmund: Escritor e hijo de la anterior.

TOTMAN
: Librero de Chipping Cleghorn.

Capítulo I
 
-
Se anuncia un asesinato
1

Todas las mañanas, menos la del domingo, entre siete y media y ocho y media, Johnnie Butt hacía la ronda del pueblo de Chipping Cleghorn en bicicleta, silbando ruidosamente entre los dientes, y se apeaba en cada casa o chalé para meter en el buzón los periódicos que los ocupantes en cuestión encargaban en la papelería de Mr. Totman, en High Street.

Al coronel Easterbrook y a su mujer les dejaba «The Times» y el «Daily Graphic»; a Mrs. Swettenham, «The Times» y el «Daily Worker»; a miss Hinchcliffe y miss Murgatroyd, el «Daily Telegraph» y el «New Chronicle»; a Mrs. Blacklock, el «Daily Telegraph», «The Tunes» y el «Daily Mail».

Y todos los viernes repartía en dichas casas y en todas las demás de Chipping Cleghorn un ejemplar de «The North Benham News and Chipping Cleghorn Gazette», más conocida entre los habitantes del pueblo simplemente como «The Gazette».

De ahí que los viernes, tras echar una rápida ojeada a los titulares de la prensa diaria: ¡Crítica situación internacional! ¡La ONU se reúne hoy! ¡Perros sabuesos buscan al asesino de la mecanógrafa rubia! Huelga en tres minas de carbón. Mueren veintitrés personas en el Hotel Marítimo por envenenamiento alimenticio, etcétera, la mayoría de los vecinos de Chipping Cleghorn abrieran con avidez «The Gazette» para sumergirse en las noticias locales.

Tras una ojeada a la sección de CARTAS —en la que los odios y las rencillas de la gente rural alcanzaban su máxima expresión—, nueve de cada diez suscriptores se concentraban en la columna de anuncios PERSONALES donde aparecían agrupados, sin orden ni concierto, objetos de compra y venta, ofertas y demandas, urgentes peticiones de servicio doméstico, innumerables inserciones relacionadas con los perros, anuncios referentes a aves de corral y herramientas de jardinería. Y varias otras notas de gran interés para los que residían en la pequeña comunidad de Chipping Cleghorn.

Aquel viernes, 29 de octubre, no fue una excepción a la norma.

2

Mrs. Swettenham se apartó de la frente los bonitos rizos grises, desplegó «The Times», miró con ojos apagados la página central izquierda, y decidió que, como de costumbre, si había alguna noticia emocionante, «The Times» había logrado ocultarla de una manera impecable. Echó una mirada a la sección de nacimientos, bodas y defunciones, en particular a estas últimas, y luego, cumplido su deber, dejó a un lado «The Times» para asir con avidez «The Gazette» de Chipping Cleghorn.

Cuando su hijo Edmund entró en la habitación momentos más tarde, se hallaba ya enfrascada en la lectura de la columna de anuncios PERSONALES.

—Buenos días, querido —dijo Mrs. Swettenham—. Los Smedley quieren vender su Daimler, modelo 1935. Es un poco anticuado ya, ¿verdad?

El hijo emitió un gruñido, se sirvió una taza de café, se puso un par de arenques ahumados en el plato, se sentó a la mesa, desplegó el «Daily Worker» y lo apoyó contra el tostador.

—Cachorros de mastín —leyó Mrs. Swettenham en voz alta—. No sé cómo puede la gente mantener perros grandes en estos tiempos, la verdad es que no lo entiendo. ¡Hum! Selina Lawrence vuelve a buscar cocinera. ¿Cómo no se dará cuenta de que está tirando el dinero? Es inútil publicar anuncios en estos tiempos. Y además, no ha puesto sus señas, sólo el número de un apartado. Eso es fatal, hasta yo se lo hubiera podido decir. El servicio se empeña en querer saber adonde va. Les gusta trabajar en casas buenas. Dentaduras postizas... No me entra en la cabeza cómo pueden ser tan populares los dientes postizos. Se pagan buenos precios. Bulbos magníficos, selección propia. Parecen baratos. Aquí hay una chica que busca un empleo interesante. Dispuesta a viajar. ¡Vaya! ¿Y quién no lo estaría? Dachshunds. Nunca me han gustado los dachshund, no porque sean alemanes, claro, porque eso ya se nos ha pasado. Es que no me gustan y nada más... ¿Sí, Mrs. Finch?

Una mujer ceñuda, tocada con una vieja boina de terciopelo, acababa de asomar la cabeza y el busto por la puerta.

—Buenos días, señora —dijo—. ¿Puedo recoger?

—Aún no, no hemos terminado —contestó Mrs. Swettenham y agregó en tono conciliador—: No del todo.

Mrs. Finch echó una mirada a Edmund y a su periódico, dio un resoplido desdeñoso y se retiró.

—No he hecho más que empezar —dijo Edmund en el preciso momento en que su madre murmuraba:

—No sabes cuánto te agradecería que no leyeras ese periodicucho, Edmund. A Mrs. Finch no le gusta ni pizca.

—Pero, ¿qué tienen que ver mis ideas políticas con Mrs. Finch?

—Y en realidad tampoco es que seas ningún trabajador —prosiguió la madre—. Después de todo, tú no haces nada.

—¡Eso es completamente falso! —exclamó Edmund indignado—. Estoy escribiendo un libro.

—Me refiero a un trabajo de verdad. Y Mrs. Finch sí que tiene que ver con tus ideas. Si nos coge antipatía y se niega a venir, ¿a quién vamos a buscar?

—Pon un anuncio en «The Gazette» —contestó Edmund con una sonrisa.

—Acabo de decirte que no sirve de nada. ¡Ay, Señor! Hoy en día estás perdida si no cuentas en la familia con una vieja nodriza dispuesta a meterse en la cocina y hacerlo todo.

—Bueno, ¿y por qué no tenemos una vieja nodriza? ¿Cómo has podido privarme de sus tiernos cuidados? ¿En qué estabas pensando?

—Tuviste una aya, querido.

—¡Qué falta de previsión! —murmuró Edmund.

Mrs. Swettenham había vuelto a enfrascarse en la lectura de los anuncios.

—Se vende segadora mecánica, de segunda mano con motor. Me gustaría saber... ¡Cielos! ¡Qué precio! Más dachshunds. Escribe o llama. Desesperado Woggles. ¡Qué apodos más estúpidos se pone la gente! Cocker Spaniel... ¿Te acuerdas de la encantadora Susie, Edmund? Era casi humana. Entendía perfectamente cuanto se le decía. Aparador Sheraton en venta. Auténtica antigüedad de la familia. Mrs. Lucas, Dayas Hall. ¡Qué embustera! ¡Aparador Sheraton! ¡Qué más quisiera ella!

Mrs. Swettenham dio un resoplido de desdén y continuó leyendo:

—Todo fue un error, querida. Amor eterno. El viernes como de costumbre. J. Supongo que se tratará de una riña de novios. O... ¿crees que será el mensaje en clave de unos ladrones? Más dachshunds. La verdad, yo creo que la gente se ha vuelto loca con la cría de dachshunds. Quiero decir que hay otros perros. Tu tío Simon criaba terriers de Manchester. ¡Unos perros encantadores! A mí me gustan los perros «con patas». Señora que se marcha al extranjero vendería su traje azul marino de dos piezas. No da las medidas ni el precio. Se anuncia un casamiento; no, un asesinato. ¿Eh? ¿Cómo? ¡Caramba! Edmund. ¡Edmund! Escucha esto: Se anuncia un asesinato que se cometerá el viernes 29 de octubre en Little Paddocks, a las seis y media de la tarde. Amigos, acepten este único aviso. ¡Qué cosa más extraordinaria! ¡Edmund!

—¿Qué pasa? —Edmund alzó la mirada del periódico.

—Viernes, 29 de octubre... Pero, ¡si es hoy!

—Déjame ver —el hijo se apoderó de «The Gazette».

—Pero ¿qué significa? —exclamó Mrs. Swettenham con gran curiosidad.

Edmund se frotó la nariz, dubitativo.

—Supongo que se tratará de alguna fiesta. El juego de «¿Quién es el asesino?
[1]
» o algo así.

—¡Oh! —murmuró Mrs. Swettenham que no lo tenía muy claro—. Se me antoja una manera muy curiosa de anunciarlo. ¡Meterlo así entre los otros anuncios! Muy poco en consonancia con el carácter de Letitia Blacklock, que parece una mujer tan sensata.

—Es muy probable que lo hayan organizado los jóvenes que tiene en casa.

—Avisan con muy poca anticipación. Hoy. ¿Crees que debemos ir?

—Dice: «Amigos, acepten este único aviso», ¿verdad?

—¡Oh! ¡Estos sistemas modernos de invitar a la gente me parecen absurdos! —sentenció Mrs. Swettenham.

—Bueno, no hay necesidad de que vayas si no quieres, mamá.

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