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Authors: Hans Küng

Tags: #Ensayo, Religión

Ser Cristiano (72 page)

BOOK: Ser Cristiano
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1.
¿Surgió la fe de la reflexión de los discípulos?
Desde la Ilustración no ha dejado de plantearse, y de infinitas formas, el problema de si desde el punto de vista psicológico e histórico se puede creer en la resurrección sin admitir apariciones.

Recientemente se apela en concreto al hecho de que el judaísmo tardío esperaba la resurrección. Se piensa que las tradiciones judías sobre el martirio y el rapto a los cielos de figuras proféticas del tiempo final (Elias, Henoc) y su aplicación al destino de Juan Bautista pudieron haberse plasmado en unos esquemas, no desconocidos de Jesús y sus discípulos, con los cuales estos últimos pudieron entender e interpretar el destino de su Maestro después de la muerte, como martirio y justificación divina, como muerte y resurrección. En este caso, la génesis de la fe en la resurrección de Jesús de Nazaret vendría dada en las reflexiones de los discípulos, basadas en el material histórico-religioso contemporáneo, pero motivadas decisivamente por el mismo Jesús: su acción, su destino, su muerte, su persona, la fe que él mismo había asentado. El anuncio de la resurrección sería expresión de la fe mantenida por los discípulos, de su fiel reconocimiento de la decisiva importancia, misión y autoridad de Jesús a pesar de su muerte
[87]
.

No se debe rechazar a la ligera esta explicación de la génesis de la fe en la resurrección. Téngase en cuenta:

  • Desde este punto de vista se cree en algo más que en la mera continuación de la «causa» de Jesús. Se cree en el Jesús vivo, asumido desde la muerte en la vida de Dios y cuya glorificación no es equiparable a la de otros justos o mártires. Según esta explicación, la fe pascual no es mera invención de los discípulos. La ha creado Jesús mismo con todo su destino. Las reflexiones de los discípulos nunca eliminan el
    prae
    , la «prioridad» de la acción de Dios. La nueva vida de Jesús, objeto de tal reflexión, es una realidad en Dios, no una mera proyección de esperanzas decepcionadas. Para evitar falsas controversias es importante, por tanto, tener en cuenta que la discusión versa sólo sobre la
    génesis
    de la fe en la resurrección.
  • Respecto a la certeza definitiva en la resurrección de Jesús no es sólo el sepulcro vacío de secundaria importancia; también lo son las mismas apariciones. La fe pascual no tiene por objeto ni tal sepulcro ni las «apariciones», sino el
    propio Jesús viviente
    . También hay que considerar cristiano a quien cree en Jesús como el Cristo viviente, aunque no crea en el sepulcro vacío ni en determinadas experiencias pascuales. Objeto de la fe pascual son este Cristo viviente y, por él, el Dios vivo que lo llamó de la muerte a la vida. Y esta fe en el Dios de los vivientes, que no dejó a Jesús en la muerte, sino que lo acogió en su vida, era el presupuesto para llegar al anuncio de Jesús el Cristo, a la fundación de la comunidad de fe y a la misión cristiana. En virtud de esta fe, el que había invitado a creer se convirtió en objeto de fe; el anuncio del reino de Dios, hecho por Jesús, se convirtió en el anuncio de Cristo hecho por la Iglesia. En este sentido liga y hace coincidir Pablo la fe cristiana como tal con la fe en la resurrección de Jesús a la vida, no simplemente con la fe en determinadas apariciones.

2.
Objeciones contra una reconstrucción histórico-psicológica
. Estas objeciones tienen sin duda mucho más peso en el caso de las apariciones que en el del sepulcro vacío
[88]
. Téngase en cuenta:

  • Frente a toda una serie de conclusiones francamente hipotéticas, deducidas de una interpretación histórico-psicológica de la fe en la resurrección, podríamos invertir la pregunta: ¿no hubiera sido mucho más sencillo para la comunidad primitiva anunciar a Jesús no como resucitado, sino como uno de esos
    profetas mártires
    que fueron perseguidos y muertos, siendo justos ante Dios, cuyos sepulcros se ampliaban y restauraban precisamente en tiempo de Jesús y eran venerados como intercesores?
    [89]
    . ¿Por qué, en contra de estas tendencias de la época, no surgió en torno a Jesús un culto sepulcral? ¿No hubieran entendido los contemporáneos una predicación semejante mucho mejor que el anuncio de alguien que ya había resucitado antes de la resurrección general de los muertos, cosa que por principio tenía que parecer sospechosa después de los acontecimientos precedentes?
  • Según algunos textos del Antiguo Testamento, Dios salva y glorifica al paciente piadoso
    [90]
    , pero no hay testimonios de «revelaciones» de tales glorificados. El Antiguo Testamento jamás habla del resucitamiento de un solo individuo antes de la resurrección final. De ahí que
    Henoc
    y
    Elias
    pasasen en tiempos de Jesús por testigos de la realidad de la resurrección, dado que, según la tradición
    [91]
    , habían sido arrebatados al cielo sin pasar por la muerte y el sepulcro. La ulterior esperanza, no atestiguada en el Antiguo Testamento, de que Elias volvería antes del tiempo final para sufrir la muerte violenta de los profetas y ser después resucitado, cuenta con testimonios demasiado escasos, su datación es demasiado discutida y su reconstrucción demasiado insegura como para servir de puente sólido y explicar convincentemente la génesis de la fe en la resurrección de Jesús. El Nuevo Testamento no recurre ni una sola vez a Henoc, Elias o Juan Bautista para argumentar en favor de la resurrección de Jesús. Tampoco a Henoc y Elias se les atribuye en parte alguna la función del mediador escatológico de la salvación que debería corresponder al primer resucitado.
  • Carece de valor histórico la creencia popular, que Marcos refiere, pero no comparte, de una presunta resurrección del
    Bautista
    [92]
    . precisamente porque se la atribuye a Herodes Antipas, hombre enteramente helenizado, educado en Roma. Posiblemente fue forjada por el mismo Marcos, quizá como contraste de la resurrección de Jesús. Para su explicación basta recordar que se trata de una creencia popular sobre la actividad del mismo Jesús, en cuya persona seguiría actuando el Bautista, degollado poco antes.
  • En la tradición judía la idea de una restauración del
    Mesías
    , o incluso de un
    Mesías fracasado
    , era algo absolutamente nuevo que rompía su mundo conceptual apocalíptico y hasta hoy no ha dejado de ser inaceptable para el judaísmo, a pesar de su fe en la resurrección de los muertos. Según las fuentes neotestamentarias, sólo la persona de Jesús ha sido expresamente confirmada por la resurrección; su resurrección y entronización como Mesías, Señor e Hijo no puede compararse con la eventual exaltación de otros justos y mártires. El judaísmo concibe la resurrección de los justos como consecuencia de su recto proceder; el cristianismo, como consecuencia de la resurrección de Jesús y de la vinculación con-su persona.

Respecto a este primer intento de explicación psicológico-histórica de la génesis de la fe pascual, se impone esta conclusión: evidentemente la primitiva fe cristiana en la resurrección está impregnada de judaísmo. Como es natural, la tradición judía prestó a los primeros discípulos un importante bagaje conceptual. Obviamente, pues, nada se puede objetar al hecho de que los discípulos reflexionasen sobre la muerte de Jesús en el contexto de la fe judía. Pero, al menos hasta hoy, no hay demostración convincente de que la fe en la resurrección de Jesús se derivase directamente de esa fe judía por reflexión de los discípulos en el mensaje y el destino de su Maestro. Inevitablemente se plantea la cuestión de nuevas reflexiones, como también de nuevas experiencias. La siguiente pregunta, la más importante, podría ser ésta: una reconstrucción histórico-psicológica de la génesis de la fe en la resurrección, ¿puede presentarse con legitimidad histórica como la «verdadera» opinión de los testimonios neotestamentarios, cuando éstos constantemente dicen lo contrario? ¿Está permitido interpretarlos siempre en contra de su verdadera intención? Con excesiva facilidad se descuida el aspecto de novedad que atestiguan todos los textos del Nuevo Testamento.

3.
¿Nació la fe de nuevas experiencias de los discípulos?
Quien rigurosamente se atenga a los testimonios, renunciando a toda especulación histórica, tendrá que reconocer que según el testimonio unánime de los escritos neotestamentarios los discípulos no concluyeron la resurrección de Jesús meditando sobre su destino, sino que lo
experimentaron
vivo después de su propia muerte. Téngase en consideración lo siguiente:

  • Ni la innegable huida de los discípulos antes de la Pascua
    [93]
    , ni la nueva cualificación, no menos innegable, de su fe después de la Pascua, pueden ser escamoteadas hermenéuticamente en favor de una continuidad de su fe, apenas interrumpida por la muerte de Jesús. Hasta después de la Pascua no comienza la fe a confesar a Jesús como Mesías resucitado, como Señor glorificado, como el Hijo del hombre que viene, como Hijo de Dios.
    No
    se atestigua
    una continuidad directa
    de la causa de Jesús después de su muerte,
    sino
    que se acentúa una
    discontinuidad
    . Las fuentes nada dicen de un arrepentimiento compungido de Pedro antes de la Pascua
    [94]
    ni de reflexiones aisladas de los discípulos, que, desconcertados sin duda por su Maestro, huyen primero y luego se convierten en sus testigos y enviados.
  • Todos los testimonios pascuales del Nuevo Testamento se caracterizan por un
    contraste
    irreductible entre lo que hicieron y hacen los
    discípulos
    y lo que
    Dios
    ha hecho en y por Jesús. En ningún lugar se consideran los discípulos como colaboradores, más o menos perseverantes, de Dios o de Jesús, sino como fracasados en la fe y salvados por Dios mediante Jesús. Exactamente lo contrario de lo que dice Goethe interpretando la resurrección en el
    Fausto
    : «Celebran la resurrección del Señor porque ellos mismos han resucitado»
    [95]
    .
  • La fe pascual es un nuevo punto de partida que en el Nuevo Testamento no enlaza con modelos previos, con conocimientos personales o con una fe mantenida en secreto, sino con una serie de
    experiencias nuevas
    , vividas a la vez que interpretadas, de auténticos encuentros con el Resucitado. Los testigos narran e interpretan vivencias con el Jesús resucitado, vivencias que llevan a los desconcertados y huidos discípulos, con Pedro a la cabeza, a la conversión y, naturalmente, a una nueva reflexión.
  • Lógicamente, tales vivencias fueron interpretadas en el
    horizonte judío veterotestamentario
    con ayuda de conceptos al uso y, en parte, también antiguos. «Aparecer» y «revelar», por ejemplo, ya en el texto griego del Antiguo Testamento
    [96]
    describen la aparición y la revelación de Dios. Pablo, que como perseguidor de los cristianos conocía muy bien la fe cristiana en la resurrección, aun sin compartirla, apela, como hemos visto, a una revelación de Cristo vivida personalmente por él; en ella el Resucitado «fue visto», «se dio a ver», «apareció», «se reveló»
    [97]
    ; en ella Pablo «vio» al Resucitado
    [98]
    . Este «aparecer» y su correspondiente «ver» no pueden, en buena crítica, ser eliminados o escamoteados. Empleando el lenguaje de las visiones vocacionales veterotestamentarias, Pablo habla aquí de una experiencia que constituye la base de su sorprendente vocación (de perseguidor de los cristianos a apóstol de Jesucristo) y que él equipara a las apariciones del resto de los apóstoles.
  • Estas apariciones, a diferencia de las narradas en los relatos de Mateo de la infancia o en los Hechos de los Apóstoles, nunca suceden de noche, durmiendo o soñando, sino en
    plena vigilia
    . Lo que para Pablo fue una experiencia extraordinaria y un encuentro fundamental
    [99]
    —diferente incluso de ulteriores «visiones y revelaciones del Señor»
    [100]
    , que Pablo tuvo personalmente como apóstol y que no son objeto de su predicación
    [101]
    — lo presenta claramente Lucas en el típico estilo de relato de visión
    [102]
    .
  • Es cierto que la antigua profesión de fe de la primera carta a los Corintios aduce estas «apariciones» para legitimar, mediante la fórmula epifánica «se apareció», la vocación a predicar de los testigos allí citados. El hecho de que Jesús se les «apareció» los legitima y obliga como predicadores del mensaje de la resurrección. Históricamente, sin embargo, la fórmula de los testigos es más que una simple prueba de legitimidad. No se limita a afirmar la validez de determinadas autoridades y de su mensaje; al mismo tiempo deben las apariciones ser transmitidas como punto de génesis del mensaje. La alusión de Pablo a los testigos principales, que él conoce personalmente, y a otros que viven todavía, confirma que se trata de un asunto a la vez teológico e histórico. Según este testimonio, parece evidente que los discípulos llegaron a creer no como consecuencia de sus propias reflexiones, sino como consecuencia de sus experiencias con el Resucitado, cualquiera que fuese su naturaleza. Así, pues, no fue la fe de los discípulos la que resucitó a Jesús para ellos, sino que fue el Resucitado por Dios quien llevó a los discípulos a creer y profesar esa fe. El Maestro no vive en modo alguno gracias a sus discípulos, sino que éstos viven por él. Como esas experiencias eran auténticos
    testimonios de la resurrección
    , pudieron ser a la vez
    pruebas de legitimación
    . El mensaje de la resurrección es ciertamente testimonio de fe, pero no producto de ella. Por tanto, si queremos atenernos a los testimonios neotestamentarios hemos de partir de encuentros —sea cual fuere su explicación— del Jesús viviente con sus discípulos: reencuentros a la vez que nuevos encuentros con el Crucificado redivivo, que se efectúan por iniciativa de Dios, no de los discípulos, y que concluyen con la experiencia de Pablo.

4.
Objeciones contra la hipótesis de nuevas experiencias
. Todas las objeciones contra la hipótesis de nuevas experiencias de los discípulos con Jesús, el Resucitado a la vida, se reducen en el fondo a una: que con ella se vuelve a postular una intervención sobrenatural no demostrable históricamente, es decir, justo lo que se trató de evitar tanto en el caso de los milagros
[103]
como en el del sepulcro vacío
[104]
. Hay que considerar:

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