Read The Unknown University Online
Authors: Roberto Bolaño
Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American
EL ÚLTIMO CANTO DE AMOR DE PEDRO
J.
LASTARRIA, ALIAS «EL CHORITO»
Sudamericano en tierra de godos,
Éste es mi canto de despedida
Ahora que los hospitales sobrevuelan
Los desayunos y las horas del té
Con una insistencia que no puedo
Sino remitir a la muerte.
Se acabaron los crepúsculos
Largamente estudiados, se acabaron
Los juegos graciosos que no conducen
A ninguna parte.
Sudamericano
En tierra más hostil
Que hospitalaria, me preparo
Para entrar en el largo
Pasillo incógnito
Donde dicen que florecen
Las oportunidades perdidas.
Mi vida fue una sucesión
De oportunidades perdidas,
Lector de Catulo en latín
Apenas tuve valor para pronunciar
Sine qua non
o
Ad hoc
En la hora más amarga
De mi vida.
Sudamericano
En hospitales de godos, ¿qué hacer
Sino recordar las cosas amables
Que una vez me acaecieron?
Viajes infantiles, la elegancia
De padres y abuelos, la generosidad
De mi juventud perdida y con ella
La juventud perdida de tantos
Compatriotas
Son ahora el bálsamo de mi dolor,
Son ahora el chiste incruento
Desencadenado en estas soledades
Que los godos no entienden
O que entienden de otra manera.
También yo fui elegante y generoso:
Supe apreciar las tempestades,
Los gemidos del amor en las barracas
Y el llanto de las viudas,
Pero la experiencia es una estafa.
En el hospital sólo me acompañan
Mi inmadurez premeditada
Y los resplandores vistos en otro planeta
O en otra vida.
La cabalgata de los monstruos
En donde «El Chorito»
Tiene un papel destacado.
Sudamericano en tierra de
Nadie, me preparo
Para entrar en el lago
Inmóvil, como mi ojo
Donde se refractan las aventuras
De Pedro Javier Lastarria
Desde el rayo incidente
Hasta el ángulo de incidencia,
Desde el seno del ángulo
De refracción
Hasta la constante llamada
Índice de refracción.
En plata: las malas cosas
Convertidas en buenas,
En apariciones gloriosas
Las metidas de pata,
La memoria del fracaso
Convertida en la memoria
Del valor.
Un sueño,
Tal vez, pero
Un sueño que he ganado
A pulso.
Que nadie siga mi ejemplo
Pero que sepan
Que son los músculos de Lastarria
Los que abren este camino.
Es el córtex de Lastarria,
El entrechocar de dientes
De Lastarria, los que iluminan
Esta noche negra del alma,
Reducida, para mi disfrute
Y reflexión, a este rincón
De habitación en sombras,
Como piedra afiebrada,
Como desierto detenido
En mi palabra.
Sudamericano en tierra
De sombras,
Yo que siempre fui
Un caballero,
Me preparo para asistir
A mi propio vuelo de despedida.
THE LAST LOVE SONG OF PEDRO
J.
LASTARRIA,
ALIAS “EL CHORITO”
South American in Gothic land,
This is my farewell song
Now that hospitals race through
Breakfasts and teatimes
With an insistence I can
Only attribute to death.
The thoroughly studied
Sunsets have ended,
The amusing games leading
Nowhere have ended.
South American
In a land more hostile
Than hospitable, I’m getting ready
To go down the long
Unknown hallway
Where it’s said
Lost opportunities flourish.
My life was a succession
Of lost opportunities,
Reader of Catullus in Latin
I barely had the courage to pronounce
Sine qua non
or
Ad hoc
In the bitterest hour
Of my life.
South American
In Gothic hospitals, what can I do
But remember the nice things
That once happened to me?
Childhood trips, the elegance
Of parents and grandparents, the generosity
Of my lost youth and with it
The lost youth of so many
Compatriots
Are now balm for my pain,
Are now the bloodless joke
Unleashed in these solitudes
That those Goths just don’t get
Or understand a different way.
I, too, was elegant and generous:
I learned to appreciate storms,
Cries of love in cabins
And the widows’ weeping,
But experience is a hoax.
In the hospital I’m accompanied only by
My deliberate immaturity
And splendors glimpsed on another planet
Or in another life.
The parade of monsters
In which “El Chorito”
Has a leading role.
South American in no man’s
Land, I’m getting ready
To slip into the lake
Still as my eye
Where the adventures of
Pedro Javier Lastarria are refracted
From the incident ray
To the angle of incidence,
From sine of the angle
Of refraction
To the so-called constant
Index of refraction.
In brief: the bad things
Turned to good,
Blunders
Into glorious apparitions,
Memory of failure
Turned into the memory
Of courage.
A dream,
Maybe, but
A dream I’ve conquered
With a steady hand.
I hope no one has to follow my example
But that they might know
That they are Lastarria’s muscles
Opening this passage.
It’s Lastarria’s cortex,
The clashing of
Lastarria’s teeth, that light up
This black night of the soul,
Reduced, for my enjoyment
And reflection, to this corner
Of a shadowy room,
Like a feverish stone,
Like a desert detained
In my word.
South American in the land
Of shadows,
I who always was
A gentleman,
Am getting ready to attend
My own farewell flight.
ERNESTO CARDENAL Y YO
Iba caminando, sudado y con el pelo pegado
en la cara
y entonces vi a Ernesto Cardenal que venía
en dirección contraria
y a modo de saludo le dije:
Padre, en el Reino de los Cielos
que es el comunismo
¿tienen un sitio los homosexuales?
Sí, dijo él.
¿Y los masturbadores impenitentes?
¿Los esclavos del sexo?
¿Los bromistas del sexo?
¿Los sadomasoquistas, las putas, los fanáticos
de los edemas,
los que ya no pueden más, los que de verdad
ya no pueden más?
Y Cardenal dijo sí.
Y yo levanté la vista
y las nubes parecían
sonrisas de gatos levemente rosadas
y los árboles que pespunteaban la colina
(la colina que hemos de subir)
agitaban las ramas.
Los árboles salvajes, como diciendo
algún día, más temprano que tarde, has de venir
a mis brazos gomosos, a mis brazos sarmentosos,
a mis brazos fríos.
Una frialdad vegetal
que te erizará los pelos.
ERNESTO CARDENAL AND I
I was out walking, sweaty and with hair plastered
to my face
and then I saw Ernesto Cardenal approaching
from the opposite direction
and by way of greeting I said:
Father, in the Kingdom of Heaven
that is communism,
is there a place for homosexuals?
Yes, he said.
And for impenitent masturbators?
For sex slaves?
For sex fools?
For sadomasochists, for whores, for those obsessed
with enemas,
for those who can’t take it anymore, those who really truly
can’t take it anymore?
And Cardenal said yes.
And I raised my eyes
and the clouds looked like
the pale pink smiles of cats
and the trees cross-stitched on the hill
(the hill we’ve got to climb)
shook their branches.
Savage trees, as if saying
some day, sooner rather than later, you’ll have to come
into my rubbery arms, into my scraggly arms,
into my cold arms.
A botanical frigidity
that’ll stand your hair on end.
LOS PERROS ROMÁNTICOS
En aquel tiempo yo tenía 20 años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar, ni rezar,
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.
THE ROMANTIC DOGS
Back then, I’d reached the age of 20
and I was crazy.
I’d lost a country
but won a dream.
As long as I had that dream
nothing else mattered.
Not working, not praying,
not studying in morning light
alongside the romantic dogs.
And the dream lived in the void of my spirit.
A wooden bedroom,
cloaked in half-light,
deep in the lungs of the tropics.
And sometimes I’d retreat inside myself
and visit the dream: a statue eternalized
in liquid thoughts,
a white worm writhing
in love.
A runaway love.
A dream within another dream.
And the nightmare telling me: you will grow up.
You’ll leave behind the images of pain and of the labyrinth
and you’ll forget.
But back then, growing up would have been a crime.
I’m here, I said, with the romantic dogs
and here I’m going to stay.