Read The Unknown University Online
Authors: Roberto Bolaño
Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American
LA GRAN FOSA
Pasamos a las tres de la mañana
por la Gran Fosa
y nuestro barco que antaño siempre crujía
se replegó instantáneamente
en un silencio oscuro
medroso
mientras flotábamos sobre miles y miles de metros o espantos
Eso fue todo, tal como lo viví lo cuento
la Gran Fosa
la oscuridad de las tres de la mañana
envolviendo el barco profusamente engalanado
con guirnaldas de luz y reflectores
los marinos y los pasajeros
unidos
por la juventud y por el miedo
por el frío
todos en la misma carraca que flotaba
arriba o abajo de la realidad
una realidad, ¿cómo te diría?
ajena a nuestros conocimientos, a nuestros libros
a nuestra historia
una realidad que me hizo recordar
la pasión final, el misterio de un poeta surrealista
un poeta menor
en la antología de Aldo Pellegrini, ¿sabes
a quién me refiero?
No importa
Aunque he olvidado su nombre jamás olvidaré
su última aventura
Breton y sus amigos llegaron a Marsella o a Tolón
en el 40 o en el 41
buscando una manera de escapar hacia los Estados Unidos
Entre ellos, con sus maletas, él, Pellegrini publica su foto
una cara vulgar
un tipo más bien gordo
con ojos de funcionario y no de surrealista
aunque ahora todos los surrealistas, todos los poetas
tienen ojos de funcionarios
en el 41 no era así
aún vivían Desnos, Artaud, Char
Tzara, Péret, Éluard
pero nuestro poeta era un poeta menor
y los poetas menores sufren como animales de laboratorio
y tienen los ojos secos y malignos
de los funcionarios
Abreviando: algunos, como Breton, consiguieron el visado
y un pasaje en barco y pudieron dejar atrás
la Francia de Vichy, otros
como Tzara, no pudieron salir
En medio de ellos, como una alfombra
el poeta innombrado
Preparados sus bártulos para entrar en el destino oscuro
tangencialmente distinto
al destino de Tzara y de Breton: simplemente
se perdió
salió de su hotel, vagabundeó por las calles del puerto
bebió y observó el fluir de la gente
y después se esfumó
¿se lo tragó la noche?
¿se suicidó?, ¿lo mataron?
lo único cierto es que su cadáver jamás apareció
Supongamos que una corriente submarina lo fue a buscar
al club de yates de Marsella
y lo arrastró lejos de sus maletas, de sus libros surrealistas
a las profundidades verdaderas
fuera del Mediterráneo
más allá de las luces de Tánger
en medio del Atlántico
bajo toneladas y toneladas de agua
allí donde sólo viven los peces ciegos
los peces sin colores
en una región donde no existen los colores
sólo oscuridad
y vida extraña y densa
como su desaparición sin una carta de despedida
sin un cuerpo
hechos que despiertan la curiosidad de Pellegrini
lector de novelas policiacas y surrealista latinoamericano
mas no la de Breton
ocupado en el apocalipsis
literario
Un poeta menor cuya muerte es similar a la muerte
de Empédocles
o a un rapto llevado a cabo por extraterrestres
Supongamos que precisamente fue aquello lo que él
quiso fingir o representar
Pero las aguas malolientes del puerto de Marsella
no son un volcán
y tarde o temprano su cuerpo
aunque bien atado a una piedra de 20 kilos
hubiera sido hallado
En el 40 o 41, pese a las apariencias
no existía aún el crimen perfecto
Y ésa es la historia, la misteriosa desaparición
de un poeta menor
(¿se llamaba Gui?, ¿Gui Rosey?)
del parnaso surrealista
Un poeta arrastrado por las corrientes desconocidas del mar
hacia la Gran Fosa
la misma que detuvo nuestra carraca y nuestros
jóvenes corazones, el hoyo
que se alimenta de pobres poetas en retirada
y de pensamientos puros, el hoyo
que devora surrealistas belgas y checos
ingleses, daneses, holandeses
españoles y franceses, sin tomarse
una pausa, inocentemente
Posdata
: Finalmente
pudimos alejarnos de aquellas aguas, mas no de aquella noche al parecer
interminable.
Días más tarde, un amanecer, tuve la revelación: el barco y la Fosa
estaban unidos por una línea perpendicular y jamás se separarían.
THE GREAT PIT
At three a.m.
we passed
through the Great Pit
and our boat which had always been creaky
withdrew instantly
into a dark fainthearted
silence
while we floated atop thousands and thousands of fathoms or
horrors
That was all, I tell it as I lived it
the Great Pit
the darkness of three a.m.
enveloping the boat decked out profusely
in paper lanterns and floodlights
sailors and passengers
united
by youth and by fear
by the cold
all in the same hulk floating
above or below reality
a reality, how should I put it?
oblivious to our knowledge, our books
our history
a reality that called to mind
the final passion, the mystery of a surrealist poet
a minor poet
in Aldo Pellegrini’s anthology, know
who I mean?
It doesn’t matter
Though I’ve forgotten his name I’ll never forget
his last adventure
Breton and his friends arrived at Marseille or Toulon
in ’40 or ’41
seeking a way to escape to the United States
He’s there, with them and their suitcases, Pellegrini publishes his
photo
a common face
a rather portly guy
with a desk clerk’s eyes, not a surrealist’s
though now all the surrealists, all the poets
have the eyes of desk clerks
in ’41 that wasn’t the case
Desnos, Artaud, Char
Tzara, Péret, Éluard were still alive
but our poet was a minor poet
and minor poets suffer like lab animals
and have the dry and evil eyes
of desk clerks
In short: some of them, like Breton, acquired the visa
and a boat ticket and were able to leave behind
Vichy France, others
like Tzara, couldn’t go
Like a carpet in their midst
the unnamed poet
Bags packed to enter a dark destiny
obliquely different
from Tzara’s destiny and Breton’s: to put it simply
he disappeared
he left his hotel, wandered around the streets of the port
drank and watched the flow of people
and then he vanished
did the night swallow him?
did he commit suicide?
did they kill him?
the only thing certain is his body never turned up
Let’s suppose an underwater current grabbed him
at the Marseille Yacht Club
and dragged him far from his bags, his surrealist books
to the true depths
outside the Mediterranean
beyond the lights of Tangier
in the middle of the Atlantic
under tons and tons of water
where the only living things are blind fish
colorless fish
in a place where colors don’t exist
only darkness
and life peculiar and impenetrable
as his disappearance without a note goodbye
without a body
facts that arouse the curiosity of Pellegrini
reader of crime novels and Latin American surrealist
but not that of Breton
who is occupied by
the literary apocalypse
A minor poet whose death is like the death
of Empedocles
or like an alien abduction
Let’s suppose that was precisely what
he wished to fake or to depict
But the foul waters of the port of Marseille
are not a volcano
and sooner or later his body
even if securely fastened to a 50-pound stone
would have been found
In ’40 or ’41, despite appearances
there wasn’t yet a perfect crime
And that’s the story, the mysterious disappearance
of a minor poet
(was his name Gui?
Gui Rosey?)
from the surrealist Parnassus
A poet dragged by the unknown currents of the sea
toward the Great Pit
the very one that stopped our hulk and our
young hearts, the grave
that feeds off poor retreating poets
and pure thoughts, the grave
that devours surrealists Belgian and Czech,
English, Danish, Dutch
Spanish and French, without
rest, innocently
Postscript
: We were
finally able to get away from those waters, but not from that seemingly endless
night.
Days later, at dawn, I had a revelation: the boat and the Pit were united by
a perpendicular line and they’d never be separated.
MI VIDA EN LOS TUBOS DE
SUPERVIVENCIA
Como era pigmeo y amarillo y de facciones agradables
Y como era listo y no estaba dispuesto a ser torturado
En un campo de trabajo o en una celda acolchada
Me metieron en el interior de este platillo volante
Y me dijeron vuela y encuentra tu destino, ¿pero qué
Destino iba a encontrar?
La maldita nave parecía
El holandés errante por los cielos del mundo, como si
Huir quisiera de mi minusvalía, de mi singular
Esqueleto: un escupitajo en la cara de la Religión,
Un hachazo de seda en la espalda de la Felicidad,
Sustento de la Moral y de la Ética, la escapada hacia
Adelante de mis hermanos verdugos y de mis hermanos desconocidos.
Todos finalmente humanos y curiosos, todos huérfanos y
Jugadores ciegos en el borde del abismo.
Pero todo eso
En el platillo volador no podía sino serme indiferente.
O lejano.
O secundario.
La mayor virtud de mi traidora especie
Es el valor, tal vez la única real, palpable hasta las lágrimas
Y los adioses.
Y valor era lo que yo demandaba encerrado en
El platillo, asombrando a los labradores y a los borrachos
Tirados en las acequias.
Valor invocaba mientras la maldita nave
Rielaba por guetos y parques que para un paseante
Serían enormes, pero que para mí sólo eran tatuajes sin sentido,
Palabras magnéticas e indescifrables, apenas un gesto
Insinuado bajo el manto de nutrias del planeta.
¿Es que me había convertido en Stefan Zweig y veía avanzar
A mi suicida?
Respecto a esto la frialdad de la nave
Era incontrovertible, sin embargo a veces soñaba
Con un país cálido, una terraza y un amor fiel y desesperado.
Las lágrimas que luego derramaba permanecían en la superficie
Del platillo durante días, testimonio no de mi dolor, sino de
Una suerte de poesía exaltada que cada vez más a menudo
Apretaba mi pecho, mis sienes y caderas.
Una terraza,
Un país cálido y un amor de grandes ojos fieles
Avanzando lentamente a través del sueño, mientras la nave
Dejaba estelas de fuego en la ignorancia de mis hermanos
Y en su inocencia.
Y una bola de luz éramos el platillo y yo
En las retinas de los pobres campesinos, una imagen perecedera
Que no diría jamás lo suficiente acerca de mi anhelo
Ni del misterio que era el principio y el final
De aquel incomprensible artefacto.
Así hasta la
Conclusión de mis días, sometido al arbitrio de los vientos,
Soñando a veces que el platillo se estrellaba en una serranía
De América y mi cadáver casi sin mácula surgía
Para ofrecerse al ojo de viejos montañeses e historiadores:
Un huevo en un nido de hierros retorcidos.
Soñando
Que el platillo y yo habíamos concluido la danza peripatética,
Nuestra pobre crítica de la Realidad, en una colisión indolora
Y anónima en alguno de los desiertos del planeta.
Muerte
Que no me traía el descanso, pues tras corromperse mi carne
Aún seguía soñando.