The Unknown University (52 page)

Read The Unknown University Online

Authors: Roberto Bolaño

Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American

BOOK: The Unknown University
6.47Mb size Format: txt, pdf, ePub

 

LA GRAN FOSA

Pasamos a las tres de la mañana

por la Gran Fosa

y nuestro barco que antaño siempre crujía

se replegó instantáneamente

en un silencio oscuro

medroso

mientras flotábamos sobre miles y miles de metros o espantos

Eso fue todo, tal como lo viví lo cuento

la Gran Fosa

la oscuridad de las tres de la mañana

envolviendo el barco profusamente engalanado

con guirnaldas de luz y reflectores

los marinos y los pasajeros

unidos

por la juventud y por el miedo

por el frío

todos en la misma carraca que flotaba

arriba o abajo de la realidad

una realidad, ¿cómo te diría?

ajena a nuestros conocimientos, a nuestros libros

a nuestra historia

una realidad que me hizo recordar

la pasión final, el misterio de un poeta surrealista

un poeta menor

en la antología de Aldo Pellegrini, ¿sabes

a quién me refiero?

No importa

Aunque he olvidado su nombre jamás olvidaré

su última aventura

Breton y sus amigos llegaron a Marsella o a Tolón

en el 40 o en el 41

buscando una manera de escapar hacia los Estados Unidos

Entre ellos, con sus maletas, él, Pellegrini publica su foto

una cara vulgar

un tipo más bien gordo

con ojos de funcionario y no de surrealista

aunque ahora todos los surrealistas, todos los poetas

tienen ojos de funcionarios

en el 41 no era así

aún vivían Desnos, Artaud, Char

Tzara, Péret, Éluard

pero nuestro poeta era un poeta menor

y los poetas menores sufren como animales de laboratorio

y tienen los ojos secos y malignos

de los funcionarios

Abreviando: algunos, como Breton, consiguieron el visado

y un pasaje en barco y pudieron dejar atrás

la Francia de Vichy, otros

como Tzara, no pudieron salir

En medio de ellos, como una alfombra

el poeta innombrado

Preparados sus bártulos para entrar en el destino oscuro

tangencialmente distinto

al destino de Tzara y de Breton: simplemente

se perdió

salió de su hotel, vagabundeó por las calles del puerto

bebió y observó el fluir de la gente

y después se esfumó

¿se lo tragó la noche?

¿se suicidó?, ¿lo mataron?

lo único cierto es que su cadáver jamás apareció

Supongamos que una corriente submarina lo fue a buscar

al club de yates de Marsella

y lo arrastró lejos de sus maletas, de sus libros surrealistas

a las profundidades verdaderas

fuera del Mediterráneo

más allá de las luces de Tánger

en medio del Atlántico

bajo toneladas y toneladas de agua

allí donde sólo viven los peces ciegos

los peces sin colores

en una región donde no existen los colores

sólo oscuridad

y vida extraña y densa

como su desaparición sin una carta de despedida

sin un cuerpo

hechos que despiertan la curiosidad de Pellegrini

lector de novelas policiacas y surrealista latinoamericano

mas no la de Breton

ocupado en el apocalipsis

literario

Un poeta menor cuya muerte es similar a la muerte

de Empédocles

o a un rapto llevado a cabo por extraterrestres

Supongamos que precisamente fue aquello lo que él

quiso fingir o representar

Pero las aguas malolientes del puerto de Marsella

no son un volcán

y tarde o temprano su cuerpo

aunque bien atado a una piedra de 20 kilos

hubiera sido hallado

En el 40 o 41, pese a las apariencias

no existía aún el crimen perfecto

Y ésa es la historia, la misteriosa desaparición

de un poeta menor

(¿se llamaba Gui?, ¿Gui Rosey?)

del parnaso surrealista

Un poeta arrastrado por las corrientes desconocidas del mar

hacia la Gran Fosa

la misma que detuvo nuestra carraca y nuestros

jóvenes corazones, el hoyo

que se alimenta de pobres poetas en retirada

y de pensamientos puros, el hoyo

que devora surrealistas belgas y checos

ingleses, daneses, holandeses

españoles y franceses, sin tomarse

una pausa, inocentemente

Posdata
: Finalmente
pudimos alejarnos de aquellas aguas, mas no de aquella noche al parecer
interminable.
Días más tarde, un amanecer, tuve la revelación: el barco y la Fosa
estaban unidos por una línea perpendicular y jamás se separarían.

 

THE GREAT PIT

At three a.m.
we passed

through the Great Pit

and our boat which had always been creaky

withdrew instantly

into a dark fainthearted

silence

while we floated atop thousands and thousands of fathoms or
horrors

That was all, I tell it as I lived it

the Great Pit

the darkness of three a.m.

enveloping the boat decked out profusely

in paper lanterns and floodlights

sailors and passengers

united

by youth and by fear

by the cold

all in the same hulk floating

above or below reality

a reality, how should I put it?

oblivious to our knowledge, our books

our history

a reality that called to mind

the final passion, the mystery of a surrealist poet

a minor poet

in Aldo Pellegrini’s anthology, know

who I mean?

It doesn’t matter

Though I’ve forgotten his name I’ll never forget

his last adventure

Breton and his friends arrived at Marseille or Toulon

in ’40 or ’41

seeking a way to escape to the United States

He’s there, with them and their suitcases, Pellegrini publishes his
photo

a common face

a rather portly guy

with a desk clerk’s eyes, not a surrealist’s

though now all the surrealists, all the poets

have the eyes of desk clerks

in ’41 that wasn’t the case

Desnos, Artaud, Char

Tzara, Péret, Éluard were still alive

but our poet was a minor poet

and minor poets suffer like lab animals

and have the dry and evil eyes

of desk clerks

In short: some of them, like Breton, acquired the visa

and a boat ticket and were able to leave behind

Vichy France, others

like Tzara, couldn’t go

Like a carpet in their midst

the unnamed poet

Bags packed to enter a dark destiny

obliquely different

from Tzara’s destiny and Breton’s: to put it simply

he disappeared

he left his hotel, wandered around the streets of the port

drank and watched the flow of people

and then he vanished

did the night swallow him?

did he commit suicide?
did they kill him?

the only thing certain is his body never turned up

Let’s suppose an underwater current grabbed him

at the Marseille Yacht Club

and dragged him far from his bags, his surrealist books

to the true depths

outside the Mediterranean

beyond the lights of Tangier

in the middle of the Atlantic

under tons and tons of water

where the only living things are blind fish

colorless fish

in a place where colors don’t exist

only darkness

and life peculiar and impenetrable

as his disappearance without a note goodbye

without a body

facts that arouse the curiosity of Pellegrini

reader of crime novels and Latin American surrealist

but not that of Breton

who is occupied by

the literary apocalypse

A minor poet whose death is like the death

of Empedocles

or like an alien abduction

Let’s suppose that was precisely what

he wished to fake or to depict

But the foul waters of the port of Marseille

are not a volcano

and sooner or later his body

even if securely fastened to a 50-pound stone

would have been found

In ’40 or ’41, despite appearances

there wasn’t yet a perfect crime

And that’s the story, the mysterious disappearance

of a minor poet

(was his name Gui?
Gui Rosey?)

from the surrealist Parnassus

A poet dragged by the unknown currents of the sea

toward the Great Pit

the very one that stopped our hulk and our

young hearts, the grave

that feeds off poor retreating poets

and pure thoughts, the grave

that devours surrealists Belgian and Czech,

English, Danish, Dutch

Spanish and French, without

rest, innocently

Postscript
: We were
finally able to get away from those waters, but not from that seemingly endless
night.
Days later, at dawn, I had a revelation: the boat and the Pit were united by
a perpendicular line and they’d never be separated.

 

MI VIDA EN LOS TUBOS DE
SUPERVIVENCIA

Como era pigmeo y amarillo y de facciones agradables

Y como era listo y no estaba dispuesto a ser torturado

En un campo de trabajo o en una celda acolchada

Me metieron en el interior de este platillo volante

Y me dijeron vuela y encuentra tu destino, ¿pero qué

Destino iba a encontrar?
La maldita nave parecía

El holandés errante por los cielos del mundo, como si

Huir quisiera de mi minusvalía, de mi singular

Esqueleto: un escupitajo en la cara de la Religión,

Un hachazo de seda en la espalda de la Felicidad,

Sustento de la Moral y de la Ética, la escapada hacia

Adelante de mis hermanos verdugos y de mis hermanos desconocidos.

Todos finalmente humanos y curiosos, todos huérfanos y

Jugadores ciegos en el borde del abismo.
Pero todo eso

En el platillo volador no podía sino serme indiferente.

O lejano.
O secundario.
La mayor virtud de mi traidora especie

Es el valor, tal vez la única real, palpable hasta las lágrimas

Y los adioses.
Y valor era lo que yo demandaba encerrado en

El platillo, asombrando a los labradores y a los borrachos

Tirados en las acequias.
Valor invocaba mientras la maldita nave

Rielaba por guetos y parques que para un paseante

Serían enormes, pero que para mí sólo eran tatuajes sin sentido,

Palabras magnéticas e indescifrables, apenas un gesto

Insinuado bajo el manto de nutrias del planeta.

¿Es que me había convertido en Stefan Zweig y veía avanzar

A mi suicida?
Respecto a esto la frialdad de la nave

Era incontrovertible, sin embargo a veces soñaba

Con un país cálido, una terraza y un amor fiel y desesperado.

Las lágrimas que luego derramaba permanecían en la superficie

Del platillo durante días, testimonio no de mi dolor, sino de

Una suerte de poesía exaltada que cada vez más a menudo

Apretaba mi pecho, mis sienes y caderas.
Una terraza,

Un país cálido y un amor de grandes ojos fieles

Avanzando lentamente a través del sueño, mientras la nave

Dejaba estelas de fuego en la ignorancia de mis hermanos

Y en su inocencia.
Y una bola de luz éramos el platillo y yo

En las retinas de los pobres campesinos, una imagen perecedera

Que no diría jamás lo suficiente acerca de mi anhelo

Ni del misterio que era el principio y el final

De aquel incomprensible artefacto.
Así hasta la

Conclusión de mis días, sometido al arbitrio de los vientos,

Soñando a veces que el platillo se estrellaba en una serranía

De América y mi cadáver casi sin mácula surgía

Para ofrecerse al ojo de viejos montañeses e historiadores:

Un huevo en un nido de hierros retorcidos.
Soñando

Que el platillo y yo habíamos concluido la danza peripatética,

Nuestra pobre crítica de la Realidad, en una colisión indolora

Y anónima en alguno de los desiertos del planeta.
Muerte

Que no me traía el descanso, pues tras corromperse mi carne

Aún seguía soñando.

Other books

Cry of the Children by J.M. Gregson
Beyond Limits by Laura Griffin
Fort Larned by Randy D. Smith
The Evolution of Jane by Cathleen Schine
Aven's Dream by Alessa James
Horrid Henry's Underpants by Francesca Simon