Read El arte de la ventaja Online
Authors: Carlos Martín Pérez
Si tienes fe en algún proyecto, aprovecha esa fe, ya que este sentimiento tiene mucha fuerza y es cierto que mueve montañas. Aprende a escuchar en ti mismo esa voz casi inaudible e infalible que a todos nos aconseja siempre. Cultiva tu instinto y contrástalo con la razón. Hay ocasiones, en las que se pierde poco y se puede ganar mucho, que hay que seguir el instinto y lanzarse al estanque sin comprobar si hay agua. Si has de tener fe, tenla en ti mismo y no en cualquier creencia o religión que otros te han impuesto para controlarte mejor. De todas maneras, si esa fe en una religión o en un ideal te hace discurrir más seguro por la empinada senda de la vida, puedes mantener dichas creencias. Pero si has de rezar, además de rezar a tu fe, reza para ti mismo y a ti mismo: obra milagros.
En ocasiones tendrás que ceder en tus acciones y convicciones. Cada vez que lo hagas, tendrás presente que cedes un pie para ganar un paso. Ninguna retirada debe hacerse sin la idea de un mayor y posterior progreso. Nunca hay que actuar de forma totalmente extraña a las tradiciones y costumbres de la sociedad en donde vives. Muchos siglos después de abandonar las cavernas, vivimos en una tribu: a las personas les incomoda el que se atreve a actuar de forma ajena a los ritos tribales. Las costumbres dan seguridad y comodidad, y aquel que se atreve a transgredirlas atenta contra su plácida estabilidad. Los hombres viven tranquilos si se les mantiene en las viejas formas de vida, nunca creen en lo nuevo hasta que adquieren una firme experiencia de ello. La naturaleza de la gente es muy poco constante porque resulta fácil convencerles de una cosa, pero es difícil mantenerlos convencidos. Todo el mundo teme los cambios, tú debes crearlos y vivir en ellos. La vida es continuo cambio, lo que no cambia está muerto. Debes elegir el ritmo de la vida y del cambio. Cuando obres así, guarda las formas, aparenta que todo marcha de acuerdo a lo que siempre ha sido; sólo tú conoces el último fin a donde se dirigen tus actos. Hay quien dice y obra de manera de “cambiar todo para que nada cambie”; tu obrarás cambiando todo sin que parezca que nada cambia.
Un pensamiento que no logre realizarse en su plenitud está inacabado. Este fenómeno genera emociones. Las emociones estorban a la acción. Cuando realices algo, no dejes que las emociones influyan. Una vez acabada la acción, debes dejar surgir las emociones. Estas son inevitables, son parte fundamental del ser humano. Hay que controlarlas de dos maneras: cuando actúes y cuando surjan. Si estás inmerso en la acción, debes anular las emociones o por lo menos reducidas a un nivel en el que no perjudique lo que hagas. Es imposible contener las emociones sin que surjan al exterior. Si así lo hicieras, al igual que el agua que llena un embalse, en algún momento romperían el muro que las contiene y saldrían desbordadas, en masa y sin control. Debes vaciar el agua acumulada poco a poco, siendo tú el que despacio y bajo tu control la liberas. Aprende a considerar que los pensamientos y las emociones son cosas, y trátalos como tales. Tú eres más que las ideas y las emociones, eres el que las controla. Cuando ninguna emoción te altera, cuando ni el amor, ni el odio, ni el temor, ni la pasión, ni la ira, ni la felicidad logra penetrar en ti, entonces el pensamiento discurre con claridad y estás centrado.
Cuando aparecen las emociones, pero estás cerca del estado anterior, te encuentras en armonía y las emociones no suelen ser un estorbo para tus acciones. Es importante meditar y entender todo este proceso.
Naturalmente, hay que saber cómo manejar los pensamientos y emociones de los demás, así como evitar que alguien lo haga con los tuyos. En toda relación humana es inevitable que este fenómeno ocurra, debes tenerlo en cuenta y aprovechar esta circunstancia. Cuida y vigila tus pensamientos y tus emociones. Tu mente es sólo un instrumento, y a la vez es una herramienta muy fina y delicada; es tu mejor arma, debes tenerla constantemente afilada y presta a su uso. La mente puede ser tu mejor aliada o tu más enconado enemigo; tú eliges. Ganar o perder son la misma cosa, es humano entender que se prefiere la ganancia a la pérdida. En la ganancia contrastas que tus capacidades y conocimientos son adecuados y no sólo válidos en el reino de la teoría. En la pérdida aprendes qué has hecho mal, cuáles son tus errores y cómo debes corregirlos. En los dos casos aprendes y en los dos casos influye la suerte, buena o mala. No confundas la buena suerte con creer ser muy hábil, ni la mala suerte con pensar que eres incompetente. El primer caso te traerá una confianza infundada que te acarreará desastres futuros y el segundo te puede hacer pensar que no eres capaz de acometer cualquier empresa razonablemente realizable, impidiendo en el futuro la perfecta ejecución de cualquier acción. La buena suerte tiene sus reglas; no todo son casualidades para la persona inteligente; el esfuerzo te puede ayudar para obtener la buena suerte. Si bien lo piensas, no hay otro camino sino el de la inteligencia y la prudencia, porque no hay más buena ni mala suerte que la prudencia o la imprudencia. Tantea tu suerte para actuar. Es un gran arte saber dirigir la suerte, esperándola u obteniéndola. Pero su comportamiento es tan anómalo que nunca podrás entenderla del todo. Si la encuentras favorable, prosigue con atrevimiento, pues la suerte suele apasionarse por los audaces. La sabiduría y la prudencia de nada sirven si no se presenta una ocasión propicia; los buenos arados nada pueden por sí solos si no se presenta una estación favorable. De lo que el destino y la buena o mala suerte te depare, casi siempre podrás salir airoso. Tómalo como una prueba de la que sacarás enseñanzas. Las desgracias o venturas sólo llegan cuando las hemos buscado con nuestros actos y sólo uno mismo puede enmendarlas. Cuando el destino nos envía calamidades, podemos superarlas; cuando las hemos buscado nosotros mismos, sucumbiremos ante ellas. Aquel que está siempre embriagado, por drogas o por el triunfo, está cegado y es él mismo el que crea esta situación. De él depende el evitar y superar este estado mental.
La muerte de un ser querido la manda el destino, y al ser su origen ajeno al que sufre la pérdida, se suele poder superar. Por lo tanto, serás muy cuidadoso con las situaciones que crees, pues serás esclavo de ellas. Porque lograr dominar estas situaciones es tener poder.
Puedes entender el poder de varias maneras. Hacia fuera de ti y enfocado a los demás es la capacidad de que otras voluntades se sometan a la tuya. En este caso, el máximo poder lo tiene quien todo lo impone sin imponer nada. Es sabio quien vence sin lucha. Otra cara del poder es la aptitud de lograr convertir todas tus ideas en hechos. También se puede entender como un dominio sobre uno mismo, pues el que se domina a sí mismo no hay nada que no pueda hacer. Ese es el verdadero poder en estado puro. Normalmente aparecerán las dos formas de poder, y casi siempre incompletas, ya que es extraño que se consiga ejercer en su totalidad.
Para lograr concluir con éxito cualquier asunto, hay que querer lograrlo con intensa fuerza, hay que saber cómo hacerlo y hay que poder hacerlo, tener libertad para poder actuar.
Querer, saber y poder. Si falla cualquiera de estas condiciones, estás asegurando el fracaso y tú no quieres que eso ocurra.
Querer es tener la firme voluntad de lograr el objetivo propuesto. Implica fe en uno mismo, convencimiento de que es posible, deseable y realizable la empresa propuesta. Más hace el que quiere que el que puede. Saber es adquirir o conocer cómo usar los conocimientos que tenemos para conducir nuestras actividades hacia donde nos interese. Debes siempre preocuparte en tener conocimientos sobre todas las actividades que realices. Nadie intenta domar una fiera sin saber cómo se hace, te destrozaría. Poder hacer algo quiere decir que ninguna circunstancia o voluntad ajena estorbará tus acciones. Siempre debes conservar la capacidad de poder hacer lo que te propones y si estás enfrentado a alguien, negarle o interferirle esta necesidad, pues en verdad, es una necesidad.
Para precaverte de las acciones que contra ti puedan hacer tanto las personas como el azar en general, debes tener una seguridad. Consiste adoptar un dispositivo que permita hacer frente con unas razonables garantías de éxito a cualquier agresión exterior a tus planes y acciones previstas o en curso.
Así mismo siempre debes quebrar la seguridad de tus adversarios. Esto se puede hacer mientras están planificando, preparándose para actuar o mientras actúan. Hay que atacar la mente del adversario y frustrar sus planes, esa es la mayor seguridad para ti y un gran quebranto para el competidor. Frustra sus planes, rompe sus alianzas, ataca antes de que esté preparado, antes de que esté seguro. Evita que te lo hagan a ti.
También debes buscar la sorpresa en todas las acciones que realices en tu vida. Por sorpresa se entiende el emplear medios o métodos desconocidos por el resto de las personas o emplearlos en el lugar o momento más inesperados. Responder a una forma con una forma es franqueza, responder sin forma a la forma es sorpresa. Empleándola causarás grata impresión en seres queridos y en aliados; y sorprendiendo a tus adversarios o competidores lograrás gran ventaja sobre ellos. Es un estado de tu mente, piensa de manera totalmente diferente a como lo hacen los demás y la forma de lograr la sorpresa aparecerá de forma clara en tu pensamiento. Utiliza medios que ya nadie usa y empléalos de una forma que nadie haya empleado. Emplear el mismo tipo de estratagema que tu adversario es lo último que éste espera. El mismo tipo de sorpresa se puede emplear como máximo dos veces, después dejará de ser sorpresa. Elige el momento más inoportuno, el lugar más inesperado, los medios más increíbles y la sorpresa será total. Emplea la seguridad para protegerte de las sorpresas que el destino o tus competidores puedan lanzar contra tus acciones y planes.
Mide tus fuerzas cuando las emplees, no las agotes todas en una sola acción, ya que pueden hacer falta en sucesivas actividades o para responder a imprevistos. Sé comedido en el uso de tus medios, aprende a conseguir objetivos con las fuerzas justas, dosifícate. Poco mérito tiene conseguir algo si tienes gran abundancia de medios para lograrlo. Aumentará tu prestigio el ser capaz de lograr cualquier cosa con escasos medios. La maestría en medir tus fuerzas es emplear las de otros en provecho propio, hacer que el adversario se destruya a sí mismo, hacer que los demás hagan las cosas por ti. Así te mantienes fresco y renovado mientras los demás se desgastan.
Tus competidores buscarán siempre que realices acciones que con gran gasto de fuerzas no te hagan obtener grandes resultados. Querrán que te agotes, que te esfuerces sin lograr nada. Sabrás evitarlo y hacer que sean ellos los que padezcan en un estéril desierto sin medios ni resultados. Esto requiere práctica e inteligencia.
En el momento y lugar decisivos para la consecución de un objetivo hay que concentrar las fuerzas que se disponen, como una lente que enfoca los rayos del sol en un solo punto. Hay que saber elegir el momento, el lugar y la cantidad de fuerza a concentrar. Por el contrario, conviene dividir las fuerzas adversarias para que no lleguen a concentrar sus medios. Una vez divididas, puedes lanzar tus medios, que serán superiores, contra una parte de los competidores que será derrotada con facilidad. Busca el punto débil de las cosas o de las personas y aplica ahí una fuerza concentrada, esto te hará invencible. De esta forma, una pequeña fuerza puede vencer a cualquier fuerza superior. Cuídate que el enemigo no te haga lo mismo. En muchas ocasiones conviene que nadie sepa cuál es tu fuerza ni cómo está dispuesta, así nadie sabrá dónde concentrar las suyas para causarte daño.
Una vez que empieces a cosechar éxitos, mantendrás el impulso de las primeras acciones para beneficiarte de la disminución, ya conseguida, de las fuerzas del adversario o para anular y desequilibrar sus posibilidades de acción o reacción. Cualquier éxito parcial debe ser rentabilizado. En cualquier aspecto de la vida hay que aprovechar las oportunidades y exprimirlas hasta la última gota. Una vez aprovechada la ocasión hasta su totalidad, debes parar y reorganizarte, ya que el esfuerzo habrá debilitado tus capacidades y serás vulnerable. Ten cuidado con los cebos que te puedan tender, sé precavido y piensa en la seguridad sin dejar de ser osado. Si tienes la certeza que con tus acciones el objetivo está maduro para ser tomado, echa el resto de tus fuerzas y cógelo. No empieces a celebrar el éxito hasta que no esté totalmente en tus manos, siempre se puede escapar en el último momento y pareciendo que ibas a tenerlo todo, al final todo lo pierdes. Sé tan cuidadoso al principio como al final y nada te sucederá. Es un chasco frecuente ver que todo lo que recibe muchos elogios antes de que ocurra no llegue después a la altura esperada. Lo real nunca puede alcanzar a lo imaginado, porque imaginarse las perfecciones es fácil, pero es muy difícil conseguirlas. Presta atención a los finales: pondrás más cuidado en un final feliz que en una aplaudida entrada. Es frecuente que los afortunados tengan muy favorables comienzos y muy trágicos finales.
Cuando hagas planes, éstos deben ser sencillos. Cuanto más complicado es el desarrollo de una idea, más probabilidades hay de que falle. Piensa que en el mundo de las ideas todo es posible, pero el choque con la realidad hace que todos los planes se deshagan por el motivo más inesperado. Hay que tener la mente flexible para adaptarse a cambios repentinos de la situación. Para estas contingencias debes tener preparadas soluciones alternativas para hacer frente a cualquier incidencia.
Debes tener una reserva de medios para poderla aplicar en socorro de cualquier eventualidad. Y es recomendable tener una segunda reserva para asegurarse el éxito y rematar totalmente los planes previstos. Ten en cuenta que una vez empleada la reserva, es muy difícil, si no imposible el recuperarla. Elegir el momento y lugar de su empleo es una difícil decisión en la que a veces arriesgas todo lo que está en juego. Piensa que la reserva de medios es la única forma de influir en los acontecimientos una vez que has hecho planes y los estás ejecutando. Esto debe ser cuidadosamente meditado.
Cualquier actividad que realices en tu vida debe atenerse a estas normas, no seguirlas puede llevarte al infortunio y al desastre. Puedes emplearlas para la realización de cualquier empresa; o para contender contra uno o varios adversarios. A partir de ahora, lo que se explique sobre conflictos entre personas o grupos, también lo puedes usar en cualquier aspecto de tu vida. Cuando realizamos cualquier acción es inevitable el choque con intereses ajenos. Entonces se produce el conflicto y es necesario saber cómo desenvolverse. Conociéndote a ti mismo, conociendo al adversario y conociendo lo que hay que hacer, no hay nada que temer; el éxito será tuyo. Si sólo te conoces a ti mismo, pero no al adversario, tus garantías de éxito se reducen a la mitad. Y si no te conoces a ti mismo ni al enemigo, la derrota está asegurada, salvo que el enemigo sea tan tonto como tú. Y el enemigo no es tonto, tenlo presente, pues tú le estás haciendo listo, tú le estás enseñando poniéndole a prueba. Aunque no estés en conflicto con nadie, tendrás previstos planes por si fuera necesario actuar. Además, te servirán para adiestrar tu mente en el momento en que tengas que entrar en acción.