Authors: Dan Simmons
Al contemplar la llamarada filtrada de los motores de fusión de proa en su monitor de video, Mahnmut intentó relacionar la imagen del Marcel Proust histórico (un hombre que se pasó en cama los tres últimos años de su vida, en su famosa habitación forrada de corcho, rodeado de galeradas que llegaban constantemente, viejos manuscritos y botellas de pociones adictivas, recibiendo ocasionalmente visitas de un prostituto y de los trabajadores que montaban uno de los primeros teléfonos sin operadora de París) con el Marcel-narrador de la agotadora obra de percepción que era
En busca del tiempo perdido
. Los recuerdos de Mahnmut eran prodigiosos: podía recuperar el callejero de París en 1921, descargar cada fotografía y dibujo o pintura jamás hechos por Proust, contemplar el Vermeer que hizo que el personaje de Proust se desmayara, cotejar cada personaje de los libros con cada ser humano real que Proust había llegado a conocer... pero nada de todo esto le ayudaba mucho a comprender la obra. El arte humano, Mahnmut lo sabía, simplemente trascendía a los seres humanos.
Cuatro caminos secretos a la verdad del enigma de la vida, había dicho Orphu. El primero (la obsesión de los personajes de Proust con la nobleza, la aristocracia, con los estratos superiores de la sociedad) era obviamente un callejón sin salida. Mahnmut no tenía que abrirse paso a través de tres mil páginas de cenas como había hecho el protagonista de Proust para darse cuenta de eso.
El segundo, la idea del amor como la clave al enigma de la vida, fascinaba a Mahnmut. Ciertamente, Proust (como Shakespeare pero de una manera completamente distinta) había intentado explorar todas las facetas del amor humano (heterosexual, homosexual, bisexual, familiar, colegial, interpersonal), además del amor por los lugares y las cosas y la vida misma. Y Mahnmut había tenido que estar de acuerdo con el análisis de Orphu de que Proust había rechazado el amor como verdadera vía hacia una comprensión más profunda.
El tercer camino para Marcel había sido el arte (el arte y la música) pero aunque eso había llevado a Marcel a la belleza, no le había llevado a la verdad.
¿Cuál es el cuarto camino? Y si les falló a los héroes de Proust, ¿cuál era el verdadero camino entre las páginas y detrás de ellas, desconocido para los personajes pero quizás entrevisto por el propio Proust?
Todo lo que Mahnmut tenía que hacer para averiguarlo era abrir la línea con Orphu. Perdidos quizás en sus propios pensamientos, los dos amigos se habían comunicado muy poco durante aquel último día de deceleración.
Me lo dirá más tarde
, pensó Mahnmut.
Y tal vez para entonces lo captaré yo mismo... y veré si tiene relación con el análisis de Shakespeare de lo que hay más allá del amor
. Ciertamente el bardo había rechazado el amor sentimental y el romántico y el físico al final de los sonetos.
Los motores de fusión dejaron de rugir. La liberación de la alta-g y el ruido y la vibración transmitidos por el casco fueron algo aterrador.
Inmediatamente los esféricos motores de fuel fueron expulsados, alejados de la trayectoria de la nave por pequeños cohetes.
Liberando vela y solenoide
, dijo la voz de Orphu por la línea común. Mahnmut vio por varias señales de video del casco como esos componentes eran lanzados al espacio.
Mahnmut volvió al vídeo de proa. Marte era ya claramente visible, sólo a dieciocho millones de kilómetros por delante y bajo ellos. Ri Po proporcionó superposiciones de la trayectoria en la imagen. Su acercamiento parecía perfecto. Pequeños impulsores iónicos internos continuaban frenando la nave y preparándose para inyectarla en una órbita polar.
No hay registros de radar ni otros sensores durante nuestro descenso
, dijo Koros III:
Ningún intento de intercepción.
Mahnmut pensó que el ganimediano era muy digno pero que tendía a decir obviedades.
Recibimos datos a través de nuestros sensores pasivos
, dijo Ri Po.
Mahnmut comprobó los indicadores. Si hubieran estado aproximándose a, digamos, Europa, las pantallas habrían mostrado emisiones de radio, gravitónicas, de microondas y un puñado de otras emisiones relacionadas con la tecnología procedentes de la luna habitada por los moravecs. Marte no mostraba nada. Pero el mundo terraformado estaba sin duda habitado. El telescopio montado en la proa detectaba ya imágenes de las casas blancas del Monte Olympus, los tajos rectos y curvos de las carreteras, las cabezas de piedra alineadas a la orilla del Mar del Norte, e incluso algunos atisbos de movimiento y actividad individuales, pero no tráfico radiado, ni ningún relé de microondas, ni firmas electromagnéticas propias de una civilización tecnológica. Mahnmut recordó la expresión que Ri Po había utilizado:
¿Sabios idiotas?
Preparados para entrar en la órbita de Marte dentro de dieciséis horas
, anunció Koros.
Observaremos desde la órbita durante otras veinticuatro horas. Mahnmut, prepara tu sumergible para ignición deorbital dentro de treinta horas.
Si
, dijo Mahnmut por la línea común, reprimiendo el impulso de decir «señor».
Marte pareció bastante tranquilo durante la mayor parte de las veinticuatro horas que estuvieron en órbita polar a su alrededor.
Había seres artificiales en el Cráter Stickney, en Fobos, (máquinas mineras, lo que quedaba de un acelerador magnético, domos rotos y exploradores robóticos) pero estaban fríos y polvorientos y ajados y tenían más de tres mil años de antigüedad. Quien había terraformado Marte en el último siglo no tenía nada que ver con los antiguos artefactos de la luna interior.
Mahnmut había visto imágenes de Marte cuando era el Planeta Rojo (aunque siempre le había parecido más naranja que rojo), pero ya no era rojizo-anaranjado. Al pasar sobre el polo norte, la vista telescópica ofrecía imágenes de hasta un metro de longitud de lo que quedaba del casquete polar: sólo un charco de agua helada, una isla blanca en el azul Mar del Norte.
Espirales de nubes se movían sobre el océano que cubría más de la mitad del hemisferio norte. Las tierras altas eran todavía anaranjadas y la mayor parte de las masas de tierra eran marrones, pero el sorprendente verde de los bosques y prados era visible sin necesidad de recurrir al telescopio.
Nada ni nadie desafió la nave: no hubo llamadas de radio, ni búsqueda o adquisición de radar, ningún tensorrayo ni láser ni sonda de neutrinos modulados. A medida que los tensos minutos se convertían en largas horas de silencio, los cuatro moravecs contemplaron las imágenes y se prepararon para el descenso de
La Dama Oscura
.
Obviamente había vida en Marte: vida humana o posthumana, por su aspecto, junto con la de otra especie al menos: los movedores de cabezas de piedra, posiblemente humanos, pero bajos y verdes en las fotos del telescopio. Navíos de blancas velas se movían a lo largo de la costa norte y por los cañones llenos de agua del Valle Marineris, pero no eran muchos. Unas cuantas velas más eran visibles en el cráter que formaba el mar que antes había sido la Planicie de Helias. Había claros signos de habitabilidad en el Monte Olympus, y al menos una escalera de alta tecnología movedora de personas o un ascensor a lo largo de los flancos de ese volcán, y fotografías de media docena de máquinas voladoras cerca de la caldera de la cima del Olympus, y unos cuantos atisbos de unas casas blancas y jardines en las altas laderas de los volcanes de Tharsis —Monte Ascraeus, Monte Pavonis y Monte Arsia—, pero ningún signo de una extensa civilización planetaria por el momento. Koros III anunció por la línea común que calculaba que no vivían más de tres mil personas de pálido aspecto humano en los cuatro volcanes, junto con tal vez veinte mil trabajadores verdes congregados en diez ciudades a lo largo de las costas.
La mayor parte de Marte estaba vacía. Terraformada pero vacía.
Difícilmente puede ser un peligro para todas las formas de vida sentientes del sistema solar entonces, ¿no?
, preguntó Orphu de Io.
Fue Ri Po quien respondió:
Mira el planeta a través del mapa cuántico
.
—Dios mío —dijo Mahnmut en voz alta en su vacío nido-ambiente. Marte era un cegador destello rojo de actividad de cambio cuántico, con líneas de flujo que convergían en el volcán principal, el Monte Olympus.
¿Podrían los escasos vehículos voladores estar causando este caos cuántico?
, preguntó Orphu.
No se registran en el espectro electromagnético y desde luego no tiene impulsión química
.
No
, dijo Koros III.
Aunque las pocas máquinas voladoras entran y salen del flujo cuántico, no lo generan. O al menos no son su fuente primaria
.
Mahnmut contempló un minuto más el extraño mapa cuántico superpuesto antes de aventurar una sugerencia a la que llevaba días dándole vueltas.
¿Tendría sentido
contactar con ellos a través de la radio o por otro medio? ¿Aterrizar abiertamente en el Monte Olympus? ¿Ir como amigos en vez de como espías?
Hemos considerado ese curso de acción
, dijo Koros.
Pero la actividad cuántica es tan intensa que consideramos imperativo recopilar más información antes de revelarnos
.
Recopilar información y llevar estas armas de destrucción masiva lo más cerca posible del volcán
, pensó Mahnmut con cierta amargura. Nunca había querido ser soldado. Los moravecs no estaban diseñados para combatir y la idea de matar a seres sentientes luchaba con una programación tan vieja como su especie.
De todas formas, Mahnmut preparó a
La Dama Oscura
para el descenso. Puso el sumergible en energía interna y separó todos los umbilicales de soporte vital de la nave, permaneciendo conectado sólo a través de los cables de comunicación que serían cortados cuando salieran de la bodega. El sumergible había sido envuelto en ultrasilencio y un pak-reactor de impulsores rodeaba la proa y la popa del sub; Koros III controlaría los impulsores durante la fase de entrada y luego los expulsaría. Por último, un círculo de paracaídas que frenaría su caída después de la reentrada, también controlado y expulsado por Koros III. Sólo después de llegar al océano guiaría Mahnmut su sumergible.
Preparado para bajar al sumergible
, dijo Koros III desde la cubierta de control.
Permiso para subir a bordo concedido
, repuso Mahnmut, aunque su comandante titular no había pedido permiso alguno. No era europano y desconocía el protocolo. Mahnmut vio la advertencia de que las puertas de la bodega de la nave se abrían y exponían
La Dama Oscura
de nuevo al espacio para que Koros pudiera hacer la transferencia por medio del cable guía.
Mahnmut conectó el enlace de vídeo del casco donde se alojaba Orphu. El ioniano advirtió la atención.
Adiós por un tiempo amigo mío
, dijo Orphu.
Volveremos a vernos
.
Eso espero
, dijo Mahnmut. Abrió la compuerta inferior del sumergible y se preparó para hacer volar los últimos cables comunicadores.
Esperad
, dijo Ri Po.
Algo se acerca desde el borde del planeta
.
El vídeo de la sala de control mostró a Koros III apartándose de la compuerta que acababa de abrir y regresando a los instrumentos. Mahnmut apartó el dedo del botón que armaba la pirotecnia de la línea de comunicación.
Algo se aproximaba desde Marte. En aquel momento era sólo un
blip
en el radar. El telescopio de proa giró para captarlo.
Debe haber sido lanzado desde el Olympus mientras estábamos fuera de la línea de visión
, dijo Orphu.
Ahora nos sigue
, dijo Ri Po.
Mahnmut siguió las frecuencias mientras su nave empezaba a llamar. El
blip
no contestó.
¿Veis eso?
, preguntó Koros III.
Mahnmut lo veía. El objeto tenía menos de dos metros de longitud: era un carro abierto sin caballos y rodeado por un brillante campo de fuerza. Había dos humanoides en el vehículo abierto, un hombre y una mujer, la hembra al parecer lo guiaba y el varón, más alto, simplemente estaba allí de pie, mirando hacia delante como si pudiera ver la nave envuelta en invisibilidad a unos ocho mil kilómetros de distancia. La mujer era alta y regia y rubia; el hombre tenía el pelo gris corto y una barba blanca.
La risa de Orphu estremeció la línea común.
Se parece a las imágenes de Dios
, dijo.
No sé quién es su novia
.
Como si oyera este insulto, el hombre de la barba gris alzó el brazo.
La imagen de vídeo destelló y murió en el mismo instante en que Mahnmut fue lanzado contra las correas de su sillón de alta-g. Sintió que la nave se estremecía dos veces, terriblemente, y luego empezaba a girar salvajemente mientras las fuerzas centrífugas lo arrojaban con fuerza a la derecha primero, hacia arriba después y por último hacia la izquierda.
¿Está bien todo el mundo?
, gritó por todas las líneas.
¿Podéis oírme?
Durante varios mareantes segundos la única respuesta fue el silencio y el ruido de la línea. Luego la tranquila voz de Orphu llegó a través del rugido de la estática.
Puedo oírte, amigo mío
.
¿Estás bien? ¿Está bien la nave? ¿Les hemos disparado?
Estoy dañado y cegado
, dijo Orphu mientras la estática siseaba y chisporroteaba.
Pero he visto lo sucedido antes de que la explosión me cegara. No les hemos disparado, pero la nave está... medio destruida, Mahnmut.
¿Medio destruida?
, repitió Mahnmut estúpidamente.
¿Qué...?
Una especie de lanza de energía. La sala de control... Koros y Ri Po... muertos. Desintegrados. Toda la proa destruida. La cubierta superior dañada. La nave gira dos veces por segundo y empieza a quebrarse. Mi propio caparazón se ha resquebrajado. Mis jets de reacción han desaparecido. La mayoría de mis manipuladores también. Estoy perdiendo energía e integridad en la coraza. Aparta el sumergible de la nave... ¡rápido!
¡No sé cómo!
, gritó Mahnmut.
Koros tenía el subsistema de control. Yo no sé...
De repente la nave se estremeció de nuevo y las líneas de vídeo y comunicación se cortaron por completo. Mahnmut oyó un violento siseo a través el casco y advirtió que era la nave separándose de él. Conectó las cámaras del sumergible y vio sólo brillo de plasma por todas partes.