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Authors: Desmond Morris

Tags: #GusiX, Ensayo, Ciencia

Observe a su gato (10 page)

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¿Cómo emplea un gato sus bigotes?

Los bigotes son sensores que le permiten al gato saber si un hueco es lo suficientemente amplio como para pasar a través de él. Pero la respuesta es mucho más complicada y más notable. Además de su obvio papel como pelos sensibles al tacto, operan también como detectores de las corrientes de aire. Mientras el gato avanza en la oscuridad necesita maniobrar para pasar ante objetos sólidos sin tocarlos. Cada objeto al que se aproxima origina leves remolinos de aire, diminutas perturbaciones en las corrientes de aire, y los bigotes del gato son tan asombrosamente sensibles que pueden leer esos cambios en el aire y responder a la presencia de objetos sólidos sin ni siquiera tocarlos.

Los bigotes son especialmente importantes —incluso vitales— cuando el gato caza de noche. Conocemos esto por las observaciones siguientes: un gato con bigotes en perfecto estado puede matar limpiamente tanto a la luz del día como en la oscuridad. Un gato con los bigotes deteriorados puede matar con limpieza sólo de día, en la oscuridad enfoca mal el mordisco fatal y hunde los dientes en una parte errónea del cuerpo de la presa. Esto significa que en la oscuridad, cuando es imposible la visión exacta, unos bigotes saludables son capaces de actuar como un sistema de guía altamente sensible. El gato posee una asombrosa habilidad para comprobar el contorno del cuerpo de la víctima y dirigir el mordisco al cogote del desgraciado animal. De alguna forma las puntas de los bigotes «leen» los detalles de la silueta de la presa, al igual que un ciego lee en Braille, y en un instante le dicen al gato cómo debe reaccionar. Fotografías de gatos llevando un ratón en la boca después de cazarlo revelaron que los bigotes estaban casi enrollados en torno al cuerpo del roedor, transmitiendo información al menor movimiento, por si la presa seguía aún viva. Dado que el gato es por naturaleza predominantemente un cazador nocturno, sus bigotes resultan claramente cruciales para su supervivencia.

Anatómicamente, los bigotes son unos pelos muy alargados y rígidos que tienen dos veces el grosor de los pelos ordinarios. Se hallan en el tejido del labio superior hasta una profundidad tres veces superior a la de los otros pelos y están provistos de una masa de terminaciones nerviosas que transmiten la información de cualquier contacto que realicen o cualquier cambio en la presión del aire. Como promedio, el gato tiene veinticuatro pelos en el bigote, doce a cada lado de la nariz, dispuestos en cuatro hileras horizontales. Puede moverlos hacia delante, cuando el gato investiga, amenaza o comprueba algo, y hacia atrás, cuando se halla a la defensiva o evita de forma deliberada tocar algo. Las dos hileras superiores las puede mover independientemente de las dos de abajo, y los pelos más fuertes se encuentran en la segunda y en la tercera hileras.

Científicamente, los bigotes se llaman vibrase, de las que posee un número en otras partes de su cuerpo: en las mejilla, por encima de los ojos, en el mentón y, sorprendentemente, en la parte posterior de las patas delanteras. Todas son detectoras sensibles del movimiento, pero son los excesivamente largos bigotes los que constituyen con mucho las vibrissae más importantes, por eso cuando decimos que algo es tan importante «como los bigotes del gato», nos referimos a que se trata de una cosa más bien especial.

¿Por qué los ojos del gato relucen en la oscuridad?

Pues porque poseen un mecanismo de ampliación de imagen en la parte posterior de los ojos. Se trata de una capa que refleja la luz llamada tapetum lucidum (que literalmente significa, «alfombra brillante»), que actúa como un espejo detrás de la retina, reflejando la luz hacia las células retinianas. Con todo esto, el gato puede utilizar la menor cantidad de luz que entra por sus ojos. Con los nuestros absorbemos mucha menos luz de la que entra en ellos. A causa de esta diferencia, los gatos localizan movimientos y objetos en la semioscuridad que resultarían por completo invisibles para nosotros.

A pesar de esta eficiente habilidad nocturna, no es cierto que los gatos pueden ver en una oscuridad total, como algunas personas parecen creer. En una noche negra como boca de lobo, pueden guiarse por el sonido, el olor y la sensibilidad de sus asombrosos bigotes, no por la vista.

¿Por qué los ojos de los gatos se contraen en una abertura vertical?

Reducir las pupilas a una raja, en vez de hacerlo a pequeños círculos, proporciona al gato un control más refinado de la cantidad de luz que entra por los ojos. Para un animal con ojos lo suficientemente sensibles como para ver con muy escasa luz es importante no deslumbrarse por la brillante luz solar, y el estrechamiento de las pupilas en estrecha raja proporciona una mayor y más exacta habilidad para reducir la cantidad de luz. La razón de que los gatos tengan aberturas verticales en vez de horizontales es que pueden usar el cierre de los párpados para reducir aún más la cantidad de luz. Con esas dos aberturas —la vertical de la pupila y la horizontal de los párpados funcionando en ángulos rectos uno respecto del otro— el ojo del felino posee la posibilidad de realizar un ajuste más delicado que cualquier otro animal, cuando se enfrentan con lo que, de otro modo, sería una luz cegadora.

La confirmación de que es la sensibilidad nocturna de los ojos del gato la que está relacionada con esa contracción vertical de las pupilas, se encuentra en la observación de que los leones, que son cazadores diurnos, poseen ojos que se contraen, como los nuestros, en puntitos circulares.

¿Pueden los gatos ver los colores?

Sí, pero más bien pobremente, ésta es la respuesta.

Durante la primera mitad de nuestro siglo, los científicos estaban convencidos de que los gatos eran por completo ciegos a los colores, y una autoridad reelaboró el dicho popular de esta forma: «Tanto de día como de noche, todos los gatos son pardos». Ésta fue la actitud que prevaleció en los años cuarenta, pero durante las últimas décadas, se llevaron a cabo investigaciones más cuidadosas y ahora se sabe mejor que los gatos pueden distinguir entre ciertos colores, pero no, al parecer, con demasiada finura.

La razón de que los primeros experimentos fracasaran en revelar la existencia de la visión del color en los felinos fue porque, en pruebas de discriminación, los gatos captaron con rapidez las sutiles diferencias en el grado de grises, y se negaron a abandonar esas pistas cuando se les presentaron dos grises exactamente iguales. Por lo tanto, las pruebas dieron resultados negativos. Empleando unos métodos más sofisticados, estudios recientes han sido capaces de probar que los gatos distinguen entre el rojo y el verde, el rojo y el azul, el rojo y el gris, el verde y el azul, el verde y el gris, el azul y el gris, el amarillo y el azul, y el amarillo y el gris.

Aún sigue en discusión si pueden distinguir entre otros pares de colores. Por ejemplo, una conocida autoridad en la materia cree que también pueden expresar la diferencia entre el rojo y el amarillo, pero otros no son de la misma opinión.

Sean cuales fueren los resultados finales de esas investigaciones, una cosa es segura: el color no es relevante en las vidas de los gatos, como lo es en las nuestras. Sus ojos están mucho más afinados para ver con escasa luz, donde necesitan sólo una sexta parte de la luz para captar los mismos detalles de movimiento y forma en relación a nosotros.

¿Cómo se las arregla una gata para cuidar a sus gatitos recién nacidos?

Al final del período de gestación, que dura nueve semanas, la gata preñada se inquieta y busca a su alrededor una madriguera o nido adecuados para parir a sus gatitos.

Busca algo tranquilo, algo privado y seco. En casa, emanan extraños ruidos de los armarios y de los escondrijos mientras la gata comprueba la gran variedad de lugares adecuados. De repente, tras una voracidad cada vez mayor su hambre se desvanece y rehúsa los alimentos, lo cual significa que el momento del nacimiento es ya inminente, que tal vez ya sólo queden unas pocas horas para el alumbramiento. En este momento desaparece y se dedica al serio asunto de traer al mundo una camada de gatitos.

Algunas gatas odian cualquier interferencia en este estadio, y las sobresalta que les presten demasiada atención. Otras —por lo general las que no han tenido demasiada intimidad en la casa— no parecen preocuparse ni en un sentido ni en otro. Las más despreocupadas se prestarán a que las trasladen a una caja especialmente preparada para el parto, con un lecho suave y cálido y de fácil accesibilidad para el ama de casa. Otras gatas rehúsan tercamente los mejores lechos que se les ofrezcan y desaparecen en el armario de los zapatos o en otro lugar parecido, íntimo y oscuro.

Normalmente el parto es un proceso largo para la gata.

Con una camada típica de cinco gatitos, por ejemplo, y con un intervalo típico de treinta minutos de media entre gatito y gatito, todo el proceso dura dos horas, después de las cuales tanto la gata como sus crías se encuentran exhaustos. Algunas gatas paren mucho más de prisa —a un gatito por minuto— pero se trata de algo raro. Otras pueden tardar hasta una hora entre un gatito y el siguiente, pero tampoco es corriente. El intervalo típico de más o menos media hora no es ninguna casualidad. Le proporciona a la madre el tiempo suficiente para atender a un gatito antes de que llegue el siguiente.

La atención que dedica a los recién nacidos consta de tres fases principales: eliminar el saco amniótico que recubre al gatito al salir al mundo, dedicar su atención a la limpieza de la nariz y la boca del recién nacido, permitiéndole llevar a cabo su primera respiración, y, una vez concluido este estadio crucial, limpiarlo por completo, mordiendo el cordón umbilical y comiéndoselo hasta llegar a unos dos centímetros y medio de la barriga del gatito. Deja un pequeño muñón, que acabará secándose y se caerá por sí mismo.

Luego se come la placenta, lo que le proporciona una valiosa alimentación para ayudarla en las largas horas de atención total a los gatitos durante el primer día de vida de los mininos. Después de esto, lame por completo al gatito, ayudándole a secarse el pelaje, y a continuación descansa.

Pronto aparecerá la nueva cría y habrá que repetir todo el proceso. Si se cansa demasiado, al final de una camada inusualmente grande, el penúltimo y el último gatito serán ignorados y los dejará morir, pero la mayoría de las gatas son unas parteras asombrosamente buenas y no necesitan ayuda de sus dueños.

A medida que los gatitos se recuperan del trauma del nacimiento, empiezan a moverse en busca de una tetita. El primer alimento del que disfrutan es vitalmente importante porque les inmuniza contra las enfermedades. Antes de que la gata produzca una leche nutritiva, la madre segrega una primera leche llamada calostro, muy rica en anticuerpos que proporciona a los gatitos una ventaja inmediata en su futura lucha por evitar las enfermedades infantiles. También es rica en proteínas y minerales. La producción dura unos cuantos días, antes de que la gata madre comience a producir el suministro normal de leche.

¿Cómo evitan los gatitos pelearse cuando maman de la madre?

Unos días después del nacimiento cada gatito ha desarrollado ya su apego a una teta, que reconoce con facilidad. Por asombroso que parezca, esto es posible a causa de que cada pezón tiene un olor particular.

Conocemos este detalle porque si el propietario de la gata lava la región de la barriga de forma que elimine su fragancia natural, los gatitos fracasan en encontrar sus tetas favoritas. En vez de dirigirse a sus estaciones de servicio habituales, quedan desorientados por completo, reina la confusión y comienzan las peleas.

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