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Authors: Connie Willis

Tags: #Ciencia ficción

Oveja mansa (13 page)

BOOK: Oveja mansa
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—¿Está segura de que no puede convencer a Flip?

Cuando se marchó, empecé a leer la página 29, pero el conjunto no tenía más sentido que cuando faltaba; empezaba a sentirme vagamente irritada otra vez. Cogí una copia y fui a ver a Bennett a Biología.

Alicia estaba allí, cabeza con cabeza junto a Bennett ante el ordenador, pero él alzó la mirada inmediatamente y me sonrió.

—Hola —dijo—. Pasa.

—No, no importa. No pretendía interrumpir —contesté, sonriéndole a Alicia. Ella no me devolvió la sonrisa—. Sólo quería traerte un impreso completo. —Se lo tendí—. Había páginas de menos en el que repartió Flip.

—Incompetente —dijo él—. Incorregible. Incapacitada.

Alicia me miraba fijamente.

—«Interrumpidora» —dije—. Interrumpir es lo que yo estoy haciendo en vuestra reunión. Hablaré contigo más tarde —me dirigí hacia la puerta.

—No, espera. Te interesará esto. La doctora Turnbull me estaba hablando de su nuevo proyecto —miró a Alicia—. Cuéntale a la doctora Foster lo que has estado haciendo.

—He tomado los datos de todos los ganadores anteriores de la beca Niebnitz: disciplina científica, área de proyectos, trasfondo educativo...

Eso explicaba el tercer grado al que me había sometido el día anterior. Había estado tratando de decidir si yo encajaba en los parámetros, y por la mirada que me dirigía ahora, no me había clasificado.

—... edad, sexo, grupo étnico, filiación política. —Hizo pasar varías pantallas, y reconocí una tabla como aquella en la que estaba trabajando Shirl—. Estoy yendo hacia atrás para determinar las características relevantes y luego analizar las que constituyen el perfil del típico receptor de la beca Niebnitz y los criterios que el Comité de Becas Niebnitz aplica para hacer sus elecciones.

«Los criterios del comité serán la originalidad de pensamiento y la creatividad —pensé—Suponiendo que exista un comité.»

—Todavía no he completado el trabajo, pero ya se intuyen algunas pautas. —Hizo aparecer una página en pantalla—. La beca se da con un intervalo medio de uno coma nueve años de diferencia, pero las dos becas más cercanas que se han dado están a uno coma dos años, lo que significa que la beca no se concederá hasta mayo como muy pronto.

Eso no significaba nada, y se lo habría dicho, pero ella estaba ya lanzada.

—El reparto de los premios sigue una pauta cíclica; se conceden a instituciones académicas, laboratorios de investigación y compañías comerciales alternativamente. La siguiente beca será para una gran compañía, lo que nos da ventaja, y —cambió de página— hay una clara tendencia hacia los científicos situados al oeste del Misisipí, lo que también supone una ventaja para nosotros, y hacia las ciencias biológicas. No he determinado todavía el área específica, pero tendré esa parte del perfil mañana.

Todo lo cual sonaba sospechosamente a ciencia a la carta. Miré a Bennett para ver qué pensaba de todo aquello, pero él contemplaba la pantalla, abstraído, como si hubiera olvidado dónde estábamos.

Bueno, por supuesto que estaba interesado. ¿Por qué no iba a estarlo? De ganar la beca Niebnitz, podría volver al río Loue a trabajar en la teoría del caos y olvidarse de los impresos y de Flip y las incertidumbres de las subvenciones.

Excepto que la ciencia no funciona así. No puedes poner
handicaps
a los logros científicos significativos como si fueran un caballo de carreras.

Pero ésta no sería la primera vez que alguien se convencía de algo que no era cierto cuando había dinero de por medio. Miren la pasión por la bolsa de finales de los años veinte. O la locura por los tulipanes holandeses del siglo XVII. En 1634, el precio de los tulipanes más bonitos o más raros empezó a subir, y de repente todo el mundo (comerciantes, príncipes, campesinos, hermanos, hermanas, maridos, esposas), todos empezaron a comprar y vender bulbos como locos. Los precios se pusieron por las nubes, los especuladores hicieron fortunas de la mañana a la noche, y la gente empeñaba sus zapatos de madera y los diques para comprar un bulbo que costaba el sueldo de doce años. Y entonces, sin ningún motivo aparente, el mercado se colapso, y sucedió lo mismo que el 29 de octubre de 1929, sólo que sin ventanas de rascacielos para que los accionistas holandeses se lanzaran al vacío.

Por no mencionar las cartas en cadena, los planes piramidales y la explosión de terrenos en Florida.

—El otro factor que hay que tener en cuenta es el nombre de la beca —decía Alicia—. Niebnitz puede referirse a Ludwig Niebnitz, que fue un oscuro botánico del siglo XVIII, o a Karl Niebnitz von Drull, que vivió en la Bavaria del siglo XV. Si es Ludwig, eso explicaría la tendencia a la biología. Von Drull fue más famoso. Su campo era la alquimia.

—Tengo que irme —dije, poniéndome en pie—. Si voy a abandonar mi proyecto de modas para transmutar el plomo en oro, tengo que empezar a trabajar ya.

Me marché.

Bennett me siguió al pasillo.

—Gracias por traerme el impreso.

—Tenemos que permanecer unidos contra las fuerzas de Flip —dije yo—. ¿Has visto a su nueva ayudante?

—Sí, es magnífica. Me pregunto qué la empujó a aceptar un trabajo como éste.

—NlEBNITZ también podría ser un acrónimo —dijo Alicia desde la puerta—. En cuyo caso...

Aproveché la ocasión y volví a mi laboratorio.

Flip estaba allí, tecleando algo en mi ordenador.

—¿Cómo me describiría? —me preguntó.

Observé el laboratorio. Estaba inmaculado. Shirl había despejado las mesas y guardado todos mis recortes en clasificadores. Por orden alfabético.

«Como ineludible—pensé—. Impactante.»

—Inextricable —dije.

—Eso suena bien —dijo ella—. ¿Se escribe con
b
o con
v
?

El doctor Spock
(1945-1965)

Moda pediátrica basada en el libro del pediatra del mismo nombre,
Baby and Child Care
, así como en el creciente interés por la psicología y la fragmentación de la familia. Spock abogaba en su obra por una política más permisiva que la recomendada en los tratados pediátricos publicados con anterioridad; aconsejaba además flexibilidad de horarios para las comidas y atención al desarrollo infantil (consejo que muchos padres interpretaron, equivocadamente, como dejar que el niño hiciera lo que se le antojara). La moda pasó cuando la primera generación de niños educados según proponía el doctor Spock se convirtieron en adolescentes, se dejaron crecer el pelo hasta los hombros, y empezaron a hacer volar edificios de la administración.

El miércoles asistí a la fiesta de cumpleaños. Había previsto salir temprano y me estaba poniendo el abrigo cuando llegó Flip, con un corpiño de encaje y vaqueros decorados con cinta adhesiva, y me tendió una hoja de papel.

—No tengo tiempo para peticiones —dije.

—No es una petición —contestó ella, agitando el pelo—. Es un memorándum sobre los impresos de fondos.

El memorándum decía que había que entregar los impresos antes del veintitrés, cosa que ya sabía.

—Se supone que tiene que entregarme el impreso.

Asentí y se lo di.

—Lleva esto al laboratorio del doctor O'Reilly —dije, poniéndome los guantes.

Ella suspiró.

—Nunca está allí. Siempre está en el laboratorio de la doctora Turnbull.

—Entonces llévalo al laboratorio de la doctora Turnbull.

—Siempre están juntos. Él está completamente
pirado
por ella, ya sabe.

«No», pensé. No lo sabía.

—Siempre están sentados juntos ante el ordenador. No sé qué ve en él. Es completamente suarb —dijo Flip, tirando de la cinta adhesiva del dorso de su mano—. Tal vez consiga que tenga un aspecto menos pasado de moda.

«Y si lo hace —pensé irritada—, se acabó su principal característica, y yo nunca averiguaré por qué era inmune a las modas.»

—¿Qué significa «sofisticada»? —preguntó Flip.

—Cosmopolita, pero tú no lo eres —dije, y me marché a la fiesta. Había refrescado. Normalmente cae una gran nevada en octubre, y al parecer se avecinaba.

Cuando llegué, Gina estaba al borde del histerismo.

—No te creerás lo que Brittany dijo que quería después de que le dijera que no podía ser Barney —dijo, señalando los adornos, que eran de un rosa que no tenía ninguna relación con el posmoderno.

—¡Barbie! —gritó Brittany. Llevaba un vestido de la Sirenita y un pasador rosa encendido—. ¿Me has traído un regalo?

Las otras niñas llevaban todas delantales de Pocahontas excepto una linda rubita llamada Peyton, que llevaba un jersey del Rey León y zapatillas con luces.

—¿Estás casada? —me preguntó la madre de Peyton.

—No. Ella sacudió la cabeza.

—Demasiados tipos tienen un asunto hoy en día. Peyton, no vamos a abrir los regalos todavía.

—¿Estás saliendo con alguien? —preguntó la madre de Lindsay.

—Vamos a abrir los regalos más tarde, Brittany —dijo Gina—. Primero vamos a jugar a un juego. Bethany, es el cumpleaños de Brittany.

Trató de hacer que las niñas jugaran a un juego donde había globos con Barbies rosa y luego renunció y dejó que Brittany abriera los regalos.

—Abre primero el de Sandy —dijo Gina, tendiéndole el libro—. No, Caitlin, los regalos son de Brittany.

Brittany rasgó el papel de
Sapos y diamantes
y lo miró sin reaccionar.

—Era mi cuento de hadas favorito cuando era niña —dije—. Trata de una niña que conoce a un hada buena, sólo que no lo sabe porque el hada va disfrazada...

Pero Brittany ya lo había apartado y estaba abriendo una muñeca Barbie con un vestido resplandeciente.

—¡Barbie Cabellos Mágicos! —chilló.

—Mía —dijo Peyton, y dio un tirón que dejó a Brittany con sólo el brazo de la Barbie en la mano.

—¡Ha roto a Barbie Cabellos Mágicos! —lloriqueó Brittany.

La madre de Peyton se levantó y dijo tranquilamente:

—Peyton, creo que necesitas una expulsión.

Pensé que Peyton necesitaba una buena tunda, o al menos que le quitaran la Barbie Cabellos Mágicos y se la devolvieran a Brittany, pero en cambio la madre la llevó a la puerta del dormitorio de Gina.

—Puedes volver cuando hayas controlado tus emociones —le dijo a Peyton, que a mí me parecía controlada.

—No puedo creer que todavía uses las expulsiones —dijo la madre de Chelsea—. Ahora todo el mundo usa las retenciones.

—¿Retenciones?—pregunté yo.

—Sujetas al niño inmovilizado contra tu regazo hasta que la conducta negativa cesa. Produce una sensación de seguridad interceptiva.

—Vaya —dije, mirando hacia la puerta del dormitorio—. Habría odiado tratar de retener a Peyton contra su voluntad.

—La retención está abandonada por completo —dijo la madre de Lindsey—. Nosotros usamos la AE.

—¿AE?

—Ampliación de Estima. La AE dirige la conducta periférica positiva no importa cuan negativa sea la conducta primaria.

—¿Conducta periférica positiva? —dijo Gina, dubitativa.

—Cuando Peyton le quitó la Barbie a Brittany hace un momento —dijo la madre de Lindsay, obviamente encantada de explicarlo—, tendrías que haber dicho: «Vaya, Peyton, qué conducta tan asertiva tienes.»

Brittany abrió la Barbie Buceadora, la Barbie Ama de Casa, la moto de Barbie Nocturna y una Barbie de peinado rebuscado con velo y traje de novia.

—La Barbie Novia Romántica —dijo Brittany, extasiada.

—¿Podemos tomar la tarta ahora? —preguntó Lindsay.

Peyton debía tener la orejita pegada a la puerta, porque la abrió, sin parecer especialmente contrita, y dijo:

—Ya me siento mejor respecto a mí misma.

Y se subió a la mesa.

—Nada de tarta —dijo Gina—. Demasiado colesterol. Helado de yogur y galletas.

Y las niñas acudieron corriendo como si hubieran oído al flautista de Hamelín.

Las madres y yo recogimos el papel de envolver y los lazos, buscando con cuidado zapatos de tacón de Barbie perdidos y accesorios microscópicos.

La madre de Danielle alisó el vestido de la Barbie Novia Romántica.

—Me pregunto si a Lisa le gustaría un vestido como éste —dijo—. Está tratando de convencer a Eric para casarse este verano.

—¿Vas a ser su dama de honor? —preguntó la madre de Chelsea—. ¿Qué color va a llevar?

—No lo ha decidido todavía. El blanco y negro está de moda, pero ya lo llevó la última vez que se casó.

—Rosa posmoderno —dije yo—. Es el nuevo color para la primavera.

—El rosa no me favorece —dijo la madre de Danielle—. Y todavía tiene que convencerlo. Él dice que por qué no pueden vivir juntos.

La madre de Lindsay cogió la Barbie Novia Romántica y empezó a arreglar sus mangas abombadas.

—Yo siempre digo que nunca me volveré a casar, después de ese capullo de Matt. Pero no sé, últimamente me siento un poco... no sé..

«Impaciente», pensé.

Sonó el teléfono; Gina entró en el dormitorio para atenderlo y las demás se dirigieron a la cocina.

Se oyó un grito procedente de allí, y todo el mundo aplicó la ampliación de estima. Cogí la Barbie Novia Romántica y miré los capullos rosa y los lazos de satén blanco, maravillada. La Barbie es una moda que tendría que haber durado, como mucho, dos temporadas. Incluso la muñeca de Shirley Temple sólo duró tres.

En cambio, la Barbie se mantenía desde hacía treinta años y estaba más de moda que nunca, incluso en estos días de feminismo y de educación no sexista. Habría sido perfecta para estudiar qué causa las modas, pero yo no estaba segura de querer saberlo. La Barbie es una de esas modas cuya popularidad te hace perder toda fe en la especie humana.

Gina salió del dormitorio.

—Es para ti —dijo, mirándome calculadora—. Puedes usarlo en el dormitorio.

Solté la Barbie Novia Romántica y me levanté.

—¡Es mi cumpleaños! —chilló Brittany.

—Vaya, Peyton —dijo la madre de Peyton—, qué cosa tan creativa has hecho con tu yogur congelado.

Gina corrió a la cocina, y yo entré en el dormitorio.

Estaba decorado con violetas, con un teléfono inalámbrico púrpura. Lo cogí.

—¿Qué tal? —dijo Billy Ray—. Adivina desde dónde te llamo.

—¿Cómo has sabido que estaba aquí?

—He llamado a HiTek y tu ayudante me lo ha dicho.

—¿Flip te ha dado el número? ¿Correctamente?

—No sé cómo se llamaba. Voz ronca. Tosía mucho.

Shirl. Debía de estar metiendo algunos de los datos de Alicia en mi ordenador.

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