El joven samurai: El camino de la espada (35 page)

BOOK: El joven samurai: El camino de la espada
3.31Mb size Format: txt, pdf, ePub

No tenía ningún sitio donde ir y ningún sitio donde esconderse.

Ojo de Dragón por fin había puesto las manos en el cuaderno de bitácora de su padre.

Jack maldijo su estupidez. Su fracaso.

Le había fallado a la memoria de su padre, pues el cuaderno ya no era suyo.

Le había fallado a la pequeña Jess, pues había perdido su única herencia, lo único que podía ayudarle a regresar a casa y asegurar su futuro.

Le había fallado a sus amigos, pues había demostrado ser incapaz de protegerlos.

Jack había perdido todo lo que era más precioso para él.

Con la cabeza en las manos, el cuerpo estremecido por los sollozos, Jack se preguntó si debería dejar la escuela ahora o esperar hasta el amanecer.

—No todo está perdido, joven samurái. No desesperes.

Jack alzó la cabeza, todavía llorando. Ni siquiera había oído acercarse al anciano.

El
sensei
Yamada estaba apoyado en su bastón y miraba a Jack con afecto y preocupación mientras retorcía pensativo su larga perilla con un dedo huesudo.

—Una tormenta en la noche, eso es todo —dijo, y la suave amabilidad de su voz pareció aliviar parte de la pena de Jack—. Con el tiempo, su furia pasará y te verá como el samurái que eres. Todo quedará perdonado.

—¿Cómo puede ser? Le he traicionado —se lamentó Jack. Las palabras herían tan profundamente su corazón que juraría que lo hacían sangrar—. He mostrado mi falta de respeto. He roto su confianza. He ido contra el mismo espíritu
bushido
por el que él vive.

—Jack-kun, tú respiras
bushido.

El viejo maestro zen posó una mano sobre el brazo de Jack y lo palmeó amablemente.

—Ven conmigo —dijo, guiando a Jack para dejar atrás la oscuridad del pino y caminar hacia la pálida luz de la luna—. Un paseo despejará tu mente.

Jack lo siguió a ciegas, como si fuera un fantasma que no estuviera realmente allí, pero escuchó de todas formas el consejo de su
sensei.

—No puedo aprobar que le mintieras a Masamoto-sama sobre el cuaderno de bitácora, pero has demostrado tu honestidad al confesarlo por propia voluntad —empezó a decir el maestro zen, apartando una piedra del camino con su bastón—. Fue una desgracia que escogieras el castillo para ocultar tu precioso libro. No pensaste adecuadamente en las consecuencias de esa decisión.

Jack negó solemnemente con la cabeza.

—Sin embargo, soy perfectamente consciente de que tu decisión de guardarlo en el castillo no fue hecha con malicia ni con intención de hacerle daño al
daimyo.
Tu lealtad hacia tu tutor y tu respeto por su vida te llevó a creer que la mentira era más segura que la verdad, y el castillo más seguro que la escuela. Por equivocadas que fueran tus intenciones, estabas intentando protegerlo y cumplir con tu deber. Eso es lo que Masamoto-sama sin duda llegará a comprender.

Cuando llegaron a una de las grandes piedras del jardín, el
sensei
Yamada frotó su lisa superficie.

—Eres fuerte como esta roca, Jack-kun. La osadía de tus planes y la fe en tu capacidad para tratar tú solo con los problemas recuerda a la juventud del propio Masamoto-sama. También él era un espíritu ferozmente independiente.

El
sensei
Yamada miró con dureza a Jack, y al muchacho le resultó difícil soportar aquella mirada.

—Por eso sus emociones son tan fuertes. Masamoto-sama se ve a sí mismo en ti. No está furioso. Tiene miedo. Miedo de perder otro hijo ante ese demonio de Dokugan Ryu.

El
sensei
Yamada acompañó a Jack a través del patio desierto hasta la
Niten Ichi Ryu.
Cada guijarro reflejaba la luz de la luna, transformando la plaza en un gran océano que parecía ondular mientras cruzaban su superficie hacia el Salón del Buda.

—¿Crees que has roto el código del
bushido?
Jack asintió, demasiado incómodo para hablar.

—Bien, te equivocas. Lo que conseguiste esta noche, y en todos los encuentros anteriores con ese ninja, demuestra que eres un samurái más allá de toda duda. Tu valor ante semejante peligro sólo puede ser digno de aplauso. La benevolencia que mostraste a los demás, junto con la compasión que sientes por tus amigos, es lo que os une, lo que os protege. Es lo que te impulsa a seguir luchando contra todo pronóstico. Es un principio verdaderamente honorable. La misma esencia del
bushido.

Empezaron a subir los escalones de piedra del Salón del Buda, y Jack se sintió consolado por la sabiduría del
sensei
; cada paso que daba parecía compensar uno de sus fracasos.

—Siempre has hecho lo que considerabas justo. Ésta es la primera virtud del
bushido
, la rectitud. La bondad de tu corazón es lo único que Dokugan Ryu no podrá quitarte nunca. Mientras la poseas, nunca podrá ganar.

—Pero he cometido un error imperdonable —protestó Jack- y no puedo dar marcha atrás.

—No existen los errores, joven samurái.

El
sensei
Yamada condujo a Jack al interior del
Butsuden.
El gran Buda de bronce oraba, rodeado de un anillo de velas encendidas y las diminutas puntas rojas de las barras de incienso que se consumían. La campana del templo flotaba inmóvil sobre la cabeza del Buda como una corona etérea, y Jack se preguntó si ciento ocho toques serían suficientes para absolverlo de sus pecados a los ojos del Buda. Primero, pensó, tenía que responder ante su propio Dios.

—Los errores son nuestros maestros —explicó el
sensei
Yamada, inclinándose ante el Buda—. Mientras los reconozcas por lo que son, pueden ayudarte a aprender sobre la vida. Cada error te enseña algo nuevo sobre ti mismo. No hay fracaso, recuerda, excepto en no seguir intentándolo. Es el valor para continuar lo que cuenta.

Jack inclinó la cabeza y, en su desesperación, rezó por la bendición de Buda y de Dios.

El
sensei
Yamadale indicó que entrara en una habitación lateral del
Butsuden.

— Puedes verla ahora.

La pequeña habitación estaba encendida con velas. Jack inclinó la cabeza y entró solo. El rico olor aromático de la salvia blanca y el incienso flotaba en el aire a su alrededor.

Akiko yacía en un grueso futón, vestida con un hermoso kimono de seda color crema y oro, delicadamente bordado con hojas de bambú verde claro.

Jack se acercó en silencio y se arrodilló a su lado.

Parecía dormida. Él le cogió la mano. Estaba fría al contacto.

—Así que tu primer sueño predijo nuestras fortunas —susurró ella. Su voz era ronca pero resistente.

—Tienes suerte de estar viva —respondió Jack, apretándole la mano afectuosamente.

—El monte Fuji, un halcón y la hoja de un
nasu
—rió ella débilmente—. El
sensei
Yamada tenía razón. Nos trajeron toda la suerte del mundo. ¿Qué más podíamos haber pedido?

«Una explicación», pensó Jack, pero lo dejó pasar. Ahora no era el momento de preguntarle por su milagrosa recuperación.

Jack había oído al
sensei
Yamada y al
sensei
Kano, mientras la tendían en el Salón del Buda para que se recuperara tranquila, discutir sobre el
dokujutsu
, el arte ninja del veneno. Los dos maestros estaban de acuerdo en que alguien la había ayudado a desarrollar tolerancia contra los venenos ninja. Jack sospechó que el responsable era el monje del Templo del Dragón Pacífico. Recordó cómo Akiko parecía enferma en año nuevo. Le había dicho a Kiku que era algo que había bebido y entonces acudió directamente al monje en busca de ayuda. ¿Había sido causado su estado por intentar conseguir la capacidad para resistir los venenos? Akiko tenía mucho que explicar, pero por ahora Jack tan sólo se alegraba de que estuviera viva.

—Lo siento muchísimo, Akiko. Tendría que haberte hecho caso. Diga lo que diga el
sensei
Yamada, cometí un estúpido error al no…

—Jack, no fue culpa tuya —interrumpió ella, poniéndole amablemente un dedo en los labios—. El único error lo cometió Ojo de Dragón… al dejarte con vida.

Akiko atrajo a Jack, acercando su rostro al suyo.

Sus mejillas se tocaron y Jack sintió su cálido aliento rozarle la piel. Durante ese breve instante experimentó una paz total, a salvo en sus brazos.

—Tienes que recuperar el cuaderno de bitácora —le susurró Akiko al oído—. Debes seguir el Camino del Dragón.

Glosario japonés

El
Bushido
, o «Camino del Guerrero», es un código de conducta japonés similar al concepto de caballería. Los guerreros samuráis tenían que adherirse a siete principios morales en sus entrenamientos de las artes marciales y en el día a día de sus vidas.

Virtud 1
:
Gi.
Rectitud.

Gi
es la habilidad de tomar la decisión adecuada con confianza moral y ser justo y equitativo hacia todas las personas sin que importe el color, la raza, el sexo o la edad.


Virtud 2
:
Yu.
Valor.

Yu
es la habilidad para manejar cualquier situación con valor y confianza.

 


Virtud 3.
Jin.
Benevolencia.
Jin
es una combinación de compasión y generosidad. Esta virtud actúa junto al
gi
y disuade al samurái de usar sus habilidades con arrogancia o para dominar.


Virtud 4.
Rei.
Respeto.
Reí
es una cuestión de cortesía y conducta adecuada hacia los demás. Esta virtud impli ca tener respeto por todo.


Virtud 5.
Makoto.
Sinceridad.
Makoto
se basa en ser sincero con uno mismo y con los demás. Significa actuar de formas que sean moralmente adecuadas y hacer siempre las cosas con la mejor habilidad posible.


Virtud 6.
Meiyo.
Honor.
Meiyo
se busca con una actitud positiva en mente, pero sólo se sigue con una conducta correcta. El éxito es un objetivo honorable por el que esforzarse.

名誉

Virtud 7.
Chungi.
Lealtad.
Chungi
es la base de todas las virtudes; sin dedicación y lealtad a la tarea a mano y a los demás, no se puede esperar conseguir el resultado deseado.

忠義

Los nombres japoneses normalmente se forman primero con el nombre de la familia (el apellido), seguido por el nombre propio, al contrario que en el mundo occidental, donde el nombre se dice antes que el apellido. En el Japón feudal, los nombres reflejaban el estatus social y las creencias espirituales de una persona. Además, para dirigirse a alguien, se añadía
san
al apellido de esa persona (o al nombre propio en situaciones menos formales), como signo de cortesía, igual que nosotros usamos señor o señora, y para la gente de estatus superior se usaba
sama.
En Japón, se suele añadir
sensei
tras el nombre de una persona si son maestros, aunque en los libros del Joven Samurái se ha conservado el orden tradicional occidental. A los chicos y las chicas se les menciona usando
kun
y
chan
respectivamente.

bo
: palo de madera de combate

bojutsu
: el arte del
bo

bokken
: espada de madera

bushido
: el Camino del Guerrero

Butokuden
: Salón de las Virtudes de la Guerra

Butsuden
: Salón del Buda

cha-no-yu
: literalmente, «encuentro de té»

chi-sao
: manos pegajosas (o «pegando manos»)

Cho-no-ma
: Sala de las Mariposas

chudan
: centro

daimyo
: señor feudal

daisho
: el par de espadas,
wakizashi
y catana, que son las armas tradicionales del samurái

Dim Mak
: Caricia de la Muerte

dojo
: sala de entrenamiento

dokujutsu
: el arte del veneno

judoshin
: literalmente «corazón inamovible», un espíritu de calma inquebrantable

fukuwarai
: juego infantil como «clava la cola al burro»

futón
; cama japonesa. Colchón plano colocado directamente en el suelo del
tatami
, y plegado durante el día

gaijin
: extranjero, forastero (término denigrante)

Ganjitsu
: festival de Año Nuevo

gi
: uniforme de entrenamiento

hai
: sí

hajime
: comenzar

hakama
: ropa tradicional japonesa

Hakuhojo
: el castillo del Fénix Blanco

hanami
: fiesta de contemplación de los cerezos en flor

hanetsuki
: juego japonés similar al bádminton

hashi
: palillos

hatsuhinode
: los «primeros» del año (por ejemplo, la primera visita a un templo en Año Nuevo)

inro
: cajita para guardar objetos pequeños

irezumi
: una forma de tatuaje

itadakimasu
: vamos a comer

kami
: espíritus que en la fe

shinto
están dentro de los objetos

kamon
: blasón familiar

kanji
: los caracteres chinos usados en el sistema de escritura japonés

kata
: serie prescrita de movimientos en las artes marciales

katame waza
: técnicas de agarre catana: espada larga

kendoka
: espadachín

kenjutsu
: el arte de la espada

ki
: flujo vital o fuerza vital (chino;
chi
o
qi)

kiai
: literalmente, «espíritu concentrado». Se usa en las artes marciales como grito para concentrar la energía cuando se ejecuta una técnica

kissaki
: punta de la espada

koan
: pregunta budista diseñada para estimular la intuición

kozo
: el árbol de papel de mora

kumite
: sparring

kunoichi
: ninja femenina

kyudoka
: arquero

Other books

The Manhattan Puzzle by Laurence O'Bryan
Out of the Line of Fire by Mark Henshaw
Deep Cover by Edward Bungert
Glow by Stacey Wallace Benefiel
Untamed by Hope Tarr
Cold Killing: A Novel by Luke Delaney
Driftwood Summer by Patti Callahan Henry